Sarah sentía cierto temor, debido a esa figura extraña y malvada que se le apareció en uno de los ventanales de la habitación, aunque era pequeña, sabía y presentía muchas cosas, pero su miedo no podía enfocarse en esa criatura, sino en alguien más poderoso entre los lobos, que le podría hacer mucho daño. ¿Lobos? Sí, tal cuál. La niña sabía que en el sitio donde estaban viviendo ahora y, los que ahora serían su nueva familia, eran hombres lobos, solo que no podía revelarlo, ya que muchos están detrás de la llamada Luna, tema del que también tenía conocimiento, pues, sus pesadillas y premoniciones, desde siempre le habían mostrado su pasado, su presente y su destino. Sarah soñaba con un lobo blanco, diría que sería un cachorro, muy amable y que podría ser capaz de cuidarla y protegerla de todo y de todos, de cualquier peligro que pudiera acecharla, en su vida humana y, en su ahora vida entre lobos.Ella caminaba tranquilamente hacia la habitación donde dormiría con Dorys, en compañía
La nana Dorys, se quedó mirando a Sarah, patidifusa. No podía creer que la niña supiera tanto de ese tema que estaba tan guardado en las memorias de los Reyes de las manadas, o al menos, de parte de su Rey. «Esta muchachita sabe más de lo que mi Rey se imagina, lo que no comprendo es por qué me habló de esa manera... ¿Quién será quien nos vigila? Sobre todo a los niños... ¿Será que el Rey Oscuro tiene que ver con todo esto?», pensó la nana tratando de consolar a la niña, sin embargo, había algo en ella, que no le permitía acercarse demasiado.Por su parte, el viejo rey, buscaba la manera de cuidar de su pequeña Luna, para que en el futuro, las cosas se dieran como se esperaban, sin embargo, no encontraba la mejor forma de hacerlo. «Le he dado mil vueltas a esta situación y no sé como lidiar con todo esto, los años me están pesando ya. Creo que lo mejor es ir a hablar con mi hermano, tal vez, deje de hacer tanta maldad, él cree que no me doy cuenta, pero el lobo pierde el pelo, mas n
La noche era oscura y fría, cubierta de niebla, el viento soplaba entre los árboles del negro bosque, susurros que parecían llevar consigo un mensaje oculto a través de las hojas danzantes en el aire. En medio de aquel paisaje, un grupo de hombres lobos de la manada oscura, se reunía en un claro, tomando decisiones acerca del paso que darían tras esconderse el satélite lunar entre las montañas... su aliento formaba nubes de vapor en el aire.El líder de la manada, el imponente lobo de pelaje negro Golnet Black, observaba a su manada con ojos penetrantes, extremadamente amarillos. A su lado, se encontraba una anciana con ropas raídas, de mirada sabia, conocida en la oscuridad como la Vidente Alas Negras, quien mantenía su atención en una bola de cristal, a través de la cual, veía a una pequeña niña de cabellos rubios que yacía en la habitación de la nana Dorys, en compañía de Ian, su hermano y algunos espíritus alrededor de ella. —Hermanos lobos, ha llegado el momento de cumplir la p
Pasaron los días y la pequeña Sarah, no aparecía, nadie sabía que había sido de su paradero. Sin embargo, el viejo Rey, seguía teniendo sus dudas respecto a la extraña desaparición de la niña.—Dorys, es muy extraña la desaparición de la Luna, nadie que no estuviera al tanto de la profecía, pudiera tener la idea de llevársela. Solo Golnet, ese desgraciado siempre ha querido que su hijo cumpliera los designios de la Diosa, pero lo que él no sabe es que aunque secuestre a la Luna destinada, nunca su hijo podrá hacer cumplir los mandatos de los ancestros. Nunca, Dorys. —expresa con mucha rabia el viejo Rey, golpeando la mesa de su despacho.En ese ínterin, los niños están merodeando el despacho, y alcanzan a escuchar que hay probabilidades de que, quien la tenga secuestrada sea un fulano Golnet, a quién Lyam, susurra:—Es mi tío, ese señor malvado es mi tío.—¿De qué hablas Lyam?, ¿Cómo que ese señor del que habla tu padre, es tu tío?—Sí, está peleado con mi padre desde hace muchos años
Resbalaba la tarde en el horizonte. El sol se ocultaba lentamente detrás de las montañas, tiñendo el cielo de tonos anaranjados, rojizos y dorados. Un paisaje poético e inspirador. En el corazón del bosque oscuro, los dos reyes alfas lobos se encontraban frente a frente. Sus miradas eran intensas y llenas de un pasado doloroso. El Viejo Rey, había sido el responsable de arrebatarle, quizás sin mala intencion su mate a su hermano, Golnet, quien perdió al amor de su vida, pero en el corazón no se manda, y fue Lidia, quien decidió que su vida la compartiría con Demetry, el hermano de este. Golnet tenía el pelaje oscuro y brillante, sus ojos azules reflejaban la tristeza y el resentimiento guardado, que había llevado durante años, martillándole la conciencia. Demetry, por otro lado, era más grande y musculoso, con un pelaje gris plateado y ojos ámbar llenos de dolor y arrepentimiento por todo lo que habían experimentado en el pasado, así como la tristeza de saber que su hermano y él, ha
El viejo Alfa estaba convencido de que su hermano, el Rey Golnet, devolvería a la pequeña Luna, para que la profecía se cumpliera a tiempo, tal y como estaba previsto, pero esos, no eran precisamente los planes de aquel malvado Alfa.Mientras estos regresaban cada uno a sus respectivas manadas y reinos, la pequeña Luna se encontraba cautiva en una cueva oscura y llena de bichos. Se sentía sola y desprotegida, pero sabía que aún así, alguien la estaría buscando. Cada vez que sentía que no podía más, recordaba aquellos mensajes recibidos a través de las pesadilas que de niña tenía y que ahora, como un futuro incierto, le aguardaban.—Si alguien pudiera venir por mí. ¡Ian! ¿Dónde estás? ¿Por qué no has venido a buscarme? ¡Prometiste que siempre me cuidarías! ¡Auxilio! ¡Ian! ¡Lyam! ¡Señora Dorys! Alguien venga a rescatarme por favor —pensaba la jovencita y a su vez, hablaba en voz alta —¡Sáquenme de aquí! ¡Por favor! La pequeña Sarah, cautiva en algún lugar del Bosque Oscuro, pedía a gri
El hermano de Sarah, Ian, en compañía del príncipe alfa caminaban por el bosque, en busca de la pequeña Luna, gritaban su nombre tras cada paso, con la esperanza de encontrarla pero sus intentos, han sido fallidos. Lyam, con el corazón lleno de tristeza y el conocimiento de que aquel señor es un ser malvado y sin alma, lo desbordaba de preocupación, sin saber si su princesa destinada seguiría o no con vida. Había estado buscando a su amada princesa Luna durante días, pero no había logrado encontrarla, ni siquiera con la ayuda de los hombres que trabajan para su padre. Por su parte, la luna llena brillaba en lo alto del oscuro cielo, iluminando el camino del príncipe mientras continuaba su búsqueda.—¡Sarah! ¡Sarah! —gritaba una y otra vez, Ian, quien no desistiría hasta encontrarla.—¡Sarah, ¿me escuchas? —preguntaba Lyam, con esperanza de escuchar su voz melodiosa.Los muchachos intentaron varias veces llamar a la pequeña Sarah, quien no respondía y a quien los lobos de la manada Lun
Los jovencitos volvieron a la aldea, un tanto decepcionados, tal vez, por no alcanzar el objetivo, por no haber encontrado a la pequeña Sarah, a pesar de su intuición, o lo que ellos veían como tal. Ian, al llegar, entró rápidamente con dirección a su habitación, necesitaba estar solo y así pensar, qué podría hacer para hallar a su hermana, pero antes... necesitaba descargar toda esa rabia y esa tristeza que llevaba a cuestas. Su vida había dado un vuelco muy fuerte, algo que no se esperaba. En cuestión de solo días, había perdido su felicidad, a sus padres, su hogar, su vida y, por si fuera poco, a su hermana, su pequeña hermana a quien había prometido cuidar y proteger del mundo entero, si así fuera necesario. No era fácil, la verdad, no lo era. —¡Esta no es la vida que yo quería vivir! ¡Me siento muy mal, muy mal! ¡Mamita, ¿por qué no nos llevaste contigo? Tal vez, en el cielo... seríamos felices como lo fuimos aqui en la tierra. —susurraba Ian entre sollozos, acostado boca abajo