Erik y Kristen bajaron a desayunar, y la mesa estaba hermosamente dispuesta para recibirlos, con un despliegue de detalles que hablaba del esmero del personal. Apenas se sentaron, la amable ama de llaves, una mujer de rostro gentil y gesto servicial, se acercó a ellos y sonrió con calidez.—Bienvenida, señora Kristen. Soy Margaret, el ama de llaves. A partir de hoy, estaré a sus órdenes. Cualquier cosa que necesite, solo dígamelo y haré lo posible por cumplirlo —dijo Margaret, con una leve inclinación de respeto.Kristen le devolvió la sonrisa, con un toque de timidez.—Gracias, Margaret, es un gusto conocerla. Aprecio mucho su disposición, y confío en que me guiará en todo lo que necesite aprender. Usted es la experta, y sus consejos sin duda serán de mucha ayuda.Margaret sonrió aún más, encantada con la humildad y amabilidad de Kristen.—Por supuesto, señora, será un placer —respondió antes de retirarse para dejarles disfrutar su desayuno.Erik, que observaba la interacción en sile
Los días de luna de miel habían sido inolvidables para Kristen y Erik. Ella había aceptado la tregua que él le propuso, intentando no confundir sus sentimientos con el deseo, pero aquello ya se le estaba volviendo complicado. Erik, por su parte, se sentía cada vez más cómodo a su lado, no solo atraído por su belleza, sino también por la persona especial que era. Al regresar a casa, el personal les dio una cálida bienvenida. Todos estaban felices de verlos, excepto Susan, quien apenas se quedó a solas con Kristen, no tardó en soltar su veneno.—Vaya, al fin te saliste con la tuya —dijo Susan con sarcasmo y una sonrisa amarga—. Lograste arrebatarle el novio a la señorita Sasha, y no conforme con eso, ¡te casaste! Claro, porque vienes en busca de la fortuna de los Davis.Kristen la miró con incredulidad y tristeza.—Ya basta, Susan —respondió con firmeza—. Yo nunca te he hecho nada para que me trates de esta forma, pero no voy a seguir permitiéndote que me faltes al respeto.Susan soltó
Los gritos desesperados de Sarah resonaron por la casa, haciendo que Kristen dejara todo y corriera hacia la habitación de Susan. Al llegar, vio a Sarah arrodillada junto a Susan, tratando de mantenerla consciente mientras sostenía el frasco vacío de pastillas.—¡Susan! ¿Qué hiciste? —exclamó Kristen, inclinándose a su lado.—¡Intentó quitarse la vida! —gritó Sarah entre lágrimas—. Por favor, ¡haz algo!Kristen respiró hondo para calmarse y tomó el control.—Sarah, llama a emergencias ahora mismo. Necesitamos que lleguen lo más rápido posible.Sarah asintió y salió corriendo a buscar el teléfono. Mientras tanto, Kristen intentó mantener a Susan despierta, moviéndola suavemente y hablándole con voz firme.—Susan, ¡mírame! No te duermas, ¿me oyes? Tienes que luchar. Todo va a estar bien, pero tienes que quedarte conmigo.Cuando llegaron los paramédicos, Kristen acompañó a Susan al hospital, dejando a Sarah en casa para informar a Erik. Horas más tarde, en la sala de espera, Erik llegó r
—¿Qué está pasando aquí? —preguntó, con voz firme.Megan se adelantó con un dramatismo exagerado.—¡Oh, Alan! Esta chica me ha empujado y ha derramado el café sobre mí. ¡Mira mi vestido! Es de diseñador. Seguro lo hizo a propósito para molestarme. Alison, aún en shock, levantó la vista y negó con calma.—Señor Grey, le aseguro que no fue mi intención. Ella tropezó y…—¡Mentira! —interrumpió la modelo, alzando la voz—. ¿Acaso crees que me vas a engañar con esa cara de inocente? Seguro quieres ganarte puntos con Alan.Alan levantó una mano, cortando el discurso de Megan.—Ya basta, Megan. —Su voz era fría y autoritaria—. He visto suficiente desde que llegué. Alison no tiene motivos para hacer algo así. Deja de comportarte como una chica caprichosa.—¿Caprichosa? —Megan lo miró indignada, pero su tono se volvió más sumiso—. Alan, yo solo…—Es suficiente. Vete a cambiar, y después hablaremos. —Sin darle opción a replicar, se giró hacia Alison—. Tú, acompáñame a mi oficina. Quiero explica
Erik entró a su oficina con el ceño fruncido, todavía con la mente ocupada en el juicio por la custodia de Sofía. El estrés y la rabia latente lo acompañaban desde que leyó el citatorio esa mañana. Sin embargo, todo se intensificó al abrir la puerta de su despacho y encontrarse con una escena inesperada.Mark estaba inclinado sobre su escritorio, revisando documentos con descaro.—¿Qué demonios estás haciendo aquí, imbécil? —espetó Erik, cerrando la puerta con un golpe seco. Su voz resonó como un trueno—. Esta es mi oficina, y no permito ninguna intromisión.Mark levantó la vista, sin prisa, y le dedicó una sonrisa burlona.—No te sulfures, hermanito. Solo estaba buscando una relación de clientes. Estoy en relaciones públicas ahora, ¿lo recuerdas?Erik avanzó con pasos firmes, apretando los puños.—No me importa a qué hayas venido. La próxima vez, si necesitas algo, se lo pides a Esther. Pero que sea la última vez que te metes en mi despacho, hurgando entre mis cosas como un ladrón.M
El aire en la oficina de Erik se sentía tenso. Alan, su abogado y amigo de confianza, estudiaba unos documentos mientras Erik lo observaba desde su escritorio con el ceño fruncido.—El juicio por la custodia de Sofía no será sencillo —comenzó Alan, levantando la vista—. Tus antecedentes no ayudan mucho.—¿Mis antecedentes? —replicó Erik con tono áspero.—Sí, Erik. Has tenido una vida de playboy bastante pública. No será fácil convencerlos de que ahora eres un padre responsable. Pero… hay algo que juega a tu favor.—¿Qué cosa?Alan esbozó una sonrisa.—Tu matrimonio con Kristen. La idea de una familia feliz podría influir muchísimo en el juicio.Erik suspiró, recostándose en su silla.—¿Y qué sugieres que haga?—Muéstrate con ella en público. Muy enamorado. Deja que todos vean que Kristen y tú son una pareja estable y que Sofía tiene un hogar lleno de amor.Erik soltó una pequeña risa, pero había algo melancólico en ella.—Quisiera que eso fuera completamente cierto, Alan. Estoy empeza
El vuelo estaba resultando interminable.No sabía si era la preocupación o el peso de la incertidumbre lo que hacía que el tiempo transcurriera tan lentamente. Erik, siempre atento, no se separó de su lado. Su apoyo silencioso, pero sólido, era justo lo que necesitaba en ese momento.—Estamos cerca —le dijo en un tono suave cuando el avión comenzó a descender—. Todo va a estar bien, Kristen.Ella asintió, intentando que sus nervios no se reflejaran en su rostro.Al llegar al aeropuerto, Erik alquiló un coche para llevarla al hospital donde su tía estaba internada. Durante el trayecto, Kristen no dejaba de retorcer las manos, luchando por contener las lágrimas.—Respira hondo —le sugirió Erik, posando una mano sobre las suyas—. Vamos a enfrentarlo juntos.Finalmente, llegaron al hospital. Su tío los recibió con los brazos abiertos, su rostro marcado por el cansancio, pero aliviado de verla.—Hija, gracias a Dios que ya estás aquí —dijo abrazándola con fuerza.Kristen sintió el calor fa
Alan estaba en la oficina revisando los contratos de los nuevos inversionistas cuando Mark irrumpió sin previo aviso.—Vaya, tú no pierdes el tiempo —dijo Mark, cruzando los brazos—. Te sientas aquí, apoderándote de la oficina de Erik, cuando todos sabemos que solo eres un empleaducho de cuarta.—Pues por lo menos yo tengo un cargo importante aquí, pero tú, solo eres uno más del montón que está en la empresa por la caridad del señor Charles que quiere enseñarte a ser un verdadero hombre, aunque todos sabemos que está perdiendo su tiempo —respondió Alan, con una sonrisa burlona.—Cuida tus palabras, imbécil, porque aunque no te guste, soy uno de los dueños de la compañía —replicó Mark, acercándose a la mesa con hostilidad.Alan se rió irónicamente, sin inmutarse.—Eso solo en tus sueños, Mark. Aquí todos sabemos que el único dueño es y seguirá siendo Erik, el hijo legítimo del señor Davis. Tú solo eres un lastre, ocasionado por el matrimonio de Veronica con tu padrastro.Mark, furioso,