Una vez ahí se sorprendió mucho por la ubicación, era una de las empresas donde había querido postular alguna vez, pero que por su embarazo ya no había podido. Estaba bastante nerviosa, sobre todo al llegar hasta la oficina y presentarse.—¿Tiene cita para hablar con el señor Duncan?— le preguntó la secretaria observándola extrañada, él no recibía nunca visitas de mujeres y todas las reuniones de negocios solía concertadas con anterioridad.—No, pero él me recibirá.— aseguró Eva sonriente.—No creo que el señor Duncan lo haga. Además, no sé quién es usted.Eva se mordió los labios nerviosa antes de responderle a la insolente secretaria.—Dígale al señor Duncan que su es…Justo en ese momento salía Jeremy Duncan de su oficina y la secretaria aprovechó para dirigirse a él.—Señor, esta señora quiere verlo, ya le he dicho que usted está muy ocupado, pero…Jeremy fijó la mirada en su secretaria y esta se calló de golpe, llevaba años trabajando con él y sabía en qué momentos estaba molesto
— A mí me encanta tu estilo y tu ropa y todo lo que tiene que ver contigo — Explicaba a medida que iba bajando por su cuello hasta su escote, descubriendo sus senos y lamiendo débilmente la humedad que había en ellos.—Quiero ser digna para ti…— respondió llevando su mano derecha hasta la cabeza de su esposo, sosteniendo su cuerpo con la izquierda.La forma que él bajaba por su cuerpo, la tenía no solo deseosa, sino también húmeda, ni siquiera con el padre de su hija, ella sintió ese tipo de deseo, como el que Jeremy despertaba con sus labios, sobre sus senos.Primero lamió uno y luego el otro para luego seguir por su camino escrutador hasta su vientre, en el cual todavía podía adivinarse cierto abultamiento y aquello le recordó algo en lo que en medio de su excitación no había reparado.— Eva… no podemos, todavía te falta un poco más de una semana para terminar tu cuarentena ¿Y si algo te sucede?—Pero… — ella trató de rebatir, pero era cierto que le faltaba un poco más de una semana
Nuevamente, volvía a despertar con esa sensación de ausencia, buscaba un cuerpo caliente al lado y únicamente encontraba el hueco vacío y frío que dejaba Jeremy. Eva volvió a encontrarse desayunando sola en el enorme comedor, y pasando el resto del día con la única compañía de las personas del servicio, la niñera y sus hijos.Tras el encuentro en la empresa de su esposo. Él parecía huir cada vez más de estar a solas con ella. Pese a que le había dicho que debería visitarlo más en la oficina y haberlo hecho un par de veces más, No se volvió a repetir lo ocurrido, él actuó de forma muy distinta, con distancia y alegando tener mucho trabajo ese día.Eva no sabía qué hacer, por mucho que lo buscaba o mucho que trataba de establecer una conversación con su esposo. Jeremy encontraba toda clase de pretextos para evitar hablar con ella más de lo estrictamente necesario, parecía aferrarse a cualquier excusa para no tenerla cerca.Ni siquiera cuando se trataba de sus hijos ya le hacía caso, has
Jeremy jamás creyó que después de su trato, eso saldría tan bien, se había casado principalmente para que su hijo tuviera una madre, pero sobre todo, para castigarse, ahora lo veía, condenarse a no volverá amar jamás, porque ¿Qué persona se enamora de alguien con quien pacta un matrimonio de conveniencia?Era demasiado pronto para ponerle a aquello que él sentía la palabra amor, pero no lo era para asegurar que deseaba aquella mujer con todas sus fuerzas, que disfrutaba de su compañía y además fantaseaba con ella a cada rato, teniendo que aliviar a menudo a solas una erección de fácil endurecimiento constante.— Eva, es muy tarde, ¿Qué haces despierta?— preguntó llevando las manos por su cuerpo, amoldándose a sus curvas.—Estaba esperándote...— le respondió con voz suave, pero cargada de un delicioso erotismo que más que escucharlo parecía adentrarse en sus oídos y acariciar su conducto auditivo.Eva no desistiría a menos que él la rechazara de manera tajante, pero las manos de Jeremy
Los dedos de Jeremy bajaron hasta el lugar donde la humedad se hacía más presente, resistiendo la enorme tentación de penetrarla, teniendo que recordarse mentalmente que su esposa aún no estaba preparada para recibirlo, ni siquiera sus dedos, no debía hacerlo hasta que un médico les diera su aprobación, así que solo los humedeció y volvió a buscar ese botoncito de placer que había estimulado con su lengua una semana atrás.— Ahhh joder Eva…— gimió intentando controlar el ferviente impulso de empujarse en su boca, se había dado cuenta de que a pesar de no ser la primera vez que hacía aquello, porque tenía cierta destreza, no era muy habitual y sería incapaz de mantenerlo completamente en su boca sin ahogarse, aun así cerró los dedos de su otra mano en el cabello de Eva guiándola a un ritmo más rápido, el que su cuerpo necesitaba y ansiaba.Eva dejó que él tomara el ritmo, si bien no era la primera vez que ella hacía algo así, si era la primera vez que lo hacía por voluntad propia, que
"Cuenta una leyenda alemana que dos enamorados recorrían las orillas del Danubio una tarde cualquiera; en un momento de distracción, la joven contempló una bella flor en el agua, y le rogó a su amado que se la llevara. El joven dispuesto a cualquier cosa por el amor de su amada, se lanzó al agua sin pensarlo y recogió la flor. En un momento, el joven, que se había precipitado al agua, comenzó a perder el control y se hundió en el agua, empujado por el peso de su armadura. Justo antes de morir, este le pudo entregar la flor a su amada, gritándole “Vergiß mich nicht” (No me olvides)."Jeremy caminaba por el cementerio con un ramo de las pequeñas flores, no me olvides en las manos, no se dirigió a una lujosa tumba, tal y como le correspondería a su difunta esposa, solo a una de las paredes de nichos.Marie Goodman 1994-2022Era lo único que se podía leer sobre su tumba, le hubiera gustado escribir una de aquellas frases tan clichés "Amada esposa y madre" o tal vez algo mucho más elaborad
Media hora después, el señor Duncan abandonaba el cementerio subido en su BMW mientras marcaba el número de su actual esposa para llamarla y saber cómo le había ido la revisión médica, había sido un suplicio esperar a que cumpliera la cuarentena.— ¿Ya terminaste tu visita al ginecólogo?— preguntó esperanzado.Si había algo que deseaba era estar con ella, sellar por fin su matrimonio, como todos lo hacen en la noche de bodas, aunque la suya hubiera tardado cuarenta días en producirse y fuera a ser justo en casa de sus padres, como cuando era adolescente y metía a escondidas a sus conquistas.Sonrió ante ese pensamiento y sintió mariposas revoloteando en el estómago al escuchar la voz de su esposa al otro lado de la línea.La noche anterior había obrado un cambio tanto en Jeremy como en la misma Eva, Jeremy pospuso el viaje un par de horas más tarde, insistiendo en que fuera a ver al ginecólogo, por supuesto que ella no se iba a hacer del rogar, le interesaba tanto como a el saber si y
— Pero señor, sería mejor que yo los acompañe por si los niños se ponen nerviosos y… — intentó protestar Anahí quién veía como la cercanía que había ganado con su jefe cada vez que intentaba saber algo de los niños se estaba esfumando sin que fuera capaz de resolverlo.No sabía por qué, pero le había parecido que ese hombre evitaba a su esposa, ella pensaba aprovecharse de ello al darse cuenta de que el señor Duncan prefería que ella fuera quién le diera información de los bebés, pero de la noche a la mañana todo estaba cambiando y el matrimonio se volvía cada vez más cercano ante sus ojos sin que fuera capaz de evitarlo.— No será necesario, su madre y yo podemos hacernos cargo de ellos, no voy a conducir, así que usted va en el otro coche, necesitamos un poco de intimidad — la cortó Jeremy antes de dejarla terminar de hablar para luego sonreírle a su esposa.Le hizo la señal a uno de sus hombres para que metiera dentro del coche los portabebés donde sus hijos permanecían dormidos, m