Marfil estaba a punto de caminar hacia la puerta cuando, de repente, la voz de Richard la detuvo.—¿A dónde vas? —preguntó.—Ya he dejado en claro mi punto de vista, Richard —declaró—. No hay nada más que discutir. Me iré a casa, pero no hace falta que me lleves. Pediré un taxi.Richard la observó, confundido, como si no pudiera entender cómo habían llegado hasta ese punto. Su rostro mostró un destello de frustración, pero también de sincera preocupación.—No quiero que te vayas así. Realmente quiero que todo esté bien entre nosotros —dijo, casi suplicante.Marfil lo miró fijamente y, con una ligera sonrisa que no llegaba a sus ojos, le respondió con total serenidad.—Y lo está —replicó—. Pero no puedo seguir con este juego, Richard. —¿De verdad crees que trato de jugar contigo? —cuestionó—. Marfil, tú me gustas en serio, no busco burlarme de ti.—Pero tienes novia y así no podemos hablar de nada. Además —añadió, señalando con un gesto sutil el entorno que los rodeaba—, el hecho de q
—Pues… Richard me lo dijo —expuso Marfil, sin dar rodeos. Había momentos en los que Marfil se tomaba su tiempo para reflexionar sobre lo que iba a decir, buscando una excusa que sonara razonable para calmar la situación y evitar cualquier tipo de conflicto. Siempre prefería encontrar una justificación lógica que pudiera apaciguar las cosas y mantener el ambiente tranquilo. Pero en esa ocasión, algo en su interior le dijo que mentir no sería lo mejor. No quería complicarse más de lo que ya lo estaba haciendo, ni darle pie a sospechas innecesarias. Aunque las mentiras a veces parecían una salida fácil, Marfil entendía que en esa situación, podían volverse contraproducentes. La verdad era que, aunque no deseaba que Lucas sospechara de sus verdaderas intenciones con Richard, el hecho de que entre él y Marfil existiera una "amistad" era algo que no se debía ocultar. Sabía que esconderlo podría resultar aún peor, así que, a pesar de lo incómodo que resultaba, Marfil decidió no esconder na
Después de retomar su amistad, Marfil y Richard comenzaron a verse con frecuencia nuevamente. Sus encuentros en la biblioteca se volvieron habituales, donde pasaban el tiempo conversando sobre libros, intercambiando opiniones y, de vez en cuando, compartiendo risas sobre anécdotas cotidianas. También se dedicaban a actividades más dinámicas, como jugar al baloncesto juntos en la cancha del colegio, siempre bajo la apariencia de una amistad inofensiva y sin compromisos.Sin embargo, Marfil era completamente consciente de lo que hacía. Se movía con cuidado, como una estratega en un tablero de ajedrez, utilizando su carisma y su aparente inocencia para avivar los sentimientos de Richard. Cada gesto, cada sonrisa, cada palabra, estaban cuidadosamente calculados para mantenerlo interesado, para sembrar en él un deseo cada vez más profundo sin que se diera cuenta de su juego.Pasaron los días, y un sábado por la noche, Marfil decidió contactar a Lucas. No habían hablado durante la semana y
Lucas sintió un nudo en el estómago. Había dudado de ella, de sus intenciones, y ahora sus palabras lo hicieron sentirse culpable. Abrió la boca para decir algo, pero antes de que pudiera disculparse, Marfil agregó algo más.—Sin embargo, si Richard fuera un hombre libre, ¿qué tendría de malo que yo tuviera un interés en él?Lucas sintió como si le hubieran dado un golpe justo en el abdomen. Se quedó mirándola fijamente, con el rostro desencajado y los labios entreabiertos, completamente atónito ante sus palabras. —Pero... Richard es mi amigo.Marfil se encogió de hombros con desinterés.—¿Y qué? —replicó sin titubear—. Tú y yo no somos nada...Lucas sintió una sensación helada en la nuca. Tragó saliva y la interrumpió antes de que pudiera seguir hablando.—Estamos casados...—Ese matrimonio no tiene validez y lo sabes. Pronto será anulado.Lucas cerró los ojos por un instante, tratando de ordenar sus pensamientos. —Mira, Marfil, yo... Yo quiero pedirte algo —solicitó—. Por favor, c
Lucas se puso de pie de golpe. Su mente nublada por el alcohol y el enredo de emociones que lo envolvían apenas le permitía pensar con claridad. Sin siquiera detenerse a razonar, se dirigió con pasos apresurados hacia la zona de los baños. Su mirada escaneó el área hasta que finalmente se detuvo en una imagen que terminó de desatar su furia: Marfil estaba de pie, frente a la entrada del tocador de mujeres, conversando con un hombre que Lucas no reconocía. Desde donde estaba, la escena parecía comprometedora, pues la interacción entre ellos parecía demasiado cercana.El desconocido, un joven de apariencia relajada y con una sonrisa amigable en el rostro, alzó la mano y, con un gesto que a Lucas le pareció demasiado íntimo, acomodó un mechón de cabello de Marfil, pasándolo detrás de su espalda. Fue un acto simple, casi casual, pero para Lucas fue la chispa que encendió un incendio.Su visión se tornó roja de ira. La conversación previa con Marfil aún lo tenía envenenado, y ahora, despué
Dentro del restaurante, Sergio suspiró pesadamente mientras se acomodaba la camisa arrugada por el forcejeo. Marfil se giró hacia él con la expresión abatida, sintiendo la vergüenza ardiendo en su rostro.—Lo siento mucho, de verdad. Lamento que todo esto haya pasado —manifestó con sinceridad.Sergio, aún sorprendido por la intensidad del enfrentamiento, la miró con las cejas fruncidas antes de responder.—No deberías estar con alguien como él —expuso sin rodeos—. ¿De verdad ese tipo es tu novio?—No, claro que no. Él no es mi novio. Solo somos amigos —soltó apresurada, como si intentara disipar cualquier malentendido.Sergio dejó escapar una risa sarcástica, ladeando la cabeza mientras la observaba con escepticismo.—¿Amigos? —repitió, con una mueca incrédula—. Se nota que solo son amigos, ¿eh? Un tipo que grita a los cuatro vientos que eres su mujer y que casi golpea al primero que se atreve a hablarte no parece muy amigable.Marfil bajó la mirada por un momento, sintiéndose sofocad
Lucas sintió que su autocontrol se rompía como un cristal al estrellarse contra el suelo. En un impulso de frustración incontrolable, levantó ambas manos y comenzó a golpear la puerta con insistencia.—¡Abre, Marfil! —gritó con desesperación.Desde el interior de la casa, la voz de Marfil se elevó en respuesta, furiosa y tajante.—¡Te dije que te largues!—¡Tenemos que aclarar lo que sucedió! —insistió, golpeando nuevamente con los puños cerrados.—¡No quiero hablar contigo, no quiero verte! —gritó Marfil desde dentro.—¡Ábreme, Marfil, ábreme ya! —vociferó Lucas, perdiendo cada vez más el dominio sobre sí mismo.Los golpes se volvieron aún más violentos, más insistentes, y el sonido resonó en la noche como un tambor de guerra.—¡Si no me abres, derribaré esta puerta! —amenazó.—¡Voy a llamar a la policía!Pero Lucas, enceguecido por su propia cólera, continuó con los golpes hasta que, de repente, la puerta se abrió de golpe.El aire pareció desaparecer de sus pulmones al ver a la per
Apenas Marfil cruzó la puerta de la mansión y la cerró detrás de ella, dejó escapar un suspiro pesado, como si intentara descargar todo el peso de la tensión que había acumulado en el último minuto. Sin embargo, apenas giró sobre sus talones, se encontró con Kisa, quien la observaba con el ceño fruncido y los brazos cruzados sobre el pecho. —¿Qué demonios fue eso, Marfil? —preguntó Kisa, sin apartar la vista de su rostro.Marfil sintió una punzada de incomodidad recorriéndole el cuerpo. No estaba de humor para dar explicaciones, y mucho menos para que Kisa la interrogara como si hubiera cometido un crimen.—Nada —respondió rápidamente, evitando su mirada mientras caminaba hacia la sala de estar, a lo que Kisa siguió sus pasos.—¿Cómo que nada? Ese tipo estaba golpeando la puerta como un loco. Gritándote. Parecía que iba a tumbarla de una patada si nadie lo detenía. ¿Quién es él y por qué reaccionó así? ¿Con qué tipo de gente te estás relacionando?Marfil apretó los labios y se dejó c