El bosque entero parecía palpitar lo que estaba a punto de ocurrir. Todas y cada una de aquellas criaturas habían encontrado refugio en los rincones mas próximos, y ahora, desde sus madrigueras, observaban en silencio aquella escena.

Dos lobos enormes se encontraron, ambos se observaron con odio en sus corazones desde sus lados opuestos del campo. Uno era blanco como la nieve mientras que el otro tenia un pelaje tan oscuro como una noche sin estrellas. Durante largos y extenuantes segundos ambos simplemente se observaron.

Aegan evaluo a su hermano, midio que tan enfadado estaba, aunque la rabia que parecía carcomerlo lo impregnaba todo a su alrededor.

Por su parde, Damino luchaba con todas sus fuerzas por contener aquella bestia que se habia apoderado de su cuerpo por completo. El gritaba desesperado recibiendo el eco de sus propias palabras como única respuesta. Como muy pocas veces ocurria, el príncipe cruel estaba aterrado.

Iba a matar a Aegan, estaba seguro de eso. Y una vez que e