POV NOEL
Los días se pasan muy rápido y yo ya me sentía muchísimo mejor. También me alegraba saber que mi Valentina estaba sanita y, sobre todo, que estaba bien cuidada. No había pasado por frío, ay que la casa era muy cálida y tampoco pasaba por hambre, puesto que aquí me alimentaban muy bien y yo la alimentaba a ella como se debía.
—¿Quién es la niña más linda? ¿Quién? Siiii… tú, mi amor. Tú eres la niña más hermosa en toda la historia —susurro al tenerla entre mis brazos.
Yo ya me encontraba vestida y lista para salir al jardín trasero de la enorme mansión en la que me encontraba. Aún no la conocía bien, ya que no había decidido explorarla, pero de seguro muy pronto lo haría. Claro, solo debía recordar la cláusula de no pasar a su lado de la casa y tampoco me acercaría al salón que unía ambas partes.
—Ah… y tampoco el piano —me recuerdo—. Sí, el hombre es muy extraño, mi amor, pero nos ayudó, así que… debemos cumplir con nuestra parte del trato.
—Señora
—¿Sí?
—Ya es hora.
—Gracias. ¿Dónde está la enfermera?
—Aquí estoy, señora.
—Por favor, cuídela muy bien. Seguro demoraré unas horas. Cualquier cosa que suceda, por favor, no dude en ir a…
—Su hija estará bien, señora. No se preocupe.
—Bien… —miro a mi hija y le doy un beso— cuídate, mi amor. Yo regreso en unas horitas —concluyo; y se la entrego a la enfermera.
Luego, salgo del lugar y soy guiada por la mucama hasta el lugar donde me casaría con un completo desconocido. Solo sabía su nombre por la ficha de datos que me dieron en la mañana.
Cuando llego al jardín, la orquesta sinfónica empieza a tocar el Ave María. Yo hago mi ingreso, muy nerviosa, bajo la atenta mirada de muchas personas que parecían ser muy importantes, así como de la atención de muchos periodistas (quienes me fotografiaban como si fuese yo una estrella de Hollywood).
Mis piernas me temblaban, pero no me dejé vencer por mi nerviosismo, solo caminé hasta el altar y me coloqué a su lado. Él me mira y, sutilmente, se acerca a mí.
—Sonría —musita en forma de orden; y yo obedezco.
—Perdón —le pido, pero él no hace más que tomar mi mano y dirigir su mirada al juez.
La ceremonia da inicio y llega ese momento en el que todo se decide.
—SÍ, ACEPTO —articula él, muy seguro, al mirarme.
—Señorita Noel Varksov, ¿acepta usted a Demetrius Hills, para amarlo y respetarlo, en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte los separe? —completa; y yo me quedo en absoluto silencio y sin saber qué responder.
De pronto, en el jardín se levantan murmullos y me doy cuenta de que es por mi silencio.
—¿Señorita Varksov?
—Sí, sí, perdón —musito nerviosa al ver al hombre de ojos grises que me acompañaba a mi lado.
—¿Le repito la pregunta?
—No, no. No es necesario… YO… acepto. SÍ, ACEPTO —repito y, en ese momento, los invitados se ponen de pie y nos aplauden.
—Entonces, firme aquí por favor —me pide el juez; y yo accedo—. Muy bien, entonces, ya son marido y mujer. El esposo puede besar a su esposa —concreta el hombre y, en ese instante, recuerdo una de las cláusulas que él interpuso.
Yo no me muevo, solo me quedo a esperar a alguna acción de su parte (la cual no demora en llegar).
—Yo…
—Solo guarda silencio —susurra en mi oído y después, me da un beso muy, pero muy corto, el cual noto, le incomoda.
Después, solo me dedico a estar a su lado mientras todos celebran. Las horas pasan y lo único que hago es pensar en Valentina. Ya era de noche y aún no me podía ir, puesto que aún había unos invitados, al parecer, muy importantes para él, por lo cual me ordenó quedarme. Sin embargo, yo estaba ansiosa por volver a ver a mi hija.
—No estás haciendo un buen papel —escucho de pronto, su rígida voz.
—Yo… lo siento, no fue mi…
—Fueron los últimos, ya podemos retirarnos.
—Aún quedan más personas.
—Ya no son importantes. Vamos, andando —precisa; y yo tomo el brazo que me ofrecía.
Nos retiramos como una pareja feliz y llegamos al punto de la casa en el que debíamos separarnos.
—Buena noche… —le digo, pero él no me hace caso, solo se dedica a subir las escaleras en dirección a la zona de su casa y a mí me deja parada en el centro de la sala.
Ante ello, solo atino a hacer una cosa: quitarme los zapatos y empezar a correr hasta donde estaba mi hija.
POV DEMETRIUS
—¿Tienes a la muchacha?
—La tengo
—Demetrius, ¿eres consciente de que esa mujer y su hija no tienen nada que ver con la muerte de tu esposa y tus hijos?
—Es la hija del hombre que me los arrebató —preciso con mucha rabia y dolor contenidos.
—Solo espero que no te arrepientas, Demetrius.
—Jamás me arrepentiría de vengarme del hombre que le arrebató la vida a mi esposa e hijos —contesto molesto.
—Demetrius…
—Adiós, Maximun —interrumpo; y corto la llamada con el más fiel de mis hombres, mi mejor amigo, mi hermano—. Esto recién es el inicio de todo, Yadiel Varksov. Tu hija pagará cada lágrima de dolor que he derramado por mi esposa e hijos. Juro que no le alcanzará la vida para experimentar todo el dolor que yo experimenté. Pagarás… y será por medio de ella y tu nieta. ES MI PALABRA.
POV DEMETRIUSMe levanto a correr, como siempre, muy temprano. Esta mañana corría para controlar la ira y molestia que me causaba tener a esa mujer y su hija en la casa que compartí con mi familia alguna vez.«Fabiano…, Luca…», pienso en ellos y la rabia por obtener venganza cuanto antes me invade, así que solo me limito a correr más rápido bajo la intensa lluvia de la mañana.—Temprano como siempre ¿eh? —escucho de pronto; y me detengo en seco—. Pero esta vez más temprano que cualquier otro día—¿Qué haces aquí? —pregunto con molestia.—¿Podríamos regresar a tu casa y hablar?—¿Qué quieres?—Por favor, Demetrius, nos estamos empapando. ¿Podemos hablar en tu casa?—NO—Por fa…—NO —interrumpo tajante; y Maximun resopla.—¿Cómo estuvo la boda? —pregunta de repente—¿Me interrumpes para preguntar eso?—Te interrumpo para pedirte que saques a esa mujer de tu casa.—Eso es algo que no haré jamás y lo sabes—Por favor, Demetrius. Es una joven de 25 años y su hija recién nacida. Sea hija de
POV DEMETRIUS Termino de trabajar y, como siempre, empieza mi tormento. El tormento que me ha acompañado los últimos cinco años: el saber que volveré a mi casa y no encontraré jamás a las personas que le daban sentido a mi vida. El saber que no volvería a ver a Sophia, en la sala, esperándome para acercarse a mí y besarme. El saber que no volvería a ver a mis hijos bajar por las escaleras, muy felices, por mi regreso para poder jugar. El saber que nunca más iba a poder compartir una cena en familia, entre risas y bromas, sino que, por el contrario, solo tendría una enorme mesa vacía para mí solo. Ya no iba a volver a ver, JAMÁS, ninguno de sus rostros; no iba a poder admirar sus ojos, no iba a poder acariciarlos, no iba a poder hablarles ni escuchar sus voces, NO IBA A PODER ENCONTRAR NADA, ¡NADA! ¡ABSOLUTAMENTE NADA! Y todo eso era culpa de una sola persona: Yadiel Varksov. —¿Señor? —me distrae una voz. —PASE Y TOME ASIENTO —ordeno a mi secretaria; y ella obedece. —Señor, le pre
POV NOEL «El Levriant», pienso con tristeza y decepción al recordar las innumerables cenas románticas que tuve, en este lugar, con… Mezz —¿Pasamos? —escucho la voz del hombre de ojos grises que me acompañaba en esta ocasión; y dirijo mi mirada hacia él. —Sí, claro —respondo cortés; y empezamos a caminar hacia el interior. Dentro de aquel, el anfitrión nos empieza a dirigir a nuestra mesa. Yo voy observando el restaurante y este, al igual que siempre, se mantenía hermoso; no obstante, el ser el centro de atención de muchas personas curiosas, quienes me regalaban miradas de desprecio, hizo que me sintiera muy incómoda al instante. —¿Todo bien? —escucho la grave voz de mi acompañante. —Sí, todo bien —contesto; y le sonrío gentil. Lo último que deseaba, en este momento, era arruinar la noche del hombre que nos mantenía protegidas a mi hija y a mí. —Sabe mentir —¿Qué dice? —pregunto cuando de repente, él se detiene intempestivamente—, pero… ¿qué pasa? —Solo guarde silencio —mencio
POV NOEL —Si intenta hacerle algo a mi hija; si tan solo le pone un solo dedo encima, yo no des… —Yo no le haré nada a su hija. AHORA CIERRE ESA BOCA Y ESCÚCHEME —A MÍ NADIE ME DA ÓRDENES. —Y A MÍ NO ME INTIMIDA LA PATALETA DE UNA MUJER DE 25 QUE SE COMPORTA COMO UNA ESTUDIANTE DE BACHILLERATO. Guarde silencio porque la poca paciencia que aún me queda se está terminando. —Desáteme —NO HARÉ ESO; y ahora escúcheme —¿Por qué nos rescató? ¿Qué es lo que verdaderamente busca de nosotras? —Nada en especial. —¿Ah no? ¿Cómo es eso de que me investigó? ¿Cómo es que afirma saber que yo no tengo nada que ver en los negocios de mi padre? ¿Por qué me estaba siguiendo? —¿Qué es lo que dice? —Es demasiada casualidad que haya estado en el preciso instante en el que esos tipos me encontraron y se llevaron a mi hija. ¿QUIÉN ES USTED? ¿QUÉ BUSCA…, señor Hills? —Primero, que guarde silencio —precisa muy serio al ponerse de pie e ir hacia donde estaba una barra para servirse… whiskey. —HABLE Y
POV NOEL —Ya, mi amor, tranquila por favor. No llores…, estoy aquí, te prometo que estarás bien…, por favor, ya no llores, te lo pido —expreso suplicante cuando el amor de mi vida llevaba ya mucho tiempo llorando sin parar. Mientras tanto, yo solo sigo caminando sin rumbo alguno. —Dios… estoy agotada —expreso muy preocupada mientras me siento en la banca de un paradero y empiezo a mirar por todos lados— no pasa nadie; no hay ni un bus… «Diablos, espero no haberme equivocado yéndome de esa casa», pienso cuando de pronto, el fuerte llanto de mi hija se roba toda mi atención. —Por favor, mi amor, tranquila. Te prometo que ya encontraré un lugar —digo, pero ella continúa sollozando (lo cual logra romper mi corazón en mil y hacerme sentir culpable de haberla sacado de un buen lugar a las calles frías de las afueras de la ciudad) —. Dios… soy una mala madre, soy una mala madre, tal vez, no debí salir de ahí… —exhalo con pesadez—. Debo seguir caminando. Te prometo que encontraré un buen
POV DEMETRIUS Despierto con un infernal dolor de cabeza y lo único que hago es ir a la ducha para bañarme con agua fría. —Buenos días, Sophia —sonrío al abrir la llave—. Tomé mucho anoche… Sí, sí, sé que no te gusta que tome, pero… lo necesitaba. Lo necesitaba porque no soporto tener a esa mujer en nuestra casa —confieso con rabia contenida—. No soporto tener a alguien con la sangre de Varksov aquí. Pero todo sea por ustedes, mi amor. Por ti y por nuestros hijos —sonrío al recordar a mis niños—. Los extraño tanto, Sophia —empiezo a llorar desconsolado—. Daría lo que fuera por volverlos a tener conmigo otra vez. Daría mi vida porque ustedes estuvieran aquí y yo me hubiese ido, pero no… —lloro mucho más mientras me empapo con el agua de la regadera— ¡TUVISTE QUE SER TÚ Y MIS BEBÉS QUIENES FUERAN EN MI AUTO! ¡FUE MI CULPA TAMBIÉN SOPHIA! ¡PORQUE YO DEBÍ ESTAR AHÍ Y NO USTEDES! ¡DIOS! —me lamento al continuar llorando desgarrado mientras recuerdo a mi familia, a mis tres amores—. Ya no s
POV NOEL —Entonces, esta noche, en el Levriant nuevamente —Está bien —acepto; y sonrío. —Me hubiese gustado que fuese una cita, pero comprendo la situación claramente. —Me gustaría poder corresponderle… —Y a mí —Vaya… veo que es un nombre muy directo —Es verdad; no me gusta andar con rodeos. —Eso es muy bueno —musito al mirarlo; y nos sonreímos. —Entonces, esta noche, la iré a ver a su habitación —Bien… —Yo me retiro. Ya debo ir a trabajar. Cuídese, señorita Varksov —Noel, Demetrius —Bueno… —me mira fijamente— cuídate…, Noel —concluye al haberse inclinado hacia mí y dejarme un beso en la comisura de mis labios. Ante su acción, solo me limité a cerrar mis ojos y disfrutar de su varonil perfume mientras mi corazón, extrañamente, se había acelerado. —Hasta la noche —agrega grave; y yo abro mis ojos para encontrarme con aquella mirada de color gris y con una sonrisa perfecta asomarse. «Sí, este hombre puede volver loca a cualquier mujer con esa mirada y esa sonrisa», determ
POV DEMETRIUS—Buenas noches, señor Hills —susurra al acercarse mucho a mí.Frente a ello, tomo su cintura con una de mis manos y la atraigo por completo a mi cuerpo para besarla otra vez.—Ahora sí…, buenas noches…, Noel —concreto; y ella sonríe ampliamente, muy divertida y contenta.—Que descanse… —precisa al mirarme fijamente a los ojso mientras s eva alejando—Igual —concreto; y me giro para regresar a mi habitación.—Señor Hills…—Dígame —respondo al volver a girarme.—Gracias…—¿Por qué?—Por la canción que pidió que tocaran los músicos en el Levriant; es mi favorita…—Fue un placer verla feliz y…—¿Y?—Y me sorprendió verla tocar el piano. No creí que supiera hacerlo.—De hecho, considero que no sé hacerlo.—Pues hoy demostró que eso no es cierto.—Eso es porque nunca escuchó a mi madre tocar el piano; era una eminencia—Pues a mí me parece que usted lo es, Noel…—Le agradezco el cumplido…—Tal vez, compremos uno si así lo desea…—¿Comprar uno? ¡Pero si tiene uno enorme en la