Lyra se habia quedado dormida en brazos del príncipe dorado. El sueño la habia reclamado luego de sentir todas esas emociones desprenderse de su alma en pena. Aegan no dijo una sola palabra. El simplemente la cargo en brazos, llevandola de regreso a la casa. Alli, el no dijo una sola palabra, pasando junto a Damino quien lo observaba sorprendido, con miles de pensamientos pasando por su mente. El no dijo absolutamente nada mientras caminaba con Lyra durmiendo entra sus brazos, llevandola hasta su cuerto. Luego de todo lo ocurrido, el iba a ser jodidamente egoista, dejandola en su propia habitacion, cerrando la puerta detrás de el. Aegan no deseaba apartarse de ella. Lyra lo necesitaba ahora mas que nunca, y el no pensaba dejarla sola con sus pensamietos. Con cautela y delicadeza, el la coloco sobre la cama, retirándole la ropa con suavidad. El la arropo y la observo dormir durante algunos minutos en los que logro conseguir cierto nivel de paz. Hasta que finalmente la puerta d
A la mañana siguiente, Aegan ya no estaba por ningún lugar. Cuando Lyra abrió los ojos, ella estaba completamente sola en la cama, bien arropada y calentita, pero la ausencia del príncipe dorado le pesaba, le hacia falta.Con pasos cansados, ella se puso de pie y salió del resguardo que las sabanas ofrecían para ella, mientras observaba todo a su alrededor. No estaba en su cuarto, sino que se encontraba en el de Aegon.Sin poder evitarlo ella esbozo una delicada sonrisa que corono sus labios, mientras deslizaba su mirada a través de la habitacion. Ciertamente eso no era lo que imaginaba cuando pensaba en el cuarto de aquel hombre.Todo estaba en orden, el tenia varios libros clásicos apilados en repisas cercanas. Un escritorio de madera oscura se encontraba en la pared opuesta con un cuaderno cerrado encima de este. Hechizada, Lyra avanzo hasta este, con los labios crispados hacia un lado antes de tomarlo entre sus manos y comprender de lo que se trataba.Era un diario… o mejor dich
Damino:—Si…—.Las palabras de Lyra hicieron que su corazón se detuviera, sus labios se secaran y su mente se vaciara totalmente de cualquier pensamiento. Damino tuvo que recordarse a si mismo como respirar, como pensar e incluso que palabras se suponía que debia decir.Pero nada de aquello fue necesario; no cuando Lyra continuo con sus palabras.>—Si, cuando el infierno se congele.Las palabras de Lyra fueron dichas con tal rabia y desprecio que detuvieron el alma del príncipe cruel. El jamás habia escuchado que la princesa fuera capaz de contener tanto odio en su interior. En su corazón. Sin embargo allí estaba, escupiendo aquellas palabras para el.—¿Por qué eres tan cruel conmigo, Lyra? ¿Qué hice yo para merecerlo?—se atrevio a preguntar el con calma.—Me amas, Damino—comenzó a decir ella con calma—. Una vez, ese amor fue hermoso, puro y noble, pero ahora…Ella trago duro, sabia que sus palabras serian demasiado fuertes, incluso para los oídos del hombre ante ella, pero el necesi
Aegon: El príncipe dorado suspiro derrotado, mientras cerraba ante sus ojos el cuarto libro que habia leído en aquella mañana. Ninguno de ellos tenia lo que estaba buscando, ninguno le arrojaba las respuestas que tanto deseaba. Un montón de motas de polvo salieron dispersadas en el aire cuando el príncipe cruel finalmente cerro el libro ante sus ojos, arrojándolo lejos de el. —Estas frustrado, muchacho—dijo un anciano a sus espaldas—, lo entiendo, pero no deberías desquitarte con estos libros viejos. Aegan volvió el rostro hacia atrás, encontrándose un hombre mayor, con una notable joroba y el rostro colmado de arrugas. La cara de Aegan se calentó ante la vergüenza de que el lo hubiera notado, por lo que intento enmendar su error rápidamente. —Lo lamento, es un mal habito que intento corregir—respondio el poniendose de pie—. Nome presente, mi nombre es… —Ya se cual es tu nombre, príncipe dorado—intervino el anciano avanzando hacia el con pasos no tan agiles—. Tu apodo te prec
Damino: El príncipe cruel no pudo cerrar los ojos en toda la noche, el se revolvió inquieto de un lado al otro, mientras los fantasmas de sus pensamientos lo atormentaban sin piedad alguna. Habia cometido un error, un maldito error que ahora le pesaba en la consciencia, pero no podía retractarse. Damino simplemente no deseaba hacerlo. Para desgracia del hombre, el dia llego demasiado rápido, y su único consuelo era suplicar que Aegan ocupara el lugar de Lyra en el combate, de lo contrario, el tendría que enfrentarse a ese posible destino, lo cual le daba terror. Sin embargo, luego de pensar las cosas durante varios minutos, el tomo una firme decisión. Necesitaba dejar que las cosas siguieran su curso natural. Si Aegan iba a morir aquel dia, que lo hiciera por su cuenta. Con esa única decisión firme en su mente, Damino salió de la cama antes de que los rayos del sol se coronaran totalmente en el cielo. En completo y total silencio, como si fuera un fantasma o un espectro herrante
Lyra:Cuando Lyra abrió los ojos, ella estaba en el cuarto de Aegan nuevamente, pero en esta ocasión no se encontraba sola. El príncipe dorado estaba desnudo a su lado, profundamente dormido, mientras la apretaba con fuerza entre sus brazos.Durante largos segundos, Lyra lo observo con una sonrisa en sus labios, mientras admiraba la paz y tranquilidad que parecía poseer en sus facciones. El era hermoso por naturaleza, con su cabello dorado y su piel besada por el sol.Sin embargo, durante el dia, parecía estar enfadado, molesto o con los rasgos faciales rigidos como piedra; pero ahora, a primera hora del dia, el príncipe dorado estaba relajado, durmiendo entre sus brazos.Durante algunos segundos, Lyra sonrio, mientras se imaginaba una vida asi, junto a ese hombre hermoso e increíble. Como seria dormir junto a el, el reírse con el y hacer el amor juntos, cada noche y dia.La princesa se maravillo por el futuro que la luna parecía haberle preparado a ella. Hasta que finalmente los rayo
Aegan gruño de dolor, mientras intentaba ponerse de pie. El golpe brutal que Samuel le habia infligido en su estomago lo habia dejado si aire. Cada golpe lo abatia, sin embargo, Aegan se sentía orgulloso de haber tomado el lugar de Lyra en aquel combate, incluso aunque esta no fuera realmente consciente de lo que estaba ocurriendo. De cierta forma, el saber que ella estaba durmiendo le genero cierta tranquilidad. Ella estaba en otro mundo, en el mundo de los sueños, donde todo era posible. Quizas, con algo de suerte, el podría habitarlos también. El y aquel bebe que Aegan no seria capaz de conocer. Samuel volvió a arremeter contra el, buscando hundir su pierna contra el rostro del príncipe dorado, sin embargo, este se percato de aquello en el momento justo, logrando lanzarse hacia un costado a gran velocidad. La respiración de Aegan era irregular. El estaba cansado, casi agotado, mientras el inconfundible gusto a hierro que acompañaba la sangre impregnaba sus sentidos. Para su mal
Nueve meses más tarde: —¿Estas segura de que no tienes hambre?—insistió Damino por cuarta vez en lo que iba aquella tarde. Lyra hizo su mejor esfuerzo por sostener aquella sonrisa amable en sus labios, pero los casi nueve meses de embarazo no le ayudaban a esconder su mal humor. El príncipe que habia dejado de ser cruel se disculpo con una media sonrisa ladeada, mientras la observaba a los ojos. >—¿Ya pensaste en que nombre vas a ponerle?—pregunto Damino intentando hacer las pases con ella. Lyra poso una mano sobre su vientre redondo, mientras sentía como la vida dentro suyo se movia frenética. En poco tiempo, el niño dentro suyo saldría al mundo y llenaria su vida de alegría. Algo que ciertamente necesitaba luego de tanta oscuridad y tragedia. —Tenia pensado ponerle Aegan o Jack—dijo ella con una media sonrisa amable hacia Damino. Al