Gianna lucía imponente y segura de sí misma mientras descendía las escaleras con la gracia de alguien que sabía quién era y el impacto que causaba.Beth, en cambio, dudó al dar el primer paso. La posibilidad de tropezar y rodar desbocada escaleras abajo se hacía cada vez más real en su mente.Gianna giró hacia ella, sonriendo con confianza.—Puedes hacer lo que te propongas, Beth —dijo la pelirroja, con una calidez en la voz que no admitía réplica.No necesitó añadir nada más. Las palabras de Gianna se grabaron en la mente de Beth. Respiró hondo, alzó el mentón y siguió a su amiga escaleras abajo, intentando imitar su porte seguro.Cuando Darragh vio a Gianna descender, una sonrisa de aprobación se dibujó en su rostro. Para él, su Luna nunca había estado más hermosa. Sus pensamientos la envolvieron como un manto cálido, y Gianna, que podía leerlos con claridad, estuvo a punto de llorar al sentir el amor y la admiración con los que su mate la miraba.El futuro alfa tomó la mano de Gian
Gianna se contemplaba en el espejo mientras la música del club nocturno vibraba a través de las paredes del baño público. El sonido era casi ensordecedor, pero ella estaba atrapada en sus pensamientos, con la mirada fija en su reflejo, como si buscara algo… o quizás alguien.Mujeres iban y venían, ajenas a la pelirroja que parecía perdida en su mundo. Su semblante tranquilo escondía una tormenta de preocupaciones.Gianna intentaba, sin éxito, dejar de lado sus problemas durante las breves vacaciones. ¡Pero eran tantos!El peso de las palabras de la oráculo y el dolor de saber que su propia sangre intentó matarla —y que parecía no desistir en ello—, la mantenían en vilo. Peor aún, el esfuerzo constante por bloquear aquellos pensamientos y emociones, para que su mate no los viera, la estaba agotando. No podía fingir que nada sucedía, por más que lo intentara.Suspiró, deseando un nuevo mensaje de esa enigmática «Gianna del futuro», una pista que la guiara en medio de este caos.Irene la
Gianna notó cómo Beth vacilaba al acercarse a la mesa. Con un suspiro, la pelirroja extendió la mano hacia su amiga, esperó a que la tomara y le dijo, con esa firmeza reconfortante que sólo ella sabía transmitir:—Te mereces el mundo, Beth, no lo olvides.La rubia apretó los labios y asintió, se obligó a creer en las palabras de su mejor amiga. Con la mano de Gianna sosteniendo la suya, avanzó con más seguridad hacia la mesa, aunque sentía el calor de la mirada de Aleksi siguiéndola, intensa y abrasadora, como si quisiera grabar cada detalle de su presencia.—No le iba a romper la muñeca a esa chica—soltó Gianna en cuanto tomó asiento, recostándose cómodamente en el pecho de Darragh—. Sólo le pedí una disculpa porque fue grosera con Beth y, como se negó, tuve que tomar medidas un poco más drásticas.Aleksi giró la mirada hacia Beth, que había tomado asiento junto a él, pero dejando una distancia prudente. La cercanía lo ponía nervioso, pero a ella aún más. Beth, con su coctel en mano,
La imaginación de Beth era explosiva, algo que William había comprobado de primera mano al husmear en sus pensamientos y encontrar escenas dignas de películas de Hollywood. Sin embargo, ni en sus fantasías más descabelladas había imaginado estar en la pista de un club nocturno, moviéndose al ritmo lento de un baile con Aleksi.No bailaban al compás de la música que retumbaba en el lugar; sus movimientos eran más pausados, casi íntimos. Aleksi mantenía una mano firme en la cintura de Beth, mientras ella colocaba ambas manos sobre sus hombros, insegura de si debía abrazarlo por completo.El silencio comenzaba a volverse pesado, y Beth supo que tenía que hablar antes de que ambos se hundieran en esa incomodidad.—¿En serio tomaste clases de baile? —preguntó con una sonrisa tímida, intentando aliviar la tensión.Aleksi pareció relajarse con la pregunta. Lo que Beth no sabía era que él había repasado mentalmente al menos una docena de temas de conversación, sin atreverse a hablar de ningun
—Elizabeth, ¿por qué…? —comenzó Aleksi, pero antes de poder terminar, Beth lo empujó con fuerza suficiente para que soltara su agarre.Arrojó sus zapatos a la arena, dejando que se hundieran, y plantó ambas manos sobre su cintura. Jadeando por la carrera y por algo mucho más profundo.Ella lo enfrentó con una mirada que destilaba todas esas emociones que estaban a punto de aplastarla.—¡No puedes pretender que me enamore de ti para luego dejarme por una rusa o por tu Luna, Aleksi! —exclamó, su voz temblando entre la rabia y la desesperación.Aleksi dio un paso hacia ella, sorprendido por la intensidad de sus palabras.—Beth, yo… —intentó hablar, pero ella no le dio oportunidad.—¡Y yo sé que tengo un montón de cosas malas, lo sé! —continuó Beth, alzando la voz—. ¡No soy perfecta, nunca quise serlo! ¡Estoy trabajando en mí, en mi autoestima, en mi seguridad y fortaleza! ¡No quiero ser una damisela en apuros cuando la guerra estalle, quiero ser capaz de protegerme y ayudar! ¡Pero yo no
La idea de tener sexo escandalizó a Beth como si fuera una chica virginal, algo que claramente no era. Tuvo que bajar la ventanilla, esperando que la brisa fresca despejara su mente y calmara la tormenta de pensamientos que la invadía.Aleksi la miró de reojo mientras conducía, percibiendo con claridad su nerviosismo y un tenue rastro de miedo. Detestaba su habilidad para captar esas emociones de forma tan intensa; en momentos como ese, deseaba ser un humano común que pudiera ignorar esos detalles.—Beth… —llamó con suavidad, buscando aliviar la tensión.—Tengo calor —respondió ella rápidamente con una excusa que sabía que no tenía sentido porque la temperatura exterior era más cálida que el aire acondicionado dentro de la camioneta—. Perdón…Aleksi decidió no insistir. Temía que, en su estado de nerviosismo, Beth pudiera hacer algo imprudente, como intentar saltar de la camioneta en movimiento. Así que guardó silencio y continuó el camino hacia la mansión, donde el equipo de segurida
Beth soltó un gemido bajo cuando los labios de Aleksi tocaron la parte interna de sus muslos. Quiso subir el volumen al estéreo, porque estaba segura de que no podría mantener bajos todos sus gemidos con esos besos tiernos que el lobo desperdigaba en la carne tierna de sus piernas. Lo más difícil era mantener el contacto visual, porque ella sólo quería cerrar los ojos y dejarse llevar, pero todos su miedos la mantenían anclada a la realidad. Aleksi notó la tensión en su cuerpo, se detuvo y levantó la mirada hacia ella.—¿Estás segura? —preguntó en un tono bajo, su voz como una caricia.Beth contuvo el aliento antes de asentir con firmeza. Claro que lo estaba.El lobo volvió a besar sus muslos con ternura, avanzando con calma, dándole tiempo. Cuando sus labios finalmente alcanzaron su centro. Beth sintió como si el mundo a su alrededor se desvaneciera.Con una mano se aferró al borde de la mesa cercana y con la otra cubrió su boca, intentando contener el gemido que escapó en cuanto l
Beth tiró del cinturón, luego del botón del pantalón y la bragueta. Aleksi elevó un poco la cadera para ayudarla a bajar la tela con todo y la ropa interior.Ella sólo había mirado la erección detrás de la tela, pero cuando la tuvo expuesta ante sus ojos, enmudeció. No eran imaginaciones suyas, aquello era grande y se preguntó si dolería, supuso que sí, ¿no? Es decir, ella no era muy alta y dudaba que entrara por completo en su interior. La loba se mordió el labio inferior y volvió a repasar con la mirada el cuerpo de Aleksi; era tentación encarnada para cualquier mujer y quería tenerlo sólo para ella. Se inclinó un poco, buscó los labios del hombre y deslizo la lengua en el interior de su boca.Aleksi la tomó por la cintura y la llevó arriba de su erección, pero sin penetrarla, sólo la sentó arriba para sentir su humedad y calor.Beth comenzó a moverse, a masturbarlo así, mientras sus besos bajaron hasta su cuello donde lo encontró sin una sola cicatriz. Quizá había estado con mucha