Los nervios la tenían ansiosa y con la piel erizada o tal vez la cercanía de su esposo era la que le provocaba esa sensación, la que hacía que toda ella estuviera receptiva para lo que vendría, simplemente necesita echarse atrás para sentirlo a su espalda y notar ese calor de su cuerpo reconfortándola, haciéndole saber que estaba con ella, que todo estaba bien.Eva abrió los ojos en el instante en que Jeremy se lo indicó. Lo primero que observó e hizo que su corazón se acelerara más, era ese camino de pétalos de flores rojas que adornaba la entrada, guiándola a saber a dónde, perdiéndose en el interior de la casa, no importaba donde fuera, ella iría sin dudarlo si era al lado de ese hombre.No dudó en buscar su mirada, para ver qué él sonreía asintiendo. Era el inicio de la sorpresa.Decir que Eva no estaba contenta y feliz era mentir, sobre todo al ser la primera vez que alguien hacía algo especial para ella.Entrelazó sus dedos con los de él y caminó sin soltarlo por encima de los p
—Vas a ser mi mesa— Aseguró Jeremy con la voz afectada, ronca por la excitación, contenido ante sus deseos, intentando tomarlo con calma.A medida que él iba depositando comida sobre la piel canela de su hermosa esposa, besaba, lamía y hasta arañaba levemente su cuerpo con los dientes. Le gustaba acariciar sus piernas torneadas y ver como se estremecía ante su contacto y es que desde el día en que probó la miel de su intimidad en la oficina. Podía decir que su sonido favorito en el mundo eran los gemidos de Eva y por eso todo lo que hacía pretendía eso, hacerla gemir, escucharla nuevamente, premiarlo con esa respiración acelerada y esos lascivos sonidos que podrían conseguir cualquier cosa de él.— No te muevas o vamos a poner la cama pérdida.Se apartó solo un momento para ponerse de pie y observarla, hermosa y llena de pequeños bocaditos que pretendía comer a medida que la saboreaba también a ella, pero necesitaba mucho más que solo besarla o acariciarla. Quería su cuerpo contra el
Jeremy no podía negarse más lo que necesitaba, no podía aguantar ni un segundo sin tomar lo que era suyo, sin consumar su matrimonio y por fin unirse con su esposa y a la vez darse a ella como tanto había fantaseado durante más de un mes.A pesar de las ganas que tenía de estar con ella, no podía evitar que su corazón se acelerara como el de un puberto inexperto ante la expectativa de lo que iba a suceder, con cierto miedo a no saber satisfacerla o que la química no surgiera entre ellos.Bajó los dedos en busca del lugar donde se creaba esa humedad y hundió dos dedos como tanto había deseado hacer, gimiendo por la sensación envolvente y húmeda, por el gesto de su rostro, por esos labios entreabiertos que lo tentaban a besarla, a saborearlos, a hacerle saber que también le pertenecían. Del mismo modo en que lo hacía todo su cuerpo.— Jeremy…— intentó hablar ella, no podía esperar más, lo atrajo sobre su cuerpo en un intento de hacerle entender que debía dejar de jugar, que no era sufic
El interior de Eva se contrajo en múltiples espasmos producto del orgasmo que la recorría, estremeciéndose en los brazos de Jeremy, arrastrándolo con ella a su propia culminación, haciendo que se sintiera completamente plena al notar ese calor llenarla que la hizo gemir de nuevo.— Eva… — gimió su nombre con voz ronca y afectada por la excitación mientras embestía una última vez en su interior, sintiendo como se derramaba en ella, como se corría llenándola con su esencia y aun así no pudo frenar el movimiento de sus caderas, embistiendo sin parar hasta sentirse completamente vacío, no solo por el placer del acto, sino por la necesidad de posesión, de saberla completamente suya.Se dejó caer sobre el cuerpo de su esposa para llenar su escote y cuello de besos, acariciando con los labios cada rojez que había provocado al marcarla, sabiendo que cada vez que viera esas señales recordaría que era suya, que le pertenecía.Eva estaba tan superada por ese momento, no solo por el placer que ha
Jeremy atrajo a esa mujer que lo volvía completamente loco sobre su cuerpo, sin dejar de acariciarle la piel en el proceso, se sentía tan bien teniéndola así, que podría estar una vida entera sin pensar en nada más que en lo bien que estaba con el calor que Eva le prestaba, con la calidez de su contacto, con su aliento caliente y afrutado sobre la piel y esos dedos largos y delicados con los que, más que acariciarlo, parecía querer despertar todo su cuerpo, querer hacerse tan inolvidable para él que no pudiera vivir sin sus caricias, que no pudiera alejarse de ella.— Pretendía que esto fuera una cita romántica — aseguró Jeremy algo avergonzado por no haber sabido contenerse y alargar un poco más el momento de la cena.Habló suave contra los labios de su esposa una vez que esta lo buscó para besarlo, intentando sin éxito contenerse.No podía negarse, le sería completamente imposible, ya que su boca era el único lugar donde encontraba reposo a la necesidad de saborearla. Llevó una mano
Agnes estaba muy molesta por el ridículo que había hecho al conocer a su nuera. Debía aceptar que aquella mujer no le parecía suficiente para su hijo, él estaba a un nivel superior al de ella y no es que Agnes juzgara a nadie por su nacionalidad, pero había cierta elegancia, cierto porte que no se aprendía, que se llevaba en los genes y adquiría desde la cuna y esa mujer no tenía.Pero le gustara o no, Eva era su nuera, la madre de sus dos nietos, así que ella no podía objetar nada a la elección de Jeremy, sobre todo porque vivían lejos, se veían poco y lo peor era que le había ocultado esa relación durante años.Estaba segura de que con su comportamiento solo ayudó a que su hijo se reafirmara en su decisión de mantener a su esposa protegida de ellos y eso no le molestaría tanto si no se extendiera a esos dos pequeños a los que sin duda quería ver crecer. Y no un par de veces al año, pretendía formar parte activa de su vida.— ¿Crees que Eva se acuerde todavía mañana de lo sucedido?—
— De mucho, muchísimo dinero, señorita Cisneros, puedo darle lo que quiera si satisface mi curiosidad— aseguró Agnes fijando su mirada en la de la joven y guapísima niñera, tanto que la disgustaba.Había aprendido a odiar tener mujeres demasiado atractivas cerca, al menos que no estuvieran casadas con hombres tan adinerados como el suyo, y ella era exactamente el tipo de fémina que odiaba estuviera en su hogar.Anahí tomó una de las pastas y comió, al menos eso la ayudaría con el amargor que el té había dejado en su boca, y la tensión que sentía entre aquella señora y ella, parecía que la examinaba todo el tiempo, que se esforzaba por parecer agradable, pero por algún motivo no le gustaba su presencia, masticó tranquila y luego se limpió delicadamente con la servilleta.Tal vez esa mujer podía ayudarla a acercarse a Jeremy porque él era su objetivo, al principio, cuando lo conoció solo se le antojó la idea de meterse en la cama de su patrón, del mismo modo en que se había metido en la
—Así mi amor no pares— gimió Eva triunfante por haber conseguido tentarlo una vez más.Se agarraba al borde del Jacuzzi mientras Jeremy se aferraba a sus caderas, empujándose en su interior con fuerza, gimiendo ronco contra su cuello por la sensación húmeda y apretada. Por cómo se sentía resbalar en su interior y ese calor acogedor que lo envolvía y se adaptaba placenteramente a su grosor.Él ni siquiera entendía cómo era que estaban volviendo a follar, su intención al meterse en el agua era relajarse y mimarse mutuamente, acariciar y besar la suave piel de su esposa, beberse juntos esa botella de champagne que se estaba quedando templada en la otra orilla del jacuzzi y conversar hasta altas horas de la madrugada, definitivamente, todas las mujeres reclamaban tras el sexo.Pero para Jeremy era completamente imposible e impensable no excitarse cuando ella empezó a provocarlo, moviendo las caderas de forma circular sobre él, invitándole a tomarla nuevamente y esa voz seductora en su oíd