¿Cómo había podido ser tan estúpido?
Él no se dio cuenta en ningún momento de que ella era virgen. Era cierto, jamás había estado con una y quizás por eso no había entendido que el esfuerzo que hizo para poder poseerla había sido mayor que con cualquier otra mujer.
¿Cómo había sido tan tonto para no darse cuenta de que a ella le había dolido?
—¿Por qué no me lo dijiste? —Le preguntó con la voz a punto de romperse. Estaba nervioso, trémulo, sus manos sudaban y sus pies tenían deseos de salir corriendo y coger agua adentro y jamás regresar.
Eso no podía estar sucediéndole a él, había desvirgado a la pobre mujer. Ella lo miró con los ojos llenos de lágrimas y él no supo qué hacer para evitar que llorara.
Sintió que se le bajaba el al
La dejó.La dejó en el cuarto de un hotel mientras él escapaba de sus miedos internos y temores de haberla dejado embarazada.La dejó como si ella tuviera la peste negra y si él se quedaba un segundo más en el lugar, fuera capaz de infectarlo.Incapaz de pensar en nada más que fuera largarse del lugar, escapar del sitio. Al igual que él había hecho.¿Quién diablos hacía una cosa así? ¿Apenas enterándose de que ella era virgen? Una persona completamente inestable, alguien como él, que le tenía miedo al compromiso. Por eso la había alejado todo este tiempo porque tenía miedo de sucumbir a los mismos sentimientos que ella ya se había dado cuenta que tenía por él.Pero eso le pasa por tonta. Eso le pasa por creer en las palabras de Grenor, por sentir que por primera vez iba a funcionar l
—Señor, ¿le parece bien este? —Le preguntó el hombre de la joyería enseñándole un anillo extravagante y se notaba que era bien costoso. —Permítame darle un poco de historia sobre esta reliquia…—Ni se moleste. —La interrumpió el anillo no se parecía en nada a ella.Sí quería hacer las cosas bien, debía de comenzar desde ese, instante escogiendo algo que simbolizará justo la personalidad de Nala. Si algo había comprendido, aunque tarde, es que ella no era nada materialista ni mucho menos extravagante. Le gustan las cosas simples, y eso era algo que él alababa.Aunque no se lo hubiera dicho aun, había entendido que ella no quería su dinero ni su estatus social. Tarde pero ya comprendía que no era para nada igual a su hermana mayor. Su cabeza no le daba para nada más, por eso había salido as
Nala se sintió liberada. Tomó asiento en el borde de la piscina y le sonrió a su amigo, el camarero del restaurante principal, el cual le había estado llevando un Martini tras otro. Ella no tenía idea de que horas eran, tampoco es que le interesara. Grenor se había marchado y abandonado a su suerte. La dejó justo media hora después de haberle hecho el amor con una intensidad arrebatadora.O tal vez eso solo lo sintió ella. A lo mejor para él fue solo un polvo de unos minutos.Odiaba menospreciarse así, sentirse tan estúpida y miserable.¡Exacto! Miserable, esa era la palabra que ella había estado buscando mientras le daba un trago a su quinto Martini.¿O era el sexto?Ya no lo sabía. Había perdido la cuenta luego de meterse a la piscina con todo y vestido al darse cuenta de que estaba llorando mientras el agua fresca t
Por fin la había encontrado. Y lo primero que vio fue la mano de ese hombre en su cuerpo. Aquello le provocó una ira que él jamás creyó poder sentir. Esa mujer podría descolocarlo de mil maneras posibles, sin ella apenas darse por enterada. Eso era lo que más le molestaba que ella hacía las cosas sin darse cuenta de cuánto le afectaba a él.Irónico, pensó. Pues él mismo había cometido las mismas estupideces, tratarla mal, ofenderla, gritarle e incluso sacarla de su casa sin pensar en cómo ella pudiera sentirse.Él vio cómo el hombre frunció el ceño y lo miró sin comprender.—¿Y bien? —preguntó él. —¿Quién diablos eres tú
—La has jodido bastante bien, amigo. —Dijo el hombre rascándose la cabeza.—No te metas en esto.—Pues tengo que meterme, ¿sabes por qué? —Dijo él acercándose y clavando su dedo índice en el pecho de Greg. —Porque esa mujer que ves allí, caminando y alejándose de nosotros estuvo a punto de ahogarse en la piscina hace menos de treinta minutos y de no haber sido porque yo estaba cerca, ahora estuviéramos contando una historia muy diferente.La sangre se le heló en las venas.A punto de ahogarse. ¿Cómo es que estuvo a punto de ahogarse?—¿De qué estás hablando? Ella es bastante cuidad
Ira, vergüenza, dolor. Tenía tantas emociones encontradas que no sabía definir ni decantarse por una.Se sentó en la cama y sus pies descansaron sobre la alfombra después de haberse dado una ducha y lavarse el cabello. Aún envuelta en la toalla con la cual se había secado, se sentía… ¿Fría?El único hombre del que se había enamorado en toda su vida y era un estúpido que no veía más allá de sus narices. Lo que más le dolía es que él confiaba en todas menos en ella. No sabía qué esperar de él hombre, que tenía una relación con su hermana.Su hermana. ¿En que se había convertido ella, que ahora se acostaba con hombres comprometidos?
Capítulo 72Su corazón se frenó al verla allí. Las palabras que tanto había analizado de camino a la habitación, de momento no quisieron salir. Su boca se selló como si tuviera cemento.—Estás aquí. —Murmuró ella.—No existe otro lugar en el que quiera estar. —Respondió él finalmente.El corazón le latía fuerte, la caja del anillo le pasaba en el bolsillo del pantalón. Aunque había pensado en un millón de cosas y analizado con detalle cada una de las palabras que deseaba utilizar al estar frente a ella, pero nada vino a su cabeza, se quedó en blanco, su cerebro pareció haber sufrido de un derrame cerebral.Sorprendiéndolo ella se lanzó a sus brazos y lo abrazó por primera vez ella lo rodeó con sus brazos y envolvió su cuerpo alrededor suyo.<
El corazón se le detuvo con escuchar las palabras que él había dicho, había soñado tanto con aquel momento que, al tenerlo, al estar sucediendo, no pudo creerlo.—Grenor, no juegues conmigo, no digas cosas que no sientes sólo para complacerme. —le pidió con la voz temblorosa.Ella sabía que él estaba nervioso por el tema de haberlo hecho sin cuidado, de hacer el amor sin ninguna protección. Nala sabía que era un hombre serio y que le gustaba mantener todo bajo control. Probablemente padece alguna clase de trastorno de control y limpieza, pues sabía lo obsesionado que estaba con mantener el orden a su alrededor.—No estoy jugando contigo, nada de lo que vaya a hacer a partir de ahora será un juego. —sin embargo, dijo el sorprendiéndola. — contigo no puedo jugar porque te necesito.Ella comenzó a caminar por la habitac