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3. Traje algo para usted.

Eva levantó su mirada, negando al notar el tono de enfado de la enfermera, el mismo que apareció cuando le dijo que apenas tenía leche para alimentar a un bebé. Era consciente de que la enfermera podía tener razón, pero no podía soportar que el pequeño siguiera llorando y mucho menos permitir que lo entubaron cuando era un perfecto bebé que solo deseaba alimentarse del seno de su madre, el pequeño angelito no tenía la culpa que su madre no hubiera sobrevivido al parto.

— Parece que si tenía hambre — explicó Jeremy al comprobar que la niña se había callado automáticamente en cuanto acercó el biberón a su boca y empezó a succionar sin problema, luego giró el rostro para observar a Eva buscando su aprobación y se quedó maravillado con la imagen que encontró, su hijo estaba comiendo, se había agarrado a la perfección al pecho de la mujer, pero lo que lo dejó fascinado y sin habla era la belleza que encontró en el rostro de ella cuando observaba a su pequeño bebé asesino.

—Por supuesto que tiene hambre, al igual que la tenía el pequeño Airon— le respondió alzando su mirada, quedándose por un momento sin habla ante la visión que le dio ver a ese hombre viendo de manera embelesada a su pequeña.

Jeremy Duncan no solo era rico, era un hombre que imponía, un hombre que a dónde quiera que iba, su aura fuerte hacía todos, arrodillarse y tratarlo con respeto y hasta temerle, pero ahí sentado a un lado de ella y con su hija en brazos era solo un hombre guapo, feliz de cargar a su hija, lo que le hizo estrujar su corazón, ya que parecía que Jeremy parecía no soportar la idea de tomar a su hijo entre sus brazos.

—Gracias — mencionó ella tras un breve momento de silencio —no le he agradecido por lo que hizo tanto por mí, como por mi pequeña, daré lo mejor de mí para cumplir con el contrato.

— Puedo verlo — aseguró mirándola a los ojos, perdido en esa mirada marrón, esos ojos que podían parecer corrientes, pero para él se veían hermosos con ese brillo tan peculiar de felicidad en la mirada — creo que no pude hacer mejor elección, es usted una buena mujer y será una buena madre.

Eva enrojeció por sus palabras, ella no se consideraba una mujer bonita, aunque su amiga, Lupe, le decía que lo era, pero cómo creerlo cuando su expareja se la pasaba siendo infiel. Por supuesto que su amiga le mentía, pero ahora que Jeremy se lo decía. Ella no pudo evitar desear creer que lo que decía era cierto.

—Creo que yo soy la afortunada, en todo caso— respondió bajando levemente la mirada, fingiendo ver al pequeño Airón.

Tras succionar unos minutos, la bebé volvió a quedarse dormida y él se levantó para ponerla en la cunita con delicadeza.

— Traje algo para usted — explicó abriendo una pequeña cajita que contenía un anillo con un enorme diamante que había pasado a buscar a la joyería más cercana — nadie pensaría que es mi esposa si no tiene un anillo de prometida aceptable.— se dio cuenta de que ella tenía las manos ocupadas — ¿Me permite?

Ella levantó de nuevo su mirada dándose cuenta de que él esperaba que le diera la mano, por lo que acomodo muy bien al pequeño en uno de sus brazos, para poder extender su mano y dejar que Jeremy colocará el anillo.

Su esposa, no era un sueño, pronto sería la señora de Jeremy Duncan, jamás había pensado que algún día sería la esposa de alguien, sobre todo porque el padre de su hija no era de esos hombres que se casaban o se comprometían.

Jeremy deslizó el anillo con cuidado en el dedo de la mujer comprobando que encajaba a la perfección y por eso, las alianzas quedarían bien porque había comprado la suya de la misma medida. Necesitaba no perder de algún modo esa intimidad que se había dado entre los dos, sobre todo al rozar el dedo y sentir un leve escalofrío, así que se levantó y le dio la espalda para seguir hablando.

— Mañana mismo, el cura del hospital nos casará antes de marcharnos a casa, como le dije, saldrá de aquí siendo mi esposa y tendrá otro anillo en su dedo, el más importante, la alianza que demostrará nuestra unión.—Se giró de nuevo para observarla— preferiría una unión civil, pero no me fío de los magistrados, el cura guardará mejor el secreto, ya que se lo dije durante una confesión.

Eva asintió, a las palabras de su futuro esposo, tampoco era que ella deseara decir que no deseaba serlo, por supuesto que lo deseaba, además no se creía capaz de alejarse del pequeño Airón, ahora que lo había tenido entre sus brazos y lo había amamantado, era su hijo, no solo hijo de Jeremy.

—A mí no me importa si es un juez o un magistrado, ni tampoco si hay o no hay una fiesta. Soy feliz solo con ser su esposa y la madre legal del pequeño Airón, solo eso me importa.

Jeremy asintió y se acercó a ella, inclinándose para dejar un beso en la frente de aquella mujer, inhalando su aroma con fuerza y cerrando los ojos de forma involuntaria antes de separarse, había algo en ella que le resultaba atrayente, algo que le creaba sentimientos y emociones encontradas, ya que apenas acababa de morir la mujer que amaba.

— Entonces deberíamos empezar a tutearnos Eva, mañana serás mi esposa y los dos seremos los padres de ambos bebés — tras decir aquello fijó sus ojos en los de ella apenas unos segundos y sin pronunciar una palabra más salió de la habitación. Debía volver a la oficina y asegurarse de que su abogado tuviera listo el contrato, debía controlar sus emociones, no podía permitirse incomodar a la madre de sus hijos, ella era más que una simple mujer, no debía dejar que sus impulsos, su tristeza o sus ganas de consuelo fastidiaran todo.

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