-Estos son los documentos que tiene que firmar para hoy a las 6 de la tarde - Una pila cayó en su escritorio.
-Estos son los que tiene que revisar antes de pasar al despacho - Otra pila aún más grande cayó a su otro costado.
-Estas son las solicitudes que su… hermano dejó pendientes - Una pila que sobrepasaba las dos anteriores cayó en medio peligrando en caerse encima suyo.
-Y esto…
-¿Aún hay más?
-Bueno… Han sido largos días sin el sello del CEO de la compañía, se han acumulado muchas cosas.
La secretaria intentó apoyar la pila en la mesa, pero ya no había lugar.
-Mejor lo dejo en el suelo, si me necesita para algo estoy al lado señor.
La joven salió huyendo de la oficina, dejando a Adrian Sinclair, el nuevo CEO de Industrias Sinclair S.A., casi tapado hasta la cabeza por pilas de papeles, carpetas y contratos.
-¡Esto es una m****a!- gritó deseando tirar todos esos papeles por la ventana.
“No es mala idea, quizás de esa forma se acabarían los pendientes y podría empezar de cero” Pensó considerando la idea.
Ya eran las 6 de la tarde cuando el sol comenzó a bajar por su gran ventanal y notó que ni siquiera había tenido tiempo para almorzar o siquiera respirar fuera de esa montaña de papeles.
“¿Esto era ser el hombre más importante y poderoso de la empresa familiar?” Si era así no lo quería.
Miró la hora en su reloj Rolex último en el mercado y bufó frustrado, golpeando su rostro contra el escritorio.
Había acordado con la asistente social que hoy mismo a las 6:30 de la tarde la niña de la cual se tenía que hacer cargo desde ahora llegaría a su casa, para vivir ahí junto a él.
-¿Cómo se llamaba?- preguntó en voz alta con frustración, buscando en los documentos de la niña que le habían enviado, ya que ahora serían su responsabilidad- Emma…- murmuró para recordarlo.
Luego de que hace una semana había sido obligado a firmar el maldito testamento de su hermano, sintió que su vida se había acabado por completo, no sabía cuánto más iba a durar sin tirarse por la ventana y acabar con todo, la sola idea era tentadora.
Sintió sus ojos pesados y las oscuras ojeras que se estaban dibujando poco a poco en su rostro que ahora parecía que había envejecido 5 años.
Dormirse temprano por la noche había sido la lucha más difícil de su vida, el insomnio lo venció, fracasando en su intento, durmiendo apenas a las 6 de la mañana para que la alarma lo despertara a las 7 avisándole que tenía que prepararse para ir a la oficina.
Y no solo, sino que tenía que vestirse acorde a su puesto, ya no podía usar su ropa casual y súper cómoda, sino horrendos trajes que solo usaban los idiotas, que te ahorcan el cuello y no te permiten moverte con libertad.
-Me veo patético- exclamó mirándose en el espejo del ascensor mientras descendía a la salida, se parecía a su hermano de hace 10 años, y se odio más por eso. Había tratado de evitar toda su vida terminar como él o como su padre, y el destino lo había obligado a terminar como ellos.- Ojalá yo también muera en un accidente dentro de poco- exclamó con fastidio.
Llegó a su penthouse, eran las 6 y 15 aún faltaban 15 minutos para que llegara la niña.
-Emma…- se repitió en voz alta.
Miró su departamento, estaba todo hecho un desastre.
-M****a…- exclamó en voz alta al ver toda su ropa esparcida por todos lados.
Comenzó a levantarla rápidamente, agarrando una pila de remeras, cuando un corpiño rojo cayó al suelo.
-M****a m****a…- tomó la prenda como pudo y corrió con todo al lavadero, metiéndolo en una bolsa.
Escuchó el timbre sonar.
-¡Mierda m****a m****a!- corrió hacia el comunicador- ¡Ya voy!- gritó y miró el departamento.
El bar estaba lleno de bebidas alcohólicas de todo tipo.
-Esto no es bueno.
Tomó varias botellas a la vez y las escondió en el mueble.
Miró todo el cuarto y se agachó debajo de la cama, deseando no encontrarse con un paquete de preservativos o algo de eso.
La asistente le había dejado bien en claro:
“No olvides que a partir de ahora tu casa no es un departamento de soltero, ahora es un hogar familiar, si sabes a lo que me refiero…”
Lucas si sabía a lo que se refería esa amargada mujer.
Chau fiestas a mitad de semana en su penthouse, chau mujeres hermosas en su cama, chau despertarse tarde por la resaca. Chau todo.
Hola desayuno saludable, hola llevar a la niña al jardín de infantes, hola dejar que la niña rayara todas las paredes y hola que todo el departamento estuviera lleno de juguetes esparcidos por todos lados.
El timbre volvió a sonar haciéndolo salir de sus pensamientos.
Corrió hacia el comunicador y apretó el botón de entrada.
Aún tenían unos 40 pisos hasta que llegaran al último donde estaba su departamento.
-¿Qué más qué más?- exclamó mirando alrededor.
Acomodó velozmente su cama, estirando la frazada de arriba tapando el desastre de las demás.
“Quizás deba ventilar un poco”
Corrió hasta la ventana y la abrió de par en par, luego tomó un desodorante y lo esparció por toda la casa.
Él ya estaba acostumbrado, pero de seguro olía a cigarro y quién sabe qué otras cosas más.
“¿Por qué nunca contraté una mucama?” Pensó con fastidio.
Escuchó que tocaban la puerta haciéndole pegar un salto, tocó su frente y sintió que estaba sudando y en sus axilas también.
“Por Dios soy un desastre”
Se echó el desodorante y lo tiró debajo de la cama, corriendo hacia la puerta y abriéndola, fingiendo seriedad.
-Hola…- dijo con una fingida sonrisa.
La mujer lo miró de arriba abajo con una mirada dura típica de asistente social, ellos examinaban todo, cada error para destruirte.
Adrian bajó la mirada, encontrándo que la señora llevaba de la mano a la misma niña que había visto en el funeral.
Adrian se agachó a la altura de la pequeña, había leído en internet que era recomendable hablarles a los niños a una altura igual a la de ellos.
-Hola pequeña… Soy el tío Adrian- sonrió ampliamente, haciendo que la niña se escondiera asustada detrás de la mujer.
“M*****a niña ¿otra vez con eso?”
-Parece que es tímida- exclamó mientras se levantaba.
La mujer lo siguió mirando duramente.
-¿Nos va a dejar pasar?
-Oh si claro, pasen- respondió nervioso.
La asistente social comenzó a mirar el departamento detenidamente.
“Mmmm” Decía cada vez que examinaba algo.
Se acercó a su living y con una lapicera levantó la parte de debajo de un conjunto erótico.
-¡Oh! ¿que hace eso ahí? Ja ja ja- rió nervioso agarrando la prenda y guardándola en su bolsillo.
-¿Sale mucho señor Sinclair?
-No tanto… a veces, en algún día festivo.
-Ya veo- la mujer bajó la mirada por detrás de Adrian.
El CEO se volteó, encontrándo que no había cerrado la puerta del mueble donde había intentado ocultar las bebidas. El joven corrió y cerró con una patada la puerta.
-Es solo para ocasiones especiales.
La mujer le clavó la mirada haciendo que el joven tuviera mucho miedo.
-¿Por qué no llevamos a la niña a su cuarto y hablamos en privado?
-¿S-su su cuarto?
-Sí, ¿A dónde pensaba que dormiría la niña?
-Ehh… y… no lo pensé… ¿En el sillón?- sonrió incómodo.
La mujer suspiró, harta del hombre.
-Escuche señor Sinclair, veo que usted no está preparado para criar a esta niña.
El joven entró en pánico, dándose cuenta de qué significaba eso:
“Toda su herencia, todos sus bienes y todo aquello que usted haya adquirido con el dinero proveniente de Industrias Sinclair S.A. será retenido y embargado, hasta que se haga cargo de sus responsabilidades” Había dicho su abogado.
-¡No! Se equivoca señorita- exclamó desesperado- S-solo estoy un poco nervioso, realmente quiero ser un buen tío para… Emma.
El joven sonrió lo mejor que pudo, suplicando por dentro que la mujer aflojara su expresión ruda.
-¿Realmente quiere ser un buen ejemplo para la niña?
-¡Sí señora! Es mi mayor deseo… quiero que mi hermano descanse tranquilo sabiendo que yo voy a cuidar bien a su hijita…
-Entonces debería vender este sucio y blasfemo departamento e irse a vivir a la casa que su hermano dejó libre.
-¿Qué?
-Es lo mejor para Emma, estar en su hogar para que no sea tan brusco el cambio. ¿O qué? ¿Tiene alguna objeción?
-¡Para nada!
“M*****a perra…”
-Entonces así será. Agarre una maleta y tome algunas pertenencias, nos vamos a la casa.
-¿Ahora? ¿Ya?
-Pensé que estaba emocionado porque Emma forme parte de su vida…
-Oh sí, es que tengo tantas cosas que hacer con la empresa y…- La dura expresión de la mujer lo calló.- Tomó mi maleta y vamos.
De acuerdo con el contrato y con lo que había sugerido la asistente social, Adrian tuvo que tomarse una semana de licencia en el trabajo para poder hacer toda la adaptación con Emma.
Había odiado tanto estar en esa oficina, pero ahora deseaba estar ahí y no en la exageradamente gigante mansión de su hermano, encerrado todo el día entre las cuatro paredes con una niña que ni siquiera le dirigía la palabra y lo evitaba a toda costa.
-¡Por favor Emma!-suplicó con el tenedor cerca de la niña- Come tus verduras.
Emma negó con la cabeza sin siquiera mirarlo.
Apenas había comido, y así habían sido todos los días.
Apenas comía, apenas jugaba, no le hablaba y lo único que hacía era dormir siempre que podía.
Antes el nuevo CEO hubiese creído que una niña así de silenciosa sería un regalo del cielo, pero ahora sabía que eso no era nada bueno, si para cuando la asistente social volviera a ver la evolución de la niña se encontrara con que estaba aún peor que antes, le sacaría todo, se quedaría sin nada.
-¿Quieres jugar con tus muñecas?
La niña negó.
-¿Quieres ver la tele? ¿Jugar a los videojuegos?
Adrian apoyó su rostro contra la mesa.
-¿Qué tengo que hacer para que digas “A” aunque sea?
La niña siguió sin contestarle y sin siquiera mirarlo.
Cansado, el joven se levantó del asiento y tiró la comida insípida que había cocinado.
-Estoy perdido.
De pronto una idea le cayó en la cabeza, algo que no había pensado hasta ese momento pero que sería su última esperanza.
Tomó su celular y entró a su red social.
-No… si lo público ahí la asistente social lo va a saber y estoy acabado.
M*****a sea, tener tantos seguidores de repente no servía para nada.
-Va a tener que ser a la antigua entonces.
Tomó su computadora y abrió el WORD, puso las letras en mayúscula y en negrita y escribió
“SE BUSCA URGENTE NIÑERA TIEMPO COMPLETO, BUENA PAGA. COMUNICARSE AL NUMERO ****** Y LE ENVIAREMOS LA DIRECCIÓN”
“Perfecto” pensó le dio ENTER para que la impresora hiciera más de 100 copias del anuncio que tiraría por la ciudad.
La mujer no tenía que saberlo, solo necesitaba a alguien a quien le gusten los niños y todo estaría solucionado.
“¿En qué estaba pensando cuando dejé la casa de Rebeca?” Había sido su única posibilidad, su único refugio hasta que pudiera conseguir un sustento económico. Ahora estaba sentada sobre su propio suéter en un parque de la ciudad, su niño estaba sentado al lado de ella, absorto completamente de la realidad, sin saber que de un momento para el otro se había quedado sin padre y sin un techo donde dormir. “¿Hice bien en irme de casa así sin más?” Emilia comenzó a pensar que su decisión había sido precipitada e infantil, quizás pudo haber llegado a algún acuerdo con su esposo, que el niño recibiera ayuda de algún tipo, lo que sea para que su esposo no le obligara a llevarlo a un hogar de forma permanente. Miró a su pequeño Noah y se sintió fatal de haberle quitado al niño a su padre así sin más. -Quizás debería darle una oportunidad, capaz al ver que la casa está vacía sin nosotros, no llega a extrañar- exclamó en voz alta, esperando que su niño dijera algo, pero no pasó. -¿Quieres
-¿Se encuentra bien señor? Parece que vio un fantasma.La voz dulce y tan eléctrica de esa mujer lo sacó de sus oscuros pensamientos.La observó en silencio, era tan pequeña y tan delgada que parecía que se rompería en una briza fuerte.Su cabello era largo hasta la cintura de un color negro tan oscuro como la noche y tanta cantidad de pelo que parecía como un manto oscuro que cubría sus hombros.No sabía si era por el color de su cabello, pero su piel blanquecina resaltaba aún más. Su rostro era pequeño y redondo dándole un toque juvenil, aunque imaginó que no era tan joven como parecía, especialmente en sus grandes ojos celestes, en los que sentía que podía ver la madurez y las experiencias vividas de su largo pasado. ¿De dónde venía?¿Quién era?¿Qué cosas le gustaban?De repente quería saber mucho de ella.Esa enigmática mujer llamada Emilia era tan similar a Valentina que no sabía si podría soportar estar en la misma habitación que ella por mucho tiempo.-¿Se encuentra bien?-
“¿No tenía donde pasar la noche? ¿Qué habrá sucedido?”Miles de escenas aparecieron en su mente, una peor que la otra y sintió una energía protectora nacerle desde dentro. No permitiría que le pasara nada a esa frágil mujer y a su niño. -Y pensaba que…-Si.-sentenció Adrian.-Pero si todavía no dije…-Quiere un lugar donde dormir, y yo tengo miles de habitaciones juntando polvo, no tiene que decirlo, mi casa es su casa- respondió rápidamente, deseando no arrepentirse de compartir techo con esa hermosa mujer.-Señor Sinclair realmente no sé…-Dime Adrian-Adrian… realmente no sé cómo agradecerle este gesto.-No se preocupe, con ayudar a Emma estoy más que agradecido.Emilia asintió emocionada y quiso abalanzarse sobre ese apuesto hombre que había sido enviado por los mismísimos ángeles a salvar su trágica situación.Emilia lo observó con admiración y por primera vez notó lo hermoso que era, aún con ojeras y todo.El apuesto tío de Emma tenía el pelo corto en rizos castaños perfectam
Adrian salió completamente derrotado de la empresa de su difunto hermano y de la que ahora debía hacerse cargo.Sintió que una nube gris lo seguía hacia todos lados y que estaba a punto de estallar encima de él en una lluvia torrencial, representando lo fracasado que se sentía en ese momento.-Soy el peor CEO del mundo- exclamó entrando con su coche último modelo al largo camino de su jardín hasta su gran mansión.“Ninguno de esos malditos idiotas vestidos de traje me tomó en serio”“Pude ver en sus caras sus expresiones de incredulidad cada vez que opinaba sobre cómo manejar los problemas de la empresa”-Estoy seguro de que apenas salí de la sala de reuniones empezaron a complotar contra mí- exclamó golpeando con frustración el volante del coche.Para Adrian no era una novedad sentirse no escuchado, desde niño siempre había sido la sombra de su perfecto y dotado hermano.Él lo tenía todo, los aplausos de sus padres cada vez que sacaba buena nota en su colegio para nerds, el orgullo d
La familia ensamblada ya había terminado la cena que Emilia preparó, ya era hora de dormir. Emilia acostó a Emma en su cama, la niña se había quedado completamente dormida luego de la cena, y la llevó a cuestas hasta su habitación. La joven azabache salió del cuarto de la niña, encontrándose con Adrian. -¿Se ha dormido? -Shhh, baja la voz- murmuró. -Lo siento. Emilia bajó al piso a la planta baja, encontrándose con su niño dormido en el sillón, lo tomó en sus brazos y se volteó hacia el CEO. -Creo que debería llevarlo a la cama- exclamó incómoda de tener que pedirle una. -Oh si claro, por aquí- indicó mientras subía las escaleras seguido por detrás por la joven. Llegaron a una habitación. -Lo siento, prometo decorarla para el niño, pero por esta noche creo que está bien- exclamó mostrándole un cuarto minimalista, acorde a cualquier tipo de huésped. -Es perfecto, no tienes por qué. - exclamó dejando a su niño en la cama. -Pero quiero, es lo menos que puedo hacer por todo l
-Ya le dije, el señor Sinclair está en una reunión importante y no puede ser interrumpido- exclamó la recepcionista.Emilia estaba con su niño en brazos hacía más de media hora, en su otra mano llevaba la bolsa de comida que había preparado y con Emma arrastrándose por el piso sin dejar de llorar un segundo. La niña estaba roja como un tomate.“A este punto seguramente le duele la cabeza” Pensó preocupada.La solución estaba solo a unos pisos de arriba, necesitaba llegar allí, necesitaba llegar a Adrian.-Entiendo que sea su trabajo impedir que la gente pase y la respeto por eso- comenzó a decir tratando de no perder los estribos e intentando ganarse a la mujer.-Pero si no me deja pasar me voy a quedar aquí hasta que el Señor Sinclair baje por su sobrina y le aseguro que la niña no va a dejar de llorar hasta que él esté aquí.La mujer puso cara de disgusto, mirando por sobre la mesa de la recepción a la niña que no paraba de gritar.Luego miró a la gente que pasaba por el hall con e
-¿Se conocen?- exclamó confundido Adrian. Pero su pregunta se perdió en el aire denso que se había formado entre Emilia y Daniel. El joven castaño no entendía cómo ese empresario tan poderoso conocía a Emilia, simplemente no podía hacer la conexión. -¿Qué haces aquí?- finalmente dijo la azabache, ignorando la pregunta de Adrian y abrazando con fuerza a su niño. Bajo la mirada de desconcierto del joven. Emilia retrocedió como un animal en peligro. Daniel se levantó de golpe del asiento, y automáticamente el CEO también lo hizo. -No ¡Tú qué haces aquí Emilia!- exclamó perdiendo los estribos por un segundo. -¿Qué está pasando aquí?- exclamó Adrian, recuperando la atención de ambos. Daniel miró al CEO, y recordó que estaba en medio de una reunión importante. Una sonrisa amplia de dientes blancos y brillantes se dibujó en su rostro. -Señor Sinclair, ¿Esa es su sobrina?- dijo dulcemente- Hola niña…¿Cómo te llamas?- exclamó agachándose a la altura de Emma, pero la niña no dudó en esc
-Está bien- exclamó Emilia.Adrian se giró hacia ella estupefacto y Daniel sonrió victorioso.-Vamos entonces a la oficina de al lado, cariño.El hombre pasó por al lado del joven CEO, golpeando su hombro con fuerza en el camino. Abrió la puerta de la oficina y esperó a que su esposa saliera.Adrian buscó que su niñera lo mirase, pero la mujer salió rápidamente de la sala de reuniones, sin siquiera mirarlo a la cara.Antes de cerrar la puerta, Daniel le guiñó el ojo a Adrian, como si estuviera burlándose de él.Habían pasado unos 5 minutos para ser exactos, pero Adrian sentía que habían pasado horas. Caminaba de una punta a la otra en la habitación. Necesitaba saber que estaba sucediendo.¡Necesitaba revertir esta locura!Suplicarle a Emilia que no escuchara a ese hombre.Mientras caminaba sintió que algo lo frenaba y lo tironeaba del pantalón. Miró hacia abajo, encontrándose con que su sobrina lo había agarrado y lo miraba a los ojos con tristeza.“Mierda” Pensó “Me había olvidado de