Los lobos se mantuvieron tensos ante el espectáculo de William bebiendo de la indefensa mucama. No la iba a matar, era evidente, pero no quitaba lo grotesco y desagradable.William puso los ojos en blanco. Los lobos ante él podían cerrar por completo su mente, pero sus expresiones eran un par de libros abiertos.El vampiro retiró los colmillos del cuello de la mujer, se pinchó el dedo con uno de éstos y colocó la sangre sobre las incisiones que acababa de hacer. Entonces dijo algo en una lengua extraña y las tres mucamas se marcharon sin decir más.—¿Cómo pueden entenderte? —inquirió Aleksi cuando se encontraron a solas.—Es magia —bromeó el vampiro. Los lobos entendieron que no revelaría el secreto—. ¿Está bien el whisky?—¿Qué descubriste? —inquirió Darragh; quería conocer de una vez por todas la magnitud del enemigo.William sonrió, hizo un asentimiento y se incorporó para dirigirse al minibar por su propio whisky. Aleksi bebió un poco para tragar esa horrible «corazonada» que habí
—Aleksi, hola —saludó Beth con tono nervioso, pero el lobo no contestó—. ¿Estás ahí?Aleksi tragó duro. El semáforo pasó a verde. El lobo avanzó en la camioneta y, tras aclararse la voz, habló:—Hola, Elizabeth, ¿sucede algo?—No, no, nada, todo está bien. —Se apresuró a responder—. Darragh nos ha contado muy rápidamente sobre lo que hablaron con William, me parece terrible.—Lo es, pero… encontraremos la forma de defendernos, no tienes que preocuparte.—Gracias —musitó ella—. O sea, igual debo entrenar un poco, creo, no sé, ¿debería?—Siempre es bueno saber pelear, pero puedo defenderte.Aleksi se mordió la punta de la lengua, ¿en serio dijo eso? Parecía un lobo faldero, ¡hasta se imaginó del tamaño de un perrito chihuahua corriendo alrededor de Beth!Beth demoró en responder. Aleksi quería pisar el acelerador y conducir hasta Groenlandia para escapar de la vergüenza, no podía saber que, al otro lado de la línea, Beth parecía más un tomate que un licántropo.—Oh, gracias, de nuevo, sí
—¡Te extrañé mucho, amor! —exclamó la misteriosa mujer ante un desconcertado Aleksi.La mujer se apresuró hasta él, tiró de su mano y señaló la habitación. El lobo estaba congelado.»Te tengo preparada una sorpresa muy mojada, ¿quieres ver?«Oh, carajo», pensó Aleksi.—Beth, no…Pero Beth colgó sin pensarlo dos veces.¡No podía ser posible! ¡¿Por qué esa mujer estaba en su casa?! ¡Es decir! Claro que sabía por qué estaba en su casa, formaba parte de su equipo de seguridad y a veces se acostaban, ¡¿pero por qué en lencería?! ¡¿Por qué en ese preciso momento?!¡¿Por qué estaba gritando «amor»?!Aleksi se zafó del agarre de la mujer y se apresuró a escribir un mensaje a Beth.Aleksi: No es lo que piensas.Beth: No quiero causarte problemas con tu novia.Aleksi: Ella no es mi novia. No tengo novia.Beth: Y ahora la niegas, qué horror.Y, como buena loba orgullosa, procedió a bloquearlo de su celular y probablemente hasta de su vida.Aleksi dejó caer la quijada. Él sabía Muay Thai, pero no
Beth depositó un beso suave en la mejilla de Harry, se apartó y esbozó una sonrisa tímida. Era todo lo que se atrevía a hacer, aunque quisiera mucho más. En primera porque sólo eran amigos, no estaba demasiado segura de lo que sentía y todavía le dolía saber de la novia de Aleksi.—Gracias, buenas noches —musitó ella y rompió todo contacto para abrir la puerta.Harry reaccionó y se apresuró a salir de la camioneta para correr a ayudarla a bajar.Beth salió del automóvil con el agarre fuerte de Harry en su mano, levantó la mirada y agradeció con otra sonrisa.Entonces Harry tomó otra decisión. Si lo castigaban con latigazos, que valiera la pena, que fuera por robarle un beso a una mujer como Beth.Harry soltó la mano de Beth, sujetó con delicadeza su rostro. Ella supo lo que pasaría, que podía detenerlo, pero… quería que sucediera, así que cerró los ojos. Harry aceptó la invitación y sus labios acariciaron los de ella en un beso sutil que revolvió cada rincón en el cuerpo de Beth. La
Darragh no rompió el vínculo visual cuando lamió a su Luna en medio de los pliegues humedecidos por la excitación. Ella se aferró al sofá con una mano hasta que sus garras —que ni supo cuándo se asomaron— se enterraron en el mueble; con la otra aprovechó abrir el sujetador que tenía el broche en el medio y sus pechos rebotaron con el movimiento.El lobo la encontraba hermosa, cada noche más bella que la anterior. Su erección dolía de lo apretujada que estaba en el interior de su pantalón, pero no quería perder ni un segundo de las reacciones de su Luna y de darle todo el placer que pudiera para ayudarla a relajarse; eso implicaba concentrarse por completo en besarla en ese sitio que nadie había tocado nunca, penetrarla con la lengua, los dedos, chuparla, besarla y no parar hasta verla arquearse de placer en el sofá como si fuera a desmayarse. Su vínculo intensificaba las sensaciones. Darragh era capaz de sentir sobre su piel lo mucho que disfrutaba Gianna, había aprendido exactamente
—Esto es malo —dijo Darragh.—¿Qué tan malo? —preguntó Aleksi.—Lo suficientemente malo para que tema por mi vida.—¿Cornelia?—Gianna.Aleksi pareció desconcertado, mas no pudo seguir preguntando porque unas personas pasaron cerca. Los hermanos se encontraban en la entrada de uno de los lujosos y exclusivos gimnasios que pertenecían a los Ashbourne como parte de su imperio de negocios. El edificio constaba de cinco pisos, con todo el frente de cristal y una maquinaria exclusiva y variada; en éste asistían famosos, millonarios e incluso personas de la mafia, podías encontrar de todo. La manada estaba actualizada sobre su riesgosa situación, aunque no con lujo de detalle. No sabían sobre la misteriosa fórmula, temían que pudiera provocar ambición entre algunos licántropos que no tuvieran muy claras sus lealtades, tampoco el nombre del enemigo, sólo que se enfrentaban a una posible amenaza y que era necesario prepararse para una guerra. Solamente los guerreros más cercanos y leales co
—Sí, soy Gianna —respondió la pelirroja y extendió la mano para saludar a la voluptuosa mujer.—Mucho gusto, yo soy Irene Rodríguez, me dijeron que querías hablar conmigo.Gianna asintió, emocionada, y se permitió unos segundos para apreciar la belleza de aquella chica. Era latina, aunque no reconocía el acento, y era más alta que ella. Poseía unas largas piernas que envidiaría cualquier modelo, una diminuta cintura, la cadera ancha y unos enormes pechos que eran imposibles pasar por alto. Además su cabello negro parecía de anuncio comercial de champú y sus despampanantes ojos verdes completaban a la perfección su bonito rostro. Gia, sin duda, estaba maravillada por su belleza y habilidad en el combate, según lo que le habían contado.—Sí, así es, ¿podemos hablar un momento antes de la reunión?—Claro.—¿Vienes Beth?Beth forzó una sonrisa, sujetó la muñeca de su amiga y tiró de ella hacia los vestidores.—Necesito que me ayudes un momento, se atoró mi casillero y no puedo abrirlo, s
A Gianna se le revolvió el estómago. Una cosa era saber que tu pareja tenía un pasado sexual bastante destacado y otra muy diferente poder verla con tanta claridad; además, sentir lo que él sintió, cuánto lo disfrutó. Gianna se reconocía bonita, no se consideraba poseedora de una belleza abrumadora como Irene, pero sabía que tenía lo «suyo». Sin embargo, sólo era una loba que había sido rechazada gran parte de su vida, algunas inseguridades habitaban en su pecho.—Gianna —llamó Darragh mientras la seguía en el salón de usos múltiples.Pero su Luna no se detuvo, sino que siguió andando hasta el fondo donde se encontraba el escenario improvisado con un micrófono. Sólo paró porque todavía no daría el discurso, se entretuvo revisando los papeles que dejó arriba del escritorio en el rincón y fue ahí donde Darragh la alcanzó.—Déjame explicarte —pidió él a través de su vínculo.Gianna levantó la mirada, luego la desvió hacia las mujeres que se encontraban cerca y que miraban con fascinació