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Capitulo treinta y nueve - Una moraleja

Capítulo 39

Su corazón estaba a punto de salirse del pecho. Sentía que todo aquello era su culpa. Él no había prevenido que esa mujer se volviera loca, perdiendo la cabeza, intentando asesinar a alguien, mucho menos a su madre.

¿Cómo alguien podía perder el juicio en tan poco tiempo?

Ella, definitivamente estaba obsesionada, no había otra forma de decirlo. Caminó por el pasillo del hospital, ese que tantas veces había recorrido, pero sin tener a alguien ingresado por una bala en su pecho. Llegó hasta la sala de emergencia y encontró a Nala llorando sentada en una silla.

—¡Nala! ¿Dónde está? ¿Cómo está? ¡Dime que no está muerta! —ella se abalanzó a su pecho y lo abrazó.

Grenor se quedó quieto. Él no se sentía como el mismo. Estaba rígido.

—Nala, por favor dime que está bien. —  ella rompió en llanto y aquello no hizo más que empeorar los nervios de Grenor.

—Está en cirugía. Acaba de entrar. — dijo ella cuando

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