Después de varias semanas, luego de casi un mes y medio fue cuando todo estuvo listo, y eso que Alejandro estaba metiendo prisa en todo, ambos ansiosos porque ya se inaugurara y diera apertura.Aquella noche fue la última revisión de todo, supervisando que estuviera todo listo para mañana. Y aunque Alejandro le insistía a Ariel que le dejara ese trabajo a los demás, ¡era la apertura! Y ella quería participar en todo.—Ariel.— Le hizo el último llamado, viéndola desde fuera de la cocina con aquel mandil y ese vestido debajo, todo su cabello recogido y una hermosa sonrisa en su rostro. —Tengo sueño.— Dijo como último recurso.Ariel corrió hasta él ante las palabras que dijo su esposo.—No puedes tener sueño ni estar cansado, tienes algo que hacer esta noche.— Susurró en su oído, haciendo que Alejandro se pusiera de pie y la tomara, dejándola sobre su hombro. —¡Ale! ¡¿Qué haces?! ¡Aún no termino!—¡Chicos! ¡Me llevo a mi esposa! ¡Nos vemos en la mañana!—¡Alejandro, bájame! ¡Me queda alg
—Estás hermosa, preciosa.— Acariciaba su cabello, dándole los últimos toques. Verificó que su ropa no tuviera ningún cabello, sacudió la falda del vestido con sus manos y luego pasó sus manos por sus hombros, dejándola perfecta. Ahora volvió a centrar su atención en su rostro, en aquellos ojos, en esa mirada tan fuerte que le llamó la atención desde el primer momento. —Estoy muy orgulloso de ti, Ariel, como no te imaginas. En algún punto tuve miedo de que desistieras o…la idea ya no te gustara, pero demostraste que eso era algo que querías e insististe hasta que ya se hizo realidad. ¿Cómo te sientes?—Ale, estoy muy nerviosa.— confesó, sabiendo que ya quedaba poco para todo. —Habrán muchas personas, me quedaré pensando si a cada uno le gusta lo que compra, eso que come o si será un éxito.—Pero si ya es un éxito, Ariel. No te imaginas todas las personas que esperan al día de la apertura. Nada más en la empresa todos están locos ya por probarlos, luego de las muestras que les llevé, en
—¡Dante! ¡Es Dante! ¡Ya llegó!— Corrió hacia él nada más verlo, él la recibía con una enorme sonrisa y los brazos abiertos, luego de tanto tiempo sin verse y largas charlas al teléfono, por fin un reencuentro.Lo abrazó hasta que Alejandro se acercó a ellos, mirando la escena de los dos.—Bienvenido, Dante— estrecharon sus manos en un saludo. —¿Qué te parece el lugar?—Me encanta, han hecho un buen trabajo y creo que Ariel tuvo mucho que ver. Tiene un aire a ella el lugar. Es perfecto, un trabajo fabuloso han hecho.— Miró alrededor de ellos, las personas no dejaban de entrar y salir, comprando, deteniéndose a charlar, mirando el lugar, la decoración, tomando una que otra copa. Estaba siendo un día de apertura estupendo y Ariel lo llevaba bien, socializando con todos, incluso con las personas que no conocía, eso sí, teniendo a Alejandro siempre cerca o se ponía nerviosa ante muchos desconocidos.—Los dejo que se pongan al día.— Se despidió Alejandro, viendo que llegaba su amigo Fabio.
—Ariel.— Acercándose a ella, tocó sus brazos, había leído el mensaje de su hermana. Sabía que las cosas habían estado muy tranquilas aquellas semanas y eso no significaba nada bueno, algo tenía que estar tramando su pequeña hermana como para mantener la calma por todo ese tiempo luego de todas sus amenazas.—¿Qué sucede? Tienes una expresión algo seria.— Notó enseguida su esposa. —¿Estás aburrido?—¿Cómo voy a estar aburrido? Solo mira el buen ambiente que hay aquí. Es que tengo que marcharme, pero solo un rato.— Le informó.—¿Qué sucede?—Es Annie.—¡Dijiste que ya eso no era asunto tuyo!— Repuso con enfado, porque él le había dicho que ya no iba a intervenir en algo que tuviera que ver con Alessia y Annie y que no fuera una emergencia. —Lo dijiste, Alejandro. Estamos en medio de esto, ¿cómo vas a irte?—Pero ahora creo que tengo que ir, antes de que el asunto se convierta en una emergencia. No voy a tardar mucho, regresaré antes de que lo notes.—No te has ido y ya creo que no estás
No sabía lo que pasaba, esperaba con desespero la llamada de Alejandro, todo había terminado y ella no sabía nada de él, era casi la una de la madrugada y Ariel estaba sobre la cama, con la mirada fija en la pantalla del celular mientras escuchaba sonar su caja de música, en espera de su esposo o de una llamada que explicara todo.Daba vueltas en la cama, lo que había sido un día magnífico, ahora se había convertido en incertidumbre, en espera de saber qué pasaba, porque algo pasaba.Lo había llamado, pero sonaba apagado. No sabía qué otra cosa hacer.Escuchó un coche que aparcaba frente a la puerta y Ariel se tiró de la cama, chocando con la puerta al salir y golpeándose en la rodilla, pero eso no la detuvo, era el sonido del coche de su esposo, era él, había llegado al fin.Abrió la puerta con rapidez, pero…no fue Alejandro quien salió del coche.Ariel no entendía porqué era Fabio quien estaba allí y más a esa hora de la noche, en el coche de su esposo.Se cruzó de brazos, en espera
Había muchas formas de vivir el duelo, llorar la pérdida, negarse a todo, no creer la situación y…no aceptar la pérdida de su hermana.Los Fendi no eligieron ninguna de las anteriores.Pero para Alessia Fendi, aquello estaba pasando de otra manera.Lo primero que hizo al llegar a aquel hospital, fue llorar junto a su hermano la pérdida de Annie Fendi, pero…cuando se dijeron las posibles causas de la muerte, Marco no tardó en susurrar palabras en el oído de su esposa y su suegra, alimentando dudas que los llevaron a levantar rápidamente el dedo hacia Alejandro Fendi, siendo Alessia testigo de que este se dirigió hacia allá y no solo eso, él estaba junto al cuerpo, fue él quién llamó a la ambulancia, fue el último en estar con ella.El peor error de Alejandro fue acusar a Marco o mencionar la infidelidad de Marco y Annie, aquello…fue uno de los mayores detonantes a que todo se saliera de control, Alessia jamás creería esas absurdas palabras donde se señalaba que su difunta hermana y su
Aquel hombre había salido de su casa muy enojado, luego de que su madre y sus hermanas le reclamaran por no querer casarse con quien era su novia desde hace cinco años, la hermosa Abigail Clinton, de una buena familia, belleza incomparable y un enorme amor hacia él desde que eran adolescente, ya con varios años de relación, solo faltando el único paso.Matrimonio.Pero Alejandro no la amaba, por eso luego de esos años de relación aún no daba el primer paso, no deseaba casarse con ella. No era la mujer que quería para convertirla en su esposa. Su relación con ella nunca podría ir más allá, pese a los años.Él acababa de terminar la relación.En su lujoso coche iba captando las miradas de todos los de la ciudad, muchos sabían que allí dentro iba Alejandro Fendi, dueño de casi la mitad de la ciudad, cada rascacielos había sido construido por su empresa, la mayoría de los centros comerciales eran de él y poseía numerosas empresas en el extranjero, sobre todo en Italia, de donde eran los F
Aquel restaurante, en el centro de la ciudad, fue reservado solo para Alejandro Fendi, con solo una llamada, y su poco usual invitada. Todo estaba vacío, solo para ellos dos. Los empleados del lugar los atendían como que nada estaba fuera de lugar, sin prestar atención al aspecto de Ariel, la joven que lo acompañaba.Ella, sentada frente a él, con su caja de música entre las piernas y la mochila cerca de sus piernas, observaba con asombro el lugar.—¿Te gusta lo que ves?—preguntó, observando la mirada asombrada de su acompañante.—¡Pues claro que sí! Sé que aquí cocinan muy delicioso.— Se inclinó hacia adelante para decirle aquello en voz baja, logrando impresionar a Alejandro.—¿Alguna vez has venido aquí?— Preguntó, incrédulo. Lo único que se le ocurría era que ella hubiera entrado a robar o que, a lo mejor, se paró en la puerta a pedir, pero con su aspecto era muy probable que no le permitieran ni acercarse a la entrada.Aquello era un lugar muy lujoso y solo atendían con reservaci