—¡Buenas noches, señora Carluccio!, ¿a qué debo el honor de su visita? —inquiere, me gusta que no se ande con rodeos por lo que puedo ser totalmente franca desde el principio. —¡Buenas noches, señor Lombardi!, ahora me llamo Lucrecia Montemayor, usted me entiende es por seguridad, para ser sincera quiero pedir su ayuda —en cuanto escucha esto suelta una sonora carcajada, yo por mi parte permanezco impasible a la espera de que diga algo. —Muy inteligente por su parte, ¿qué tipo de ayuda? Para serle sincero, me parece extraño que acuda a mí después de lo que sucedió hace más de un año. —Muda su expresión por una de profundo dolor. —Quiero que me cuente si sabe algo sobre Luciano De Angelis o mejor dicho Massimo Carluccio. —No parece nada sorprendido al mencionarle esto por lo que supongo que sabe algo. —Señora, ¿qué beneficio obtengo al proporcionarle esta información? —Sabía que pediría algo, así que he venido preparada. —Tengo información sobre el asesinato de su hijo Renzo Lombar
Luciano Estoy en el antro El bajo mundo con un amigo, cuando veo pasar a la mujer del otro día, hoy se ve sumamente hermosa con ese pantalón negro formal, un corsé dorado y un saco beige, parece toda una mujer de negocios, nunca pensé en encontrarla aquí, estoy por pararme e ir detrás de ella, pero veo que lleva prisa y se dirige hacia donde está el dueño del lugar; no lo conozco pero sé que puede ser un hombre demasiado cruel según lo que Maritza me ha contado, a mi prometida no le gusta venir a este lugar debido a su dueño, yo por mi parte disfruto mi estadía aquí, todos los trabajadores son realmente muy atentos conmigo. Después de cerca de una hora ella sale del lugar privado del dueño y para mi decepción se va rápidamente del antro sin siquiera poder acercarme a ella, espero poder volver a verla en los próximos días, pero sobre todo encontrarla a solas y no con el tipo que siempre la acompaña. Regreso a mi casa y encuentro a Maritza, ya acostada esperándome y por la forma en q
Lilibeth He recibido una llamada de Giuseppe Lombardi pidiendo que nos veamos hoy por la noche, creo que he logrado mi cometido y me proporcionará la ayuda que necesito. Como todo este tiempo lo hemos acordado, voy en compañía de Donato y otros hombres que se harán pasar por clientes para mayor protección mía. Llegamos al antro y al igual que la vez pasada sus hombres nos revisan para ver si tenemos armas, solo que esta vez saben lo que les espera si tratan de pasarse de listos conmigo, nos dejan pasar después de retirarnos las armas de Donato y nos encontramos frente a Giuseppe. —¡Buenas noches, señor Lombardi!, espero que ya tenga una respuesta sobre la propuesta que le hice. —Nos damos la mano y luego tomamos asiento. —¡Buenas noches, señora!, la verdad es que lo he pensado bastante y además de la información sobre el asesinato de mi hijo me gustaría pedirle otra cosa, si usted acepta yo le proporcionaré una casa de seguridad para usted y su familia con mis mejores hombres para
Luciano Estoy nuevamente en el antro El bajo mundo bebiendo un whisky, cuando escucho como unos hombres detrás de mí, comienzan a hablar sobre una mujer que está sola bebiendo en la barra y apostando sobre quién será el afortunado de llevársela a la cama, sólo por curiosidad posó mi mirada en la misma dirección que ellos, veo a una mujer que está de pie quitándose su abrigo, al principio la veo como cualquier mujer de las que acostumbran a venir aquí, pero cuando se gira un poco saludando a alguien me quedo sin habla y sin poder pensar con claridad. Se trata de Lucrecia, la cual lleva un vestido verde esmeralda corto de lentejuelas que se ajusta a su cuerpo como una segunda piel, la parte trasera solo se amarra con unas tiras en la parte superior, dejando al descubierto toda su espalda desnuda en un escote que termina en la parte baja de ésta. Se levanta de su asiento y veo que se dirige hacia los sanitarios, por el rabillo del ojo veo que los dos tipos que hablaban de ella hace un
Lilibeth Me levanto para ir al baño, pero le informo a Donato y los demás que regresó pronto, de repente siento una mano sobre mi cintura y cuando estoy a punto de golpearlo me doy cuenta de que se trata de Massimo, nos saludamos, pero me doy cuenta de que acaricia mi espalda desnuda haciéndome sentir un deseo de ser poseída por este hombre que creía muerto desde hace tiempo y por un instante me pierdo en sus bellos ojos como solía hacerlo antes. Me espera mientras entró al baño y cuando me despido de él, sin previo aviso me acerca a él y me lleva a un cuarto que parece ser la bodega del antro, comienza a besarme haciendo que me pierda en mis recuerdos, desamarra mi vestido pero cuando pienso que ya ha tenido sexo con Maritza me invade asco de solo pensarlo dentro de ella y después dentro de mí, cuando lo encaró sobre su novia él me explica que no se ha acostado con ella pero no le creo, debe estarlo inventando para acostarse conmigo, sin embargo, cuando menciona su accidente y veo
Luciano En cuanto Lucrecia sale por esa puerta dejándome solo en esa bodega, siento un gran vacío que no logro explicar dado que tiene unos cuantos días de que la conozco y por raro que parezca siento que ya la extraño. Después de un buen rato salgo de esa bodega y no la encuentro por ningún lado por lo que me voy hacia mi casa o mejor dicho la casa de mi prometida; en cuanto llegó subo a mi habitación y me doy un baño recordando en todo momento el roce del cuerpo de Lucrecia contra el mío y con una sonrisa como de tonto salgo de la ducha, por suerte Maritza no se encuentra ya que salió a una comida de negocios y no quiero que me pregunté a qué se debe mi buen humor, me acuesto y después de unos diez minutos sin poder conciliar el sueño escucho como se abre la puerta de nuestra habitación seguido del sonido de unos tacones. —Amor ¿estás despierto? —La ignoró y finjo dormir, escucho como se acerca hasta mí y acaricia mi espalda desnuda. —¡Maldito seas Massimo!, ni aún después de ta
Fiel a mi palabra decido ir nuevamente al antro El bajo mundo con la esperanza de encontrarme con mi marido, pero al mismo tiempo me da miedo que Maritza nos descubra y todos mis planes se estropeen antes de poder vengarme de ella. Después de hablar un momento con el señor Lombardi sobre algunos documentos de los que necesito su ayuda, para descubrir a donde fueron a parar todos los desvíos que le hicieron a mi esposo y este prometerme que tanto su contador como su abogado me ayudarían, decido ir hacia la barra y pedir una bebida, cuando siento que una mano se posa sobre mi cintura de forma tan posesiva a como lo hacía Massimo, me giro para ver al dueño de esta y efectivamente se trata de él, se acerca hasta mi oído y me susurra. —Te he estado esperando todos estos días. —Luego muerde un poco el lóbulo de mi oreja, haciendo que pierda la razón y quiera arrojarme a sus brazos, sin embargo, la mirada de Palmieri me hace volver a mis cinco sentidos. —Aquí no señor De Angelis, alguien p
Lilibeth En cuanto salgo del baño, Palmieri me cubre con su cuerpo (algo no tan difícil ya que es tan alto como Massimo) para no ser vista por nadie, mi esposo aprovecha y se escabulle en sentido contrario; me saca por una puerta que nunca había visto y fuera de esta veo a Donato con la misma expresión que el resto de mis hombres. —Señora no es seguro que se siga encontrando aquí con su esposo, es demasiado peligroso —dice Palmieri con rostro serio, mientras subimos a la camioneta y los demás asienten dándole la razón—: no me malentienda, si me enterase que mi esposa sigue viva haría lo mismo que usted, pero es mejor que se vean en otro lugar más seguro. —Siento mi cara enrojecer de la vergüenza y solo asiento. Los siguientes días he evitado encontrarme con Massimo lo cual me tiene bastante frustrada, sin embargo, por seguridad de ambos debo hacerlo, pero me desespera no verlo. —Señora, el señor Lombardi desea verla hoy por la noche en Il Palazzo Reale Liguria, es un casino muy el