Ariel suspiró, sabiendo que Alejandro actuaba solo por celos.—Alejandro, no puedes venir aquí y pedirme que cancele los planes con Norman. No es justo para ninguno de los dos.Alejandro caminó de un lado a otro, su mente un torbellino de emociones.—No entiendes, Ariel. No soporto la idea de que estés con él, pasando tiempo juntos. ¿No ves lo que siento por ti?Los celos dejaban que se inundara por todo su cuerpo, hasta ser más evidente a Ariel que de eso se tratara.—Entiendo lo que sientes, pero también tienes que entender mi posición. Norman es mi amigo, y tú... bueno, tú aún estás casado,— dijo Ariel, su voz llena de conflicto. —¿Qué es lo que te hace comportarte de esa manera?Alejandro miró a Fabio, buscando apoyo, pero su amigo solo le devolvió una mirada de simpatía y preocupación.—Estoy celoso de él, ¿es que tengo que decírtelo con palabras? Voy a resolver mi situación lo antes posible, pero no puedo esperar para verte. Necesito que sepas que mis sentimientos por ti no han
Alejandro aterrizó en Italia con una mezcla de emociones que se agitaban en su interior. Después de dirigirse a la casa de su abuela, se encontró inesperadamente realizando vigilancia. Desde una distancia prudente, observaba la residencia, esperando ver a Ariel. La impaciencia lo consumía, pero sabía que debía mantenerse oculto hasta el momento adecuado.Finalmente, vio a Ariel salir de la casa, su figura tan familiar y aún así tan lejana. Decidió seguirla discretamente, una decisión impulsada por una mezcla de celos y desesperación por volver a estar cerca de ella.Al llegar al aeropuerto, se mantuvo a una distancia segura, observando cómo Ariel esperaba con una expresión de anticipación en su rostro. Cuando Norman apareció y Ariel corrió hacia él con un abrazo lleno de afecto, el corazón de Alejandro se apretó con fuerza. Verlos juntos, tan cercanos y cómplices, era como una daga en su alma.Se mantuvo en las sombras, observándolos mientras se dirigían a un café cercano. Cada risa,
Había mostrado parte de la estancia, era pequeña, pero acogedora.—No dormiré aquí— dijo Ariel, viendo como Alejandro hacía la cena, aquella escena le traía muchos recuerdos, realmente sí, la copa de champán, él haciendo la pasta que tanto a ella le gustaba y el rico aroma que desprendía la cocina. Se sentó a mirarlo, sin tocar ni un solo trago de la copa. —Alejandro, ¿me escuchaste?—No te llevaré a ningún otro lado— dijo Alejandro, levantando el rostro hacia ella. —Pasaremos la noche aquí, tú y yo. No solo mi corazón te extraña, mi cuerpo también. — Las mejillas de Ariel tomaron un color rojo, sabiendo lo que eso significaba. Alejandro salió de la cocina con su copa en la mano. —Quiero que esta noche hagamos el amor— tocó con su mano su cabello, deslizando sus dedos entre sus mechones, acercó los labios a los de ella y le besó la mejilla, olió su cuello, mordiendo luego suavemente su hombro. —¿No quieres que hagamos el amor? — preguntó en su oído. —Seguro me necesitas tanto como yo
—Sin ti me muero.— Esas palabras habían dejado a Ariel con impresión, la manera tan vulnerable en la que Alejandro se mostraba, jamás lo había visto así.Incluso si ella era sumamente importante para él, incluso así la había lastimado y seguía con su mentira, por no perderla.¿Hasta dónde sería él capaz de llegar para mantenerla a su lado?Ariel tenía miedo de lo que pudiera pasar con Alejandro si ella decidía completamente alejarse de él.La cena entre Ariel y Alejandro transcurrió en un ambiente de serenidad y calidez. Alejandro había preparado pasta, recordando cuánto le gustaba a Ariel. Sentados a la mesa, compartieron una botella de champán, brindando por un momento que ambos sabían era frágil y precioso.Era una escena que traía tantos recuerdos, simulando que nada había cambiado, que no habían pasado tanto tiempo separados.Dos almas que se conocían, dos corazones que habían logrado latir al mismo tiempo, con el mismo ritmo. Hoy tenían una brecha que iba agrandando más la dista
Había visto como Norman Spencer besaba a Ariel y se obligó a no hacer nada, a no reaccionar, le costó, porque aquella era su Ariel, tan solo suya.Pero cuando vio que Norman se iba y que Ariel no hacía nada para detenerlo, entonces se relajó, caminó hasta Ariel seguía allí, paralizada, mirando como Norman desaparecía de su lado, de su vida.Dejó un beso en su frente y secó las lágrimas de Ariel, tomó su rostro para que ello lo mirase, allí tan solo veía tristeza.—Sé que él es muy importante para ti, Ariel. Pero creo que es hora de que lo dejes ir.—Le dijiste algo. Norman no es así. ¡¿Qué le dijiste?! ¡Dime! ¡Tú le dijiste algo! —Ariel se alejó de Alejandro, convencida de que él tenía que ver con algo de lo que había pasado. —¡Era nuestro día! Pero tú decidiste aparecer. No quiero ser tan egoísta como tú, Alejandro.—Pues tan solo déjalo ir, permite que se vaya, sácalo de tu vida.—Lo quiero— dijo, un poco para sí misma. —¡Lo quiero! —Gritó más convencida. —Es una buena persona y yo
—¿Ya te vas? — Julia miró a Ariel bajar de las escaleras, rodeó la mesa y le dio un beso a la señora. —Estás muy hermosa, Ariel.—¿Te gusta mi collar?—Creo que es hermoso. Recuerda que la reunión es en dos días. ¿Tienes todas las joyas preparadas?—Sí, he hecho montones, espero que les gusten.—Si a mí me gustan, a ellas también le gustarán. Esta noche revisaré los precios. No quiero que te estafen.—Tampoco quiero que sean precios altos, es que… no soy reconocida como para poner unos precios elevados.—Tesoro, la artesanía es más costosa, la manualidad, tu creatividad, todo eso es una inversión de tiempo y creatividad que cuesta, además de que tus materiales son buenos. No estás vendiendo cosas recicladas, Ariel. Estás creando, tesoro. Tú deja que yo ponga los precios, tampoco puedes regalar tu trabajo.—Pero quiero que me compren, si lo ven muy costosos no lo harán.—Si lo ven muy barato, puede que no les llame la atención. Estas personas quieren cosas que puedan comprar por un bue
—Ariel— Para Alejandro, todas las cosas que acababa de decir Ariel, dejaban una cosa clara, algo que él ya imaginaba, pero se negaba a creer, algo que lo dejaba deshecho. La manera en la que Ariel expresaba lo que sentía, dejaba claro que tenía sentimientos por los dos, pero el dolor que Alejandro le había causado había sido curado por Norman, entendía que aquel hombre ahora tenía más espacio en el corazón de la mujer que él amaba. —¿Qué tanto nos quieres? — Sus ojos verdes intentaban disimular el dolor, para poder obtener una respuesta clara de parte de ella, porque en ese momento él intentaba ser el amigo que Ariel necesitaba que el fuera, no el hombre la amaba y se aterraba de perderla.—Yo… no quiero hacerte daño, Alejandro.—Lo único que podría herirme más es una mentira, no actúes como yo. Seamos claros en esto, Ariel. No tengas miedo, quiero escucharte, comprenderte, poder ayudarte. Desahógate completamente conmigo, por favor. Nos tenemos la suficiente confianza como para que p
Norman estaba emocionado por la idea de pasar una noche de cine con su sobrina Blue. Desde que se habían mudado, estas pequeñas salidas se habían convertido en un refugio seguro de su vida cotidiana y sus pensamientos sobre Ariel. Le agradaba que Blue lo forzara hacer esas cosas o se convertiría completamente en una persona solitaria.—¡Tío, esta película te va a encantar!—, exclamó Blue mientras se dirigían al cine. Norman sonrió, agradecido por la compañía y el cariño de su sobrina.Aunque era muy ruidosa en ocasiones.Al llegar al cine, Blue parecía inusualmente emocionada.—Tengo una sorpresa para ti,— dijo con una sonrisa pícara.Antes de que Norman pudiera preguntar, una joven se acercó a ellos.—Hola, soy Emma, amiga de Blue en la universidad—, dijo la chica extendiendo su mano. Era atractiva, con una sonrisa radiante.Norman, sorprendido, miró a Blue.—¿Una cita a ciegas, Blue? ¿En serio?Blue se encogió de hombros.—Solo pensé que sería bueno para ti conocer a alguien nuevo,