Es el día de la fiesta de compromiso de mi esposo y decido asistir con ayuda de Gianna, la esposa de Otto quien me transformo casi en otra persona me consiguió una peluca rubia para la ocasión, unas lentillas verdes, así como el atuendo que llevaré.
Hemos decidido que de entre todos mis hombres llevaré a Donato, entramos a la mansión Salvatore sin ningún problema, nos movemos entre la gente y actuamos como si fuésemos una pareja, por mi parte es fácil, pero para Donato es incómodo tratar a su señora así (aunque a todos les he dicho que ya no soy más su señora y que ahora todos somos una familia, ellos se niegan hasta cierto punto a cambiar su forma de verme).
Después de un rato deambulando por el lugar anuncian que los novios se presentarán para dar inicio con la fiesta de compromiso, nos acercamos un poco para no ser reconocidos y mi corazón se detiene al observar al hombre que está junto con Maritza, es él, no hay duda es mi Massimo y unas cuantas lágrimas escapan de mis ojos, Donato por su parte me da un abrazo para ocultar mi cara y que nadie se dé cuenta de lo que me sucede.
Y justo como dijeron Otto y su esposa, este Massimo se ve raro como si no fuese él, no parece la misma persona de antaño. Lo observo y me doy cuenta de que sus ojos no demuestran amor por la mujer que tiene en frente, en cambio ella se deleita viéndolo, tocándolo y por último besándolo, no lo soporto más y estoy a punto de ir hacia ellos y desenmascararlos, pero Donato me detiene.
—No señora, no tenemos oportunidad de escapar de aquí, sólo estamos usted y yo, no puedo permitir que algo le suceda, hay que pensar las cosas con calma y ver que haremos con esa mujer. —Y señala con un gesto hacia Maritza, sus palabras me han tranquilizado, pero aun así estoy desesperada por ir con mi esposo y exigirle que me cuente que sucedió exactamente hace un año y por qué nos abandonó a sus hijos y a mí.
Luciano
Después del anuncio de nuestro compromiso algunas personas se acercan a felicitarnos y por fin vuelvo a ver a la misteriosa mujer de hace un momento, ésta sale al jardín dejando a su acompañante, me disculpo con los invitados diciendo que necesito fumar un rato y salgo al jardín en busca de esa mujer.
Después de un rato la veo un poco escondida entre unos arbustos, ella escucha mis pasos y se gira, al verme abre sus ojos por la sorpresa y después se voltea intentando huir de mí.
—Espere señorita. —La alcanzó y la tomó por el brazo, puedo oler una fragancia con un toque de cerezas y siento como si mi mente tratase de traer recuerdos olvidados, pero me es imposible.
—Dígame, ¿en qué le puedo ayudar? —escucho esa melodiosa voz y siento como si una descarga eléctrica recorriese todo mi cuerpo, anhelando estar más cerca de ella.
—¡Lo siento!, ¿nos conocemos? —Su mirada muestra un poco de tristeza cuando pregunto esto, pero sólo dura una fracción de segundo para después mostrarse indiferente, por lo que no estoy seguro si vi un rastro de tristeza o lo imaginé.
—No lo creo señor, ahora si me disculpa ¿podría soltarme por favor?, mi acompañante me debe estar buscando. —La ignoro por completo y al contrario me acerco más a ella y lentamente quito su antifaz, aunque trata de impedírmelo soy más rápido que ella y me doy cuenta de que la mujer detrás del antifaz es con la que he soñado todo este tiempo y, es la misma que vi ayer por la mañana, solo que hoy trae lentillas verdes y su cabellera es rubia.
—La recuerdo, ayer la vi, sólo que lucía muy diferente a como luce hoy —le digo, mientras miro su pequeña boca y me siento tentado en besarla cuando escucho que alguien se acerca.
—Lucrecia que bueno que te encuentro, es momento de retirarnos. —Me doy la vuelta y veo que es su acompañante, ella aprovecha la oportunidad y se aleja rápidamente de mí para irse con ese hombre, no sé porque, pero me molesta la forma en que veo como éste la rodea con su brazo para salir de este lugar, pero al menos ahora sé que se llama Lucrecia y deseo averiguar más sobre ella.
¿Por qué Massimo no recuerda a Lilibeth?
Lilibeth Después de que hacen el anuncio de su compromiso salgo al jardín para tomar un poco de aire y poder despejar mi cabeza, cuando estoy preguntándome que fue exactamente lo que sucedió hace un año escucho unos pasos, me giro y veo a Massimo, intento huir de él, pero me es imposible, me toma por el brazo frustrando mi huida. Cuando pregunta si nos conocemos no puedo evitar sentir un dolor tan profundo, pero rápidamente lo oculto no quiero que se dé cuenta de quien soy hasta que sea seguro para ambos, por lo que niego conocerlo. También me hace saber que me vio ayer, mientras entraba a la cafetería de Otto, esto provoca que tiemble de miedo, si él me vio es posible que cualquiera se haya percatado de mi aparición, debo salir inmediatamente de aquí para no exponernos frente a todos, pero él no me dejará ir tan fácilmente y cuando estoy comenzando a desesperarme aparece Donato y me saca de aquí. —Señora lo lamento, pero Maritza estaba buscando al señor Massimo, no podía dejar qu
—¡Buenas noches, señora Carluccio!, ¿a qué debo el honor de su visita? —inquiere, me gusta que no se ande con rodeos por lo que puedo ser totalmente franca desde el principio. —¡Buenas noches, señor Lombardi!, ahora me llamo Lucrecia Montemayor, usted me entiende es por seguridad, para ser sincera quiero pedir su ayuda —en cuanto escucha esto suelta una sonora carcajada, yo por mi parte permanezco impasible a la espera de que diga algo. —Muy inteligente por su parte, ¿qué tipo de ayuda? Para serle sincero, me parece extraño que acuda a mí después de lo que sucedió hace más de un año. —Muda su expresión por una de profundo dolor. —Quiero que me cuente si sabe algo sobre Luciano De Angelis o mejor dicho Massimo Carluccio. —No parece nada sorprendido al mencionarle esto por lo que supongo que sabe algo. —Señora, ¿qué beneficio obtengo al proporcionarle esta información? —Sabía que pediría algo, así que he venido preparada. —Tengo información sobre el asesinato de su hijo Renzo Lombar
Luciano Estoy en el antro El bajo mundo con un amigo, cuando veo pasar a la mujer del otro día, hoy se ve sumamente hermosa con ese pantalón negro formal, un corsé dorado y un saco beige, parece toda una mujer de negocios, nunca pensé en encontrarla aquí, estoy por pararme e ir detrás de ella, pero veo que lleva prisa y se dirige hacia donde está el dueño del lugar; no lo conozco pero sé que puede ser un hombre demasiado cruel según lo que Maritza me ha contado, a mi prometida no le gusta venir a este lugar debido a su dueño, yo por mi parte disfruto mi estadía aquí, todos los trabajadores son realmente muy atentos conmigo. Después de cerca de una hora ella sale del lugar privado del dueño y para mi decepción se va rápidamente del antro sin siquiera poder acercarme a ella, espero poder volver a verla en los próximos días, pero sobre todo encontrarla a solas y no con el tipo que siempre la acompaña. Regreso a mi casa y encuentro a Maritza, ya acostada esperándome y por la forma en q
Lilibeth He recibido una llamada de Giuseppe Lombardi pidiendo que nos veamos hoy por la noche, creo que he logrado mi cometido y me proporcionará la ayuda que necesito. Como todo este tiempo lo hemos acordado, voy en compañía de Donato y otros hombres que se harán pasar por clientes para mayor protección mía. Llegamos al antro y al igual que la vez pasada sus hombres nos revisan para ver si tenemos armas, solo que esta vez saben lo que les espera si tratan de pasarse de listos conmigo, nos dejan pasar después de retirarnos las armas de Donato y nos encontramos frente a Giuseppe. —¡Buenas noches, señor Lombardi!, espero que ya tenga una respuesta sobre la propuesta que le hice. —Nos damos la mano y luego tomamos asiento. —¡Buenas noches, señora!, la verdad es que lo he pensado bastante y además de la información sobre el asesinato de mi hijo me gustaría pedirle otra cosa, si usted acepta yo le proporcionaré una casa de seguridad para usted y su familia con mis mejores hombres para
Luciano Estoy nuevamente en el antro El bajo mundo bebiendo un whisky, cuando escucho como unos hombres detrás de mí, comienzan a hablar sobre una mujer que está sola bebiendo en la barra y apostando sobre quién será el afortunado de llevársela a la cama, sólo por curiosidad posó mi mirada en la misma dirección que ellos, veo a una mujer que está de pie quitándose su abrigo, al principio la veo como cualquier mujer de las que acostumbran a venir aquí, pero cuando se gira un poco saludando a alguien me quedo sin habla y sin poder pensar con claridad. Se trata de Lucrecia, la cual lleva un vestido verde esmeralda corto de lentejuelas que se ajusta a su cuerpo como una segunda piel, la parte trasera solo se amarra con unas tiras en la parte superior, dejando al descubierto toda su espalda desnuda en un escote que termina en la parte baja de ésta. Se levanta de su asiento y veo que se dirige hacia los sanitarios, por el rabillo del ojo veo que los dos tipos que hablaban de ella hace un
Lilibeth Me levanto para ir al baño, pero le informo a Donato y los demás que regresó pronto, de repente siento una mano sobre mi cintura y cuando estoy a punto de golpearlo me doy cuenta de que se trata de Massimo, nos saludamos, pero me doy cuenta de que acaricia mi espalda desnuda haciéndome sentir un deseo de ser poseída por este hombre que creía muerto desde hace tiempo y por un instante me pierdo en sus bellos ojos como solía hacerlo antes. Me espera mientras entró al baño y cuando me despido de él, sin previo aviso me acerca a él y me lleva a un cuarto que parece ser la bodega del antro, comienza a besarme haciendo que me pierda en mis recuerdos, desamarra mi vestido pero cuando pienso que ya ha tenido sexo con Maritza me invade asco de solo pensarlo dentro de ella y después dentro de mí, cuando lo encaró sobre su novia él me explica que no se ha acostado con ella pero no le creo, debe estarlo inventando para acostarse conmigo, sin embargo, cuando menciona su accidente y veo
Luciano En cuanto Lucrecia sale por esa puerta dejándome solo en esa bodega, siento un gran vacío que no logro explicar dado que tiene unos cuantos días de que la conozco y por raro que parezca siento que ya la extraño. Después de un buen rato salgo de esa bodega y no la encuentro por ningún lado por lo que me voy hacia mi casa o mejor dicho la casa de mi prometida; en cuanto llegó subo a mi habitación y me doy un baño recordando en todo momento el roce del cuerpo de Lucrecia contra el mío y con una sonrisa como de tonto salgo de la ducha, por suerte Maritza no se encuentra ya que salió a una comida de negocios y no quiero que me pregunté a qué se debe mi buen humor, me acuesto y después de unos diez minutos sin poder conciliar el sueño escucho como se abre la puerta de nuestra habitación seguido del sonido de unos tacones. —Amor ¿estás despierto? —La ignoró y finjo dormir, escucho como se acerca hasta mí y acaricia mi espalda desnuda. —¡Maldito seas Massimo!, ni aún después de ta
Fiel a mi palabra decido ir nuevamente al antro El bajo mundo con la esperanza de encontrarme con mi marido, pero al mismo tiempo me da miedo que Maritza nos descubra y todos mis planes se estropeen antes de poder vengarme de ella. Después de hablar un momento con el señor Lombardi sobre algunos documentos de los que necesito su ayuda, para descubrir a donde fueron a parar todos los desvíos que le hicieron a mi esposo y este prometerme que tanto su contador como su abogado me ayudarían, decido ir hacia la barra y pedir una bebida, cuando siento que una mano se posa sobre mi cintura de forma tan posesiva a como lo hacía Massimo, me giro para ver al dueño de esta y efectivamente se trata de él, se acerca hasta mi oído y me susurra. —Te he estado esperando todos estos días. —Luego muerde un poco el lóbulo de mi oreja, haciendo que pierda la razón y quiera arrojarme a sus brazos, sin embargo, la mirada de Palmieri me hace volver a mis cinco sentidos. —Aquí no señor De Angelis, alguien p