Ambos lobos regresaron a la casa unos minutos mas tarde, juntos, silumando que simplemente se habían encontrado en el camino. Lyra ya los esperaba sentada en la entrada, con su mirada clavada en ambos. Implacable y aterradora.

Fue Aegan quien comprendio que algo no iba bien desde el primer instante en que sus ojos se encontraron.

Sin embargo, y para desgracia suya, Damino no comprendio el nivel de peligrosidad en el que se encontraban.

—¿Cómo estuvo tu paseo, Lyra?—pregunto el príncipe cruel, intentando simular que no habia pasado nada—. Espero que lo hayas disfrutado, para nuestra cita tengo en mente algo especial.

El optimismo y la buena predisposición de Damino lo habían cegado de tal manera, que le resulto imposible notar el ceño fruncido en el rostro de Lyra. Eso sumado al odio y rabia mortal que se aglomeraba en lo mas profundo de su corazón. Carcomiendolo todo a su paso.

—Ya lo imagino—escupio ella, con una mueca en sus labios que no lograba asemejarse a una sonrisa—, pero no p