Erik entró a su oficina con el ceño fruncido, todavía con la mente ocupada en el juicio por la custodia de Sofía. El estrés y la rabia latente lo acompañaban desde que leyó el citatorio esa mañana. Sin embargo, todo se intensificó al abrir la puerta de su despacho y encontrarse con una escena inesperada.Mark estaba inclinado sobre su escritorio, revisando documentos con descaro.—¿Qué demonios estás haciendo aquí, imbécil? —espetó Erik, cerrando la puerta con un golpe seco. Su voz resonó como un trueno—. Esta es mi oficina, y no permito ninguna intromisión.Mark levantó la vista, sin prisa, y le dedicó una sonrisa burlona.—No te sulfures, hermanito. Solo estaba buscando una relación de clientes. Estoy en relaciones públicas ahora, ¿lo recuerdas?Erik avanzó con pasos firmes, apretando los puños.—No me importa a qué hayas venido. La próxima vez, si necesitas algo, se lo pides a Esther. Pero que sea la última vez que te metes en mi despacho, hurgando entre mis cosas como un ladrón.M
El aire en la oficina de Erik se sentía tenso. Alan, su abogado y amigo de confianza, estudiaba unos documentos mientras Erik lo observaba desde su escritorio con el ceño fruncido.—El juicio por la custodia de Sofía no será sencillo —comenzó Alan, levantando la vista—. Tus antecedentes no ayudan mucho.—¿Mis antecedentes? —replicó Erik con tono áspero.—Sí, Erik. Has tenido una vida de playboy bastante pública. No será fácil convencerlos de que ahora eres un padre responsable. Pero… hay algo que juega a tu favor.—¿Qué cosa?Alan esbozó una sonrisa.—Tu matrimonio con Kristen. La idea de una familia feliz podría influir muchísimo en el juicio.Erik suspiró, recostándose en su silla.—¿Y qué sugieres que haga?—Muéstrate con ella en público. Muy enamorado. Deja que todos vean que Kristen y tú son una pareja estable y que Sofía tiene un hogar lleno de amor.Erik soltó una pequeña risa, pero había algo melancólico en ella.—Quisiera que eso fuera completamente cierto, Alan. Estoy empeza
El vuelo estaba resultando interminable.No sabía si era la preocupación o el peso de la incertidumbre lo que hacía que el tiempo transcurriera tan lentamente. Erik, siempre atento, no se separó de su lado. Su apoyo silencioso, pero sólido, era justo lo que necesitaba en ese momento.—Estamos cerca —le dijo en un tono suave cuando el avión comenzó a descender—. Todo va a estar bien, Kristen.Ella asintió, intentando que sus nervios no se reflejaran en su rostro.Al llegar al aeropuerto, Erik alquiló un coche para llevarla al hospital donde su tía estaba internada. Durante el trayecto, Kristen no dejaba de retorcer las manos, luchando por contener las lágrimas.—Respira hondo —le sugirió Erik, posando una mano sobre las suyas—. Vamos a enfrentarlo juntos.Finalmente, llegaron al hospital. Su tío los recibió con los brazos abiertos, su rostro marcado por el cansancio, pero aliviado de verla.—Hija, gracias a Dios que ya estás aquí —dijo abrazándola con fuerza.Kristen sintió el calor fa
Alan estaba en la oficina revisando los contratos de los nuevos inversionistas cuando Mark irrumpió sin previo aviso.—Vaya, tú no pierdes el tiempo —dijo Mark, cruzando los brazos—. Te sientas aquí, apoderándote de la oficina de Erik, cuando todos sabemos que solo eres un empleaducho de cuarta.—Pues por lo menos yo tengo un cargo importante aquí, pero tú, solo eres uno más del montón que está en la empresa por la caridad del señor Charles que quiere enseñarte a ser un verdadero hombre, aunque todos sabemos que está perdiendo su tiempo —respondió Alan, con una sonrisa burlona.—Cuida tus palabras, imbécil, porque aunque no te guste, soy uno de los dueños de la compañía —replicó Mark, acercándose a la mesa con hostilidad.Alan se rió irónicamente, sin inmutarse.—Eso solo en tus sueños, Mark. Aquí todos sabemos que el único dueño es y seguirá siendo Erik, el hijo legítimo del señor Davis. Tú solo eres un lastre, ocasionado por el matrimonio de Veronica con tu padrastro.Mark, furioso,
Los días transcurrieron y la tía Rose se recuperaba satisfactoriamente tras el accidente, Erik y Kristen, aunque más cercanos tras la confesión de Erik, mantenían ciertas reservas.Una mañana, mientras desayunaban, Kristen recibió la noticia que tanto esperaba: su tía Rose había despertado. Sin pensarlo dos veces, dejó todo y fue al hospital lo más rápido que pudo.Al entrar, el corazón de Kristen dio un vuelco. La mujer que había sido su refugio durante años estaba despierta, mirándola con una cálida sonrisa.—¡Tía Rose! —exclamó Kristen, corriendo a su lado y abrazándola con cuidado.—Hija, qué alegría verte —respondió Rose con voz aún débil pero llena de amor—. Ha pasado tanto tiempo. Por lo menos, este accidente sirvió para que volvieras a casa.Kristen bajó la mirada, con lágrimas contenidas.—Querida tía, siento tanto haberlos dejado solos por todo este tiempo… No sabes el miedo que tuve de perderte.—Shhh, mi niña. —Rose acarició su rostro con ternura—. Estoy aquí, y nunca te d
La tormenta emocional que los envolvía parecía no dar tregua. Después de aquella discusión con Kristen, Erik salió de la casa con un torbellino en el pecho. No soportaba la idea de que, aunque ella lo negara, todavia pudiera tener sentimientos por Mark. Esa sombra del pasado que los acechaba a ambos era un constante recordatorio de lo frágil que era su relación. Erik se sentía culpable por haberle mencionado lo del contrato, pero en ese momento la furia había sido más fuerte que su razón.Kristen, por su parte, permanecia en la sala, abrazada por el silencio. Cada segundo que pasaba sin que Erik regresara era como un clavo que perforaba su corazón. Sabía que Ana y Mark seguían interfiriendo en su vida, y lo peor era que ella misma permitía que esas heridas del pasado afectaran su presente. Cerró los ojos y respiró hondo, intentando encontrar una respuesta a todo lo que estaba sintiendo.De repente, el sonido de la puerta abriéndose la sacó de sus pensamientos.Erik entró sin siquiera
Alan revisaba unos documentos importantes en la oficina principal, intentando mantener todo en orden durante la ausencia de Erik. Aunque no lo diría en voz alta, manejar la empresa de los Davis le estaba costando más de lo que había imaginado. Era un reto mantener el equilibrio en un lugar donde cada movimiento podía tener consecuencias importantes.De repente, la puerta se abrió de golpe, revelando a Charles Davis, imponente como siempre, con una expresión que no dejaba espacio para dudas: estaba furioso.—¿Dónde está Erik? —preguntó con un tono severo, cruzando los brazos mientras lo miraba fijamente.Alan se levantó de inmediato, nervioso pero tratando de mantener la compostura.—Se tomó unos días, señor. Al parecer tenía problemas personales que resolver.Charles frunció el ceño, caminando hacia el escritorio de Alan.—¿Problemas personales? Eso me suena a estúpidos pretextos. —Se detuvo, apoyando ambas manos en el escritorio y acercándose lo suficiente para intimidarlo—. Seguro e
Kristen miró su reflejo en el espejo por tercera vez, alisándose el cabello nerviosamente. Su rostro mostraba tensión y preocupación, algo que Alison, sentada en el sofá, no pasó por alto.—No puedo creer que esté tan nerviosa por esto —dijo Kristen, girándose hacia su amiga—. ¿Qué tal si todo sale mal? El papá de Erik no me quiere. No soporta la idea de que su hijo esté conmigo, y para colmo estarán Mark y Veronica. No quiero que esto termine siendo un enfrentamiento.Alison cruzó las piernas y se encogió de hombros con despreocupación.—Kristen, relájate. La clave aquí es confiar en ti misma. Sé quién eres y actúa con seguridad. Esos dos, Mark y Veronica, no tienen ningún poder sobre ti. Además, estoy segura de que vas a cautivar al señor Davis, solo tienes que ser tú misma.Kristen suspiró profundamente y se dejó caer al borde de la cama.—Tal vez tengas razón, pero… necesito un vestido. Uno que no solo sea apropiado, sino que me haga sentir segura. ¿Me acompañas a elegirlo?—Por s