Resbalaba la tarde en el horizonte. El sol se ocultaba lentamente detrás de las montañas, tiñendo el cielo de tonos anaranjados, rojizos y dorados. Un paisaje poético e inspirador. En el corazón del bosque oscuro, los dos reyes alfas lobos se encontraban frente a frente. Sus miradas eran intensas y llenas de un pasado doloroso. El Viejo Rey, había sido el responsable de arrebatarle, quizás sin mala intencion su mate a su hermano, Golnet, quien perdió al amor de su vida, pero en el corazón no se manda, y fue Lidia, quien decidió que su vida la compartiría con Demetry, el hermano de este. Golnet tenía el pelaje oscuro y brillante, sus ojos azules reflejaban la tristeza y el resentimiento guardado, que había llevado durante años, martillándole la conciencia. Demetry, por otro lado, era más grande y musculoso, con un pelaje gris plateado y ojos ámbar llenos de dolor y arrepentimiento por todo lo que habían experimentado en el pasado, así como la tristeza de saber que su hermano y él, ha
El viejo Alfa estaba convencido de que su hermano, el Rey Golnet, devolvería a la pequeña Luna, para que la profecía se cumpliera a tiempo, tal y como estaba previsto, pero esos, no eran precisamente los planes de aquel malvado Alfa.Mientras estos regresaban cada uno a sus respectivas manadas y reinos, la pequeña Luna se encontraba cautiva en una cueva oscura y llena de bichos. Se sentía sola y desprotegida, pero sabía que aún así, alguien la estaría buscando. Cada vez que sentía que no podía más, recordaba aquellos mensajes recibidos a través de las pesadilas que de niña tenía y que ahora, como un futuro incierto, le aguardaban.—Si alguien pudiera venir por mí. ¡Ian! ¿Dónde estás? ¿Por qué no has venido a buscarme? ¡Prometiste que siempre me cuidarías! ¡Auxilio! ¡Ian! ¡Lyam! ¡Señora Dorys! Alguien venga a rescatarme por favor —pensaba la jovencita y a su vez, hablaba en voz alta —¡Sáquenme de aquí! ¡Por favor! La pequeña Sarah, cautiva en algún lugar del Bosque Oscuro, pedía a gri
El hermano de Sarah, Ian, en compañía del príncipe alfa caminaban por el bosque, en busca de la pequeña Luna, gritaban su nombre tras cada paso, con la esperanza de encontrarla pero sus intentos, han sido fallidos. Lyam, con el corazón lleno de tristeza y el conocimiento de que aquel señor es un ser malvado y sin alma, lo desbordaba de preocupación, sin saber si su princesa destinada seguiría o no con vida. Había estado buscando a su amada princesa Luna durante días, pero no había logrado encontrarla, ni siquiera con la ayuda de los hombres que trabajan para su padre. Por su parte, la luna llena brillaba en lo alto del oscuro cielo, iluminando el camino del príncipe mientras continuaba su búsqueda.—¡Sarah! ¡Sarah! —gritaba una y otra vez, Ian, quien no desistiría hasta encontrarla.—¡Sarah, ¿me escuchas? —preguntaba Lyam, con esperanza de escuchar su voz melodiosa.Los muchachos intentaron varias veces llamar a la pequeña Sarah, quien no respondía y a quien los lobos de la manada Lun
Los jovencitos volvieron a la aldea, un tanto decepcionados, tal vez, por no alcanzar el objetivo, por no haber encontrado a la pequeña Sarah, a pesar de su intuición, o lo que ellos veían como tal. Ian, al llegar, entró rápidamente con dirección a su habitación, necesitaba estar solo y así pensar, qué podría hacer para hallar a su hermana, pero antes... necesitaba descargar toda esa rabia y esa tristeza que llevaba a cuestas. Su vida había dado un vuelco muy fuerte, algo que no se esperaba. En cuestión de solo días, había perdido su felicidad, a sus padres, su hogar, su vida y, por si fuera poco, a su hermana, su pequeña hermana a quien había prometido cuidar y proteger del mundo entero, si así fuera necesario. No era fácil, la verdad, no lo era. —¡Esta no es la vida que yo quería vivir! ¡Me siento muy mal, muy mal! ¡Mamita, ¿por qué no nos llevaste contigo? Tal vez, en el cielo... seríamos felices como lo fuimos aqui en la tierra. —susurraba Ian entre sollozos, acostado boca abajo
De un verano feliz a un invierno de pérdida y dolor.(12 años atrás)La familia Gold Myerston estaba de vacaciones de verano en las playas de Brighton, habían alquilado una cabaña pequeña pero muy cálida y acogedora, para pasar una semana diferente a las que acostumbraban cada vez que podían echarse una escapada con los niños, de manera que compartían y disfrutaban de ese mágico espacio. Por las mañanas tomaban el sol, los niños jugaban en la arena y a la orilla de la playa, recibiendo la energía de las palmeras, contemplando la inmensidad del mar y las bellezas que ofrecía aquel hermoso lugar.Sarah era una niña de cinco años, mientras que su hermano Ian, era un poco más grande, ambos eran muy apegados a sus padres, quienes siempre les profesaban su amor y sus cuidados a cada momento, así como fomentar los valores para ser siempre unos buenos niños. La última noche que pernoctarían en la cabaña que alquilaron durante las vacaciones, mientras los padres estaban en la sala de estar,
A la mañana siguiente, luego de haber pasado unos días mágicos y felices, había llegado el momento de volver a casa para continuar con la rutina de escuela y trabajo.La noche fue un poco larga, por lo que entre el cansancio y las pesadillas de Sarah, no lograron levantarse temprano para terminar de acomodar el equipaje, desayunar y finiquitar algunas cosas para emprender el viaje. Ya el reloj marcaba un poco más de mediodía.―Sarah es hora de levantarse, ―le dice su mamá mientras abre las cortinas ―¿Cómo dormiste mi pequeña? ―pregunta al ver que la niña se estira un poco y abre los ojos.Enseguida, recuerda las imágenes de los destellos de la luz de la luna, pero pensando que fue solo un sueño, no le dio mucha importancia y no le cuenta a su mamá.―Bien mamita, pero tengo mucha hambre.―Bueno ve a asearte y bajas a desayunar, que en un rato partimos a casa, ¿de acuerdo?―Está bien mami.La niña se levanta de la cama, se dirige al baño, recordando el susto de la noche anterior y aquel
La madre de los niños, hizo lo que prácticamente le ordenó el esposo, buscó atuendos que abrigaran bien a los niños y a ella misma, les dio medicamento para evitar que por alguna razón, se les subiera la temperatura después de haber estado mucho tiempo debajo de la lluvia torrencial, estrechándolos a ambos entre sus brazos, agradeciéndole a Dios que habían encontrado a Sarah con bien y que tenía a sus hijos sanos y salvos, pues ellos eran el regalo más preciado que le había dado la vida, eran su tesoro de incalculable valor. Los acomodó en el asiento trasero del auto, les colocó el cinturón de seguridad a cada uno, les dio la bendición, los besó con todo el amor que le recorría en las venas, y los miraba como si quisiera grabar sus caritas en su memoria para siempre.Ian, que aún no se dormía, le llamó la atención a su madre, tomándola de la mano.―Mamita, ¿estás bien? ―Sí, mi pequeño, todo está bien, solo estoy un poco cansada, pero no deberías preocuparte por eso, por cierto, tú d
La lluvia fue cesando poco a poco, mostrando el satélite lunar en el firmamento tras aquella fatídica noche de tormenta. Por un lado, se llenaba de luminosidad mientras que por el otro, solo se llenaba de sombra y bruma.Desde lejos se escuchaban los lobos aullar una y otra vez, anunciando la llegada de la luna esperada a su manada.Habían transcurrido muchas noches para que la luna destinada, encontrara su camino. El camino con el que salvaría el futuro de una manada de lobos a punto de desaparecer a causa de una profecía.―Dorys, por fin ha llegado el momento, la compañera destinada para Lyam está aquí―dice el rey Alfa a su ama de llaves, quien ha trabajado para la familia desde hace más de doscientos años y por lo tanto, pertenecido a la manada desde entonces.―Sí amo, lo he visto. Pero ha de llegar muy asustada, sus padres perecieron en el accidente en el pozo de los desdichados, aparte, no sabemos como vaya a reaccionar..―No te preocupes por eso, estará bien, aún es una niña y l