Aquella mañana Jeremy apareció en el hospital junto a su abogado, Diddier Smith, quién aparte de haber redactado el contrato que tanto él como Eva firmarían, sería uno de los testigos de su unión.
— ¿Buenos días, estás bien, cómo pasaste la noche?— preguntó Jeremy acercándose a su futura esposa y dándole un suave beso en la mejilla para luego observar extrañado a los dos bebés durmiendo juntos en una cuna.Eva sonrió nada más vio llegar a Jeremy, indicándole que guardara silencio, ya que los dos niños acababan de dormirse.—Sí, estoy bien. Las enfermeras son muy atentas— le respondió en voz baja, soltando un pequeño suspiro al volver a posar la mirada en sus hijos.— ¿Qué sucedió?— preguntó extrañado — ¿Por qué no está cada uno en la suya?—Anya no quería dormir sola. No podía dormir más de 15 minutos, ya que despertaba llorando, lo que despertaba a Airón, por lo que la coloque a un lado de su hermano y solo así es que la bribona dejó de llorar, dejando dormir también a su hermano.En la habitación también se encontraba Lupe, que sería la segunda testigo de la unión, además de ser amiga de Eva, y a la cual el abogado Smith ya estaba mostrando un contrato de confidencialidad que tendría que firmar porque ese secreto no podría salir jamás de esas cuatro paredes.— ¿Es aquí donde me necesitaban?— preguntó el sacerdote del hospital quién por una vez estaba alegre de ofrecer un sacramento que no fuera de extremaunción a algún moribundo.— ¿Ya están los novios preparados?—Si es aquí donde se le necesita, padre — respondió de inmediato Jeremy, quien se había perdido por un momento en la explicación de su esposa sobre los dos niños, o más bien en la forma en que sus labios se movían al hablar.Eva no pudo evitar llevar sus manos por todo su cuerpo, cerciorándose de que todo estuviera bien con su vestido, pese a ser un traje de novia sencillo para la joven madre, era el más hermoso que ella hubiera visto.Lupe, por su parte, le sonrió a su amiga, alzando los dos pulgares de sus manos en señal de aprobación. Aunque claro de reojo, no dejaba de ver al guapo abogado que se encontraba a un lado de ella.—Bien, ya que todos están presentes, procedo a iniciar con la ceremonia— mencionó el sacerdote parándose en medio de la habitación, esperando que la novia y el novio se acercaran.Jeremy ni siquiera le hizo un cumplido a la mujer con la que iba a casarse, se portaba de forma correcta, pero aqull estaba era algo muy difícil, no era capaz de creerse que pudiera hacer aquello dos días después de que su amada Marie hubiera fallecido, pero allí estaba él, escuchando al padre hablar como un completo autómata.— ¿Eva aceptas a Jeremy como tu esposo, en salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, para amarlo y respetarlo hasta el fin de tus días?Nerviosa, era así como se encontraba en ese momento Eva, cuando apenas un par de días atrás, estaba llorando por un hombre que la había dejado abandonada, embarazada y sin dinero, ahora estaba frente a un cura a punto de casarse, por eso cuando le hizo la pregunta de rigor, ella no dudo en decir si, no porque amara a Jeremy, su salvador, ¿Quién podía ser capaz de amar a un hombre que acababa de conocer? Si no por su hija. Por ella haría cualquier cosa, para mantenerla a salvo y bien protegida y lo estaría siendo hija de su futuro esposo.—Sí, acepto.Para Jeremy era como ser un espectador, como si no fuera él quién se estaba casando, y aun así la pregunta le llegó de repente, como si no la esperara. Un nudo se le hizo en la garganta a la hora de responder, pero el deber pudo más que el corazón y tras aclararse la garganta e intentando dispersar aquella molestia que no lo dejaba continuar, por fin respondió.— Sí, acepto.Fue lo único que respondió. Después de aquello, Diddier se acercó con dos alianzas simples de oro con los nombres de los dos grabados y la fecha de su unión con Marie, un poco más de un año antes de ese día.Eva vio una enorme tristeza en los ojos del hombre que se acaba de casar al colocar ese anillo en su dedo, que por un momento se encogió de pesar. No por no ser una esposa querida, sino por el dolor que a ese hombre le provocaba no poder llorar a su esposa, como debería y estar casándose con alguien más.Lupe, su amiga soltó un suspiro, inquieta por la decisión de Eva por casarse, sabía los motivos de su amiga, pero la forma en la que ella había dado sus razones, le parecieron más bien una excusa para no pensar en ella como mujer. Como si no mereciera ser amada. Pero no había nada que pudiera hacer la boda, ya se había llevado a cavo y el anillo colocado en el dedo de su amiga.Lo único que quedaba por hacer era ir a abrazar a la novia y felicitarla,—Espero que seas feliz… Muy feliz amiga.Jeremy fue capaz de escuchar aquello que la amiga de su esposa acababa de decir y tuvo que callarse para no contestar de la felicidad, no era algo a lo que ellos pudieron acceder como al menos no la felicidad que la había conocido junto a la madre de ese bebé al que ni siquiera quería mirar.Firmaron los papeles correspondientes y luego despidieron al sacerdote para seguir firmando los contratos, ellos los dos que correspondía a su trato y, ambos testigos, los que aseguraban que ese secreto estuviera protegido.— Es momento de irnos a casa — Explicó Jeremy intentando sonreírle a su nueva esposa, al fin y al cabo ella no tenía la culpa de lo que le había sucedido, quizá no podría amarla, pero intentaría ser un buen compañero para ella.Tomó uno de los portabebés mientras Diddier le ayudaba con el otro, Jeremy insistió en que no debía coger peso mientras le ofrecía su brazo libre para acompañarla hasta en coche que esperaba por ellos en la puerta del hospital.Ella asintió las palabras de su ahora esposo tras despedirse de Lupe, quien tras firmar se despidió de ellos, no podía seguir ahí, amaba a su amiga, pero no estaba de acuerdo con lo que estaba haciendo y si más adelante ella hubiera encontrado un buen hombre que la amara y no la viera como una niñera a la cual le pagaría por cuidar a su hijo.— Voy a intentarlo — aseguró mientras andaban — sé que no estamos enamorados, pero intentaré ser un buen esposo para mí, al fin y al cabo el matrimonio no es tan diferente a una sociedad y soy un buen socio.Intentó bromear, aunque lo cierto es que en ese instante lo único que quería era meterse en su estudio a oscuras y quedarse allí hasta desfallecer, pero no podía permitírselo, sus padres llegarían en un par de días.—No estoy preocupada por eso, creo que en tus palabras, estoy más preocupada por mí y mi desempeño para ser delante de los demás, tu esposa — respondió ella caminando a su lado, siendo escoltados ambos por el abogado que los ayudaba con uno de los dos portabebés.Al salir del hotel los esperaba una gran camioneta blanca. El chófer salió para abrirles la puerta trasera y ayudarles a acomodar a los bebés, los cuales ya iban en sus transportines.Eva subió en silencio tras asegurarse que los niños estaban bien acomodados, ahora lo que le preocupaba y le daba nervios era la noche de bodas. Dormiría con ese hombre en la misma habitación, porque era claro que no tendrían intimidad hasta pasado un mes o dos meses, poco menos de eso y eso si él la encontraba bonita, En el fondo Eva estaba segura de que ella solo sería la madre de los dos niños y que su esposo tendría con quien pasar sus noches, no podía culparlo, ella no se consideraba una mujer hermosa, pese a que todo mundo que la conocía le decía que lo era.Poco tardaron en llegar a su casa en Washington, allí nadie conocía a Marie, estaban de regreso de un largo viaje cuando tuvieron que parar en el hospital.Cuando llegaron a la casa el mayordomo y ama de llaves, quienes por cierto eran un matrimonio, los llevaron a su habitación, no era opción que durmieran separados, se suponía que eran una feliz pareja que acababa de tener un bebé.— Señor mañana mismo vendrán las niñeras que pidió para la entrevista.— Perfecto Henry —le respondió al mayordomo — puedes retirarte.— Esta será nuestra habitación — le explicó él, esta era lo suficientemente grande como para tener una cuna doble en un rincón y que todavía se viera espaciosa — yo puedo dormir en nuestro salón privado mientras te habitúas, para que no te sientas incómoda.—No, no me incomoda dormir juntos— le respondió, deslizando su mirada por toda la habitación.Eva estaba curiosa, deseaba saber ¿qué tipo de mujer era la madre del pequeño Airon?Sin embargo, la casa parecía no haber tenido jamás la presencia de femenina en su interior, hasta los mismos empleados, parecían no saber que ella no era la primera esposa, si no la segunda.—Es mejor que nos acostumbremos a estar cómodos entre nosotros. Así nadie descubrirá nuestro secreto ¿No crees?Eva jamás había tenido gente a su servicio, no era de las personas que necesitara que hicieran todo por ella. Estaba acostumbrada a ser quien se lo hacía todo y así le gustaba, cuidar de sí misma, porque nunca había podido contar con nadie, ni siquiera con ese bueno para nada que la preñó y se largó unos días antes del parto, por lo que esa mañana, como ya tenía costumbre, se levantó temprano para preparar el desayuno.—¿Señora, qué hace aquí?La voz de la esposa del mayordomo y quién se encargaba de la cocina, estaba no solo llena de asombro, sino también de censura al ver a la esposa de su patrón, invadiendo su lugar de trabajo y haciendo lo que se suponía era deber suyo.—Solo le preparaba el desayuno a Jeremy— respondió Eva, rápidamente terminando de colocar una taza de café en una bandeja.—¿Piensa llevarle el desayuno a la cama al señor Jeremy?Eva no respondió, solo le dedicó una mirada dulce a la mujer mientras terminaba de poner en el plato algo de comida.Por supuesto que lo
— ¿Ya se quedaron dormidos los niños?— preguntó Jeremy entrando en la habitación y comprobando que efectivamente ambos bebés estaban descansando en esa gran cuna que compartían.Eva había acabado de dormir a los niños, la mucama se retiró, apenas vio entrar a su jefe a la habitación, dándoles intimidad tal y como cualquier matrimonio debería tener y es que Eva lograba sorprenderse de lo discreto que era el servicio, a veces ni siquiera sabías que estaban allí y eso hacía que todo pudiera resultar más íntimo.—Si, se acaban de dormir, No son hermosos— le preguntó ella volteando a verle con esos ojos brillantes y esa sonrisa que lograba cautivar al hombre.— Si quieres puedo mandar comprar otra, como al principio solo iba a tener un hijo, solo mandé colocar una.Explicó acercándose a ella para observar más de cerca, aquella mujer, se veía hermosa de un modo muy especial y natural, una belleza sencilla en la que, debía reconocer, no se habría fijado con anterioridad, pero al tenerla dela
Todo inició con ese beso, hasta entonces Jeremy creía que nadie podría volver a despertarle nada, sobre todo tan pronto, dentro de él todo era un revoltijo de sentimientos encontrados. Debería estar de luto, no besando a la mujer con la que se había casado por pura conveniencia.Pero las cosas raramente suceden como se planean y Jeremy Duncan, se sentía cada vez más atraído por Eva, era tan diferente a todas las mujeres que había conocido hasta entonces, se le hacía tan hermosa con su belleza natural, tan pura, recién levantada como antes de acostarse. La pobre casi vivía con uno u otro de esos bebés pegados al pecho permanente y, lo que más le fascinaba, era que parecía feliz al hacerlo, a él le parecía el sumun de la feminidad en su más pura expresión, le daban ganas de mimarla y protegerla, tal vez era instintivo, no lo sabía pero estaba convencido de que esa mujer se volvía cada vez más especial para él.¿Cómo no se había dado cuenta antes de la belleza que irradiaba una mujer am
Una vez ahí se sorprendió mucho por la ubicación, era una de las empresas donde había querido postular alguna vez, pero que por su embarazo ya no había podido. Estaba bastante nerviosa, sobre todo al llegar hasta la oficina y presentarse.—¿Tiene cita para hablar con el señor Duncan?— le preguntó la secretaria observándola extrañada, él no recibía nunca visitas de mujeres y todas las reuniones de negocios solía concertadas con anterioridad.—No, pero él me recibirá.— aseguró Eva sonriente.—No creo que el señor Duncan lo haga. Además, no sé quién es usted.Eva se mordió los labios nerviosa antes de responderle a la insolente secretaria.—Dígale al señor Duncan que su es…Justo en ese momento salía Jeremy Duncan de su oficina y la secretaria aprovechó para dirigirse a él.—Señor, esta señora quiere verlo, ya le he dicho que usted está muy ocupado, pero…Jeremy fijó la mirada en su secretaria y esta se calló de golpe, llevaba años trabajando con él y sabía en qué momentos estaba molesto
— A mí me encanta tu estilo y tu ropa y todo lo que tiene que ver contigo — Explicaba a medida que iba bajando por su cuello hasta su escote, descubriendo sus senos y lamiendo débilmente la humedad que había en ellos.—Quiero ser digna para ti…— respondió llevando su mano derecha hasta la cabeza de su esposo, sosteniendo su cuerpo con la izquierda.La forma que él bajaba por su cuerpo, la tenía no solo deseosa, sino también húmeda, ni siquiera con el padre de su hija, ella sintió ese tipo de deseo, como el que Jeremy despertaba con sus labios, sobre sus senos.Primero lamió uno y luego el otro para luego seguir por su camino escrutador hasta su vientre, en el cual todavía podía adivinarse cierto abultamiento y aquello le recordó algo en lo que en medio de su excitación no había reparado.— Eva… no podemos, todavía te falta un poco más de una semana para terminar tu cuarentena ¿Y si algo te sucede?—Pero… — ella trató de rebatir, pero era cierto que le faltaba un poco más de una semana
Nuevamente, volvía a despertar con esa sensación de ausencia, buscaba un cuerpo caliente al lado y únicamente encontraba el hueco vacío y frío que dejaba Jeremy. Eva volvió a encontrarse desayunando sola en el enorme comedor, y pasando el resto del día con la única compañía de las personas del servicio, la niñera y sus hijos.Tras el encuentro en la empresa de su esposo. Él parecía huir cada vez más de estar a solas con ella. Pese a que le había dicho que debería visitarlo más en la oficina y haberlo hecho un par de veces más, No se volvió a repetir lo ocurrido, él actuó de forma muy distinta, con distancia y alegando tener mucho trabajo ese día.Eva no sabía qué hacer, por mucho que lo buscaba o mucho que trataba de establecer una conversación con su esposo. Jeremy encontraba toda clase de pretextos para evitar hablar con ella más de lo estrictamente necesario, parecía aferrarse a cualquier excusa para no tenerla cerca.Ni siquiera cuando se trataba de sus hijos ya le hacía caso, has
Jeremy jamás creyó que después de su trato, eso saldría tan bien, se había casado principalmente para que su hijo tuviera una madre, pero sobre todo, para castigarse, ahora lo veía, condenarse a no volverá amar jamás, porque ¿Qué persona se enamora de alguien con quien pacta un matrimonio de conveniencia?Era demasiado pronto para ponerle a aquello que él sentía la palabra amor, pero no lo era para asegurar que deseaba aquella mujer con todas sus fuerzas, que disfrutaba de su compañía y además fantaseaba con ella a cada rato, teniendo que aliviar a menudo a solas una erección de fácil endurecimiento constante.— Eva, es muy tarde, ¿Qué haces despierta?— preguntó llevando las manos por su cuerpo, amoldándose a sus curvas.—Estaba esperándote...— le respondió con voz suave, pero cargada de un delicioso erotismo que más que escucharlo parecía adentrarse en sus oídos y acariciar su conducto auditivo.Eva no desistiría a menos que él la rechazara de manera tajante, pero las manos de Jeremy
Los dedos de Jeremy bajaron hasta el lugar donde la humedad se hacía más presente, resistiendo la enorme tentación de penetrarla, teniendo que recordarse mentalmente que su esposa aún no estaba preparada para recibirlo, ni siquiera sus dedos, no debía hacerlo hasta que un médico les diera su aprobación, así que solo los humedeció y volvió a buscar ese botoncito de placer que había estimulado con su lengua una semana atrás.— Ahhh joder Eva…— gimió intentando controlar el ferviente impulso de empujarse en su boca, se había dado cuenta de que a pesar de no ser la primera vez que hacía aquello, porque tenía cierta destreza, no era muy habitual y sería incapaz de mantenerlo completamente en su boca sin ahogarse, aun así cerró los dedos de su otra mano en el cabello de Eva guiándola a un ritmo más rápido, el que su cuerpo necesitaba y ansiaba.Eva dejó que él tomara el ritmo, si bien no era la primera vez que ella hacía algo así, si era la primera vez que lo hacía por voluntad propia, que