Jeremy no podía negarse más lo que necesitaba, no podía aguantar ni un segundo sin tomar lo que era suyo, sin consumar su matrimonio y por fin unirse con su esposa y a la vez darse a ella como tanto había fantaseado durante más de un mes.A pesar de las ganas que tenía de estar con ella, no podía evitar que su corazón se acelerara como el de un puberto inexperto ante la expectativa de lo que iba a suceder, con cierto miedo a no saber satisfacerla o que la química no surgiera entre ellos.Bajó los dedos en busca del lugar donde se creaba esa humedad y hundió dos dedos como tanto había deseado hacer, gimiendo por la sensación envolvente y húmeda, por el gesto de su rostro, por esos labios entreabiertos que lo tentaban a besarla, a saborearlos, a hacerle saber que también le pertenecían. Del mismo modo en que lo hacía todo su cuerpo.— Jeremy…— intentó hablar ella, no podía esperar más, lo atrajo sobre su cuerpo en un intento de hacerle entender que debía dejar de jugar, que no era sufic
El interior de Eva se contrajo en múltiples espasmos producto del orgasmo que la recorría, estremeciéndose en los brazos de Jeremy, arrastrándolo con ella a su propia culminación, haciendo que se sintiera completamente plena al notar ese calor llenarla que la hizo gemir de nuevo.— Eva… — gimió su nombre con voz ronca y afectada por la excitación mientras embestía una última vez en su interior, sintiendo como se derramaba en ella, como se corría llenándola con su esencia y aun así no pudo frenar el movimiento de sus caderas, embistiendo sin parar hasta sentirse completamente vacío, no solo por el placer del acto, sino por la necesidad de posesión, de saberla completamente suya.Se dejó caer sobre el cuerpo de su esposa para llenar su escote y cuello de besos, acariciando con los labios cada rojez que había provocado al marcarla, sabiendo que cada vez que viera esas señales recordaría que era suya, que le pertenecía.Eva estaba tan superada por ese momento, no solo por el placer que ha
Jeremy atrajo a esa mujer que lo volvía completamente loco sobre su cuerpo, sin dejar de acariciarle la piel en el proceso, se sentía tan bien teniéndola así, que podría estar una vida entera sin pensar en nada más que en lo bien que estaba con el calor que Eva le prestaba, con la calidez de su contacto, con su aliento caliente y afrutado sobre la piel y esos dedos largos y delicados con los que, más que acariciarlo, parecía querer despertar todo su cuerpo, querer hacerse tan inolvidable para él que no pudiera vivir sin sus caricias, que no pudiera alejarse de ella.— Pretendía que esto fuera una cita romántica — aseguró Jeremy algo avergonzado por no haber sabido contenerse y alargar un poco más el momento de la cena.Habló suave contra los labios de su esposa una vez que esta lo buscó para besarlo, intentando sin éxito contenerse.No podía negarse, le sería completamente imposible, ya que su boca era el único lugar donde encontraba reposo a la necesidad de saborearla. Llevó una mano
Agnes estaba muy molesta por el ridículo que había hecho al conocer a su nuera. Debía aceptar que aquella mujer no le parecía suficiente para su hijo, él estaba a un nivel superior al de ella y no es que Agnes juzgara a nadie por su nacionalidad, pero había cierta elegancia, cierto porte que no se aprendía, que se llevaba en los genes y adquiría desde la cuna y esa mujer no tenía.Pero le gustara o no, Eva era su nuera, la madre de sus dos nietos, así que ella no podía objetar nada a la elección de Jeremy, sobre todo porque vivían lejos, se veían poco y lo peor era que le había ocultado esa relación durante años.Estaba segura de que con su comportamiento solo ayudó a que su hijo se reafirmara en su decisión de mantener a su esposa protegida de ellos y eso no le molestaría tanto si no se extendiera a esos dos pequeños a los que sin duda quería ver crecer. Y no un par de veces al año, pretendía formar parte activa de su vida.— ¿Crees que Eva se acuerde todavía mañana de lo sucedido?—
— De mucho, muchísimo dinero, señorita Cisneros, puedo darle lo que quiera si satisface mi curiosidad— aseguró Agnes fijando su mirada en la de la joven y guapísima niñera, tanto que la disgustaba.Había aprendido a odiar tener mujeres demasiado atractivas cerca, al menos que no estuvieran casadas con hombres tan adinerados como el suyo, y ella era exactamente el tipo de fémina que odiaba estuviera en su hogar.Anahí tomó una de las pastas y comió, al menos eso la ayudaría con el amargor que el té había dejado en su boca, y la tensión que sentía entre aquella señora y ella, parecía que la examinaba todo el tiempo, que se esforzaba por parecer agradable, pero por algún motivo no le gustaba su presencia, masticó tranquila y luego se limpió delicadamente con la servilleta.Tal vez esa mujer podía ayudarla a acercarse a Jeremy porque él era su objetivo, al principio, cuando lo conoció solo se le antojó la idea de meterse en la cama de su patrón, del mismo modo en que se había metido en la
—Así mi amor no pares— gimió Eva triunfante por haber conseguido tentarlo una vez más.Se agarraba al borde del Jacuzzi mientras Jeremy se aferraba a sus caderas, empujándose en su interior con fuerza, gimiendo ronco contra su cuello por la sensación húmeda y apretada. Por cómo se sentía resbalar en su interior y ese calor acogedor que lo envolvía y se adaptaba placenteramente a su grosor.Él ni siquiera entendía cómo era que estaban volviendo a follar, su intención al meterse en el agua era relajarse y mimarse mutuamente, acariciar y besar la suave piel de su esposa, beberse juntos esa botella de champagne que se estaba quedando templada en la otra orilla del jacuzzi y conversar hasta altas horas de la madrugada, definitivamente, todas las mujeres reclamaban tras el sexo.Pero para Jeremy era completamente imposible e impensable no excitarse cuando ella empezó a provocarlo, moviendo las caderas de forma circular sobre él, invitándole a tomarla nuevamente y esa voz seductora en su oíd
En otras circunstancias, sería completamente impensable para Eva alejarse de la cama que compartía con Jeremy.Los recuerdos de lo sucedido entre ellos horas atrás, llegaron como una ola furiosa al romperse en el rompeolas en una noche de tormenta, calentado de nuevo su cuerpo, estremeciendo por completo su piel, colocándola en una sería encrucijada ante el hecho de seguir disfrutando de esa noche como una mujer enamorada junto a su hombre o su deseo de madre por tener a sus dos bebés con ella.Por un momento se debatió sobre lo que debía hacer. No había que luchar, ella sabía perfectamente qué le apetecía y que necesitaba, una cosa no estaba reñida con la otra y su instinto maternal hacía que no pudiera desprenderse mucho rato de sus hijos.Podría seguir disfrutando de los labios de Jeremy con sus bebés cerca de ella.Así que salió con cuidado de la cama, muy despacito, sin hacer ruido. Colocándose una bonita bata de seda sobre su cuerpo desnudo y dejando un pequeño beso en los labio
— Está bien… tienes razón, son tus hijos — la expresión de Agnes se dulcificó y una suave sonrisa se dibujó en su rostro al levantarse de la mecedora y con gran pesar entregarle a Eva a la bebé que tenía dormida en los brazos — Supongo que mañana podré cuidarlos otro rato.La señora Duncan se acercó a la cuna donde descansaba el pequeño Airon y se besó los dedos para llevarlos a la pequeña frente del bebé en una hermosa y muy dulce muestra de cariño.— Buenas noches, pequeño, nos vemos mañana.— tras decir aquello, la abuela de los niños salió de la habitación, no sin antes hecha una intensa mirada a Eva de esas que podían congelar a cualquiera.—Hasta mañana, descansen y gracias por cuidarlos.— respondió ella, aunque no recibió ninguna palabra más de vuelta.La mirada que le había dedicado su suegra la hizo estremecer, le quedaba claro que no podía tomar a la ligera nada que tuviera que ver con la señora. Pero ya se preocuparía de eso más tarde, en ese instante lo importante era lleva