Aguantó su temperamento lo más que pudo, una tempestad se estaba cociendo en su interior. No sabía en qué diablos había estado pensando su secretaria cuando decidió reservar una sola habitación a su nombre, e involucrarlo en tan desafortunada treta.
¿Por qué las personas se creían con la potestad de intervenir en su vida como si fuese parte de una caridad divina en la que todos quisieran ayudar?
¿Por qué nadie había intervenido cuando él descubrió que tenía un hijo de 5 años al que jamás en su vida había visto?
¿Porque nadie le ayudó a buscarlo y él se tuvo que encargar de todo?
Por qué no le dijo a nadie lo de la existencia de ese niño, ni mucho menos le contó a su familia haber recibido la carta.
Así que él mismo obtuvo la respuesta a su pregunta.
Capítulo 63Entre besos y caricias, ella iba olvidando todos sus miedos, su vida estaba centrada solo en aquel momento, no pensaba en nada más. Estaba absolutamente enamorada de él, jamás hubiera imaginado que se entregaría en Hawái al hombre con el que hiciera pasar el resto de su vida, pero él no estaba en la misma sintonía que ella. Él no buscaba lo mismo, era un obseso del trabajo, le gustaba tener todo bajo su control y poder. Por eso ella sabía que no iba a congeniar, su alma se lo decía, que iban a tener muchos inconvenientes si él no cambiaba, pero lo estaba intentando y se daba cuenta con aquel gesto de haberla llevado a vacacionar al lugar que ella siempre había soñado.Aunque él no tuviera planes de cambiar en lo inmediato eso no significaba que no pudiera entregar al menos esa parte de su cuerpo que tan desesperada estaba p
Grenor no se lo pensó dos veces lo que ella le estaba pidiendo era bastante simple, Así que volvió a subir por lentamente dejando delicadas caricias sobre su piel tocándola por completo, cada parte de su piel, de su abdomen dejando besos pequeños y jugosos sobre su abdomen plano. Nala sintió como una de sus manos se posicionaba en su sexo y por un segundo llegó a pensar que iba a desquiciarse sobre esa cama. El comenzó a mover sus dedos alrededor de su clítoris y ella movió las caderas en una música silenciosa, una tonada que solamente ellos dos escuchaban, el volvió a besarla mientras le acariciaba de arriba hacia abajo, despacio cuando sintió que ella se removía debajo de su mano, aceleró más volviéndola loca de placer. Él separó suavemente sus piernas para tener mejor acceso y poderla penetrar con uno de sus dedos. Nala sintió l
¿Cómo había podido ser tan estúpido?Él no se dio cuenta en ningún momento de que ella era virgen. Era cierto, jamás había estado con una y quizás por eso no había entendido que el esfuerzo que hizo para poder poseerla había sido mayor que con cualquier otra mujer.¿Cómo había sido tan tonto para no darse cuenta de que a ella le había dolido?—¿Por qué no me lo dijiste? —Le preguntó con la voz a punto de romperse. Estaba nervioso, trémulo, sus manos sudaban y sus pies tenían deseos de salir corriendo y coger agua adentro y jamás regresar.Eso no podía estar sucediéndole a él, había desvirgado a la pobre mujer. Ella lo miró con los ojos llenos de lágrimas y él no supo qué hacer para evitar que llorara.Sintió que se le bajaba el al
La dejó.La dejó en el cuarto de un hotel mientras él escapaba de sus miedos internos y temores de haberla dejado embarazada.La dejó como si ella tuviera la peste negra y si él se quedaba un segundo más en el lugar, fuera capaz de infectarlo.Incapaz de pensar en nada más que fuera largarse del lugar, escapar del sitio. Al igual que él había hecho.¿Quién diablos hacía una cosa así? ¿Apenas enterándose de que ella era virgen? Una persona completamente inestable, alguien como él, que le tenía miedo al compromiso. Por eso la había alejado todo este tiempo porque tenía miedo de sucumbir a los mismos sentimientos que ella ya se había dado cuenta que tenía por él.Pero eso le pasa por tonta. Eso le pasa por creer en las palabras de Grenor, por sentir que por primera vez iba a funcionar l
—Señor, ¿le parece bien este? —Le preguntó el hombre de la joyería enseñándole un anillo extravagante y se notaba que era bien costoso. —Permítame darle un poco de historia sobre esta reliquia…—Ni se moleste. —La interrumpió el anillo no se parecía en nada a ella.Sí quería hacer las cosas bien, debía de comenzar desde ese, instante escogiendo algo que simbolizará justo la personalidad de Nala. Si algo había comprendido, aunque tarde, es que ella no era nada materialista ni mucho menos extravagante. Le gustan las cosas simples, y eso era algo que él alababa.Aunque no se lo hubiera dicho aun, había entendido que ella no quería su dinero ni su estatus social. Tarde pero ya comprendía que no era para nada igual a su hermana mayor. Su cabeza no le daba para nada más, por eso había salido as
Nala se sintió liberada. Tomó asiento en el borde de la piscina y le sonrió a su amigo, el camarero del restaurante principal, el cual le había estado llevando un Martini tras otro. Ella no tenía idea de que horas eran, tampoco es que le interesara. Grenor se había marchado y abandonado a su suerte. La dejó justo media hora después de haberle hecho el amor con una intensidad arrebatadora.O tal vez eso solo lo sintió ella. A lo mejor para él fue solo un polvo de unos minutos.Odiaba menospreciarse así, sentirse tan estúpida y miserable.¡Exacto! Miserable, esa era la palabra que ella había estado buscando mientras le daba un trago a su quinto Martini.¿O era el sexto?Ya no lo sabía. Había perdido la cuenta luego de meterse a la piscina con todo y vestido al darse cuenta de que estaba llorando mientras el agua fresca t
Por fin la había encontrado. Y lo primero que vio fue la mano de ese hombre en su cuerpo. Aquello le provocó una ira que él jamás creyó poder sentir. Esa mujer podría descolocarlo de mil maneras posibles, sin ella apenas darse por enterada. Eso era lo que más le molestaba que ella hacía las cosas sin darse cuenta de cuánto le afectaba a él.Irónico, pensó. Pues él mismo había cometido las mismas estupideces, tratarla mal, ofenderla, gritarle e incluso sacarla de su casa sin pensar en cómo ella pudiera sentirse.Él vio cómo el hombre frunció el ceño y lo miró sin comprender.—¿Y bien? —preguntó él. —¿Quién diablos eres tú
—La has jodido bastante bien, amigo. —Dijo el hombre rascándose la cabeza.—No te metas en esto.—Pues tengo que meterme, ¿sabes por qué? —Dijo él acercándose y clavando su dedo índice en el pecho de Greg. —Porque esa mujer que ves allí, caminando y alejándose de nosotros estuvo a punto de ahogarse en la piscina hace menos de treinta minutos y de no haber sido porque yo estaba cerca, ahora estuviéramos contando una historia muy diferente.La sangre se le heló en las venas.A punto de ahogarse. ¿Cómo es que estuvo a punto de ahogarse?—¿De qué estás hablando? Ella es bastante cuidad