En la gran mesa de la sala de juntas de industrias P&H se hallaba reunido el vicepresidente comercial de aquella empresa, junto a Ryan y Vanessa. —Bosch me ofrece un 15% de descuento, ¿Pueden mejorar esa oferta?Vanessa observó a Ryan, él ladeó los labios y sonrió. —Señor Palmer, es difícil darle un mayor descuento, no cabe en nuestras posibilidades; sin embargo, nosotros le ofrecemos una línea de camiones mucho mejor que la que oferta Bosch, los nuestros vienen directamente de Taiwán. —Y le ofrecemos mantenimiento a toda la flota en nuestros talleres durante un año. Tome en cuenta que Bosch solo le ofrece un descuento, pero si se daña uno de sus vehículos, se paralizará sus entregas, en cambio, con nosotros no, atenderemos a la brevedad el daño, disponemos en stock de los repuestos —añadió Vanessa. El señor Palmer frunció los labios, pensativo. —Caleb Bosch me dijo que sus camiones son de primera y que no presentan fallas técnicas. —Por supuesto —dijo Ryan—, todo vehículo para s
Vanessa contuvo el aliento, apretó con su fuerza sus puños conteniendo el deseo de tomar del brazo a la anciana y sacarla a la fuerza de la oficina. Resopló y negó con la cabeza. —Señora, parece que usted cree que el dinero puede comprarlo todo, pero se equivoca, Vanessa Johnson no está a la venta, y no me pienso alejar de la vida de su nieto —enfatizó, la observó plantando su profunda mirada en la mujer—, lo haré solo cuando sea el propio Ryan el que no me quiera cerca. La anciana bufó, y gruñó como un perro enfurecido. —Fingir hacerte la digna no te va conmigo, pero te plantearé la propuesta de otro modo: Deja en paz a Ryan, aléjate de nuestras vidas, y yo no haré nada para quitarle la custodia de Hope. —Se acomodó los lentes, sonrió de lado—, si tanto te importa el bienestar de mi biznieta, toma la mejor decisión. Vanessa abrió los labios, se quedó helada, el tono en el cual Rose Knight habló no fue precisamente una propuesta, sino más bien una amenaza. «¡Esta mujer no puede qu
Vanessa llegó echando chispas a su apartamento, lanzó la puerta, y las llaves las soltó sobre un cuenco de cerámica. Respiraba agitada, tenía el semblante lleno de contrariedad. —¡Y esa energía tan fea que te cargas! —exclamó Caroline, mirando atenta a su hija. —¿Problemas?Vanessa dejó caer su cuerpo en un sillón, resopló. —La señora Knight me echó del concesionario —musitó—, es la mujer más amargada, e insoportable que he conocido, solo piensa en el dinero y la posición social —gruñó y empezó a narrarle a su mamá, la charla que tuvo con Rose. La mirada de Caroline cambió por completo, sus ojos se volvieron oscuros producto de la ira, y la impotencia. —Si no fuera una anciana, yo misma iría a buscarla y la arrastraría —rebatió arrastrando las palabras. —¿Cómo se atrevió a chantajearte con Hope? —cuestionó resoplando con molestia. Vanessa deglutió la saliva con dificultad. —Eso es lo que más preocupa, esa mujer va a utilizar todas sus armas, para quitarle la custodia de Hope a Ry
Vanessa ayudaba a Ava con las tareas. —Te has equivocado en esta multiplicación —indicó—. Nueve por nueve es ochenta y uno, no setenta y seis. Ava rascó su frente, ladeó los labios. —Tienes razón mami, es que no soy buena para matemática, pero Hope sí. Vanessa sonrió. —Vaya, yo creo que Hope te hace las tareas. —La miró atenta. —No, ella solo me ayuda —rebatió la pequeña. Observó a su mamá y sonrió. En ese momento el timbre sonó. Vanessa se puso de pie, observó por la mirilla, y se dio cuenta de que eran Hope y Ryan. Inhaló profundo, imaginó que la abuela ya le había dado quejas, enseguida abrió. —Hola —saludó Vane, sonrió. —Buenas noches —dijo Ryan. Hope la saludó con un abrazo, y corrió a contarle a Ava sus aventuras con su tío. Vanessa notó distinto el semblante de Ryan, entonces se aclaró la garganta. —Pasa, imagino que tu abuela te contó su versión de lo ocurrido hoy en la compañía —mencionó. Ryan ingresó, se aclaró la garganta, miró a las niñas. —Necesitamos hablar
La cabeza de Ryan estaba inclinada, mantenía las manos en su rostro, aún se hallaba de rodillas, y sollozaba con fuerza. —¡Eres una desgraciada Paige! —exclamó apretando los dientes. —¡Me quitaste los mejores años de la vida de mi hija! ¡Le diste mi lugar a otro! ¡Todo por tu ambición! El corazón le latía con violencia, la garganta la tenía seca.—¡Ni siquiera quise conocer a mi propia hija! —gimoteó sintiendo un ardor el pecho que le laceraba el alma. —¿Por qué lo hiciste Paige? —gritó con todas sus fuerzas y tomó un cenicero de una mesa esquinera y la lanzó contra la pantalla del televisor, el ruido que eso causó fue ensordecedor. ****Vanessa no probaba bocado, las niñas se alimentaban, reían, charlaban, para ella todo eso eran murmullos, su mente se hallaba dispersa, no dejaba de pensar en la discusión con la señora Knight.«No quise causarle más problemas a Ryan» se decía en la mente. —¡Vanessa! ¡Hey! —exclamó Caroline, al verla que sostenía la cuchara en las manos, pero no se
Ryan señaló con su mano la mesa de centro, ahí reposaba el resultado de ADN, Vanessa tomó la hoja, sus ojos se enfocaron en el resultado final, y se dio cuenta de que era cierto. —¡Es mi hija! —repitió él, y su pecho ardía como el infierno—, jamás quise conocerla, la rechacé cuando me asignaron la custodia, ella solo necesita mi protección, y yo la quería mandar a un internado. —Quiso volver a lanzar cosas, pero retuvo sus impulsos por la presencia de Vanessa, sus palabras ahogadas salían con dolor. —Ryan. —Vanessa se acercó a él—, tú no sabías nada, no te culpes, el tiempo no va a retroceder, y es cierto te has perdido años maravillosos de la vida de Hope, pero aún tienes un futuro por delante con ella —expuso con suavidad—, es comprensible tu rechazo, aunque no lo justifico, ella era inocente de lo que hizo su madre, pero intento ponerme en tu lugar, yo sé lo que duele una decepción amorosa. Ryan negó con la cabeza, la sacudió. —Me siento impotente, quisiera ir abajo, abrazarla
Ryan sonrió al escucharla con esa expresión tan seductora, la tomó por la cintura, la apretó a su cuerpo, sus labios hicieron contacto con los de Vanessa, sus lenguas se rozaron, y el fuego empezó a encenderse. Los dedos de Ryan fueron acariciando la piel desnuda de los brazos de Vanessa, provocando que ella vibrara, y que miles de descargas aceleraran su ritmo cardíaco, y que un voraz incendio empezara a quemar su vientre, y provocara que su ropa interior se humedeciera. El beso se volvió cada vez más intenso, los labios de Ryan se posaron en el cuello de Vanessa, y ella sintió que las fuerzas la abandonaban, los hábiles dedos de él, empezaron a desabotonar la blusa. La mirada de Ryan se volvió oscura, se mojó los labios imaginando tener en su boca esos erguidos senos. Entonces otra vez lamió el cuello de Vanessa, guardó en su memoria el sabor de su piel, su lengua bajó desde el mentón hasta la línea de sus senos. La escuchó jadear y él soltó un gruñido, la apretó más a su cuerpo,
—Está bien —respondió Vanessa sin titubear, confiaba en él, sabía que era un caballero—. Dame unos minutos. —Mordió sus labios. —Está bien —contestó él, y se fue a sentar en uno de los sillones a esperarla. Caroline se había ido a dormir también. Vanessa se metió con rapidez a su alcoba, se desmaquilló, se quitó la ropa, se colocó un pijama de seda de dos piezas pantalón y blusa, se calzó sus pantuflas, y volvió a salir. —Estoy lista. —Te ves muy bien. —Sonrió él. Vanessa carcajeó bajito. —No te burles, vamos antes que vuelva a salir mi mamá, y empiece a interrogarnos. —Me empiezo a sentir como un adolescente —bromeó él—, escondiéndonos de la mamá —Será por poco tiempo, mi mamá se va el fin de semana —expresó con tristeza saliendo del apartamento. —Te daré vacaciones para que la puedas visitar —dijo Ryan, mientras se metían al elevador. Entre tanto Caroline había estado atenta desde su alcoba, observando desde la puerta semiabierta como su hija se escapaba con Ryan. Sonrió c