Mi tercera semana de trabajo es igual de infernal que la primera y segunda. Damián me está poniendo más trabajo del que una empleada nueva como yo debería tener; mis compañeros de trabajo evitan hablar conmigo, y sigo sin tener un escritorio fijo.Pero nada ha hecho que presente mi renuncia, continuó comprometida con no dejar a ese hombre destruir mi espíritu. Conmigo no podrá, y se lo he demostrado cumpliendo todas las asignaciones que me ha pedido. Con cada asignación exitosa que le entrego, peor es su furia.—¿Leonora? ¿Tienes un momento para mí? — pregunta Felipe.Es uno de los supervisores del piso, el único que a duras penas se atreve a hablarme. Ignoro el dolor de espalda que tengo porque hoy me toco un escritorio rotativo con la peor silla que pudieses tener.—Sí, por supuesto. ¿Qué sucede? — respondo viéndole en una sonrisa.Él baja su cabeza, como para que no le siga sonriendo. Esta empresa es tan rara, no es que sean odiosos conmigo, es que me tienen miedo. No estoy exagera
Los últimos días han pasado en cámara lenta. Desde que le di el cepillo de dientes a Marisella, y espero ese resultado positivo de ADN, no me he podido contactar con ella. No sé nada de esta. Lo único que sé es que Damián sigue haciendo mi vida imposible.El último capricho de mi jefe ha sido mandarme a agrupar una pila de facturas en orden cronológico. Cabe destacar que son facturas de sus gastos personales, nada de la empresa. Los dedos me están doliendo mientras pongo el clip metálico en las facturas del mes de julio.—¿Cómo vas con las facturas, Leonor? — pregunta burlón Damián desde su escritorio.Es imposible ya que este hombre tenga casi un mes trabajando conmigo, teniéndome en sus narices aquí en su oficina semi secuestrada, y no sepa mi nombre. Lo hace a propósito.—Bien. Voy por julio — digo ignorando sus ganas de buscarme pelea.—¿Crees que llegarás a julio en esta empresa al ritmo que vamos? — me vuelve a retar.Cuando digo que Damián es un hombre malévolo, es porque es un
No sé si está de sobra decir esto, pero nunca había encontrado a una persona muerta. Hacerlo no sólo es impactante sino profundamente traumatizante. Apenas pude llamar a emergencias, y apenas pude llamar a Damián.¿Por qué? o ¿Para decirle qué? No lo recuerdo. Mi presente, ese presente que estoy viviendo, es como un sueño. Mientras toman mis declaraciones, mientras sacan al cadáver en una bolsa negra.Todas esas escenas están borrosas y suenan distorsionadas en mi cabeza. Incluso, el ver a ese hombre que tanto odio acercándose a mí llamando mi nombre. El correcto esta vez.—¿Leonora? ¿Estás bien? — pregunta o eso creo, suena muy distante — ¿Me escuchas?Mis piernas y ojos me fallan. La fuerza abandona mi cuerpo, y pierdo el conocimiento.…..Abro mis ojos a duras penas, y noto que estoy en la camilla de una clínica. Me siento en esta con cuidado, y localizo mi celular a un lado. Me estiro para tomarlo, prendo la pantalla que indica que todavía no es de noche y sigue siendo el mismo día
Hay un espacio especial en el infierno para los hombres como Damián. Del tipo de hombre que te vuelve su casamentera después de haberte usado en la cama de la forma en la que hizo. Pero tenía que tragarme mi resentimiento y cumplir con la asignación que me había dado: encontrarle una esposa y madre para su hijo.En esas he estado los últimos días, analizando como si fuera una stalker a las potenciales candidatas a tal posición. Estoy en la sala del apartamento con la mirada concentrada en la lista de mi laptop con nombres, ocupaciones, edades y números de contacto.—¿Patricia Sterling? — digo — Socialité, 25, familia dedicada a la industria siderúrgica. ¿La anotamos en la lista?—Descártala, Damián se enrolló con la hermana mayor, Riley. Los Sterling no quieren ver a los Goldstein ni en pintura por eso — explica Amy a mi lado.Mis ojos se abren mucho y mis labios se curvan en una sonrisa forzada. Amy estaba siendo mi ayudante en esta ridícula tarea. Ambas estamos en pijama, con la sal
Un dato curioso de mí: Odio el golf. Nunca le he encontrado el atractivo, me parece una actividad soporífera. Así que, debo estar pagando el karma de alguno de mis ancestros para estar perdiendo mi mañana de sábado en un aburrido club de golf. Nada más y nada menos que con mi amado y cuerdo jefe: Damián Goldstein.—¿No podías enviarle un DM? Ya sabes, cómo la gente usualmente hace para el primer contacto. ¿Eso no era más fácil? — pregunto fastidiada en este carrito de golf que Damián está conduciendo.—¿Ahora es que me das ideas? Muy tarde. Ya estamos aquí. Deja de quejarte y dime dónde está — devuelve el maniático éste.Saco resignada mis binoculares para encontrar a la que esperamos será la nueva esposa de Damián, Isla. No es la primera vez que los saco, desde que llegamos la hemos estado buscando para fabricar un “encuentro por coincidencia” con ella. Ni a la hora del desayuno, ni en el hemisferio norte del campo interminable del club Emerald Bay Golf & Marina, la pudimos encontrar
El ambiente en este bar no puede estar más ameno y relajado. La vista asombrosa de las alturas que tenemos a través de las paredes de cristal, y los cocteles que hemos pedido, han estado de 10. Mi humor no tanto.—¿Qué es esa cara, Lelo? Por fin tenemos nuestra primera salida de mujeres solteras en la gran ciudad, juntas, y estás así — comenta Amy.Habíamos salido un sábado por la noche, para hacer una de las primeras cosas que quería al mudarme. Ambas nos arreglamos, lucíamos hermosas y mañana no había trabajo. Podíamos descontrolarnos.—Tienes razón — bebo más de mi trago — Disfrutemos a lo grande.Amy se ríe, y hace un gesto de que se acerquen a una pareja que viene detrás de mí. Al estar cerca, hacemos las presentaciones, la chica se llama Julieta y el chico… nos reconocemos antes de decir el nombre del otro. —¿No te llamas Jasper? — pregunto.—Sí. ¿Eres la rehén del tirano de nuestro jefe? ¿Leonora? — pregunta él. Todos nos reímos ante tan trágica situación.—Los cuatro trabaja
Aunque Damián llegó a acusar que su abuelo nos quería casar, no le creí. Ahora, tengo que hacerlo, porque más claro no puede estar. Él no estaba exagerando, e intento sonreír ante lo que me ha dicho el señor Rowan.—Tiene un gran sentido del humor — respondo.—Mi sentido del humor no es el que está hablando, son mis ansias de verlo con una mujer de buenos valores. Aquella que guíe su camino distorsionado. Detrás de cada hombre exitoso, hay una mujer maravillosa — argumenta.Por dentro, estoy en un estado de emergencia. Me quiero ir de aquí. Quiero retroceder el tiempo. ¡Claro que no me consideré para ser la esposa de Damián! ¡Porque no quiero casarme con él!—Whoa… Me toma por sorpresa con lo que dice señor Rowan — finjo que mantengo el control.—¿Cuán sorprendida estás? Eres hermosa e inteligente y por lo último, debes saber lo bueno que sería que formes parte de nuestra familia — continúa.—Debo decir que, aunque me halaga todo lo que me ha dicho, yo no estoy buscando casarme. No cr
Ni puedo cerrar los ojos ante el beso que me está dando Damián. Este tampoco es que dure mucho, el abogado se mete entre nosotros para separarnos. Recibimos muchas miradas desaprobatorias y otras de burla de los policías que vienen y van.—No es un momento adecuado para esto Dan — dice el abogado.—Sí, sí, sí. Me debo comportar mejor — responde él en una burla animada.Después hace otra cosa que me desconcierta, enlaza su mano con la mía. Al ver esta extraña conexión frunzo mi ceño y subo el rostro para verlo, él más me sonríe.—Vamos al auto, se está haciendo tarde — pide el hombre empujando con su mano en la espalda a Damián.Él no se impacienta, ni molesta por el contacto. Avanza arrastrándome a mí mientras estamos tomados de la mano. Cuando nos acercamos al auto del abogado, Damián se apresura a abrirme la puerta del asiento trasero. Me monto en éste en un estado absoluto de desconcierto, que se prolonga al Damián sentarse a mi lado, no en el puesto de copiloto como suponía haría.