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Tomó. Tomó bastante alcohol, pero no pudo irse. Por alguna razón, no pudo alejarse de ella.
Así terminó sentado en su pórtico, congelándose, sintiendo que el frío le calaba los huesos, y más aún, el alcohol no desaparecía de sus venas y le impedía moverse con naturalidad y aplomo.
¿En qué demonios se había convertido?
¿Por qué de repente esa mujer le resultaba tan difícil de olvidar?
Vio a sus amigos alejarse y se sintió aún peor. Él era implacable, seductor, sumamente hábil en los negocios. Nadie debía de verlo tan destruido como estaba.
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Capitulo cincuenta y nueve: Un simple gesto
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Capitulo sesenta: Unas vacaciones en Hawai
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Capitulo Sesenta y dos: Una reserva
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Capítulo Sesenta y tres: Un placer oculto
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Último capítulo
- Capitulo EXTRA
- Epílogo
- Capitulo ochenta y uno: ¿Un "lo lamento?
- Capitulo ochenta: Una noticia sobre el perdón
- Capitulo setenta y nueve: Una vez mas en Grecia
- Capitulo setenta y ocho: Una boda para Ghita
- Capitulo setenta y siete: Una ultima vez, Tom.
- Capitulo setenta y seis: Una maravillosa sorpresa
- Capitulo setenta y cinco: Una cena con extraños