Darragh entró al estudio de la mansión de piedra con el cabello húmedo y una toalla descansando sobre sus hombros, absorbiendo las gotas de agua que aún resbalaban. Su mirada se detuvo primero en Harry, que permanecía de pie con gesto serio, y luego en William.El futuro alfa no tenía ni la más remota idea de por qué el vampiro fue hasta Los Hamptons para avisarles de algo que bien pudo hacer por llamada.O quizá sí.Tal vez la verdadera razón de su presencia estaba en el dormitorio principal, donde Gianna, con su cabello rojo como el fuego, dormía profundamente entre las sábanas que aún conservaban el aroma de su reciente encuentro.—Dices que pasó hace unas horas —inició Darragh mientras tomaba el celular que William le extendía, aunque Harry ya le había enviado el video previamente—. ¿Nueva Orleans?William asintió. Trató de percibir el aroma de Gianna en la piel del lobo, pero falló. No quedaba rastro de su olor en Darragh, era evidente que por eso el lobo tomó una ducha. Darragh
—¡No puedes mandarlo a Nueva Orleans, Darragh! ¡Es peligroso! —refutó Gianna con firmeza, acercándose a la mesa. Su mirada se detuvo un instante en el celular donde aún se mostraba el video—. Sabes que podrían capturarlo.Darragh apretó la mandíbula. Sus ojos, encendidos de furia, se cruzaron con la mirada temerosa de su Luna, quien no estaba dispuesta a retroceder.—No. —William rompió el tenso silencio, retomando los pequeños movimientos que lo hacían parecer más humano. Harry exhaló, aliviado de que la amenaza latente se hubiera disipado—. Cuando me capturaron no sabía contra qué me enfrentaba. Ahora es diferente.—¿Ves? —siseó Darragh, señalándolo con un leve movimiento de la cabeza. Su tono denotaba impaciencia—. Y, a todo esto, ¿cómo sabes del ataque? Estabas durmiendo.Gianna no rompió el contacto visual con su mate, pero una leve sombra de nerviosismo cruzó su expresión. Esa grieta fue suficiente para que Darragh viera con claridad la verdad a través del vínculo que compartían
Gianna contempló el ramo de flores que había elegido para su boda; era una obra de arte. Compuesto por rosas rojas y blancas, estaba sujeto con un moño dorado que le otorgaba un aire elegante y clásico. Sin embargo, no era un ramo común. En el centro, discretamente oculto, había un compartimento diseñado para sostener una navaja de plata.Nada en su boda era convencional, y eso incluía a la propia novia.El pensamiento la sumió en un remolino de emociones hasta que la florista rompió el silencio, atrayendo de nuevo su atención. Era una de las empleadas de Beth, quien sostenía el ramo frente a ella para confirmar si cumplía con sus expectativas.—Es perfecto —dijo Gianna con un leve asentimiento, agradecida por el resultado impecable—. ¿Beth todavía está en una reunión?—No estoy segura, pero puedo confirmarlo en un momento.La mujer se alejó rumbo a la oficina de su jefa, dejando a Gianna sola en la florería. Era un pequeño santuario de belleza en medio de una ciudad caótica, y el neg
Beth permaneció inmóvil, sus ojos ámbar alternaban entre el rostro de Gianna y la pantalla del celular, que mostraba el nombre de «Aleksi» en letras claras. La tensión en su cuerpo era palpable, como si con cada vibración del dispositivo el aire entre ellas se volviera más denso.El celular dejó de sonar, y el nombre desapareció de la pantalla. Beth exhaló un leve suspiro, como si el peso de una decisión no tomada aliviara un poco la tensión que llevaba en los hombros.Gianna, a su lado, contenía el aliento. Su pecho subía y bajaba lentamente, un hilo de esperanza tenue se colaba en su mente. Sin embargo, la tranquilidad duró poco. El celular volvió a vibrar, y el nombre del mediano de los Ashbourne apareció nuevamente, iluminando la pantalla con una insistencia que Gianna interpretó como ineludible.La pelirroja echó un vistazo rápido al espejo que decoraba una de las paredes de la cafetería. Desde su posición, podía ver el reflejo de la salida de emergencia. Su mente calculó el tiem
Darragh estuvo a punto de dejar caer el celular cuando las puertas del ascensor se abrieron y Gianna apareció en el penthouse.—¿Qué te pasó? —espetó el lobo, su tono mezclaba furia y preocupación.Gianna lucía mal. Su ojo derecho estaba hinchado, el pómulo enrojecido, la quijada ligeramente, y el labio roto. Además, tenía cortes superficiales en los brazos y un rastro evidente de cansancio en su andar.La loba trastabilló antes de alcanzar el centro de la habitación, y Darragh reaccionó al instante, atrapándola antes de que cayera. Sus ojos grises se dirigieron con furia a los dos omegas que la acompañaban como guardaespaldas.—¡Empiecen a hablar! —exigió con un rugido bajo que hizo vibrar la tensión en el aire.Los omegas intercambiaron miradas nerviosas. Ninguno parecía dispuesto a dar explicaciones, y esa actitud sólo encendió más la ira del alfa. Sus ojos adquirieron el tono ámbar característico de su lado más salvaje, y la habitación pareció llenarse de una energía tensa y amenaz
Darragh recorrió con la mirada el cuerpo desnudo de su Luna; nunca dejaba de parecerle hermoso, provocador. Él entró primero en la tina, luego tomó las manos de Gianna y la ayudó a imitarlo. Entonces tomaron asiento en la tina, con Darragh abrazándola por la espalda y recargado en uno de los lados del la tina. Su Luna recostó su espalda en el pecho firme de Darragh. La erección de su mate presionó en su trasero y ella no pudo evitar moverse un poco para provocarlo; adoraba esos sonidos roncos que soltaba el lobo en contra de su voluntad. Darragh recorrió el cuello de su Luna con la punta de la nariz, mordió suavemente el punto donde su pulso era mayor y luego besó el mismo sitio. Sus enormes manos acunaron los pechos de Gianna, pellizcó los pezones y los retorció son suavidad.Gianna jadeó, dejándose llevar por el placer de esas caricias un poco rudas y los besos que continuó depositando el hombre en su cuello. Ella era fuerte, pero le gustaba que Darragh lo fuera mucho más que el
El día finalmente había llegado. Lento, pero seguro, se había instalado en el horizonte con una tensión palpable que se sentía en cada rincón de la mansión Ashbourne. Mientras los preparativos para la boda se llevaban a cabo, el aire parecía cargado, como si el mundo contuviera el aliento.Gianna temblaba frente al imponente espejo de la habitación que le habían asignado. Cada detalle reflejado ante ella parecía perfecto: el delicado peinado que recogía su melena roja adornada con flores blancas y plateadas, el maquillaje impecable que realzaba sus rasgos sin ocultar la vulnerabilidad que había en sus ojos. Pero por dentro, sentía que no podía respirar.Era un día que la mayoría habría considerado el más feliz de su vida. Para los licántropos, las bodas no eran solo ceremonias, sino un acto sagrado: la unión de dos almas bajo la bendición de la Diosa Luna, sellada con un pacto de sangre. Sin embargo, la boda entre ella y Darragh era única. Como mates, su vínculo era una leyenda vivien
—No —sentenció Aleksi, con el ceño fruncido y una expresión que dejó claro que no quería más preguntas—. No estoy comprometido. Existió una propuesta, pero se quedó en eso.—¿La rechazaste? —insistió Gianna, su voz cargada de escepticismo.—No, sólo no respondí —simplificó el lobo con una tranquilidad que parecía ensayada—. Mis padres pidieron su apoyo.Gianna paseó la mirada entre Aleksi y William, buscando en sus rostros alguna señal que le aclarara más de lo que él estaba dispuesto a admitir.—¿Desde hace cuánto saben que vendrán? —preguntó ella..—Una semana —respondió William antes de que Aleksi pudiera abrir la boca.El lobo soltó un gruñido apenas contenido mientras se daba media vuelta y salía de la habitación con dirección al estudio donde se encontraba Darragh.Su plan inicial era llevarse a William, para no dejar al vampiro a solas con Gianna, y evitarle otro motivo de preocupación a su hermano. Pero no había contado con que la pelirroja lo seguiría de cerca, ignorando cual