La idea de tener sexo escandalizó a Beth como si fuera una chica virginal, algo que claramente no era. Tuvo que bajar la ventanilla, esperando que la brisa fresca despejara su mente y calmara la tormenta de pensamientos que la invadía.Aleksi la miró de reojo mientras conducía, percibiendo con claridad su nerviosismo y un tenue rastro de miedo. Detestaba su habilidad para captar esas emociones de forma tan intensa; en momentos como ese, deseaba ser un humano común que pudiera ignorar esos detalles.—Beth… —llamó con suavidad, buscando aliviar la tensión.—Tengo calor —respondió ella rápidamente con una excusa que sabía que no tenía sentido porque la temperatura exterior era más cálida que el aire acondicionado dentro de la camioneta—. Perdón…Aleksi decidió no insistir. Temía que, en su estado de nerviosismo, Beth pudiera hacer algo imprudente, como intentar saltar de la camioneta en movimiento. Así que guardó silencio y continuó el camino hacia la mansión, donde el equipo de segurida
Beth soltó un gemido bajo cuando los labios de Aleksi tocaron la parte interna de sus muslos. Quiso subir el volumen al estéreo, porque estaba segura de que no podría mantener bajos todos sus gemidos con esos besos tiernos que el lobo desperdigaba en la carne tierna de sus piernas. Lo más difícil era mantener el contacto visual, porque ella sólo quería cerrar los ojos y dejarse llevar, pero todos su miedos la mantenían anclada a la realidad. Aleksi notó la tensión en su cuerpo, se detuvo y levantó la mirada hacia ella.—¿Estás segura? —preguntó en un tono bajo, su voz como una caricia.Beth contuvo el aliento antes de asentir con firmeza. Claro que lo estaba.El lobo volvió a besar sus muslos con ternura, avanzando con calma, dándole tiempo. Cuando sus labios finalmente alcanzaron su centro. Beth sintió como si el mundo a su alrededor se desvaneciera.Con una mano se aferró al borde de la mesa cercana y con la otra cubrió su boca, intentando contener el gemido que escapó en cuanto l
Beth tiró del cinturón, luego del botón del pantalón y la bragueta. Aleksi elevó un poco la cadera para ayudarla a bajar la tela con todo y la ropa interior.Ella sólo había mirado la erección detrás de la tela, pero cuando la tuvo expuesta ante sus ojos, enmudeció. No eran imaginaciones suyas, aquello era grande y se preguntó si dolería, supuso que sí, ¿no? Es decir, ella no era muy alta y dudaba que entrara por completo en su interior. La loba se mordió el labio inferior y volvió a repasar con la mirada el cuerpo de Aleksi; era tentación encarnada para cualquier mujer y quería tenerlo sólo para ella. Se inclinó un poco, buscó los labios del hombre y deslizo la lengua en el interior de su boca.Aleksi la tomó por la cintura y la llevó arriba de su erección, pero sin penetrarla, sólo la sentó arriba para sentir su humedad y calor.Beth comenzó a moverse, a masturbarlo así, mientras sus besos bajaron hasta su cuello donde lo encontró sin una sola cicatriz. Quizá había estado con mucha
Darragh entró al estudio de la mansión de piedra con el cabello húmedo y una toalla descansando sobre sus hombros, absorbiendo las gotas de agua que aún resbalaban. Su mirada se detuvo primero en Harry, que permanecía de pie con gesto serio, y luego en William.El futuro alfa no tenía ni la más remota idea de por qué el vampiro fue hasta Los Hamptons para avisarles de algo que bien pudo hacer por llamada.O quizá sí.Tal vez la verdadera razón de su presencia estaba en el dormitorio principal, donde Gianna, con su cabello rojo como el fuego, dormía profundamente entre las sábanas que aún conservaban el aroma de su reciente encuentro.—Dices que pasó hace unas horas —inició Darragh mientras tomaba el celular que William le extendía, aunque Harry ya le había enviado el video previamente—. ¿Nueva Orleans?William asintió. Trató de percibir el aroma de Gianna en la piel del lobo, pero falló. No quedaba rastro de su olor en Darragh, era evidente que por eso el lobo tomó una ducha. Darragh
—¡No puedes mandarlo a Nueva Orleans, Darragh! ¡Es peligroso! —refutó Gianna con firmeza, acercándose a la mesa. Su mirada se detuvo un instante en el celular donde aún se mostraba el video—. Sabes que podrían capturarlo.Darragh apretó la mandíbula. Sus ojos, encendidos de furia, se cruzaron con la mirada temerosa de su Luna, quien no estaba dispuesta a retroceder.—No. —William rompió el tenso silencio, retomando los pequeños movimientos que lo hacían parecer más humano. Harry exhaló, aliviado de que la amenaza latente se hubiera disipado—. Cuando me capturaron no sabía contra qué me enfrentaba. Ahora es diferente.—¿Ves? —siseó Darragh, señalándolo con un leve movimiento de la cabeza. Su tono denotaba impaciencia—. Y, a todo esto, ¿cómo sabes del ataque? Estabas durmiendo.Gianna no rompió el contacto visual con su mate, pero una leve sombra de nerviosismo cruzó su expresión. Esa grieta fue suficiente para que Darragh viera con claridad la verdad a través del vínculo que compartían
Gianna contempló el ramo de flores que había elegido para su boda; era una obra de arte. Compuesto por rosas rojas y blancas, estaba sujeto con un moño dorado que le otorgaba un aire elegante y clásico. Sin embargo, no era un ramo común. En el centro, discretamente oculto, había un compartimento diseñado para sostener una navaja de plata.Nada en su boda era convencional, y eso incluía a la propia novia.El pensamiento la sumió en un remolino de emociones hasta que la florista rompió el silencio, atrayendo de nuevo su atención. Era una de las empleadas de Beth, quien sostenía el ramo frente a ella para confirmar si cumplía con sus expectativas.—Es perfecto —dijo Gianna con un leve asentimiento, agradecida por el resultado impecable—. ¿Beth todavía está en una reunión?—No estoy segura, pero puedo confirmarlo en un momento.La mujer se alejó rumbo a la oficina de su jefa, dejando a Gianna sola en la florería. Era un pequeño santuario de belleza en medio de una ciudad caótica, y el neg
Beth permaneció inmóvil, sus ojos ámbar alternaban entre el rostro de Gianna y la pantalla del celular, que mostraba el nombre de «Aleksi» en letras claras. La tensión en su cuerpo era palpable, como si con cada vibración del dispositivo el aire entre ellas se volviera más denso.El celular dejó de sonar, y el nombre desapareció de la pantalla. Beth exhaló un leve suspiro, como si el peso de una decisión no tomada aliviara un poco la tensión que llevaba en los hombros.Gianna, a su lado, contenía el aliento. Su pecho subía y bajaba lentamente, un hilo de esperanza tenue se colaba en su mente. Sin embargo, la tranquilidad duró poco. El celular volvió a vibrar, y el nombre del mediano de los Ashbourne apareció nuevamente, iluminando la pantalla con una insistencia que Gianna interpretó como ineludible.La pelirroja echó un vistazo rápido al espejo que decoraba una de las paredes de la cafetería. Desde su posición, podía ver el reflejo de la salida de emergencia. Su mente calculó el tiem
Darragh estuvo a punto de dejar caer el celular cuando las puertas del ascensor se abrieron y Gianna apareció en el penthouse.—¿Qué te pasó? —espetó el lobo, su tono mezclaba furia y preocupación.Gianna lucía mal. Su ojo derecho estaba hinchado, el pómulo enrojecido, la quijada ligeramente, y el labio roto. Además, tenía cortes superficiales en los brazos y un rastro evidente de cansancio en su andar.La loba trastabilló antes de alcanzar el centro de la habitación, y Darragh reaccionó al instante, atrapándola antes de que cayera. Sus ojos grises se dirigieron con furia a los dos omegas que la acompañaban como guardaespaldas.—¡Empiecen a hablar! —exigió con un rugido bajo que hizo vibrar la tensión en el aire.Los omegas intercambiaron miradas nerviosas. Ninguno parecía dispuesto a dar explicaciones, y esa actitud sólo encendió más la ira del alfa. Sus ojos adquirieron el tono ámbar característico de su lado más salvaje, y la habitación pareció llenarse de una energía tensa y amenaz