De inmediato, mi mente me hace imaginarme siendo una especie de ladrona que se oculta en la oscuridad, para que no la vean. Sin embargo, debido a mi situación actual, dudo que pueda hacer algún movimiento sorprendente sin quejarme de dolor.— Póngase esto y estaremos listos — dice el señor Rolf con una piel de animal que huele demasiado extraño.— ¿Qué dices— Su aroma es especifica, por lo que, todos sabemos que está cerca, aunque este a quinientos metros de distancia. Pero con esto, podremos disfrazar su aroma y acercarnos por breves minutos hasta la habitación del señor.— Entiendo tu punto, pero, eso huele demasiado mal. Yo no quiero poderme esto. — digo renuente a ponerme ello.— Lo sé. Es un aroma característica que los lobos no podemos tolerarlo. Así que, podrá esconderse en ella, sin que los demás perciban su aroma. — explica el señor Rolf y yo dudo, pero, después de todo, yo era la que quería ir.— Entiendo, hagámoslo.— No podrá usar la silla de ruedas. Por lo que, tendré qu
¿A que estaba jugando? Sabía que no lo quería, si me parecía que tenía un cuerpo increíble y que su rostro era atractivo, era una persona educada y muy adinerada. También sabía que si estaba con él no podía serme infiel, lo cual es bueno, pero, ¿reconocer todo eso es motivo suficiente para hacer todo lo que había hecho por verlo?No lo sé. Es una respuesta un tanto frustrante, porque cualquier persona -incluyéndome-, desearía saber porque estoy actuando así, cuando sentirse culpable no es suficiente motor para haber llegado hasta aquí. Pero, aquí estaba, frente a él y sin bragas.— Señor Holftmann, yo vine para saber cómo se encuentra.— ¿No estas al tanto que no deseo verte? — pregunta el señor Holftmann mientras yo confirmo que los tatuajes, son especie de una garra rasgada por unos arañazos, que hacen sangrar la garra. — te estoy hablando, Charlotte. — dice el señor Holftmann, causando que regrese a la realidad.— Lo siento, es solo que ese tatuaje no se lo había visto. — murmuro
Por más que lo piense, no me resulta buena idea eso de separarme de los niños, como tampoco, lo de preparar a Lowell para asumir el cargo de su padre, cuando como humano tiene cinco años u ocho. Pero, aun estando en desacuerdo, ¿Cómo podría decirle que no al señor Holftmann si básicamente lo estaba obligando a ello? Esto era muy molesto y a él no le afectaba en lo absoluto.— Pensé que los humanos teníamos una crianza terrible, al ver como muchos de esas personas son malas desde niños. Pero he descubierto que los lobos crían mejor y su sociedad, por así decirlo, está cargado de muchas reglas absurdas.— Entonces, es muy bueno que seas humana, ¿para qué querer ser loba? —pregunta el señor Holftmann y yo suspiro profundo.— Creí que, al marcarme, había pensado en esa posibilidad, ya que una líder de mana humana, no es lógico. — murmuro.— Estoy cansado, ve a descansar y deja de hacer alguna locura. Recuerda que tu olor lo puedo sentir a más de cinco kilómetros de distancia y aunque no
No sabía como podría persuadirlo. Aunque la última vez había logrado que nos desvistiéramos, todo había sido arruinado por un simple comentario. Así que, debía escoger bien las palabras antes que su vida acabara.— Señor, si van a huir, deben hacerlo pronto. No tenemos mucho tiempo — dice el señor Retmus.— Huyamos, pero los cuatro. Puedo dejar a mi hermana bajo el cuidado de doctores en un hospital donde la atención sea buena y su ubicación sea secreta. Pero, no sería capaz de dejar a los niños. Eso me preocuparía demasiado.— ¿Realmente deseas eso?— Querías una madre para Lowell y yo puedo serlo. Además, si n os vamos así, Lowell podría buscar la manera de escaparse para ir a buscarnos y eso no es buena idea. Así que, mejor huyamos juntos, claro está, si tu manada puede estar sin ti por un tiempo.— ¿Un tiempo?— ¿Cuánto tiempo tardaría solucionar esto? — pregunto y él baja su mirada, para después hablarme.— Podría tardar un día, un mes, un año o más. Todo depende de lo que tardes
Por más que piense sobre lo que el señor Retmus me ha dicho, no hay manera para hacerlo y preguntar al respecto, solo me confundiría más. Porque, la mayoría de las veces, siento que me están hablando en otro idioma, aunque me hablen en mi idioma. Es extraño.Los doctores vienen con mi hermana y yo los sigo hasta la parte del barco donde apenas unas horas tres lobos se enfrentaron por mí, en su lugar, hay dos helicópteros, dos niños emocionados por marcharse de vacaciones y un hombre con aspecto serio sentado en una silla.¿Realmente quieres ser parte de esta extraña familia? — me pregunto mentalmente y temerosa de saber la respuesta, avanzo hacia los niños que, al verme, me llaman mamá.— Te tardaste mucho. Debemos marcharnos ahora o no podremos irnos sin luchar. — dice el señor Holftmann y yo asiento.Con cuidado, ayudo a subir a Zaid, porque Lowell sube por si solo e incluso se coloca el cinturón de seguridad. Por lo que, miro hacia el señor Holftmann y él mira hacia Rolf quien lo a
Trague duro y mentalmente pensé en las maneras para salir de este problema que por no saber cómo quedarme callada, estaba en medio de algo que podría costarme la vida. Y lo peor es que no podía salir de esto sin sentirme culpable, al ver como el señor Holftmann intenta fingir que está bien, pero, su color de piel palidece cada vez más.— Estaré bien, Charlotte. He esperado varias horas, esperar más tiempo, no será nada. — dice el señor Holftmann y yo respiro profundo.— Lo haré, estaba mirando como hacerlo. No se preocupe — digo mientras mentalmente grito por ayuda.— No debes hacer las cosas por obligación o culpa, Charlotte.— No lo hago por eso.— No me quieres y si algo he notado en ti, es que la mayoría de tus decisiones, las tomas para no sentirte culpable si te niegas a hacer algo. Por favor, no expongas tu vida por algo sin importancia como lo es la culpa. — pide el señor Holftmann mientras yo sudo ante el miedo que siento.¿quieres arriesgar tu vida por alguien que no amas? —
Quería apartarme rápidamente del señor Holftmann, pero si lo hacía, caería al agua está a muchos metros de mí, tan lejos que caer en ella seria como golpearme contra el concreto. Por lo que, rápidamente recupero el equilibrio, mientras no me separo de él.— Estoy bien. — susurro.— Qué lástima que no tenga cámara. Se veían hermosos, papá y mamá — dice Lowell emocionado.— Mamá, te recuerdo que tienes un esposo y ese esposo es mi papá — dice Zaid molesto.Esa es otra parte chistosa de mi vida, no tengo novio, pero según los niños o tengo un esposo o necesito uno y saben quién puede serlo, sin mencionar que también tengo dos hijos, que no he tenido en mi vientre. Mi vida es grandiosa.— ¿Estas lista? —pregunta el señor Holftmann y yo asiento, por lo que, entre quejidos, el señor Holftmann se quita la camisa empapada de sangre.Abro mis ojos sorprendida, mientras intento mantenerme en el helicóptero que continúa moviéndose. El señor Holftmann espera que diga algo y yo solo miro horroriza
El tiempo pasa y creo que soy yo la que moriré. Los niños que también tienen frío por la lluvia que tuvimos que sobrevolar y la fuerte brisa, tiemblan en sus asientos y por ello, como puedo, busco algo que puedan usar para cubrirse. Pero con la lluvia, todo esta mojado.Angustiada por cuanto tiempo podemos llevar así, tomo una de las maletas y buscando los vestidos más largos, se los estrego a los niños para que se cubran un poco. Después de haber estado nerviosa por caminar en el helicóptero, me movía agarrándome de cualquier cosa que pudiera mantenerme en el helicóptero.— Ya vamos a aterrizar — informa Rolf y yo celebro mentalmente, mientras tiemblo presionando las dos heridas no suturadas del señor Holftmann.Apenas aterrizamos, cinco personas corren a auxiliarnos con mantas que, con alegría, recibo y coloco sobre los chicos. Mientras lo hago, al señor Holftmann lo llevan al interior de la mansión, mientras yo recupero la movilidad de partes de mi cuerpo, que yo tenía dormidas por