Media hora después, el señor Duncan abandonaba el cementerio subido en su BMW mientras marcaba el número de su actual esposa para llamarla y saber cómo le había ido la revisión médica, había sido un suplicio esperar a que cumpliera la cuarentena.— ¿Ya terminaste tu visita al ginecólogo?— preguntó esperanzado.Si había algo que deseaba era estar con ella, sellar por fin su matrimonio, como todos lo hacen en la noche de bodas, aunque la suya hubiera tardado cuarenta días en producirse y fuera a ser justo en casa de sus padres, como cuando era adolescente y metía a escondidas a sus conquistas.Sonrió ante ese pensamiento y sintió mariposas revoloteando en el estómago al escuchar la voz de su esposa al otro lado de la línea.La noche anterior había obrado un cambio tanto en Jeremy como en la misma Eva, Jeremy pospuso el viaje un par de horas más tarde, insistiendo en que fuera a ver al ginecólogo, por supuesto que ella no se iba a hacer del rogar, le interesaba tanto como a el saber si y
— Pero señor, sería mejor que yo los acompañe por si los niños se ponen nerviosos y… — intentó protestar Anahí quién veía como la cercanía que había ganado con su jefe cada vez que intentaba saber algo de los niños se estaba esfumando sin que fuera capaz de resolverlo.No sabía por qué, pero le había parecido que ese hombre evitaba a su esposa, ella pensaba aprovecharse de ello al darse cuenta de que el señor Duncan prefería que ella fuera quién le diera información de los bebés, pero de la noche a la mañana todo estaba cambiando y el matrimonio se volvía cada vez más cercano ante sus ojos sin que fuera capaz de evitarlo.— No será necesario, su madre y yo podemos hacernos cargo de ellos, no voy a conducir, así que usted va en el otro coche, necesitamos un poco de intimidad — la cortó Jeremy antes de dejarla terminar de hablar para luego sonreírle a su esposa.Le hizo la señal a uno de sus hombres para que metiera dentro del coche los portabebés donde sus hijos permanecían dormidos, m
Jeremy fue incapaz de resistirse y la besó con dulzura, obligándose a parar solo para seguir hablando.Eva respondió a ese beso, enredando sus brazos alrededor de su cuello de su esposo, entregándose a sus labios a esa forma que tenía de adueñarse de su voluntad, y de sus pensamientos.Casi suelta un pequeño gemido, cuando él se alejó de ella tras besarla.— Tampoco nunca les dije su nombre, así que lo único que deberás fingir es que nuestra relación inició hace años, nada más.—Eso no será difícil, siento que te conozco de años— respondió rozando su nariz con la de Jeremy.—Dime ¿Dónde es que tú y la madre de Airon se conocieron? Necesito saberlo, así podré responder las preguntas de tus padres si llegan a hacerlo.— Nos conocimos en París, ella era vendedora de seguros y yo la estuve entreteniendo como si pudiera comprarle alguno — Jeremy sonrío por ese recuerdo — Se enojó mucho al enterarse de que era americano, ya que no es por presumir, pero hablo muy bien el francés.Jeremy no po
Jeremy se quedó sorprendido al ver como su madre había creído que la niñera era su esposa, por unos segundos se paralizó sin saber qué decir o cómo sacarla de su equivocación mientras ella seguía elogiando a esa mujer.— Madre… Madre… — la llamó delicadamente, pero ella no pareció hacerle caso, así que hizo algo que jamás había hecho —¡Madre!— gritó de nuevo, esta vez levantando la voz para ser escuchado.—¿Jeremy, qué son esos modales?— preguntó su madre indignada mientras lo observaba con expresión severa, ya que aquello le pareció una terrible falta de modales y de muy mal gusto — ¿Qué va a pensar esta mujer tan hermosa que te buscaste? Que no te supe educar.— No, no sé lo que va a opinar Anahí, la niñera — remarcó lo último para que su madre se enterara de que estaba metiendo la pata hasta el fondo.La señora Agnes Duncan se sonrojó visiblemente mientras observaba a su hijo atraer a su verdadera esposa, la cual llevaba a uno de los bebés en brazos.Eva jamás creyó sentirse tan me
Eva se acomodó en los brazos de su esposo, no importaba si no le caía bien a sus suegros. Jeremy la quería y eso era lo único que tenía sentido para ella en ese instante, lo único que era capaz de afectarle o de preocuparle.La niñera abrió la boca para decir algo, pero al final decidió no hacerlo, solo asintió, los observó a todos con envidia y decidió marcharse de allí comiéndose su molestia por no poder quedarse.Eva no dijo nada, pero no pasó desapercibida la forma que la niñera se le quedó viendo a todos, en especial a ella, como si le hubiera hecho algo, en ese momento agradeció que las miradas no mataran porque si no sabía que estaría ardiendo en ese mismo momento. Esa mujer le traería problemas si no tenía cuidado.—— murmuró ella, cerrando los ojos, embriagándose por la calidez que su esposo le proporcionaba y esa cercanía de su cuerpo que le era tan necesaria. Levantaba la sensación que teniéndolo así nada malo podía ocurrirle, jamás se había sentido protegida por ningún hom
Los nervios la tenían ansiosa y con la piel erizada o tal vez la cercanía de su esposo era la que le provocaba esa sensación, la que hacía que toda ella estuviera receptiva para lo que vendría, simplemente necesita echarse atrás para sentirlo a su espalda y notar ese calor de su cuerpo reconfortándola, haciéndole saber que estaba con ella, que todo estaba bien.Eva abrió los ojos en el instante en que Jeremy se lo indicó. Lo primero que observó e hizo que su corazón se acelerara más, era ese camino de pétalos de flores rojas que adornaba la entrada, guiándola a saber a dónde, perdiéndose en el interior de la casa, no importaba donde fuera, ella iría sin dudarlo si era al lado de ese hombre.No dudó en buscar su mirada, para ver qué él sonreía asintiendo. Era el inicio de la sorpresa.Decir que Eva no estaba contenta y feliz era mentir, sobre todo al ser la primera vez que alguien hacía algo especial para ella.Entrelazó sus dedos con los de él y caminó sin soltarlo por encima de los p
—Vas a ser mi mesa— Aseguró Jeremy con la voz afectada, ronca por la excitación, contenido ante sus deseos, intentando tomarlo con calma.A medida que él iba depositando comida sobre la piel canela de su hermosa esposa, besaba, lamía y hasta arañaba levemente su cuerpo con los dientes. Le gustaba acariciar sus piernas torneadas y ver como se estremecía ante su contacto y es que desde el día en que probó la miel de su intimidad en la oficina. Podía decir que su sonido favorito en el mundo eran los gemidos de Eva y por eso todo lo que hacía pretendía eso, hacerla gemir, escucharla nuevamente, premiarlo con esa respiración acelerada y esos lascivos sonidos que podrían conseguir cualquier cosa de él.— No te muevas o vamos a poner la cama pérdida.Se apartó solo un momento para ponerse de pie y observarla, hermosa y llena de pequeños bocaditos que pretendía comer a medida que la saboreaba también a ella, pero necesitaba mucho más que solo besarla o acariciarla. Quería su cuerpo contra el
Jeremy no podía negarse más lo que necesitaba, no podía aguantar ni un segundo sin tomar lo que era suyo, sin consumar su matrimonio y por fin unirse con su esposa y a la vez darse a ella como tanto había fantaseado durante más de un mes.A pesar de las ganas que tenía de estar con ella, no podía evitar que su corazón se acelerara como el de un puberto inexperto ante la expectativa de lo que iba a suceder, con cierto miedo a no saber satisfacerla o que la química no surgiera entre ellos.Bajó los dedos en busca del lugar donde se creaba esa humedad y hundió dos dedos como tanto había deseado hacer, gimiendo por la sensación envolvente y húmeda, por el gesto de su rostro, por esos labios entreabiertos que lo tentaban a besarla, a saborearlos, a hacerle saber que también le pertenecían. Del mismo modo en que lo hacía todo su cuerpo.— Jeremy…— intentó hablar ella, no podía esperar más, lo atrajo sobre su cuerpo en un intento de hacerle entender que debía dejar de jugar, que no era sufic