Todo sucedía tan de prisa. Gianna en ocasiones quería pedir que alguien detuviera el mundo para bajarse cinco minutos y tomar aire, pero ¿en qué momento todo cambió como para que en ese instante estuviera probándose vestidos de novia? Y no eran cualquier vestido de novia, si no que correspondían a los diseños exclusivos de una importante diseñadora que sólo trabajaba para famosos y millonarios. Además, uno de esos increíbles vestidos de princesa sería con el que caminaría hacia Darragh para unirse bajo la bendición de la Diosa Luna. Sin embargo, todavía no encontraba la prenda que la hiciera decir «este es el vestido indicado».Gianna abandonó el probador y caminó hacia el medio círculo de espejos, con un pequeño escalón al medio, donde subió. Beth dejó su copa de champagne y aplaudió; estaba convencida de que su amiga era una mujer hermosa que apenas comenzaba a descubrir su verdadera belleza. —¡Me encanta! —chilló la rubia.—A mí no tanto —admitió Gianna con algo de pena frente a
—¿En serio no puedo ver el vestido? —inquirió Darragh mientras conducía su camioneta con Gianna a su lado.—No, es de mala suerte.Él rió.—¿Crees en esas cosas?—Somos licántropos, ¿tú qué crees?Darragh volvió a reír y sujetó la mano de su Luna. No le parecía nada justo que su hermano hubiera visto ya a su Luna con el vestido de novia y él no. Él le pidió que la cuidara, ¡pero no incluía meterse hasta el vestidor! Como fuera, el resultado era que Aleksi ya sabía cómo se veía Gianna con la prenda que usaría camino al altar para bendecir su unión bajo la protección de la Diosa Luna.El vestido descansaba en una caja en el asiento trasero del vehículo. Gianna lo miró un par de veces y suspiró, era hermoso.—Dar…—¿Sí?—¿Aleksi ya está comprometido?Todas las alarmas se encendieron en la mente del lobo. Incluso apartó la mano de Gianna con la excusa de cambiar de velocidad en el vehículo, pero todo fue por sus inseguridades. ¿Y si su Luna se interesaba en su hermano? Aleksi no era feo
La decoración del departamento era similar al de otros en el edificio: colorida, simple, impersonal. Gianna ya había agregado un poco de gusto personal en el suyo, pero el de Cornelia se veía de catálogo. Lo único que desentonaba era el polvo porque parecía que Gia había tenido razón y Cornelia no había estado por ahí en días, pero… el olor.Era un aroma peculiar. Gianna reconoció la esencia de Cornelia, pero había algo más, aunque no supo explicar qué. No sabia si quizá la loba había estado con alguien más en el departamento o sólo usó un aromatizante sumamente extraño; es que Gia no sabía explicar a qué le recordaba ese olor diferente.Como fuera, Gia descartó de inmediato el aroma y continuó examinando el departamento, pero estaba vacío. Sólo le tomó unos minutos revisarlo de arriba a abajo y no encontró nada, así que se sentó en uno de los sofás a resignarse.Tal vez sólo debería aprovechar su día libre y mirar series de televisión, consideró Gianna, pero no tuvo tiempo de decidi
—Gianna.Cornelia estaba frente a la puerta cerrada del laboratorio, parecía tranquila e incluso portaba su bata blanca. —Cornelia, hola —saludó Gia y trató de dominar el galope de su corazón; era terrible siempre estar rodeado de licántropos que podían percibir el cambio más insignificante en tu cuerpo—. Pensé que no estabas en la ciudad.—Perdí el vuelo —sonrió—. Tenía una junta importante en Washington.—Oh, ya veo.Cornelia sonrió. Gianna trató de responder igual, aunque le costó. —¿Y por eso decidiste husmear en mi oficina? —soltó la morena y avanzó con paso calmado hacia Gia.La nuca de la pelirroja se erizó. Su instinto de supervivencia se disparó hasta la estratosfera y de forma instintiva retrocedió algunos pasos hasta que chocó con una mesa. Unos frascos de cristal chocaron entre sí; Gia giró y encontró que contenían varias jeringas con un líquido turquesa en el interior.—Darragh, ven —llamó Gia rogando que la droga que tenía en su sistema se hubiera disipado y su mate pu
El dolor que invadió a Gianna era indescriptible, nunca había sufrido tanto. La transformación de un licántropo ya era impresionante, pero ellos no sentían dolor a pesar de lo aparatoso que podía verse; sin embargo, en ese momento percibió cómo cada hueso de su cuerpo cambiaba, era como si se rompieran en miles de astillas y cada órgano de su cuerpo se partiera en dos. Gia rogó morir; no podía tolerar ese dolor, era demasiado. Su visión se nubló y pensó que se desvanecería por el sufrimiento, mas no pasó. Frente a ella vio —y sintió— sus brazos cambiando para convertirse en las patas delanteras de su forma lobuna. El color rojo de su pelaje parecía brillar sobre el suelo blanco del laboratorio.La loba intentó incorporarse, pero el dolor continuaba recorriendo su cuerpo en los últimos instantes de su transformación; entonces, la puerta finalmente cedió y Cornelia se mostró en su enorme forma de lobo en el umbral.Gianna levantó la mirada; todavía no podía pelear, jamás había experimen
El lobo castaño derribó la última puerta que conducía al helipuerto, salió y tiró consigo a Cornelia. Un chillido de dolor le mostró al vampiro agazapado entre las sombras, había intentado sujetar a Cornelia en el último segundo, pero el sol lo alcanzó.El helicóptero esperaba por ellos; sus hélices desprendían una fuerte ráfaga de viento. Un grupo de cuatro personas corrieron hacia los lobos para ayudarlo a arrastrar a Cornelia.El vampiro recitó una frase en una lengua antigua que el lobo no comprendió, pero supo que no era nada bueno para ellos y casi la percibió como una maldición; muy equivocado no estaba.El lobo, con ayuda de los demás, subió a la moribunda Cornelia en el helicóptero y por último subió él; la aeronave empezó a despegar y, cuando estaba por salir del helipuerto, un peso los hizo tambalear.Darragh había logrado frenar el helicóptero al colgarse de los patines de aterrizaje, pero su lomo quedó expuesto. Sin embargo, no estaba solo, Harry lo protegió disparando de
Para el médico no era novedad la velocidad a la que Gianna se estaba curando; sabía sobre la existencia de los licántropos. De hecho, podría considerarse que era el médico de cabecera de la manada «La luna susurrante» y por supuesto que conocía a la pareja alfa. Él, como un hombre de ciencia, estaba maravillado con la existencia de los hombres lobo y no dejaba de sorprenderse por toda la magia que encerraban en sus cuerpos. Los signos vitales de Gianna estaban estables y sus heridas habían cicatrizado; podía marcharse cuando quisiera.—Gracias, Mickelson —agradeció Leonard cuando el médico se disponía a marcharse.—Cuando gusten, ahora los dejaré solos.El médico dirigió una mirada a Darragh. El futuro alfa era mucho más intimidante que su padre, pero ahí, al lado de su Luna, parecía un cachorro preocupado. Gianna se sentó, con ayuda de su mate, cuando el médico se marchó.Darragh permaneció a su lado sujetando su mano y encaró a sus padres.Leonardo poseía una mirada compasiva, per
Nerea abordó la lujosa camioneta negra en compañía de su marido. Él se concentró en una llamada del trabajo, ella en mirar por la ventanilla mientras el vehículo se ponía en marcha.La hembra alfa trataba de apaciguar la culpa, después de todo… ¿cómo iba a saber que aquella inocente conversación podría ser el presagio de algo terrible?Cornelia no había dicho nada que, probablemente, muchos no pensaran; incluida Nerea en algún momento de su juventud. Sólo fue una plática inocente; sin embargo, la hembra alfa supo que la subestimó como de seguro todos hacían y la consideraron sólo una loba guapa, olvidaron la gran científica que era.Las imágenes volvieron solas a aquella tarde en la mansión; tenía tanto tiempo. Gianna existía, pero lejos de ellos y hacía mucho que ni siquiera la veían o reparaban en ella. Nerea, como madre, siempre notó que su hijo tuvo un interés particular en la omega, pero que no se acercaba por la diferencia en jerarquías; nunca creyó que tuviera que preocuparse