“¿En qué estaba pensando cuando dejé la casa de Rebeca?”
Había sido su única posibilidad, su único refugio hasta que pudiera conseguir un sustento económico.
Ahora estaba sentada sobre su propio suéter en un parque de la ciudad, su niño estaba sentado al lado de ella, absorto completamente de la realidad, sin saber que de un momento para el otro se había quedado sin padre y sin un techo donde dormir.
“¿Hice bien en irme de casa así sin más?”
Emilia comenzó a pensar que su decisión había sido precipitada e infantil, quizás pudo haber llegado a algún acuerdo con su esposo, que el niño recibiera ayuda de algún tipo, lo que sea para que su esposo no le obligara a llevarlo a un hogar de forma permanente.
Miró a su pequeño Noah y se sintió fatal de haberle quitado al niño a su padre así sin más.
-Quizás debería darle una oportunidad, capaz al ver que la casa está vacía sin nosotros, no llega a extrañar- exclamó en voz alta, esperando que su niño dijera algo, pero no pasó.
-¿Quieres volver con papi?- le preguntó, pero el niño no contestó, sin dejar de mover su autito de juguete de un lado hacia el otro en el pasto.
Emilia suspiró, sabiendo que estaba sola en su decisión.
-Vamos cariño, volvamos a casa, se acabaron las vacaciones. - exclamó decepcionada de volver con la cola entre las patas al lugar que había sido su casa y suplicarle a ese hombre que tuviera compasión por ellos y les abriera nuevamente las puertas.
Levantó a su niño en brazos y un fuerte viento levantó las hojas del parte, una de ellas se precipitó contra su rostro, pero cuando intentó quitarse la hoja de su cara, notó que era un papel, que estuvo por arrojar sin interés, de no ser porque las grandes palabras llamaron su atención al instante:
“SE BUSCA URGENTE NIÑERA TIEMPO COMPLETO, BUENA PAGA. COMUNICARSE AL NUMERO ****** Y LE ENVIAREMOS LA DIRECCIÓN”
Le había suplicado a Dios y no lo olvidaba, no dudó en que este era su mensaje, no volvería a casa con su esposo, tenía que intentarlo aunque sea, antes de resignarse a una vida con un hombre que no amaba a su propio hijo.
-¡Su niña no habla! ¡Apenas come lo que le cocine! ¡Claramente no soy la indicada para esto!
-¡Por favor! ¡No se vaya! ¡Le pagaré el doble! ¡El triple!- suplicó el CEO tratando de que la quinta niñera en la semana no renunciara luego de frustrarse con Emma.
-¡Ni lo sueñe!- exclamó desinteresada la joven- ¡Esa niña necesita un trato especial! ¿Acaso no lo ve? No es mi especialidad.
-Por favor no me deje solo con la niña- sollozó el hombre, recibiendo un portazo como respuesta.
Apoyó su frente contra la puerta con frustración.
¡No podía ser! 5 Niñeras en una semana y no habían durado más de dos días y algunas tan solo unas horas.
-Esa m*****a niña…- murmuró.
“Lo hace a propósito, me quiere ver sufrir” Pensó a sus adentros, volviendo sobre sus pasos hasta la niña que dibujaba garabatos alborotados y desconcertantes sobre un papel.
-¿Por qué me haces esto? ¡Yo trato de ayudarte! - exclamó con preocupación, sintiendo que explotaría en ese mismo momento si la niña no le decía algo.
Pero como era desde costumbre desde que su sobrina había entrado en su vida, no le respondió ni siquiera lo miró, simplemente apretó con más fuerza el lápiz e hizo círculos negros en la hoja.
Adrian apretó sus dientes de la impotencia.
-No me das otra opción, realmente quería intentarlo contigo niñita, pero se nota que tu no me quieres- suspiró pesadamente- No me das otra alternativa que llevarte a un colegio pupilo- exclamó con dolor. De alguna extraña manera se había acostumbrado a ver a la niña todos los días en la casa, aunque ella fingiera que él no existía, había soñado con escuchar su dulce voz llamarlo “Tío” o “Adrian” ¡Lo que sea! Pero nada, y no podía hacer más al respecto. Antes de llevarla a una familia desconocida que la asistente social elegiría, prefería encargarse económicamente de su educación, pagando los mejores especialistas en eso y poder visitarla de vez en cuanto-
La niña no respondió y Adrian no tuvo más opción.
-Voy a preparar tus cosas Emma…- exclamó aún esperando a que la niña conteste.
Estuvo a punto de tomar el bolso de Emma cuando el timbre sonó.
Miró la hora, ya era bastante tarde y no recordaba si era el día de la visita de la asistente social.
Se acercó al comunicador, rogando que no sea esa tétrica señora.
-¿Hola?
-¡Hola!- una voz dulce y femenina se escuchó del otro lado- Vi el anuncio de que buscaba niñera, me pasó la dirección a mi teléfono…
-Ah sí…- exclamó desganado el hombre- Ya es tarde para eso- dijo desanimado. No quedaba más tiempo para que Emma se adaptara a una nueva niñera.
-Oh…- exclamó desilusionada la azabache- ¿Ya encontró a otra niñera?
-No…- exclamó el hombre, sin entender porque aún estaba hablando con la mujer desconocida, pero algo dentro de él le decía que no se detuviera, de alguna forma extraña la voz de esa mujer le resultaba familiar, como una sensación de hogar- En realidad no, ya lo he intentado con 5 niñeras, pero el tiempo se acabó. Agradezco tu tiempo, puedo pagarte los viáticos ya que tuvo que viajar hasta aquí en vano.
-Espere…- exclamó con seguridad la joven- Deme una oportunidad, sé que no me conoce y quizás las demás chicas le dijeron lo mismo, pero soy experta en niños.
-Es que ella es… especial, de alguna forma…
-Entonces quédese tranquilo que yo soy la indicada para el trabajo.
Adrian lo pensó por un momento y se giró hacia la niña que aún seguía dibujando.
No perdía nada con intentarlo una última vez antes de que se tuviera que despedirse de la niña. Se lo debía, Emma había perdido a sus padres y aunque él no extrañase a su difunto hermano, sabía que la niña sufría en silencio por la pérdida.
-Está bien- suspiró derrotado- Entre.
Emilia escuchó un clic y las puertas se abrieron solas de par en par.
Entró tímidamente y caminó por un largo camino de piedras redondas que atravesaba un inmenso jardín que llevaba hacia la entrada, poco a poco en su vista apareció una gran mansión, casi se le cae la quijada al ver semejante estructura similar a un castillo.
Su casa, donde había vivido con su esposo, había sido un hogar lujoso, pero esto…. Era de otro planeta.
-Esta gente sí que lo tiene todo- Le dijo a su niño, quien se abrazaba con fuerza a su cuello.
Finalmente llegó a la puerta y con seguridad la tocó.
Rápidamente las puertas se abrieron, mostrando la silueta de un hombre de más de 1.80 que poco a poco se dibujó frente a ella.
Emilia quedó sin habla al ver lo guapo que era, pero se contuvo, manteniendo la formalidad.
El hombre pareció perder el color de su rostro moreno, quedando completamente pálido.
-¿Valentina?- exclamó estupefacto.
-¿Eh?- respondió confundida- N-no, mi nombre es Emilia y él es Noah.
Adrian miró al niño y miró nuevamente a la joven de piel blanca como la nieve y el cabello negro como la noche.
“Es tan parecida…” Pensó en su cabeza.
Pero su ex novia tenía el cabello rojo como el fuego y su mirada era distinta, penetrante e inquietante de esas miradas que te hacen aflojar las rodillas.
En cambio, esta joven que era sorprendente igual a Valentina, tenía una mirada dulce, maternal, que le hizo latir con fuerza su corazón.
“¿Realmente vas a contratar a una niñera a la que vas a tener que ver todos los días de tu vida y que es igual a la mujer que te rompió el corazón?”
Adrian no supo qué responder a la vocecita de su cabeza.
Pero, aunque sea, tenía que intentarlo.
Ella no era Valentina.
No podía pasar nada malo, no podía enamorarse de ella solo porque fuera igual que su ex.
¿No?
-¿Se encuentra bien señor? Parece que vio un fantasma.La voz dulce y tan eléctrica de esa mujer lo sacó de sus oscuros pensamientos.La observó en silencio, era tan pequeña y tan delgada que parecía que se rompería en una briza fuerte.Su cabello era largo hasta la cintura de un color negro tan oscuro como la noche y tanta cantidad de pelo que parecía como un manto oscuro que cubría sus hombros.No sabía si era por el color de su cabello, pero su piel blanquecina resaltaba aún más. Su rostro era pequeño y redondo dándole un toque juvenil, aunque imaginó que no era tan joven como parecía, especialmente en sus grandes ojos celestes, en los que sentía que podía ver la madurez y las experiencias vividas de su largo pasado. ¿De dónde venía?¿Quién era?¿Qué cosas le gustaban?De repente quería saber mucho de ella.Esa enigmática mujer llamada Emilia era tan similar a Valentina que no sabía si podría soportar estar en la misma habitación que ella por mucho tiempo.-¿Se encuentra bien?-
“¿No tenía donde pasar la noche? ¿Qué habrá sucedido?”Miles de escenas aparecieron en su mente, una peor que la otra y sintió una energía protectora nacerle desde dentro. No permitiría que le pasara nada a esa frágil mujer y a su niño. -Y pensaba que…-Si.-sentenció Adrian.-Pero si todavía no dije…-Quiere un lugar donde dormir, y yo tengo miles de habitaciones juntando polvo, no tiene que decirlo, mi casa es su casa- respondió rápidamente, deseando no arrepentirse de compartir techo con esa hermosa mujer.-Señor Sinclair realmente no sé…-Dime Adrian-Adrian… realmente no sé cómo agradecerle este gesto.-No se preocupe, con ayudar a Emma estoy más que agradecido.Emilia asintió emocionada y quiso abalanzarse sobre ese apuesto hombre que había sido enviado por los mismísimos ángeles a salvar su trágica situación.Emilia lo observó con admiración y por primera vez notó lo hermoso que era, aún con ojeras y todo.El apuesto tío de Emma tenía el pelo corto en rizos castaños perfectam
Adrian salió completamente derrotado de la empresa de su difunto hermano y de la que ahora debía hacerse cargo.Sintió que una nube gris lo seguía hacia todos lados y que estaba a punto de estallar encima de él en una lluvia torrencial, representando lo fracasado que se sentía en ese momento.-Soy el peor CEO del mundo- exclamó entrando con su coche último modelo al largo camino de su jardín hasta su gran mansión.“Ninguno de esos malditos idiotas vestidos de traje me tomó en serio”“Pude ver en sus caras sus expresiones de incredulidad cada vez que opinaba sobre cómo manejar los problemas de la empresa”-Estoy seguro de que apenas salí de la sala de reuniones empezaron a complotar contra mí- exclamó golpeando con frustración el volante del coche.Para Adrian no era una novedad sentirse no escuchado, desde niño siempre había sido la sombra de su perfecto y dotado hermano.Él lo tenía todo, los aplausos de sus padres cada vez que sacaba buena nota en su colegio para nerds, el orgullo d
La familia ensamblada ya había terminado la cena que Emilia preparó, ya era hora de dormir. Emilia acostó a Emma en su cama, la niña se había quedado completamente dormida luego de la cena, y la llevó a cuestas hasta su habitación. La joven azabache salió del cuarto de la niña, encontrándose con Adrian. -¿Se ha dormido? -Shhh, baja la voz- murmuró. -Lo siento. Emilia bajó al piso a la planta baja, encontrándose con su niño dormido en el sillón, lo tomó en sus brazos y se volteó hacia el CEO. -Creo que debería llevarlo a la cama- exclamó incómoda de tener que pedirle una. -Oh si claro, por aquí- indicó mientras subía las escaleras seguido por detrás por la joven. Llegaron a una habitación. -Lo siento, prometo decorarla para el niño, pero por esta noche creo que está bien- exclamó mostrándole un cuarto minimalista, acorde a cualquier tipo de huésped. -Es perfecto, no tienes por qué. - exclamó dejando a su niño en la cama. -Pero quiero, es lo menos que puedo hacer por todo l
-Ya le dije, el señor Sinclair está en una reunión importante y no puede ser interrumpido- exclamó la recepcionista.Emilia estaba con su niño en brazos hacía más de media hora, en su otra mano llevaba la bolsa de comida que había preparado y con Emma arrastrándose por el piso sin dejar de llorar un segundo. La niña estaba roja como un tomate.“A este punto seguramente le duele la cabeza” Pensó preocupada.La solución estaba solo a unos pisos de arriba, necesitaba llegar allí, necesitaba llegar a Adrian.-Entiendo que sea su trabajo impedir que la gente pase y la respeto por eso- comenzó a decir tratando de no perder los estribos e intentando ganarse a la mujer.-Pero si no me deja pasar me voy a quedar aquí hasta que el Señor Sinclair baje por su sobrina y le aseguro que la niña no va a dejar de llorar hasta que él esté aquí.La mujer puso cara de disgusto, mirando por sobre la mesa de la recepción a la niña que no paraba de gritar.Luego miró a la gente que pasaba por el hall con e
-¿Se conocen?- exclamó confundido Adrian. Pero su pregunta se perdió en el aire denso que se había formado entre Emilia y Daniel. El joven castaño no entendía cómo ese empresario tan poderoso conocía a Emilia, simplemente no podía hacer la conexión. -¿Qué haces aquí?- finalmente dijo la azabache, ignorando la pregunta de Adrian y abrazando con fuerza a su niño. Bajo la mirada de desconcierto del joven. Emilia retrocedió como un animal en peligro. Daniel se levantó de golpe del asiento, y automáticamente el CEO también lo hizo. -No ¡Tú qué haces aquí Emilia!- exclamó perdiendo los estribos por un segundo. -¿Qué está pasando aquí?- exclamó Adrian, recuperando la atención de ambos. Daniel miró al CEO, y recordó que estaba en medio de una reunión importante. Una sonrisa amplia de dientes blancos y brillantes se dibujó en su rostro. -Señor Sinclair, ¿Esa es su sobrina?- dijo dulcemente- Hola niña…¿Cómo te llamas?- exclamó agachándose a la altura de Emma, pero la niña no dudó en esc
-Está bien- exclamó Emilia.Adrian se giró hacia ella estupefacto y Daniel sonrió victorioso.-Vamos entonces a la oficina de al lado, cariño.El hombre pasó por al lado del joven CEO, golpeando su hombro con fuerza en el camino. Abrió la puerta de la oficina y esperó a que su esposa saliera.Adrian buscó que su niñera lo mirase, pero la mujer salió rápidamente de la sala de reuniones, sin siquiera mirarlo a la cara.Antes de cerrar la puerta, Daniel le guiñó el ojo a Adrian, como si estuviera burlándose de él.Habían pasado unos 5 minutos para ser exactos, pero Adrian sentía que habían pasado horas. Caminaba de una punta a la otra en la habitación. Necesitaba saber que estaba sucediendo.¡Necesitaba revertir esta locura!Suplicarle a Emilia que no escuchara a ese hombre.Mientras caminaba sintió que algo lo frenaba y lo tironeaba del pantalón. Miró hacia abajo, encontrándose con que su sobrina lo había agarrado y lo miraba a los ojos con tristeza.“Mierda” Pensó “Me había olvidado de
Emilia estaba sentada en el asiento del copiloto del coche de lujo de su ahora nuevamente esposo, tenía a su niño en brazos, que desde que habían salido del edificio de su jefe no dejaba de chuparse el dedo. Emilia no dijo nada desde que subieron al coche, solo miraba por la ventana con su mente muy lejos de ahí, pensando una y otra vez:“¿He tomado una buena decisión?” se preguntó y miró a DanielDaniel desvió su mirada de la ruta y le dirigió una hermosa sonrisa, de esas que tanto la habían enamorado la primera vez que lo había visto a sus tan solo 18 años.Emilia recordó lo sola que se sintió toda su vida, nunca había conocido a sus padres, y la única familia que había llegado a tener, o lo más parecido que tuvo a una, fueron los padres de Rebecca que le dieron todo lo que necesitaba para sobrevivir, comida, ropa, calzado y útiles para estudiar, pero aún así sentía que le faltaba el cariño de unos padres verdaderos y no solo de una familia que eran tutores por un tiempo y que trata