El dolor que invadió a Gianna era indescriptible, nunca había sufrido tanto. La transformación de un licántropo ya era impresionante, pero ellos no sentían dolor a pesar de lo aparatoso que podía verse; sin embargo, en ese momento percibió cómo cada hueso de su cuerpo cambiaba, era como si se rompieran en miles de astillas y cada órgano de su cuerpo se partiera en dos. Gia rogó morir; no podía tolerar ese dolor, era demasiado. Su visión se nubló y pensó que se desvanecería por el sufrimiento, mas no pasó. Frente a ella vio —y sintió— sus brazos cambiando para convertirse en las patas delanteras de su forma lobuna. El color rojo de su pelaje parecía brillar sobre el suelo blanco del laboratorio.La loba intentó incorporarse, pero el dolor continuaba recorriendo su cuerpo en los últimos instantes de su transformación; entonces, la puerta finalmente cedió y Cornelia se mostró en su enorme forma de lobo en el umbral.Gianna levantó la mirada; todavía no podía pelear, jamás había experimen
El lobo castaño derribó la última puerta que conducía al helipuerto, salió y tiró consigo a Cornelia. Un chillido de dolor le mostró al vampiro agazapado entre las sombras, había intentado sujetar a Cornelia en el último segundo, pero el sol lo alcanzó.El helicóptero esperaba por ellos; sus hélices desprendían una fuerte ráfaga de viento. Un grupo de cuatro personas corrieron hacia los lobos para ayudarlo a arrastrar a Cornelia.El vampiro recitó una frase en una lengua antigua que el lobo no comprendió, pero supo que no era nada bueno para ellos y casi la percibió como una maldición; muy equivocado no estaba.El lobo, con ayuda de los demás, subió a la moribunda Cornelia en el helicóptero y por último subió él; la aeronave empezó a despegar y, cuando estaba por salir del helipuerto, un peso los hizo tambalear.Darragh había logrado frenar el helicóptero al colgarse de los patines de aterrizaje, pero su lomo quedó expuesto. Sin embargo, no estaba solo, Harry lo protegió disparando de
Para el médico no era novedad la velocidad a la que Gianna se estaba curando; sabía sobre la existencia de los licántropos. De hecho, podría considerarse que era el médico de cabecera de la manada «La luna susurrante» y por supuesto que conocía a la pareja alfa. Él, como un hombre de ciencia, estaba maravillado con la existencia de los hombres lobo y no dejaba de sorprenderse por toda la magia que encerraban en sus cuerpos. Los signos vitales de Gianna estaban estables y sus heridas habían cicatrizado; podía marcharse cuando quisiera.—Gracias, Mickelson —agradeció Leonard cuando el médico se disponía a marcharse.—Cuando gusten, ahora los dejaré solos.El médico dirigió una mirada a Darragh. El futuro alfa era mucho más intimidante que su padre, pero ahí, al lado de su Luna, parecía un cachorro preocupado. Gianna se sentó, con ayuda de su mate, cuando el médico se marchó.Darragh permaneció a su lado sujetando su mano y encaró a sus padres.Leonardo poseía una mirada compasiva, per
Nerea abordó la lujosa camioneta negra en compañía de su marido. Él se concentró en una llamada del trabajo, ella en mirar por la ventanilla mientras el vehículo se ponía en marcha.La hembra alfa trataba de apaciguar la culpa, después de todo… ¿cómo iba a saber que aquella inocente conversación podría ser el presagio de algo terrible?Cornelia no había dicho nada que, probablemente, muchos no pensaran; incluida Nerea en algún momento de su juventud. Sólo fue una plática inocente; sin embargo, la hembra alfa supo que la subestimó como de seguro todos hacían y la consideraron sólo una loba guapa, olvidaron la gran científica que era.Las imágenes volvieron solas a aquella tarde en la mansión; tenía tanto tiempo. Gianna existía, pero lejos de ellos y hacía mucho que ni siquiera la veían o reparaban en ella. Nerea, como madre, siempre notó que su hijo tuvo un interés particular en la omega, pero que no se acercaba por la diferencia en jerarquías; nunca creyó que tuviera que preocuparse
Por la noche, Gianna estaba recuperada de sus heridas, pero el agotamiento no se iba. Creía que jamás se había sentido tan casada en su vida y hasta abandonar el sofá, para ir por agua, le parecía la tarea más titánica a la que se había enfrentado.Darragh se adelantó y fue primero por el agua, el vínculo cada vez era más cómodo entre ellos; sólo fluía. Gianna agradeció con una sonrisa, bebió un sorbo y escuchó el susurro de Beth, sentada a su lado.—¿Qué? —preguntó Gia.—Es que me encanta verlos juntos. —Volvió a suspirar la loba rubia—. Y tú, vaya, te ves tan chiquita y frágil pero dejaste sin un ojo a Cornelia.Gianna casi escupió el agua por la repentina risa que le ocasionó el comentario y el tonito ilusionado de su amiga, pero logró contenerse. Aleksi, en el otro sofá con Darragh, esbozó una sonrisa divertida.—Es probable que su ojo ya se encuentre bien —dijo Gia.—Lo cual es una verdadera lástima —agregó Beth—. Ya me desagradaba y pues es obvio que es el enemigo, pero, además
El anochecer bañaba las transitadas calles de Manhattan.Darragh iba en el asiento del copiloto en la camioneta mientras Aleksi conducía. No le gustaba que su hermano mediano fuera al volante de su preciado vehículo, pero Harry se había quedado a cuidar a Gianna y Beth porque su Luna se sentía muy agotada. Él no era tonto, quizá un poco despistado a ingenuo en temas del «amor», pero su relación con Gianna lo había «sensibilizado» o eso quería creer. No se opuso a Aleksi como chofer porque notó que el lobo necesitaba algo para distraerse, ya que reconoció perfectamente su incomodidad cuando ordenó a Harry quedarse en el penthouse con las lobas, en específico con Beth; supuso que al conducir se distraería en algo más que en pensar qué hacían Beth y Harry.—Es un alivio que William esta vez eligió un hotel, no una fábrica abandonada en medio de la nada —dijo Darragh.«Mhm», fue toda la respuesta de Aleksi.Darragh lo miró de soslayo.«¿Estás bien?».—Sí.El futuro alfa enarcó ambas ceja
Los lobos se mantuvieron tensos ante el espectáculo de William bebiendo de la indefensa mucama. No la iba a matar, era evidente, pero no quitaba lo grotesco y desagradable.William puso los ojos en blanco. Los lobos ante él podían cerrar por completo su mente, pero sus expresiones eran un par de libros abiertos.El vampiro retiró los colmillos del cuello de la mujer, se pinchó el dedo con uno de éstos y colocó la sangre sobre las incisiones que acababa de hacer. Entonces dijo algo en una lengua extraña y las tres mucamas se marcharon sin decir más.—¿Cómo pueden entenderte? —inquirió Aleksi cuando se encontraron a solas.—Es magia —bromeó el vampiro. Los lobos entendieron que no revelaría el secreto—. ¿Está bien el whisky?—¿Qué descubriste? —inquirió Darragh; quería conocer de una vez por todas la magnitud del enemigo.William sonrió, hizo un asentimiento y se incorporó para dirigirse al minibar por su propio whisky. Aleksi bebió un poco para tragar esa horrible «corazonada» que hab
—Aleksi, hola —saludó Beth con tono nervioso, pero el lobo no contestó—. ¿Estás ahí?Aleksi tragó duro. El semáforo pasó a verde. El lobo avanzó en la camioneta y, tras aclararse la voz, habló:—Hola, Elizabeth, ¿sucede algo?—No, no, nada, todo está bien. —Se apresuró a responder—. Darragh nos ha contado muy rápidamente sobre lo que hablaron con William, me parece terrible.—Lo es, pero… encontraremos la forma de defendernos, no tienes que preocuparte.—Gracias —musitó ella—. O sea, igual debo entrenar un poco, creo, no sé, ¿debería?—Siempre es bueno saber pelear, pero puedo defenderte.Aleksi se mordió la punta de la lengua, ¿en serio dijo eso? Parecía un lobo faldero, ¡hasta se imaginó del tamaño de un perrito chihuahua corriendo alrededor de Beth!Beth demoró en responder. Aleksi quería pisar el acelerador y conducir hasta Groenlandia para escapar de la vergüenza, no podía saber que, al otro lado de la línea, Beth parecía más un tomate que un licántropo.—Oh, gracias, de nuevo, s