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Capítulo 4 - De Don Juan a padre responsable

-Estos son los documentos que tiene que firmar para hoy a las 6 de la tarde - Una pila cayó en su escritorio.

-Estos son los que tiene que revisar antes de pasar al despacho - Otra pila aún más grande cayó a su otro costado.

-Estas son las solicitudes que su… hermano dejó pendientes - Una pila que sobrepasaba las dos anteriores cayó en medio peligrando en caerse encima suyo.  

-Y esto…

-¿Aún hay más?

-Bueno… Han sido largos días sin el sello del CEO de la compañía, se han acumulado muchas cosas.

La secretaria intentó apoyar la pila en la mesa, pero ya no había lugar.

-Mejor lo dejo en el suelo, si me necesita para algo estoy al lado señor.

La joven salió huyendo de la oficina, dejando a Adrian Sinclair, el nuevo CEO de Industrias Sinclair S.A., casi tapado hasta la cabeza por pilas de papeles, carpetas y contratos.

-¡Esto es una m****a!- gritó deseando tirar todos esos papeles por la ventana.

“No es mala idea, quizás de esa forma se acabarían los pendientes y podría empezar de cero” Pensó considerando la idea.

Ya eran las 6 de la tarde cuando el sol comenzó a bajar por su gran ventanal y notó que ni siquiera había tenido tiempo para almorzar o siquiera respirar fuera de esa montaña de papeles.

“¿Esto era ser el hombre más importante y poderoso de la empresa familiar?” Si era así no lo quería.

Miró la hora en su reloj Rolex último en el mercado y bufó frustrado, golpeando su rostro contra el escritorio.

Había acordado con la asistente social que hoy mismo a las 6:30 de la tarde la niña de la cual se tenía que hacer cargo desde ahora llegaría a su casa, para vivir ahí junto a él.

-¿Cómo se llamaba?- preguntó en voz alta con frustración, buscando en los documentos de la niña que le habían enviado, ya que ahora serían su responsabilidad- Emma…- murmuró para recordarlo.

Luego de que hace una semana había sido obligado a firmar el maldito testamento de su hermano, sintió que su vida se había acabado por completo, no sabía cuánto más iba a durar sin tirarse por la ventana y acabar con todo, la sola idea era tentadora.

Sintió sus ojos pesados y las oscuras ojeras que se estaban dibujando poco a poco en su rostro que ahora parecía que había envejecido 5 años.

Dormirse temprano por la noche había sido la lucha más difícil de su vida, el insomnio lo venció, fracasando en su intento, durmiendo apenas a las 6 de la mañana para que la alarma lo despertara a las 7 avisándole que tenía que prepararse para ir a la oficina.

Y no solo, sino que tenía que vestirse acorde a su puesto, ya no podía usar su ropa casual y súper cómoda, sino horrendos trajes que solo usaban los idiotas, que te ahorcan el cuello y no te permiten moverte con libertad.

-Me veo patético- exclamó mirándose en el espejo del ascensor mientras descendía a la salida, se parecía a su hermano de hace 10 años, y se odio más por eso. Había tratado de evitar toda su vida terminar como él o como su padre, y el destino lo había obligado a terminar como ellos.- Ojalá yo también muera en un accidente dentro de poco- exclamó con fastidio.

Llegó a su penthouse, eran las 6 y 15 aún faltaban 15 minutos para que llegara la niña.

-Emma…- se repitió en voz alta.

Miró su departamento, estaba todo hecho un desastre.

-M****a…- exclamó en voz alta al ver toda su ropa esparcida por todos lados.

Comenzó a levantarla rápidamente, agarrando una pila de remeras, cuando un corpiño rojo cayó al suelo.

-M****a m****a…- tomó la prenda como pudo y corrió con todo al lavadero, metiéndolo en una bolsa.

Escuchó el timbre sonar.

-¡Mierda m****a m****a!- corrió hacia el comunicador- ¡Ya voy!- gritó y miró el departamento.

El bar estaba lleno de bebidas alcohólicas de todo tipo.

-Esto no es bueno.

Tomó varias botellas a la vez y las escondió en el mueble.

 Miró todo el cuarto y se agachó debajo de la cama, deseando no encontrarse con un paquete de preservativos o algo de eso.

La asistente le había dejado bien en claro:

“No olvides que a partir de ahora tu casa no es un departamento de soltero, ahora es un hogar familiar, si sabes a lo que me refiero…”

Lucas si sabía a lo que se refería esa amargada mujer.

Chau fiestas a mitad de semana en su penthouse, chau mujeres hermosas en su cama, chau despertarse tarde por la resaca. Chau todo.

Hola desayuno saludable, hola llevar a la niña al jardín de infantes, hola dejar que la niña rayara todas las paredes y hola que todo el departamento estuviera lleno de juguetes esparcidos por todos lados.

El timbre volvió a sonar haciéndolo salir de sus pensamientos.

Corrió hacia el comunicador y apretó el botón de entrada.

Aún tenían unos 40 pisos hasta que llegaran al último donde estaba su departamento.

-¿Qué más qué más?- exclamó mirando alrededor.

Acomodó velozmente su cama, estirando la frazada de arriba tapando el desastre de las demás.

“Quizás deba ventilar un poco”

Corrió hasta la ventana y la abrió de par en par, luego tomó un desodorante y lo esparció por toda la casa.

Él ya estaba acostumbrado, pero de seguro olía a cigarro y quién sabe qué otras cosas más.

“¿Por qué nunca contraté una mucama?” Pensó con fastidio.

Escuchó que tocaban la puerta haciéndole pegar un salto, tocó su frente y sintió que estaba sudando y en sus axilas también.

“Por Dios soy un desastre”

Se echó el desodorante y lo tiró debajo de la cama, corriendo hacia la puerta y abriéndola, fingiendo seriedad.

-Hola…- dijo con una fingida sonrisa.

La mujer lo miró de arriba abajo con una mirada dura típica de asistente social, ellos examinaban todo, cada error para destruirte.

Adrian bajó la mirada, encontrándo que la señora llevaba de la mano a la misma niña que había visto en el funeral.

Adrian se agachó a la altura de la pequeña, había leído en internet que era recomendable hablarles a los niños a una altura igual a la de ellos.

-Hola pequeña… Soy el tío Adrian- sonrió ampliamente, haciendo que la niña se escondiera asustada detrás de la mujer.

“M*****a niña ¿otra vez con eso?”

-Parece que es tímida- exclamó mientras se levantaba.

La mujer lo siguió mirando duramente.

-¿Nos va a dejar pasar?

-Oh si claro, pasen- respondió nervioso.

La asistente social comenzó a mirar el departamento detenidamente.

“Mmmm” Decía cada vez que examinaba algo.

Se acercó a su living y con una lapicera levantó la parte de debajo de un conjunto erótico.

-¡Oh! ¿que hace eso ahí? Ja ja ja- rió nervioso agarrando la prenda y guardándola en su bolsillo.

-¿Sale mucho señor Sinclair?

-No tanto… a veces, en algún día festivo.

-Ya veo- la mujer bajó la mirada por detrás de Adrian.

El CEO se volteó, encontrándo que no había cerrado la puerta del mueble donde había intentado ocultar las bebidas. El joven corrió y cerró con una patada la puerta.

-Es solo para ocasiones especiales.

La mujer le clavó la mirada haciendo que el joven tuviera mucho miedo.

-¿Por qué no llevamos a la niña a su cuarto y hablamos en privado?

-¿S-su su cuarto?

-Sí, ¿A dónde pensaba que dormiría la niña?

-Ehh… y… no lo pensé… ¿En el sillón?- sonrió incómodo.

La mujer suspiró, harta del hombre.

-Escuche señor Sinclair, veo que usted no está preparado para criar a esta niña.

El joven entró en pánico, dándose cuenta de qué significaba eso:

“Toda su herencia, todos sus bienes y todo aquello que usted haya adquirido con el dinero proveniente de Industrias Sinclair S.A. será retenido y embargado, hasta que se haga cargo de sus responsabilidades” Había dicho su abogado.

-¡No! Se equivoca señorita- exclamó desesperado- S-solo estoy un poco nervioso, realmente quiero ser un buen tío para… Emma.

El joven sonrió lo mejor que pudo, suplicando por dentro que la mujer aflojara su expresión ruda.

-¿Realmente quiere ser un buen ejemplo para la niña?

-¡Sí señora! Es mi mayor deseo… quiero que mi hermano descanse tranquilo sabiendo que yo voy a cuidar bien a su hijita…

-Entonces debería vender este sucio y blasfemo departamento e irse a vivir a la casa que su hermano dejó libre.

-¿Qué?

-Es lo mejor para Emma, estar en su hogar para que no sea tan brusco el cambio. ¿O qué? ¿Tiene alguna objeción?

-¡Para nada!

“M*****a perra…”

-Entonces así será. Agarre una maleta y tome algunas pertenencias, nos vamos a la casa.

-¿Ahora? ¿Ya?

-Pensé que estaba emocionado porque Emma forme parte de su vida…

-Oh sí, es que tengo tantas cosas que hacer con la empresa y…- La dura expresión de la mujer lo calló.- Tomó mi maleta y vamos.

De acuerdo con el contrato y con lo que había sugerido la asistente social, Adrian tuvo que tomarse una semana de licencia en el trabajo para poder hacer toda la adaptación con Emma.

Había odiado tanto estar en esa oficina, pero ahora deseaba estar ahí y no en la exageradamente gigante mansión de su hermano, encerrado todo el día entre las cuatro paredes con una niña que ni siquiera le dirigía la palabra y lo evitaba a toda costa.

-¡Por favor Emma!-suplicó con el tenedor cerca de la niña- Come tus verduras.

Emma negó con la cabeza sin siquiera mirarlo.

Apenas había comido, y así habían sido todos los días.

Apenas comía, apenas jugaba, no le hablaba y lo único que hacía era dormir siempre que podía.

Antes el nuevo CEO hubiese creído que una niña así de silenciosa sería un regalo del cielo, pero ahora sabía que eso no era nada bueno, si para cuando la asistente social volviera a ver la evolución de la niña se encontrara con que estaba aún peor que antes, le sacaría todo, se quedaría sin nada.

-¿Quieres jugar con tus muñecas?

La niña negó.

-¿Quieres ver la tele? ¿Jugar a los videojuegos?

Adrian apoyó su rostro contra la mesa.

-¿Qué tengo que hacer para que digas “A” aunque sea?

La niña siguió sin contestarle y sin siquiera mirarlo.

Cansado, el joven se levantó del asiento y tiró la comida insípida que había cocinado.

-Estoy perdido.

De pronto una idea le cayó en la cabeza, algo que no había pensado hasta ese momento pero que sería su última esperanza.

Tomó su celular y entró a su red social.

-No… si lo público ahí la asistente social lo va a saber y estoy acabado.

M*****a sea, tener tantos seguidores de repente no servía para nada.

-Va a tener que ser a la antigua entonces.

Tomó su computadora y abrió el WORD, puso las letras en mayúscula y en negrita y escribió

“SE BUSCA URGENTE NIÑERA TIEMPO COMPLETO, BUENA PAGA. COMUNICARSE AL NUMERO ****** Y LE ENVIAREMOS LA DIRECCIÓN”

“Perfecto” pensó le dio ENTER para que la impresora hiciera más de 100 copias del anuncio que tiraría por la ciudad.

La mujer no tenía que saberlo, solo necesitaba a alguien a quien le gusten los niños y todo estaría solucionado.

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