Curthwulf caminaba con enojo, todos los lobos podían percibir que había algo que enojaba a su líder y Retmus, quien era siempre quien lo acompañaba en todo, temía decir algo y ser con quien descargara su enojo. Nunca lo había hecho, pero, básicamente, nunca había estado enojado así por una mujer.“¿Dónde están ellos? —pregunta Curthwulf al llegar a la superficie del barco”Dos hombres suben las escaleras y ello hace que de inmediato, Curthwulf se acerque sigilosamente a los dos alfas que se habían atrevido a llegar hasta el barco.— Curthwulf, pensé que eras más servicial. — comenta Keanu, un lobo alfa de Belgica.— Sí, recibir a tus invitados de esa forma, da una mala impresión — comenta Zenko, un lobo alfa del polo norte.Curthwulf, se transforma en humano, mostrando su pecho descubierto y los pantalones que se ajustaban tanto a sus piernas, que mostraban cuan musculosos eran.— Vaya, Curthwulf si sabe mantenerse en forma. Cualquier humana creería que es el hombre más fuerte — comie
Charlotte, quien lo más violento que había visto en su vida, era el accidente de su hermana, veía con asombro como los lobos se lastimaban con tanta ira, que había quedado sin poder moverse.La mujer que no veía siquiera noticias para no contaminarse de la violencia que entre personas se mostraban, ahora veía a tres grandes lobos que casi triplicaban su tamaño, lanzándose con fuerza a las columnas del barco, cuando uno se subía encima del otro para atacarlo.— Señora Charlotte, necesita marcharse. Reaccione, por favor — pide Retmus, al ver como abría los ojos sorprendida. La pelea entre lobos, era doblemente más violenta que los humanos. Ya que, ellos luchaban con sus garras y dientes hasta la muerte. No les importaba que el dolor de las heridas fuera intenso, seguían y al tener más fuerte sus cuerpos, podían golpearse con las columnas y aunque les dolía, podían seguir peleando. Por ello, la violencia extrema asustó a Charlotte, pero no se marchó. Se sentía devastada por ser la culp
Narra CharlotteSabía que no debía quejarme por las palabras del chico, pero, me sentía mal por ello. No tenía motivo para quejarme porque me odiara, pero, no podía evitar sentirme mal por ser la causante de la muerte de dos personas que no conocí y la herida posiblemente mortal del señor Holftmann.En este punto, todos deben estar odiándome — murmuro mentalmente.El señor cuyo nombre no conozco, pero que seguramente debe estar odiándome, me deja en el interior de la habitación donde los chicos reciben clases personalizadas de profesiones que ni vendiendo un riñón, podría pagar.— No crea que esto es su culpa, señora — dice el hombre que me ayuda a colocar en la cama.— Si no es mi culpa, ¿de quién más? Soy yo la que tiene esa aroma que los vuelve locos. — murmuro con tristeza.— Sí, usted es quien tiene la aroma. Pero no es su culpa que ellos no puedan controlarse. Usted es humana y aunque siempre ha tenido esa aroma, nunca había tenido problemas con ello. Solo cuando supo de los hom
De inmediato, mi mente me hace imaginarme siendo una especie de ladrona que se oculta en la oscuridad, para que no la vean. Sin embargo, debido a mi situación actual, dudo que pueda hacer algún movimiento sorprendente sin quejarme de dolor.— Póngase esto y estaremos listos — dice el señor Rolf con una piel de animal que huele demasiado extraño.— ¿Qué dices— Su aroma es especifica, por lo que, todos sabemos que está cerca, aunque este a quinientos metros de distancia. Pero con esto, podremos disfrazar su aroma y acercarnos por breves minutos hasta la habitación del señor.— Entiendo tu punto, pero, eso huele demasiado mal. Yo no quiero poderme esto. — digo renuente a ponerme ello.— Lo sé. Es un aroma característica que los lobos no podemos tolerarlo. Así que, podrá esconderse en ella, sin que los demás perciban su aroma. — explica el señor Rolf y yo dudo, pero, después de todo, yo era la que quería ir.— Entiendo, hagámoslo.— No podrá usar la silla de ruedas. Por lo que, tendré qu
¿A que estaba jugando? Sabía que no lo quería, si me parecía que tenía un cuerpo increíble y que su rostro era atractivo, era una persona educada y muy adinerada. También sabía que si estaba con él no podía serme infiel, lo cual es bueno, pero, ¿reconocer todo eso es motivo suficiente para hacer todo lo que había hecho por verlo?No lo sé. Es una respuesta un tanto frustrante, porque cualquier persona -incluyéndome-, desearía saber porque estoy actuando así, cuando sentirse culpable no es suficiente motor para haber llegado hasta aquí. Pero, aquí estaba, frente a él y sin bragas.— Señor Holftmann, yo vine para saber cómo se encuentra.— ¿No estas al tanto que no deseo verte? — pregunta el señor Holftmann mientras yo confirmo que los tatuajes, son especie de una garra rasgada por unos arañazos, que hacen sangrar la garra. — te estoy hablando, Charlotte. — dice el señor Holftmann, causando que regrese a la realidad.— Lo siento, es solo que ese tatuaje no se lo había visto. — murmuro
Por más que lo piense, no me resulta buena idea eso de separarme de los niños, como tampoco, lo de preparar a Lowell para asumir el cargo de su padre, cuando como humano tiene cinco años u ocho. Pero, aun estando en desacuerdo, ¿Cómo podría decirle que no al señor Holftmann si básicamente lo estaba obligando a ello? Esto era muy molesto y a él no le afectaba en lo absoluto.— Pensé que los humanos teníamos una crianza terrible, al ver como muchos de esas personas son malas desde niños. Pero he descubierto que los lobos crían mejor y su sociedad, por así decirlo, está cargado de muchas reglas absurdas.— Entonces, es muy bueno que seas humana, ¿para qué querer ser loba? —pregunta el señor Holftmann y yo suspiro profundo.— Creí que, al marcarme, había pensado en esa posibilidad, ya que una líder de mana humana, no es lógico. — murmuro.— Estoy cansado, ve a descansar y deja de hacer alguna locura. Recuerda que tu olor lo puedo sentir a más de cinco kilómetros de distancia y aunque no
No sabía como podría persuadirlo. Aunque la última vez había logrado que nos desvistiéramos, todo había sido arruinado por un simple comentario. Así que, debía escoger bien las palabras antes que su vida acabara.— Señor, si van a huir, deben hacerlo pronto. No tenemos mucho tiempo — dice el señor Retmus.— Huyamos, pero los cuatro. Puedo dejar a mi hermana bajo el cuidado de doctores en un hospital donde la atención sea buena y su ubicación sea secreta. Pero, no sería capaz de dejar a los niños. Eso me preocuparía demasiado.— ¿Realmente deseas eso?— Querías una madre para Lowell y yo puedo serlo. Además, si n os vamos así, Lowell podría buscar la manera de escaparse para ir a buscarnos y eso no es buena idea. Así que, mejor huyamos juntos, claro está, si tu manada puede estar sin ti por un tiempo.— ¿Un tiempo?— ¿Cuánto tiempo tardaría solucionar esto? — pregunto y él baja su mirada, para después hablarme.— Podría tardar un día, un mes, un año o más. Todo depende de lo que tardes
Por más que piense sobre lo que el señor Retmus me ha dicho, no hay manera para hacerlo y preguntar al respecto, solo me confundiría más. Porque, la mayoría de las veces, siento que me están hablando en otro idioma, aunque me hablen en mi idioma. Es extraño.Los doctores vienen con mi hermana y yo los sigo hasta la parte del barco donde apenas unas horas tres lobos se enfrentaron por mí, en su lugar, hay dos helicópteros, dos niños emocionados por marcharse de vacaciones y un hombre con aspecto serio sentado en una silla.¿Realmente quieres ser parte de esta extraña familia? — me pregunto mentalmente y temerosa de saber la respuesta, avanzo hacia los niños que, al verme, me llaman mamá.— Te tardaste mucho. Debemos marcharnos ahora o no podremos irnos sin luchar. — dice el señor Holftmann y yo asiento.Con cuidado, ayudo a subir a Zaid, porque Lowell sube por si solo e incluso se coloca el cinturón de seguridad. Por lo que, miro hacia el señor Holftmann y él mira hacia Rolf quien lo a