Cornelia la tenía sujeta por el cuello a Nerea, sacudiéndola como si no fuera más que un muñeco de trapo. Kilian intentaba desesperadamente acercarse, pero un grupo de lobos bloqueaba su camino.Y entonces Darragh la vio. Gianna, o quien él creía que era ella, observaba la escena.El lobo negro no dudó. Corrió hacia ellos, destrozando a los enemigos con una rabia primitiva. Los lobos que lo enfrentaban sucumbían rápidamente ante sus mordidas, los huesos crujían con una facilidad aterradora. Su sola presencia sembraba el miedo; algunos retrocedían sin siquiera intentar enfrentarlo.Pero no fue lo suficientemente rápido.El último chillido de Nerea resonó en el aire como un eco interminable. Cornelia torció su cuello con un movimiento certero y dejó caer el cuerpo sin vida de la hembra alfa.Darragh rugió, una mezcla de dolor y furia que sacudió el aire a su alrededor. Sin detenerse, se lanzó contra Cornelia, derribándola con todo el peso de su cuerpo mientras Kilian corría hacia el cue
El último aullido vino de Darragh, un sonido profundo, cargado de fuerza y dolor. Su ronco llamado resonó en el aire, vibrando en el pecho de todos los presentes. Era la proclamación del nuevo alfa. La manada lo sintió y lo aceptó.André, al verse enfrentado, lanzó un ataque desesperado. La batalla volvió a encenderse con una ferocidad renovada.Darragh enfrentó a André directamente. Aunque el traidor peleaba sucio y había traído consigo refuerzos que no dudaban en atacar al nuevo alfa, Gianna estaba ahí, cubriendo su espalda.La loba respondía a cada amenaza con movimientos precisos y brutales, su agresividad superando incluso a la de los machos más fuertes. Su entrenamiento y determinación brillaban en cada enfrentamiento, haciendo retroceder a sus enemigos.A través del vínculo, Gianna y Darragh estaban sincronizados de una forma que confundía a André. Los ataques a traición eran anticipados y repelidos sin esfuerzo, como si compartieran un solo cuerpo y una sola mente. Muy tarde,
Rowan odiaba las reuniones con hombres lobo. Siempre volvían a su forma humana y, en lugar de vestirse adecuadamente, solían cubrirse con batas de dormir. Para el vampiro, aquello se sentía como una incómoda fiesta de pijamas, pero no había otra opción.Darragh, ya transformado, se observaba en un pequeño espejo del estudio con una mezcla de curiosidad y desconcierto. Físicamente, lucía exactamente igual que antes, pero él sabía que algo había cambiado.Gianna estaba a su lado, estudiándolo con atención. Sus ojos se movían de un lado a otro, buscando alguna diferencia en el rostro de su mate. Finalmente, se acercó lo suficiente para olfatearlo, rozando su nariz contra su brazo.—¿Qué haces? —preguntó Darragh, sonriendo con suavidad mientras inclinaba la cabeza para besarla en la coronilla.Ella no respondió, pero su vínculo le permitió entender que también notaba algo distinto. Físicamente, Darragh parecía el mismo, pero su conexión ahora era más intensa, más vibrante.Darragh apartó
Gianna llevó la taza de té hasta sus labios, disfrutando de cómo el calor de la bebida se deslizaba suavemente por su garganta. Envuelta en una cómoda chamarra que le brindaba una cálida protección, se sentía tranquila, aunque no hacía tanto frío como en otras épocas del año.Era verano en Chicago, y la brisa que soplaba desde el lago cercano añadía un leve frescor al ambiente. El vasto espejo de agua se extendía frente a ella.Gianna estaba en el balcón de una de las mansiones de los Ashbourne, un refugio frente al lago donde ella y Darragh pasaban su luna de miel. No habían podido disfrutarla inmediatamente después de la boda. Ser alfas de la manada conllevaba responsabilidades, y ambos se sumergieron de lleno en el trabajo. Asegurar que los lobos se sintieran protegidos y reconstruir los cimientos del grupo tras tantas pérdidas demandó más tiempo del que imaginaron.Habían perdido demasiado: amigos, familiares, incluso la confianza plena en la paz. Gianna recordaba con frecuencia l
Jana estaba ahí, mirándola con sus ojos azules, idénticos a los de Gianna. Era como mirarse en un espejo roto. Gianna giró el rostro y vio a otra mujer junto a ella, parecida a ambas, pero con ojos de un azul más claro.Mark se encontraba detrás, con una expresión seria, y los siguió cuando entraron a la casa.Los recién llegados se tensaron al instante. Darragh, recargado contra la pared con los brazos cruzados, los miraba con una expresión severa que parecía congelar el aire. Al otro extremo estaba Irene, cuya mirada fija en Jana prometía que la persecución en el bosque no había terminado.Jana tragó saliva y se dejó caer en el sofá, acompañada por su madre y Mark. Sus movimientos eran lentos, cautelosos.Gianna tomó asiento en un sillón individual, frente a ellos. Durante unos segundos, organizó sus pensamientos antes de hablar.—Quiero saberlo todo —dijo finalmente con voz temblorosa—. Por favor.La madre miró a Jana, quien asintió con nerviosismo. Luego, la mujer comenzó a hablar:
Gianna no quería ir a esa fiesta, detestaba la simple idea de ver a los lobos de aquella manada que tanto daño le causaron desde que era una niña, pero, sobretodo, no deseaba ver a Darragh Ashbourne por nada del mundo.Que la Diosa Luna la protegiera de ver esos ojos plateados que parecían atravesarte el alma. La joven loba había logrado labrarse un humilde camino lejos de la manada de «La luna susurrante», la más antigua y poderosa del mundo, y no pensaba arrojarlo por la borda. Era como si ellos se hubieran olvidado de su existencia y no quería que eso cambiara. Gianna era feliz con su modesto trabajo en la cafetería que estaba debajo de su humilde departamento en Queens, Nueva York, ¿por qué arriesgar todo eso?Los recuerdos de aquellos tormentos continuaban adheridos en su memoria, así como en su piel; todavía poseía cicatrices de aquellas injusticias por las que tuvo que atravesar.«Darragh Ashbourne», pensó y su corazón se aceleró, pero no por la emoción, sino por la incertidum
Beth extendió los brazos para saludar a una de las chicas de la fiesta; esta chica respondió con efusividad a la rubia, pero dirigió una mirada despectiva a Gianna.—¿Qué hace «esa» aquí? —susurró la chica a Beth.—Darragh la invitó —contestó Beth con autosuficiencia.La mujer soltó un respingo y repasó con la mirada a Gianna, ¿cómo era posible que esa insignificante consiguiera una invitación personal del futuro líder de la manada?Gianna fingió no escuchar, estaba acostumbrada a los comentarios despectivos y que cuando se encontraba con la manada debía bajar la cabeza y aceptarlo; era su sitio. Si se atrevía a responderle podría terminar mal, muy mal; ya le había sucedido. Gia sabía pelear, pero ella sola contra diez o más lobos sería una masacre de la que no saldría viva.—Me asombra su buen corazón —agregó la joven—. Siempre pensando en los más necesitados.Gia escondió su sonrisa sarcástica con una copa de champagne. Darragh era un hijo de puta, ella lo sabía; Gia sabía muchas co
—Ya quisieras, Mark… ¡Yo nunca he hecho ninguna de las cosas que insinúas! —bramó Gianna, alarmada por semejantes acusaciones cuando todo lo que había hecho en su vida era tratar de pasar desapercibida.—¿Olvidas que yo te conozco mejor que todos? —gruñó él—. Fuiste el estorbo de mi familia, nos obligaron a cuidarte cuando tu manada te regaló y creciste en nuestro hogar.Era verdad. Gia creció en una casa de campo con la familia de Mark, aunque ellos sólo iban de forma esporádica. La loba pasaba más tiempo con los empleados del lugar que con ellos.Y Mark siempre quiso algo más con ella…—Los obligaron por ser de un nivel tan inferior —acusó Gia—. Eso no es mi culpa.La loba apartó la mano de Mark y se dispuso a marcharse, pero el lobo tiró de su brazo por la fuerza y la arrojó hacia la fuente. Ella trastabilló y logró recuperar el equilibrio antes de caer en el agua.—¡Recuerda tu posición, sucia comadreja! —gritó Mark—. ¡No puedes faltarme al respeto! ¡Soy tu superior y tienes que ob