Después de retomar su amistad, Marfil y Richard comenzaron a verse con frecuencia nuevamente. Sus encuentros en la biblioteca se volvieron habituales, donde pasaban el tiempo conversando sobre libros, intercambiando opiniones y, de vez en cuando, compartiendo risas sobre anécdotas cotidianas. También se dedicaban a actividades más dinámicas, como jugar al baloncesto juntos en la cancha del colegio, siempre bajo la apariencia de una amistad inofensiva y sin compromisos.Sin embargo, Marfil era completamente consciente de lo que hacía. Se movía con cuidado, como una estratega en un tablero de ajedrez, utilizando su carisma y su aparente inocencia para avivar los sentimientos de Richard. Cada gesto, cada sonrisa, cada palabra, estaban cuidadosamente calculados para mantenerlo interesado, para sembrar en él un deseo cada vez más profundo sin que se diera cuenta de su juego.Pasaron los días, y un sábado por la noche, Marfil decidió contactar a Lucas. No habían hablado durante la semana y
Lucas sintió un nudo en el estómago. Había dudado de ella, de sus intenciones, y ahora sus palabras lo hicieron sentirse culpable. Abrió la boca para decir algo, pero antes de que pudiera disculparse, Marfil agregó algo más.—Sin embargo, si Richard fuera un hombre libre, ¿qué tendría de malo que yo tuviera un interés en él?Lucas sintió como si le hubieran dado un golpe justo en el abdomen. Se quedó mirándola fijamente, con el rostro desencajado y los labios entreabiertos, completamente atónito ante sus palabras. —Pero... Richard es mi amigo.Marfil se encogió de hombros con desinterés.—¿Y qué? —replicó sin titubear—. Tú y yo no somos nada...Lucas sintió una sensación helada en la nuca. Tragó saliva y la interrumpió antes de que pudiera seguir hablando.—Estamos casados...—Ese matrimonio no tiene validez y lo sabes. Pronto será anulado.Lucas cerró los ojos por un instante, tratando de ordenar sus pensamientos. —Mira, Marfil, yo... Yo quiero pedirte algo —solicitó—. Por favor, c
Lucas se puso de pie de golpe. Su mente nublada por el alcohol y el enredo de emociones que lo envolvían apenas le permitía pensar con claridad. Sin siquiera detenerse a razonar, se dirigió con pasos apresurados hacia la zona de los baños. Su mirada escaneó el área hasta que finalmente se detuvo en una imagen que terminó de desatar su furia: Marfil estaba de pie, frente a la entrada del tocador de mujeres, conversando con un hombre que Lucas no reconocía. Desde donde estaba, la escena parecía comprometedora, pues la interacción entre ellos parecía demasiado cercana.El desconocido, un joven de apariencia relajada y con una sonrisa amigable en el rostro, alzó la mano y, con un gesto que a Lucas le pareció demasiado íntimo, acomodó un mechón de cabello de Marfil, pasándolo detrás de su espalda. Fue un acto simple, casi casual, pero para Lucas fue la chispa que encendió un incendio.Su visión se tornó roja de ira. La conversación previa con Marfil aún lo tenía envenenado, y ahora, despué
Dentro del restaurante, Sergio suspiró pesadamente mientras se acomodaba la camisa arrugada por el forcejeo. Marfil se giró hacia él con la expresión abatida, sintiendo la vergüenza ardiendo en su rostro.—Lo siento mucho, de verdad. Lamento que todo esto haya pasado —manifestó con sinceridad.Sergio, aún sorprendido por la intensidad del enfrentamiento, la miró con las cejas fruncidas antes de responder.—No deberías estar con alguien como él —expuso sin rodeos—. ¿De verdad ese tipo es tu novio?—No, claro que no. Él no es mi novio. Solo somos amigos —soltó apresurada, como si intentara disipar cualquier malentendido.Sergio dejó escapar una risa sarcástica, ladeando la cabeza mientras la observaba con escepticismo.—¿Amigos? —repitió, con una mueca incrédula—. Se nota que solo son amigos, ¿eh? Un tipo que grita a los cuatro vientos que eres su mujer y que casi golpea al primero que se atreve a hablarte no parece muy amigable.Marfil bajó la mirada por un momento, sintiéndose sofocad
Lucas sintió que su autocontrol se rompía como un cristal al estrellarse contra el suelo. En un impulso de frustración incontrolable, levantó ambas manos y comenzó a golpear la puerta con insistencia.—¡Abre, Marfil! —gritó con desesperación.Desde el interior de la casa, la voz de Marfil se elevó en respuesta, furiosa y tajante.—¡Te dije que te largues!—¡Tenemos que aclarar lo que sucedió! —insistió, golpeando nuevamente con los puños cerrados.—¡No quiero hablar contigo, no quiero verte! —gritó Marfil desde dentro.—¡Ábreme, Marfil, ábreme ya! —vociferó Lucas, perdiendo cada vez más el dominio sobre sí mismo.Los golpes se volvieron aún más violentos, más insistentes, y el sonido resonó en la noche como un tambor de guerra.—¡Si no me abres, derribaré esta puerta! —amenazó.—¡Voy a llamar a la policía!Pero Lucas, enceguecido por su propia cólera, continuó con los golpes hasta que, de repente, la puerta se abrió de golpe.El aire pareció desaparecer de sus pulmones al ver a la per
Apenas Marfil cruzó la puerta de la mansión y la cerró detrás de ella, dejó escapar un suspiro pesado, como si intentara descargar todo el peso de la tensión que había acumulado en el último minuto. Sin embargo, apenas giró sobre sus talones, se encontró con Kisa, quien la observaba con el ceño fruncido y los brazos cruzados sobre el pecho. —¿Qué demonios fue eso, Marfil? —preguntó Kisa, sin apartar la vista de su rostro.Marfil sintió una punzada de incomodidad recorriéndole el cuerpo. No estaba de humor para dar explicaciones, y mucho menos para que Kisa la interrogara como si hubiera cometido un crimen.—Nada —respondió rápidamente, evitando su mirada mientras caminaba hacia la sala de estar, a lo que Kisa siguió sus pasos.—¿Cómo que nada? Ese tipo estaba golpeando la puerta como un loco. Gritándote. Parecía que iba a tumbarla de una patada si nadie lo detenía. ¿Quién es él y por qué reaccionó así? ¿Con qué tipo de gente te estás relacionando?Marfil apretó los labios y se dejó c
—¿Qué sucedió? —preguntó Marissa.Lucas miró a su alrededor, asegurándose de que nadie estuviera cerca. No quería que Richard, ni ninguna otra persona lo escuchara.—No quiero hablar de eso aquí. ¿A qué hora empieza la película?—A las tres.—Vamos a otro lugar para conversar con calma.Minutos más tarde, tomaron el metro y se dirigieron a un parque cercano al cine. Se sentaron en un banco, observando en silencio a los niños jugar en los toboganes.—Terminamos —expuso Lucas de manera brusca, y Marissa lo miró con incredulidad.—¿Qué fue lo que terminaron exactamente? —ella arqueó una ceja.—Ya sé que no éramos nada, pero terminamos lo que sea que hayamos tenido.—¿Ah, sí? ¿En serio? ¿Y cuál fue la razón?Lucas apretó los puños.—Perdí los estribos al verla cerca de otro hombre. Casi lo muelo a golpes.—¿Qué? ¿Estaba con otro? —Marissa abrió los ojos con asombro.—No en el sentido en que tú piensas. Solo estaban charlando. Aun así, yo... me comporté como un loco.Ella frunció el ceño,
Marfil mantuvo su expresión neutral, inclinando apenas la cabeza en un gesto de saludo. Su mirada pasó rápidamente de Abigail a otro punto en el campus, como si no le interesara lo que tenía para decir.—¿Con nosotras? —preguntó Vanya con curiosidad.—Sí. Lo que quiero decirles es que, bueno, tú y yo siempre salimos juntas, y pensé que sería genial que Marfil también viniera con nosotras.—Oh, suena bien —respondió Vanya con naturalidad—. ¿Qué dices, Marfil? Aunque, yo ya la invité muchas veces, pero siempre se niega. A ver si tú puedes convencerla, Abi.Marfil tardó en responder, y cuando lo hizo, su tono fue casi indiferente.—No lo sé… últimamente he estado muy ocupada.—¿Haciendo qué? —soltó Vanya, arqueando una ceja.—¡Pero podríamos encontrar un día que te acomode! —insistió Abigail, dando un paso más cerca. Con naturalidad, intentó tomar a Marfil del brazo en un gesto amistoso, pero Marfil se movió con sutileza, esquivando el contacto sin hacerlo demasiado evidente.—Realmente