La música estridente, la gente saltando a mi alrededor y el alcohol que recorre por mis venas en esta fiesta no me hacen sentir como yo. Lo cual me fascina. ¡Esta es mi primera noche de locura y rebeldía! Acabo de graduarme de la universidad y estoy celebrando con mis amigas en este club playero en el corazón de Miami.
—Estamos reunidas aquí para celebrar un momento triste y alegre al mismo tiempo. Nuestra Leonora abandonará el nido y se irá a trabajar a la ciudad que nunca duerme, Nueva York. A su salud — celebra Harper. Todas alzamos nuestros shots, los chocamos y bebemos hasta el fondo. Harper y Ava se ríen; a Sofía y Amy el tequila les está afectando. A mí solo me prende más, pido otra ronda de shots. —Lelo, ¿no crees que no deberías beber tanto? — aconseja Amy susurrándome al oído. Típico de Amy, mi mejor amiga y prima, cuidarme por ser la mayor. Pero lo que se le ha olvidado es que ya tengo 23 años de edad, soy una mujer legalmente y este es mi grito de libertad. —¡Quién tenga miedo de morir que no nazca! — menciono muy animada para después beber de mi shot, todas me siguen bebiendo del suyo entre más risas. —¿Qué tiene de especial Nueva York? ¿Las ratas y los vagabundos? Yo no quiero que te vayas — se queja Sofía. —¡Hey, yo vivo allí! — se defiende ofendida Amy — Las ratas y los vagabundos, son parte de su encanto. Más risas, estamos muy bebidas. —Sé que será difícil separarnos, pero quiero volar del nido. Mudarme a una nueva ciudad y salir del yugo de mis padres, me hará sentir como una mujer adulta. ¡Por fin! — explico emocionada. —Ya que quieres liberarte ¿por qué no hacemos un reto? Esta noche no acaba si no le damos un beso a un desconocido guapo — propone Ava. A Amy no le parece, es la única que no está convencida. —No uno, sino cuántos se nos atraviesen. Quién más besos dé, ganará. ¿Es un trato celebrada? — sigue Harper viéndome desafiante. —¿Quién dijo miedo? Porque yo no — exclamo súper confiada. Más me vitorean, y más elogian mi espíritu. Nos esparcimos por el club entonces. Todas menos Amy y yo. Caminamos alejándonos del ruido estridente al área de la playa del club mientras estamos enlazadas del brazo. —¿De verdad te vas a besar con cuánto desconocido veas? — pregunta asqueada Amy — Piensa en el regaño que me daría tu padre. Te dio permiso de hacer este viaje porque le garantice que te comportarías. —¿Mi papá te pidió que me vigilases? — pregunto asombrada soltándome de ella. —No lo mires así… se preocupa mucho por ti — explica apenada. Estoy harta. ¿Cuántas cosas no habrá hecho mi padre a mi edad, pero a mí sí me manda niñera? Más en serio me tomo el desafío. —No digo que, con 20 hombres, pero ¿qué tal si sí besamos a un desconocido guapo esta noche? — propongo, Amy se pone nerviosa, le sostengo de los brazos emocionada — ¿Te lo imaginas? ¿El grito en el cielo que pondrá mi papá si se entera? —A mí me parece una terrible idea por… — Amy me quiere llevar la contraria, pero desiste de hacerlo al ver a un chico que mira insistente en nuestra dirección. —¿Estás sonrojándote por el rubio? — juego con ella. Niega nerviosa, pero le doy un empujón — Tu oportunidad de rebelarte ha llegado Amanda Belmonte. La veo irse con el chico y comenzar a coquetear con éste, obvio le gusta. Tomo asiento en uno de los puestos de la terraza para observar mi creación a una distancia apropiada. Estiro mis piernas, apoyo mis brazos detrás de mi espalda y miro de nuevo al cielo estrellado. —¿Qué hay de interesante en el cielo para mirarlo tanto? — escucho una voz masculina a mi lado. Un hombre que ni me molesto por ver se ha sentado en el puesto que tengo cerca. —Porque estoy esperando a que caiga una estrella fugaz para pedir un deseo — respondo volviendo a ver al frente a Amy con el rubio entre sonrisas coquetas. Mírala, no y qué tenía pena. —¿Qué vas a desear al ver una? — cuestiona intrigado. —No sé si quiera responder esa pregunta antes que tú. ¿Qué le pedirías a una? — digo tonteando más enfocada estoy en aquel par de tortolos a la distancia. —Qué la noche sea eterna para… seguir mirándote. Un gesto de sorpresa y luego una mofa de burla se apodera de mi rostro. Me volteo a ver al hombre que me habla. —Eso fue demasiado osado para mi gus… — no puedo terminar la palabra al verle directamente. A mi lado está sentado uno de los hombres más atractivos que jamás haya visto. Hay algo magnético en sus penetrantes ojos café y en su gran sonrisa. De él destila masculinidad a cada poro. Y yo que no creo en el amor a primera vista, estoy comenzando a creer en éste. —¿Tu gusto? — me vuelve a sonreír pícaramente meciendo el trago que tiene en su mano izquierda — ¿Tu amiga te dejó aquí tirada y se fue a besar al que le gustaba? Ello me hace salir del hechizo que me había lanzado, volteo a ver a Amy dándose tremendo beso con el desconocido. Apenas puedo abrir mi boca complacida y emocionada. —¿No deberías estar molesta? — se ríe. —Para nada. Es parte de la apuesta… besar a un desconocido atractivo esta noche — le miro de reojo haciéndome la desinteresada. —Si no conocemos nuestros nombres, ¿eso me incluye en la categoría de desconocido? —Quizás… pero no eres de mi tipo — miento. Él es mi tipo. —¿Y cómo es tu tipo? —Me gustan los hombres que saben bailar, y que son románticos. Soñadores como yo misma lo soy. Él se para y pone a mi frente, mostrándome su imponente tamaño y extendiendo su mano hacia mí. —¿Me pones a prueba? — me reta con esa encantadora sonrisa. Tomo de su mano, mientras me conduce a salir de la terraza y nos acercamos al mar alejados lo suficiente de la música ruidosa. Pero sí más cerca de una más tranquila de otro club vecino. Una bajo la cual él me hace bailar consigo. El momento es mágico, y mi corazón no puede estar más acelerado dando vueltas bajo el cielo estrellado. Al posar sus manos en mi cintura y más acercarse a mi cuerpo, nuestras respiraciones se mezclan. Apenas las puedo escuchar en compañía de las olas del mar. Aquí nuestros ojos se conectan, y envuelta en emociones que son desconocidas para mí, me dejó besar por este hombre. Tal vez no lo conozca, tal vez el tequila me ha desinhibido, pero la dicha y cosquillas que tengo en mi vientre no son normales. Nunca había tenido un beso como este, y él lo sabe a la perfección. —¿Puedo seguir mirándote hasta que amanezca? — cuestiona encerrando mi rostro en sus grandes manos. …. Los besos van y vienen mientras él se hunde con constancia en mi interior. La pasión nos envuelve al igual que su gentileza y fuerza me hacen enloquecer. Mientras hacemos el amor en mi habitación del apartamento que alquilé, tengo dos grandes certezas: Estoy gozando como nunca lo había hecho, y … —No debería estar haciendo esto — menciono entre mis gemidos — la apuesta con mis amigas era por un beso. —Oh, también puedo darte uno — asegura saliendo de mí para bajar su cabeza lentamente a entre mis piernas. Me quedó viendo como siembra un camino de besos suaves desde mi pecho hasta mi vientre, hasta que me da un muy buen beso allí abajo. Mis dedos se aferran a las sabanas al disfrutar y experimentar un gran orgasmo. Él vuelve a entrar en mí sin darme descanso, hace que me siente encima de él, y me guía a contonear mis caderas montándolo. Es el paraíso. —Debes estar acostumbrado a este tipo de cosas ¿no? — pregunto extasiada. No puedo parar de ver sus ojos, ni sus labios mojados de mí. —¿Enamorarme a primera vista? — dice para después besar el torso de mi mano — No lo creo, princesa. Me río, y pienso que no lo dice en serio. Aunque, tal vez sea el alcohol, que los dos estemos bebidos y la gran química que tenemos en la cama, pero ¿y si es destino conocernos? ¿Qué tiene de malo fantasear y soñar? —Si tan enamorado estás, deberías decirme tu nombre — menciono limpiando sus labios. —Te lo diré cuando amanezca — asegura hundiéndose en mi cuello a chuparlo — Recuerda que la apuesta era con un desconocido. Me río muchísimo de su chiste. No puedo hacerlo por mucho tiempo porque vuelve a tirarme a la cama y a abrir mis piernas para darme más placer en otra posición. Sí, este es de lejos el mayor acto de rebeldía que he cometido en mi vida.En mi estómago se mezclan los nervios usuales de un nuevo trabajo y las ansias por aprender lo más que pueda parada aquí, frente el gran rascacielos de Goldstein Investments. Entro en una recepción que no parece tener final y al anunciarme a la recepcionista me da un pase de entrada provisional que guindo de mi cuello. Llego al piso de recursos humanos y me dirijo a la oficina de la reclutadora, no sin antes darle una sonrisa breve a Amy. Ella me pica el ojo para continuar con lo que está haciendo en su escritorio, trabaja aquí, y fue quien me avisó que estaban buscando a más personal. Entro en la oficina, no soy la única nueva. Hay cuatro personas más junto a las que tomo asiento después de dar los buenos días. Desde aquí la reclutadora que se llama Natasha nos da una charla introductoria de la empresa, y su historia. Después habla independientemente con cada uno de los nuevos. Los asigna a que vayan a un piso diferente y hablen con los encargados. Yo soy la última que queda con ell
Bueno, actualización. Estoy en la calle actualmente después de haber sido escoltada por dos guardias de seguridad de la oficina de Damián Goldstein. El impacto de haber sido escoltada de un sitio como ese, es muy grande como para procesarlo rápido. La mirada del resto de los empleados viéndome con pena mientras todo esto ocurría y yo aguantándome las lágrimas, está para ese rincón de mi memoria en el que almacenamos los momentos más vergonzosos de la vida. En pleno shock es que he pedido un taxi, y en pleno shock es que la gente me pasa por el lado sin importarle a nadie quién soy. Nadie aquí sabe que soy Leonora Brown y que vengo de la familia que vengo. Chequeo la app para ver por dónde va mi taxi y viene tan lento por el tráfico, que me pongo a caminar para acercarme yo a él. Quise pensar por estos días que esa noche no había acontecido, que no me había acostado así de fácil con un desconocido y dejado seducir con palabras obviamente falsas de amor. Quise seguir con mi vida sin r
Se suponía que estaría abriendo mis alas en una nueva vida. No encogiéndolas ante la terrible vergüenza e ira que me está consumiendo. Ver al hombre con el que pase la noche más mágica que hubiese tenido, poniendo un rostro de absoluto pánico al recordárselo. El cambio de sus expresiones es tan drástico, que es doloroso. —Déjanos a solas — pide Damián imponente a Natasha. Si pienso que ella se negará, eso queda desestimado muy rápido. Natasha ya se está parando y esquivándonos para salirse de su propia oficina sin chistar. —Tómense el tiempo que quieran — se despide. Veo la puerta por la que se fue, después veo a Damián que va a sentarse a la silla de Natasha. Como si esta fuese su oficina, aunque si Rowan es su abuelo, y él tiene un puesto tan grande para la edad que aparenta, eso hace más sentido. No le calculo más de 30. —¿Todos tus empleados te temen? ¿Qué clase de jefe eres? — pregunto desconcertada. —Uno que no quieres tener. ¿Para qué la insistencia? — responde de mal hum
La vida corporativa no debería ser una novela. Es la única certeza que tengo en la cabeza mientras veo cómo esta mujer grita y se esfuerza para que no la saquen de la oficina. Ya no es un solo empleado, son dos los que la están jalando de la cintura para que no entré. Estoy, paralizada. —Muévete, yo llamaré — me gruñe Damián quitándome el teléfono de la mano y marcando — Suban, sáquenla ya. ¡No es a la señorita Leonor, es a otra más! ¡Apúrense! Ni puedo recordarle a mi odiado jefe que ese no es mi nombre, la mujer en cuestión demuestra tener la fuerza de un caballo. Se suelta de los hombres y viene a aferrarse a mi brazo. —¡Tienes que ayudarme! ¡Mi hijo no tiene la culpa de los errores de su madre! —Disculpa, pero yo no puedo ayudarte… — digo intentando que me suelte. Si espero que mi maravilloso jefe me saque a esta mujer de encima, me equivoco, él se levanta de la silla y nos da la espalda. Parece que se la pasa con migraña. —¡Sí puedes ayudarme! ¡Convéncelo de que se haga la
Entre primeros días de trabajo caóticos, este debería ganarse el premio mayor. Tengo al bebé de mi jefe cargado en mis brazos y nadie me da respuesta de dónde está su madre.—¿No pueden encontrarla en el edificio? — exclamo perdiendo los estribos a José — ¡Tiene que estar aquí! ¡No pudo abandonar a su bebé con una desconocida! ¿Qué madre haría eso?Al avisarles que Marisella no estaba en el baño, los guardaespaldas de Damián habían ido a buscar a esa mujer por todo el piso en donde estábamos. Mientras yo me quedaba anonadada y con un bebé durmiéndose en mi hombro.—Cálmese señorita Leonora — me pide el hombre.Le miro con llamas en mis ojos.—¡¿Cómo me pides que me calme?! ¡No me dijeron en mi entrevista de trabajo que tendría que encargarme de los asuntos personales de mi superior! — digo tan estresada.¡Me había acostado con Damián! ¡Me había dicho que se enamoró de mí y prometió continuar lo nuestro al amanecer! ¿Ahora tengo que cuidarle al hijo que tuvo con la amante?Me equivoco
Mi simpatía por Marisella vuelve a reaparecer. Había que estar hecha del mismo material estéril que Damián Goldstein para no conmoverse con una madre llorando a mares con su bebé en brazos. —¿Cuál diagnóstico te dieron? — pregunto en un susurro. —Tengo un tumor en el cerebro. No para de crecer — asegura. —¿Damián sabe de esto? —Se lo he dicho, me ha bloqueado y sus guardaespaldas no me dejan acercarme a él en persona. También intenté ir con la prensa, tampoco quieren ir en contra de la familia. ¿A quién le dejaré a mi hijo? No tengo más familia. —Oye… Una prueba de ADN podría ayudarte — le aconsejo con lo poco que sé de este enredo. Marisella ve una luz al final del camino. —¡Ayúdame a conseguir su ADN! ¡Me lo das y le hago la prueba a mi hijo! ¡Ya no podrán verme como una loca! — me pide. Me asusto de inmediato. En definitiva, no firmé para esto. —Eso no sería ético de mi parte — aseguro. Ella más se acerca a mí con los ojos llorosos. —De mujer a mujer. ¿Qué harías si estuvi
Salí corriendo de Goldstein Invesments a la boutique más cercana, y regresé corriendo para arreglarme lo mejor que pude en el baño. Hice milagros para comprar un vestido, zapatos y maquillarme en 20 minutos. Lo conseguí de algún modo, y heme aquí. Llegando hiperventilada al estacionamiento subterráneo donde me está esperando Damián a punto de meterse al auto. Cuando me ve, puedo notar cómo me mira de pies a cabeza con una leve impresión, que esconde con facilidad para meterse en el auto. Le sigo. —Te ves mal. Pudiste hacerlo mejor — asegura viendo en dirección contraria a mí. No sé qué más quería. Tengo un vestido negro largo que se ciñe a mi figura. Sé que no es el mejor vestido, pero ni me lo probé en la tienda por las prisas. Sólo lo pagué y me lo llevé. —Lo siento. Fue lo mejor que pude conseguir en 20 minutos — respondo confundida. —Ya que insistes en estar bajo mi mando, sin que particularmente eso me agrade, tendrás que adaptarte a mis horarios. Toma — Damián casi que me la
Veamos, los matrimonios arreglados no son la norma en mi familia. Por ejemplo, mis padres se casaron perdidamente enamorados. Eso es lo que siempre me han contado, que comenzaron a trabajar juntos y perdieron la cabeza el uno por el otro, con un cortejo respetuoso y muy lento. Aun así, estoy al tanto de que, en las generaciones anteriores, matrimonios arreglados sí acontecieron. Pero demandarlos en la actualidad, imposible. Nunca pasaría. —No nos quieren casar. ¿Te volviste loco? Aunque loco ya has estado desde el inicio — espeto. Damián da varios pasos amenazantes para acercarse a mí, no retrocedo, me le quedó mirando con fuerza. —Eres una atrevida, no sabes respetar a tu superior. Miro a la muñeca de mi mano con mi reloj. —Ni debería estar trabajando a estas horas. Estoy fuera de horario laboral, fuera de ese tú no eres mi jefe — le comunico. Él me quiere decir varías cosas a través de su molestia. Aunque la cercanía que tiene su cuerpo del mío, siento que me quema. Un paso m