Norman ocultó la sorpresa cuando vio que Ariel hizo el depósito en efectivo. Le pareció extraño, aunque no del todo, no como para alarmarse.—¿De dónde viene?— Preguntó, observando la firma de ella en el contrato de alquiler.—De muy lejos.— Respondió de manera simple.—Viaja sola, Norman. Mira lo joven que es y viaja sola. No creo que me lleves muchos años, Ariel.—Realmente no. ¿Hace falta algo más?— preguntó, cambiando de tema para que Blue no siguiera indagando sobre cosas personales de ella.—Tengo que mostrarte la casa antes de hacerte entrega de ella, ¿puede ser ahora?— Pidió Norman.—Agradecería que fuera cuanto antes.— Pues aunque la casa ya venía amueblada, Ariel quería asegurarse de que estuvieran todas las cosas que necesitaba, además de que quería hacer una exploración más personal en el pueblo, sin la compañía de Blue, ver e indagar por sí misma sobre el lugar, solo así se sentiría segura. Tenía que comprar algunas cosas, como un ordenador, un móvil, necesitaba buscar in
—¡¿Por qué de nuevo me sacan?!— Exigió, enojado, destilando rabia en cada palabra que salía de sus labios.Quería creer que Ariel estaba bien, pero luego recordaba lo poco que ella sabía de aquel mundo tan cruel, lo inocente que era y lo indefensa que él la creía, sola, en algún lugar, lejos de él. Le daba pánico que ella no administrara el dinero bien, que se quedara sin dinero en poco tiempo y volviera a las calles, era una de las cosas que atormentaban a Alejandro, además de el miedo que le daba que Alessia o Marco la encontraran.Quería pensar positivo, tenía que hacerlo, confiar en que ella huyó y de algún modo estaba en un lugar seguro. Tenía que creer en eso o se volvería loco.—Porque tiene visitas.—¡Dije que no quería recibirlas!—¡Vamos, hombre! Ha quedado claro que lo que digas no importa nada aquí.—Es mi derecho a negarme.— Rugió con los dientes apretados.—¿Derecho? ¿Dices que tienes derechos? ¿Qué hay de esa joven a la que le quitaste la vida? ¿No tenía ella derecho a
El señor Clinton sabía que su pequeña siempre había amado a Alejandro Fendi, pese a que él terminó su relación con ella para casarse con una desconocida de la calle, dejando a Abigail en la humillación al ser rechazada y sustituida por una donnadie. Aquella afrenta solo se dejó pasar porque se trataba de Alejandro y mucho no podía hacer el señor Clinton frente a la decisión de él y su hija no quería aumentar la vergüenza en la que la dejó aquel descuidado reemplazo.Pero Alejandro tenía la oportunidad de hacer las cosas bien con Abigail, sobre todo si quería salir libre.—Querida.— El señor Clinton fue a darle las buenas noticias a su esposa, tenía que recibirla primero de parte de él. La señora Sonya estaba postrada en cama en los últimos meses, debido al deterioro de su salud y ambos sabían que ella muchas posibilidades de vida no tenía, los médicos habían sido muy claros con ella, la señora Clinton era unos diez años mayor que su esposo, habían tenido a Abigail a una edad avanzada
Alejandro llegó cabizbajo a su celda luego de haber salido muy sonriente.Aquella última noche que vio a Ariel no esperaba que fuera la última, ahora él no sabía nada de ella, solo que Alessia no la había encontrado o ya se lo hubiera restregado en la cara.¿Cómo iba a divorciarse de su esposa para casarse con Abigail? ¿Cómo iba a durar tres años de matrimonio con ella hasta poder pedir un divorcio? ¡¿Cómo iba hacerle eso a Ariel?!La amaba, aquel matrimonio no fue nada de lo que él buscó, sino que se convirtió en algo mejor que eso, aprendió a quererla, aprendió a comportarse con ella, a ser mejor persona, a ser mejor hombre a su lado, ¿qué pasó con los sueños que construyeron juntos? ¿Qué pasó con ese matrimonio que iba creciente? ¿Qué fue con esa idea de volver a intentar tener hijos?Él no quería renunciar a todo eso, él no quería renunciar a Ariel, pero si no aceptaba la oferta del señor Clinton, no solo se condenaba a él, también a Ariel, a una vida con miedo a los Fendi, a una
El señor Clinton se presentó la mañana del jueves en casa de la señora Fendi, no esperaban su visita, no esperaban que él estuviera en sus puertas luego de hacerse pública la información de que él sería el abogado defensor de Alejandro Fendi, pese a que este ya tenía una condena.Lo dejaron esperar unos minutos frente a la puerta, estaba claro que allí no era bienvenido.Al cabo de un rato la empleada abrió la puerta, avergonzada por el tiempo que había tenido que dejar esperando al señor Clinton.—Discúlpeme, señor Clinton. La señora Fendi lo atenderá enseguida. ¿Gusta que le brinde algo? ¿Desea algo de tomar?—Es muy amable, pero temo que no duraré mucho. Esperaré aquí a la señora.Tomó asiento mientras la empleada se retiraba y en eso sonaba el timbre de la casa nuevamente.Era Marco, Marco Albini. Estaba allí por habían avisado a Alessia que el señor Clinton estaba en la casa de su madre, a lo que ella le dio aviso a Marco, pues este estaba en su casa, la cual quedaba a unos metro
¡Iba a ver a su esposo!Ariel lloraba de la emoción, pero también se daba cuenta que no tenía la mejor ropa o el mejor aspecto para ver a su marido luego de tanto que habían pasado alejados. Salió de aquel recinto pero se topó con que no había nada. ¡Nada! Ni un solo lugar donde ella pudiera comprar ropa para ir bella y elegante con su esposo.Tenía una ropa muy sencilla, su cabello suelto pero mal arreglado, quería ponerse bella, ¡ser la mujer más bella para él!—No lo puedo creer. Tendré que verlo en este estado, no es justo, no es un buen reencuentro, creerá que estoy muy mal, que la estoy pasando muy mal lejos de él. Y es así, pero…no quiero que se preocupe.— Regresó dentro y fue al baño, allí vio la ropa que llevó, pero esa solo era una ropa cómoda, nada linda o elegante, digna de la señora Fendi, como lo era ella. Más no se quería dar por vencida. ¡Tenía que verlo y que él sintiera que ella estaba bien! Y Ariel quería que su esposo la viera hermosa, para que al menos le subiera
—Cada noche no podía cerrar mis ojos porque temía que estuvieras por allí fuera sin un destino fijo, sin tu casa, sin tu hogar, huyendo sin tener idea de a dónde ir, Ariel. No me importan estos quince años de cárcel, excepto por ti. Por lo único que hago esto es porque estoy convencido de que no quiero estar aquí, mientras tú estás allí fuera sin yo saber nada de ti, pero más allá de mi necesidad de cuidarte, lo hago porque te amo y necesito estar a tu lado, Ariel.— Tenía su rostro fijo en la mesa, no podía mirarla, a pesar de que quería hacerlo, las lágrimas cayeron en aquella mesa y las pequeñas manos de Ariel secaron su rostro. Ella quería besarlo y abrazarlo, pero no era permitido. —Yo…— le lastimaba pensarlo y únicamente aceptó porque no había otra salida, solo esa.—Ale, eres lo único que tengo y lo único que quiero. Sé que no empezamos de la manera adecuada, no ha sido un cuento de hadas, pero se convirtió en lo único que deseo y anhelo. No me alejaré de ti, no me perderás si e
Alejandro se dio la vuelta para encarar al señor Clinton.—¿Y crees que aceptaré?—¿Y tú crees que te entregaré a mi hija para que la hagas sufrir en un matrimonio que tú crees que será como tú digas? Las cosas no serán a tu manera. Hasta que no entiendas que esto es lo que vale tu libertad, te verás con esa expresión, como si estuvieras muriendo en vida. Allí fuera solo hay personas que ni te recuerdan, ya nadie sabe quién es o era Alejandro Fendi y el apellido solo ha sobrevivido porque lo lleva Alessia, la que está al mando de todo y sin ganas de que eso cambie. Soy tu única opción y actúas como si…como si tuvieras otra salida. ¡Yo soy tu salida!— Giró su cuerpo para mirar a la Ariel que lloraba allí sentada, sin moverse, solo escuchando todo. —Aquella mujer miserable no puede hacer nada por ti, es una pobre infeliz a la que quieres arrastrar contigo. Libérala, pero hazlo de verdad.—Alejandro tomó los documentos y los terminó de leer, no podía aceptar eso.Porque si bien le propus