La imaginación de Beth era explosiva, algo que William había comprobado de primera mano al husmear en sus pensamientos y encontrar escenas dignas de películas de Hollywood. Sin embargo, ni en sus fantasías más descabelladas había imaginado estar en la pista de un club nocturno, moviéndose al ritmo lento de un baile con Aleksi.No bailaban al compás de la música que retumbaba en el lugar; sus movimientos eran más pausados, casi íntimos. Aleksi mantenía una mano firme en la cintura de Beth, mientras ella colocaba ambas manos sobre sus hombros, insegura de si debía abrazarlo por completo.El silencio comenzaba a volverse pesado, y Beth supo que tenía que hablar antes de que ambos se hundieran en esa incomodidad.—¿En serio tomaste clases de baile? —preguntó con una sonrisa tímida, intentando aliviar la tensión.Aleksi pareció relajarse con la pregunta. Lo que Beth no sabía era que él había repasado mentalmente al menos una docena de temas de conversación, sin atreverse a hablar de ningun
—Elizabeth, ¿por qué…? —comenzó Aleksi, pero antes de poder terminar, Beth lo empujó con fuerza suficiente para que soltara su agarre.Arrojó sus zapatos a la arena, dejando que se hundieran, y plantó ambas manos sobre su cintura. Jadeando por la carrera y por algo mucho más profundo.Ella lo enfrentó con una mirada que destilaba todas esas emociones que estaban a punto de aplastarla.—¡No puedes pretender que me enamore de ti para luego dejarme por una rusa o por tu Luna, Aleksi! —exclamó, su voz temblando entre la rabia y la desesperación.Aleksi dio un paso hacia ella, sorprendido por la intensidad de sus palabras.—Beth, yo… —intentó hablar, pero ella no le dio oportunidad.—¡Y yo sé que tengo un montón de cosas malas, lo sé! —continuó Beth, alzando la voz—. ¡No soy perfecta, nunca quise serlo! ¡Estoy trabajando en mí, en mi autoestima, en mi seguridad y fortaleza! ¡No quiero ser una damisela en apuros cuando la guerra estalle, quiero ser capaz de protegerme y ayudar! ¡Pero yo no
La idea de tener sexo escandalizó a Beth como si fuera una chica virginal, algo que claramente no era. Tuvo que bajar la ventanilla, esperando que la brisa fresca despejara su mente y calmara la tormenta de pensamientos que la invadía.Aleksi la miró de reojo mientras conducía, percibiendo con claridad su nerviosismo y un tenue rastro de miedo. Detestaba su habilidad para captar esas emociones de forma tan intensa; en momentos como ese, deseaba ser un humano común que pudiera ignorar esos detalles.—Beth… —llamó con suavidad, buscando aliviar la tensión.—Tengo calor —respondió ella rápidamente con una excusa que sabía que no tenía sentido porque la temperatura exterior era más cálida que el aire acondicionado dentro de la camioneta—. Perdón…Aleksi decidió no insistir. Temía que, en su estado de nerviosismo, Beth pudiera hacer algo imprudente, como intentar saltar de la camioneta en movimiento. Así que guardó silencio y continuó el camino hacia la mansión, donde el equipo de segurida
Beth soltó un gemido bajo cuando los labios de Aleksi tocaron la parte interna de sus muslos. Quiso subir el volumen al estéreo, porque estaba segura de que no podría mantener bajos todos sus gemidos con esos besos tiernos que el lobo desperdigaba en la carne tierna de sus piernas. Lo más difícil era mantener el contacto visual, porque ella sólo quería cerrar los ojos y dejarse llevar, pero todos su miedos la mantenían anclada a la realidad. Aleksi notó la tensión en su cuerpo, se detuvo y levantó la mirada hacia ella.—¿Estás segura? —preguntó en un tono bajo, su voz como una caricia.Beth contuvo el aliento antes de asentir con firmeza. Claro que lo estaba.El lobo volvió a besar sus muslos con ternura, avanzando con calma, dándole tiempo. Cuando sus labios finalmente alcanzaron su centro. Beth sintió como si el mundo a su alrededor se desvaneciera.Con una mano se aferró al borde de la mesa cercana y con la otra cubrió su boca, intentando contener el gemido que escapó en cuanto l
Beth tiró del cinturón, luego del botón del pantalón y la bragueta. Aleksi elevó un poco la cadera para ayudarla a bajar la tela con todo y la ropa interior.Ella sólo había mirado la erección detrás de la tela, pero cuando la tuvo expuesta ante sus ojos, enmudeció. No eran imaginaciones suyas, aquello era grande y se preguntó si dolería, supuso que sí, ¿no? Es decir, ella no era muy alta y dudaba que entrara por completo en su interior. La loba se mordió el labio inferior y volvió a repasar con la mirada el cuerpo de Aleksi; era tentación encarnada para cualquier mujer y quería tenerlo sólo para ella. Se inclinó un poco, buscó los labios del hombre y deslizo la lengua en el interior de su boca.Aleksi la tomó por la cintura y la llevó arriba de su erección, pero sin penetrarla, sólo la sentó arriba para sentir su humedad y calor.Beth comenzó a moverse, a masturbarlo así, mientras sus besos bajaron hasta su cuello donde lo encontró sin una sola cicatriz. Quizá había estado con mucha
Darragh entró al estudio de la mansión de piedra con el cabello húmedo y una toalla descansando sobre sus hombros, absorbiendo las gotas de agua que aún resbalaban. Su mirada se detuvo primero en Harry, que permanecía de pie con gesto serio, y luego en William.El futuro alfa no tenía ni la más remota idea de por qué el vampiro fue hasta Los Hamptons para avisarles de algo que bien pudo hacer por llamada.O quizá sí.Tal vez la verdadera razón de su presencia estaba en el dormitorio principal, donde Gianna, con su cabello rojo como el fuego, dormía profundamente entre las sábanas que aún conservaban el aroma de su reciente encuentro.—Dices que pasó hace unas horas —inició Darragh mientras tomaba el celular que William le extendía, aunque Harry ya le había enviado el video previamente—. ¿Nueva Orleans?William asintió. Trató de percibir el aroma de Gianna en la piel del lobo, pero falló. No quedaba rastro de su olor en Darragh, era evidente que por eso el lobo tomó una ducha. Darragh
—¡No puedes mandarlo a Nueva Orleans, Darragh! ¡Es peligroso! —refutó Gianna con firmeza, acercándose a la mesa. Su mirada se detuvo un instante en el celular donde aún se mostraba el video—. Sabes que podrían capturarlo.Darragh apretó la mandíbula. Sus ojos, encendidos de furia, se cruzaron con la mirada temerosa de su Luna, quien no estaba dispuesta a retroceder.—No. —William rompió el tenso silencio, retomando los pequeños movimientos que lo hacían parecer más humano. Harry exhaló, aliviado de que la amenaza latente se hubiera disipado—. Cuando me capturaron no sabía contra qué me enfrentaba. Ahora es diferente.—¿Ves? —siseó Darragh, señalándolo con un leve movimiento de la cabeza. Su tono denotaba impaciencia—. Y, a todo esto, ¿cómo sabes del ataque? Estabas durmiendo.Gianna no rompió el contacto visual con su mate, pero una leve sombra de nerviosismo cruzó su expresión. Esa grieta fue suficiente para que Darragh viera con claridad la verdad a través del vínculo que compartían
Gianna contempló el ramo de flores que había elegido para su boda; era una obra de arte. Compuesto por rosas rojas y blancas, estaba sujeto con un moño dorado que le otorgaba un aire elegante y clásico. Sin embargo, no era un ramo común. En el centro, discretamente oculto, había un compartimento diseñado para sostener una navaja de plata.Nada en su boda era convencional, y eso incluía a la propia novia.El pensamiento la sumió en un remolino de emociones hasta que la florista rompió el silencio, atrayendo de nuevo su atención. Era una de las empleadas de Beth, quien sostenía el ramo frente a ella para confirmar si cumplía con sus expectativas.—Es perfecto —dijo Gianna con un leve asentimiento, agradecida por el resultado impecable—. ¿Beth todavía está en una reunión?—No estoy segura, pero puedo confirmarlo en un momento.La mujer se alejó rumbo a la oficina de su jefa, dejando a Gianna sola en la florería. Era un pequeño santuario de belleza en medio de una ciudad caótica, y el neg