Gianna sí hubiera preferido que le sacaran un colmillo en lugar de asistir a esa improvisada e incómoda cena. Para empezar no tenía idea de para qué necesitaban tantos tenedores y cucharas, ¡como si los lobos tuvieran muchos modales al devorar sus presas!La pelirroja contempló la serie de cucharas, no tenía idea de cuál debería usar, y tampoco parecía buena idea buscar la información en internet cuando nadie en la mesa estaba usando el celular.Su mala suerte no era sólo por estar ahí, sino que también se encontraba el hermano mayor de Darragh y, además, sentado a su lado. Ella quedó en medio de los hermanos, no podía ser peor, claro que no.Gianna mejor bebió un poco de vino y trató de parecer interesada en la conversación de negocios que los hermanos tenían con su padre; mientras tanto Nerea y Cornelia hablaban sobre libros y ninguna le dirigía la palabra, obviamente.El comedor de la mansión parecía sacado de un edificio antiguo de Europa, era hermoso. Gianna sólo lo había recorri
—Estoy cansada —mintió Gia para darle la razón a Aleksi. Es decir, era verdad, ¡pero estaba agotada de todos ellos!—. Creo que me retiraré a dormir.—Pero no has cenado —recordó Cornelia—. ¿Acaso piensas rechazar la amorosa hospitalidad de tus suegros?Gianna empezó a contar hasta mil porque estaba a nada de ya no sólo arrojarle la sopa, sino también el pato, la mesa y hasta la silla, ¡Cornelia no entendía que nada de eso era su culpa! ¡Ella no pidió ser la Luna del futuro alfa! Darragh la contuvo al cubrir su pequeña mano con la suya y el calor que envió su piel la hizo romper su momento de ira; en su lugar, contempló su unión y volvió a mirar los ojos grises de su mate.—Te acompaño a tu habitación —dijo Darragh.Gia asintió. Intentó levantarse, pero el lobo la detuvo y primero la ayudó a mover la silla, luego tomó su mano de nuevo y la condujo fuera del comedor frente al estupor de todos en la mesa. La loba percibía el calor y la presencia de su mate subiendo por el contacto de
Cornelia se recargó en el escritorio del estudio. Darragh caminó hasta la ventana y observó la luz encendida en la habitación de Gianna; se encontraban al otro lado de la mansión.—Toma —dijo ella y extendió el sobre.Darragh se apartó de la ventana para tomarlo.Cornelia ocupó el sitio del lobo al lado de la ventana y arrugó el ceño cuando notó que la única ventana con la luz encendida era la de Gianna, ¿acaso su ex prometido estaba mirando hacia allá y pensando en ella?El lobo abrió rápido el sobre, desdobló la carta y leyó en silencio. Todos sus miedos se esfumaron; de pronto sintió una enorme paz y quiso hasta sonreír, pero se controló.Su mayor miedo no era verdad.—Todo está en orden —reconoció él—. Los dos somos fértiles… Podemos tener descendencia. —Sí, así es —murmuró Cornelia y volvió a mirarlo—. No entiendo por qué no pude embarazarme antes.Darragh volvió a guardar la carta en el sobre y dijo:—Tal vez no era el destino…Cornelia dibujó una mueca de desilusión.—¿Por qu
—Gianna —llamó él con voz fuerte al otro lado de la puerta de la habitación de su Luna, mas no obtuvo respuesta. Entonces trató con el picaporte y comprobó que estaba cerrada—. Maldición.«Gianna, abre», ordenó él en su mente. Pero la loba no respondió, sólo gruñó en su subconsciente.¡¿Y si estaba herida?!Darragh revisó los bolsillos de su pantalón. Poseía una llave maestra para abrir cualquier puerta de la mansión, una que jamas había usado, hasta ese momento en que sintió alivio al encontrarla e introducirla en el cerrojo de la puerta.La enorme puerta de madera se abrió ante él y le enseñó una habitación sumida en las sombras. La única luz provenía del baño, se colaba por la rendija de la puerta entreabierta y ahí… escuchó un quejido.Darragh tragó duro. Su mente se congeló, no pudo decirle nada por telepatía a su Luna. ¿Acaso… ella estaba herida? ¿Y si moría? ¿No debería de haberlo percibido? ¿Su vínculo seguía tan débil que ni eso podía sentir? ¿Él era un fracaso como mate?
Claro que Gianna quería la ayuda de su mate, era justo en lo que pensaba cuando «accidentalmente» lo llamó. Porque esas cosas hacen las parejas, pero no sabía si ellos eran una pareja o sólo una leyenda que se estaba convirtiendo en realidad.—Está bien… —murmuró ella.Darragh se acercó más, ella apartó los brazos y permitió que el lobo maniobrara con la cremallera. Los dedos de Darragh tocaron la piel desnuda cuando logró hacer que la prenda cediera y ella la sostuvo sobre los pechos para que no cayera. Sin embargo, ninguno se movió, aunque la tarea estuviera hecha.El lobo encontró otra cicatriz en la cadera; la acarició despacio y Gianna soltó un respingo. El tacto del lobo dejaba caliente la piel que tocaba.—Es la primera blusa que compré cuando empecé a trabajar, tiene algunos años… —confesó Gia—. Por eso es mi favorita.La prenda era un bonito color naranja; Darragh supuso que cuando era nueva lucía mucho mejor.—Entiendo…Gia negó.—No, no entiendes —musitó ella y miró alreded
Harry dejó el equipaje de Gianna a un costado de la puerta en el hotel. La loba ya no poseía solamente una maleta, sino que, luego de todas sus compras, fue necesaria de otras dos maletas más que Harry consiguió.—A veces siento que me convertí en una princesa y sólo no me llegó el memorándum —musitó Gianna ante la belleza y lujo de ese hotel en Manhattan—. El aviso real de que ahora pertenezco a la realeza. El enorme ventanal mostraba un precioso atardecer sobre Central Park. Gianna avanzó en silencio sólo guiada por la magia del momento y sintió deseos de llorar, nunca creyó que podría presenciar algo así.¿En dónde quedaron esas noches durmiendo en el rincón del establo?¿Quién era esa Gianna Davies que podía tocar el cristal de aquel ventanal y contemplar semejante belleza?La Diosa Luna la escuchó, estaba segura. Gia levantó la mirada hacia la luna que empezaba a ser visible en el cielo y agradeció por si inmensa bondad. Prometió que lo haría bien, que sería una buena hembra al
Gianna se contempló su reflejo en el enorme espejo que estaba en su habitación y… enmudeció, ¿en serio era ella? Es decir, ya se había visto con ese vestido, pero no con el maquillaje y su cabello estilizado con cada onda definida. «Sólo falta la corona», pensó la loba. Y era la verdad, parecía una princesa rumbo a una hermosa gala donde sería el centro de atención.Ahora sólo debía esperar a que Darragh llamara por ella, entonces Harry iría a buscarla y se marcharían a la reunión que en realidad era una fiesta de gala.Gianna salió de la habitación y tomó asiento en el sillón de la sala; estaba sola. Todas las doncellas se habían marchado.Dalia, la empleada doméstica de la mansión, de ahora en adelante sería su doncella personal y se encargaría de ayudarla cuando fuera necesario. Gia apenas asimilaba todo lo que estaba cambiando en su vida y lo que pronto pasaría, esa primera presentación en público con su mate.—Por la Diosa Luna —musitó y miró hacia la ventana, ya había anocheci
La cama capturó la atención de ambos. Gianna requirió de todo su autocontrol para apartar la mirada de amplio colchón y señalar la silla que Darragh podía ocupar.El lobo tomó asiento, se contempló en el espejo o lo intentó, porque toda su atención estaba en el reflejo de Gianna mientras se movía por la silenciosa habitación.El brillo de la tenue luz amarilla añadía una aura mágica a la loba enfundada en aquel vestido rojo. Ella sintió la intensa mirada de su mate, giró hacia el espejo y sus ojos se encontraron por unos segundos hasta que él rompió el vínculo visual.Darragh no estaba acostumbrado a sentir ese hormigueo en las extremidades por culpa de una mujer, una loba, ¿qué le estaba sucediendo?Gianna respiró hondo, no tenía sentido intentar calmar su corazón que galopaba a toda velocidad y que, además, estaba segura de que Darragh podía escuchar. Él, por el contrario, parecía sereno.—¿Por qué no te gustó el peinado?—Parecía peinado de niña —resumió él con esa voz enojada y r