Gabriela no tenía idea en lo que se estaba metiendo, solo veía a un hombre completamente lleno de sangre y con un olor extraño. Por lo que, aún con su dolor, miró hacia el hombre, mientras Lowell se lanzaba a él, para morderlo, mientras su hijo temblaba.— Suéltame, perro. — dice Gustav, lanzando a Lowell a un lado de la habitación— No sé qué es lo que quieres, pero, no le hagas daño a los niños. Si necesitas con quien descargar tu ira, si mi hermana te hizo algo o crees que debes golpear a alguien, hazlo conmigo, pero, no con los niños. — pide Gabriela.— No sabes lo que estas pidiendo.— Lo sé. Soy consciente que estoy muy débil y con mucho dolor, para estar aquí pidiéndote algo que podría matarme, pero, no podría perdonarme que lastimes a unos niños que no tienen algo que ver. >> Si no vas a respetar a las mujeres, por lo menos, respeta a los niños. Ellos no merecen pasar por esto. Y como dijiste, yo soy casi idéntica a mi hermana, descarga tu ira conmigo y no con ellos. Te lo pi
Gabriela fue llevada a la habitación de Gustav, allí fue empujada a un lado de la habitación, mientras Gustav se sentaba en su cama y sin algún tipo de vergüenza, pero, si con mucho dolor. Gabriela, quien tenía dolor de cabeza y en el cuerpo, se esforzaba en concentrarse en lo que estaba a su alrededor, con el fin de no enojar a su secuestrador y que lastimará a los niños. Sin embargo, el malestar estaba cada vez más fuerte. — ¿Qué haces? Debes apurarte, me estoy desangrando — se queja Gustav molesto y Gabriela asiente caminando rápido hacia él.— Lo siento. — Lo que necesitas están en el baño, apresúrate. — dice Gustav y Gabriela mira a su alrededor — Segunda puerta.Gabriela se mueve hacia el baño y en el lugar ve desde elementos de medicina hasta un arma. Por lo que, sus ojos se abren y con lentitud, comienza a mover su mano hacia el arma. Como siempre había estado estudiando o trabajando, nunca pensó en la posibilidad de usar un arma en su vida, pero, ahora, las condiciones la
Gabriela, seguía curando a Gustav, mientras se sentía mal. Lo único que le generaba placer, era escuchar los quejidos de Gustav al sentir el dolor de las punzadas. Solo eso evitaba que se burlara por ser tan mal hermana con Charlotte.— Dios, si hubiese sido tu hermana, te habría dejado morir. Eres tan cruel.— Mira quien lo dice, el hombre que es malo con su propia familia, señor Holftmann. — dice Gabriela terminando de atenderlo.— Yo no soy un Holftmann. — dice Gustav.— Señor Holftmann, hay un problema. — dice Rolf y ello hace que Gabriela sonríe.— Sí, claro, no eres un Holftmann y claramente no quieres destruir a la familia de la que haces parte. — dice GabrielaGustav la jala hacia él con fuerzas para gritarle, pero, Gabriela se desploma al sentir demasiado malestar para seguir consciente. La mujer que había estado insultando cada vez que le dolía o burlándose por vender a su hermana por su salvación, cae al suelo y ello lo asusta.— ¡Trae a alguien que la atienda, ahora!— ¿Si
La tensión se sentía a flor de piel. La culpa los invadía a todos y como no habían visto a su jefe, enloqueció. Se convirtió en lobo y aullando con todas sus fuerzas, descargó el enojo, para después descargar su enojo en alguien más.La manada que apenas se recuperaba del aullido lastimero de Curthwulf, miraban con miedo a Bratt quien no sabía realmente que hacer para poder calmar el dolor de su hermano. El hombre que quería morir.— ¿Qué vamos a hacer? —pregunta Retmus angustiado — Dejar que el monstruo haga todo lo que le ayude a calmar su ira. En el caso de su esposa, debemos llevarla a otro lugar y mantenerla sedada. Si despierta e intenta buscar a su familia, podría empeorar todo.— ¿A dónde la van a llevar? — pregunta Retmus y Bratt suspira profundo.— Para mí, Retmus, no eres un mal chico. Pero, con todo lo que ha sucedió, no puedo confiarle esa información a nadie. Ya no son una manada fuerte y confiable. — dice Bratt y Retmus asiente.— Tienes razón, señor. En vez de demostr
La tensión no desaparece y Carlos comienza a hacer las llamadas pertinentes, mientras Curthwulf, completamente ensangrentado, está en un precipicio donde piensa en todos los errores que cometió y lo llevaron a este momento.Sus garras, llenas de sangre y su respiración completamente agitada, le daban un aspecto terrorífico, sus gruñidos brutales y como sus ojos rojos mostraban su sed de muerte, hacia que nadie se atreviera a acercarse, ni siquiera el animal silvestre y fuerte se atrevía a acercarse a él.El dolor de haber perdido, le superaba y recodar que su hijo había sido secuestrado, la misma noche en que se había enterado de que sería padre y perder a ese bebé, lo estaba cabreando. “¿Por qué me ha quedado tan grande proteger a mi familia? ¿No se supone que deberían estar ellos seguros conmigo? ¿Cómo fue que me convertí en alguien tan inútil? ¿Por qué no puedo ser el esposo y padre que mis hijos necesitaban? — se pregunta en un gruñido Curthwulf”Estaba demasiado atormentado, per
Comprendía lo que debía escoger. Sabía que era por un bien para su esposa. Pero, era demasiado doloroso para él. Dejarla ir, aunque era lo mejor, le demostraba una vez más que él no era lo mejor para su esposa. Que ni estaba cumpliendo con su papel en la manada y en su familia y por eso, su mujer y su hijo estaban en riesgo.— Carlos. — dice Curthwulf llamando al felino que de inmediato se asusta — Voy a permitir que te la lleves.— Oh, eso es bueno. Te aseguro que estará a salvo. — Confío en ti y lo hago aún cuando traicionaste a mi familia en el pasado, porque sé que no serias capaz de traicionarme ahora. — dice Curthwulf con una voz grave.— ¿Por qué estas tan seguro de ello? — pregunta Bratt confundido.— Porque si me entero de que mi esposa ha caído en manos de Gustav porque Carlos me traicionó o no supo cuidarla, lo mataré de tal forma que no le alcanzarán las siete vidas para volver a nacer. — dice Curthwulf en tono bajo y atemorizante.— C-claro que no voy a herir a Charlotte
Mientras Carlos se hacía cargo del traslado de Charlotte, Curthwulf camina hacia los calabozos dónde están los traidores, muchos de ellos están atados porque intentaron atacarse entre sí para matarseNinguno quería recibir el castigo de Curthwulf, porque sabía que el monstruo despiadado del pasado, había regresado y con más fuerzas. Se sentía en el ambiente, su aroma había regresado a la que era antes, tan mezclada de sangre que causaba temor.— He llegado — dice el hombre con mirada roja y todos se arrodillan con miedo de lo que pueda decirles.— Señor...— Entonces, no están de acuerdo con mis decisiones. — dice Curthwulf entrando a la celda, con una mirada que paralizaba a los hombres lobos.— Señor, sucede que…— Oh, entonces tienes energía para responderme — murmura Curthwulf y todo queda en absoluto silencio.En el lugar solo se escucha el ruido de los dientes de los lobos que tiemblan y la respiración bestial del hombre que no tiene intención de ser piadoso. Pero, nadie se atre
Todos se movían rápidamente. Era como un ejército bien formado, desplegándose por todo el país. No tenían idea de donde buscar, si habían salido del país o no, pero, para eso estaban consiguiendo gente en cada parte del país.Desesperados por encontrar su paradero, buscaban propiedades privadas con radares o vigilancia que hubiesen visto el helicóptero en el que se habían marchado y con ese rastro, estaban buscando. — En total fueron cinco helicópteros que se movieron por la misma dirección. Dos de ellos aterrizaron en aeropuertos privados, uno se fue al sur y los otros dos tomaron el oeste. — informan a Bratt y Curthwulf. — Eso debió ser plan de ese malnacido. Sabía cada uno de mis movimientos y por eso, se adelantó para enredar el rastro. — dice Curthwulf molesto.— Es una persona mala que quiere dañar, claramente debe pensar anticipado.— Lo que me molesta es que yo hice todo lo que él pensó que haría. No había un solo momento en que algo saliera bien, porque yo estaba jugando el