Vanessa solo lograba escuchar murmullos, pues su mente se hallaba dispersa en su actual situación laboral, y la injusticia que cometieron en su empleo.«Debo limpiar mi nombre, no puedo salir por la puerta de atrás, no es justo» pensó y resopló.Entonces notó como unos fríos ojos la observaban, no supo cuánto tiempo Ryan Knight la había estado contemplando. Sacudió su cabeza y plantó su vista en aquel hombre, se vio tentada a reclamarme y preguntarle acerca de los artilugios que su empresa utilizaba para quitarle las ventas a la competencia, pero prefirió morderse la lengua y callar, estaban las niñas presentes.—Parece que no te agradó la comida —dijo Ryan al notar que ella no había probado bocado.—No tengo hambre. —Lo miró con seriedad, y luego observó que las niñas ya finalizaron su almuerzo—, vayan un rato al parque del frente, pero no se alejen de nuestra vista —solicitó.Ava y Hope se observaron entre ellas, y sonrieron divertidas, les fascinaba jugar en aquel sitio.—Estaré pe
Ambas pequeñas saltaron del juego y corrieron hacia el caballero, lo agarraron de las manos y lo arrastraron al parque.—¿A qué juegan? —indagó él.—Estábamos aburridas, pero ya que llegaste podemos jugar a las cogidas.Vanessa negó con la cabeza.—Niñas, el señor Knight no está vestido para la ocasión. —Miró al caballero, lucía un impecable traje de diseñador gris, su camisa era negra al igual que la corbata, sus zapatos brillaban de relucientes.—No hay problema, vamos a jugar —mencionó, se quitó el saco, y se aproximó a Vanessa—. Se lo encargo —le entregó la prenda, y le sonrió.Vanessa parpadeó, tomó la prenda, y pudo inhalar su varonil aroma a cedro, entonces se sentó en una banca, y los observó jugar, reía con las ocurrencias de las niñas, y del propio Ryan, parecía un niño más, compartiendo con las chiquillas; sin embargo, ver a Ava feliz con aquel hombre que era un desconocido, le estrujó el corazón.«Si no hubiera sido tan ingenua, jamás me habría fijado en Raúl, seguramente
Ryan mantenía su mirada fija en el computador, hacía unos ligeros cambios al nuevo proyecto en el cual trabajaba. Estaba tan concentrado que no sintió ni la presencia de su asistente. —Señor —carraspeó la chica. El hombre sacudió la cabeza, giró el cuello de un lado a otro. —Dime —contestó. —Ya encontré un apartamento para usted y la niña —mencionó—, está en Avalon, en el cuarto piso —mencionó, se acercó al escritorio con su iPad y le enseñó las fotos—, está amoblado, pero puede hacerle cambios. Ryan asintió y luego recordó que en ese edificio vivía Vanessa, en el tercer piso del mismo bloque donde él iba a rentar. «Seremos vecinos» dijo en la mente, eso le brindaba tranquilidad, porque aún no tenía la remota idea de qué hacer con Hope. —Me parece perfecto, firmaré el contrato —indicó y miró que la joven bostezaba. —¿Almorzaste? —indagó. —No señor, su abuela dijo que en esta casa solo se pueden alimentar los empleados de ella, y nosotros tenemos mucho trabajo, no pude salir —e
Hope observaba con impaciencia a las personas que llegaban a la fila del cine. «¿Por qué no apareces Ava?» se preguntaba mientras golpeaba con la punta del pie el piso. —Parece que ya quieres entrar —dijo Ryan. —No, aún no —contestó. —¡Hope! —gritó Ava, y arrastró a su madre a la fila. Vanessa frenó de golpe, se quedó estática al mirar a Ryan Knight vestido informal. Sus labios se separaron, se veía muy atractivo enfundado en esos vaqueros ajustados azules, y esa camiseta blanca que se ceñía a su fuerte pectoral, además llevaba encima una chaqueta de cuero, café, que le daba un aspecto de renegado. —Buenas noches, qué coincidencia —mencionó Ryan, observó a Hope, y luego a Ava, notó esas miradas de complicidad entre ambas. Y luego sus ojos se clavaron en Vanessa, la recorrió con discreción, casi no estaba maquillada, pero se veía hermosa, su piel era tersa y lozana. Vestía unos pantalones de gabardina beige, una blusa celeste, y unas alpargatas negras. Su cabello lo llevaba suelto
—¡Ava por favor cálmate! —solicitó Vanessa intentando mostrarse serena—, tú y yo vamos a hablar, te diré la verdad, pero necesito que te tranquilices.—¡Ya no te quiero! —gritó Ava a Ryan, se retiró corriendo a su alcoba.Hope fue tras de su amiga, pero Ava le aventó la puerta.—¡Ava, ábreme! —suplicó la niña.—¡No quiero ver a nadie! —gritó—, vete con tu tío, y no vuelvan. —Sollozó, se deslizó al suelo, recargó su espalda en la puerta, se abrazó a sus piernas y se puso a llorar.Los ojos de Hope se llenaron de lágrimas, los labios le temblaron.—Yo no quiero perder tu amistad —sollozó y dejó caer su frágil cuerpo en el piso, se recargó en la puerta, y también empezó a llorar.Entre tanto en la sala, Vanessa resoplando llena de ira abrió la puerta del apartamento.—¡Lárguese señor Knight! ¡No vuelva a meterse en nuestras vidas! ¡No lo quiero cerca de mi hija! —vociferó respirando agitada, y clavando su profunda mirada en el hombre.—Vanessa, yo… no fue esa mi intención —intentó discul
La charla entre Rose y April fue interrumpida cuando el gran portón de madera se abrió, y Ryan sosteniendo a Hope en sus brazos ingresó. April se puso de pie, su corazón brincó, lo recorrió con los ojos, estaba más apuesto y varonil, que la última vez que se vieron cuando eran unos jovencitos. Rose frunció los labios con evidente molestia. —Ve a dejar a la niña en la alcoba y baja a saludar a nuestros invitados —ordenó. —Buenas noches —saludó Ryan con cortesía, casi ignorando la presencia de April, pues la mente del hombre se hallaba dispersa, sus pensamientos se centraban en el escenario que estarían viviendo Ava y Vanessa. «¿Pero desde cuando le interesaba la vida de dos desconocidas?» se cuestionó. Llegó a la alcoba de Hope, la depositó en la cama, la niña aún hipaba, había llorado gran parte del camino, pensando que Ava ya no la quería, hasta que el cansancio la hizo dormirse. Ryan besó la frente de su sobrina. —Descansa pequeña, mañana será un nuevo día. Salió de la alcob
Tres días después. Era sábado en la mañana, cuando una de las empleadas de la mansión Knight bajó con varias cajas desde la habitación de Hope. La abuela observó con atención, arrugó la frente. —¿A dónde llevas eso? —Señaló con su bastón hacia las cajas. —Son varios objetos de la niña Hope, el señor Ryan me pidió que los empacara, para llevarlo al camión de la mudanza. —¿¡Mudanza!? —cuestionó la anciana, el tono de su voz cambió. —¿En dónde está Ryan? —¿Qué te ocurre, abuela? —cuestionó bajando las escaleras de la mano de Hope. —¿Me puedes explicar a dónde están llevando las cosas de mi nieta? —indagó con severidad, apoyándose en el bastón. —A nuestro nuevo hogar —comunicó Ryan con simpleza. —¿Qué? —vociferó la abuela, se llevó la mano al lado izquierdo del pecho—, no puedes alejarme de Hope —habló con la voz entrecortada—, ella es lo único que me queda de Roger, siempre ha vivido en esta casa. —Sus palabras fueron pronunciadas en un tono lastimero. —¿Verdad mi niña, que no te
Ryan recordó que Vanessa rechazaba sus llamadas, y que le advirtió que no lo quería cerca de su hija, ni de ella. Resopló, y luego pensó que del número del apartamento quizás sí respondería. Enseguida marcó al móvil de Vanessa. Vanessa se hallaba en el comedor, sentada frente el computador. Minutos antes había realizado el postre con Ava, le había propuesto a la niña ver una película, pero se negó y se fue a encerrar en la alcoba. Vane buscaba empleo en varias páginas de colocaciones, y enviaba su hoja de vida a las que podía. De pronto su móvil vibró sobre la mesa, arrugó el ceño, era un número desconocido, pensó que se trataba de alguna entrevista, de inmediato respondió. —Hola —saludó. —Buenas tardes, Vanessa —dijo con voz gruesa Ryan. Ella apretó los puños, respiró agitada. —Le dije que no quiero saber nada de usted. —Elevó el tono de voz. —¡Lo sé! —contestó Ryan—, pero Hope, quiere hablar contigo. —Le pasó el auricular a su sobrina. —Hola Vanessa, soy Hope —avisó la peq