¿Qué decisión tomará Ryan? ¿Qué creen que haga? Leo sus reseñas y comentarios.
Vanessa ayudaba a Ava con las tareas. —Te has equivocado en esta multiplicación —indicó—. Nueve por nueve es ochenta y uno, no setenta y seis. Ava rascó su frente, ladeó los labios. —Tienes razón mami, es que no soy buena para matemática, pero Hope sí. Vanessa sonrió. —Vaya, yo creo que Hope te hace las tareas. —La miró atenta. —No, ella solo me ayuda —rebatió la pequeña. Observó a su mamá y sonrió. En ese momento el timbre sonó. Vanessa se puso de pie, observó por la mirilla, y se dio cuenta de que eran Hope y Ryan. Inhaló profundo, imaginó que la abuela ya le había dado quejas, enseguida abrió. —Hola —saludó Vane, sonrió. —Buenas noches —dijo Ryan. Hope la saludó con un abrazo, y corrió a contarle a Ava sus aventuras con su tío. Vanessa notó distinto el semblante de Ryan, entonces se aclaró la garganta. —Pasa, imagino que tu abuela te contó su versión de lo ocurrido hoy en la compañía —mencionó. Ryan ingresó, se aclaró la garganta, miró a las niñas. —Necesitamos hablar
La cabeza de Ryan estaba inclinada, mantenía las manos en su rostro, aún se hallaba de rodillas, y sollozaba con fuerza. —¡Eres una desgraciada Paige! —exclamó apretando los dientes. —¡Me quitaste los mejores años de la vida de mi hija! ¡Le diste mi lugar a otro! ¡Todo por tu ambición! El corazón le latía con violencia, la garganta la tenía seca.—¡Ni siquiera quise conocer a mi propia hija! —gimoteó sintiendo un ardor el pecho que le laceraba el alma. —¿Por qué lo hiciste Paige? —gritó con todas sus fuerzas y tomó un cenicero de una mesa esquinera y la lanzó contra la pantalla del televisor, el ruido que eso causó fue ensordecedor. ****Vanessa no probaba bocado, las niñas se alimentaban, reían, charlaban, para ella todo eso eran murmullos, su mente se hallaba dispersa, no dejaba de pensar en la discusión con la señora Knight.«No quise causarle más problemas a Ryan» se decía en la mente. —¡Vanessa! ¡Hey! —exclamó Caroline, al verla que sostenía la cuchara en las manos, pero no se
Ryan señaló con su mano la mesa de centro, ahí reposaba el resultado de ADN, Vanessa tomó la hoja, sus ojos se enfocaron en el resultado final, y se dio cuenta de que era cierto. —¡Es mi hija! —repitió él, y su pecho ardía como el infierno—, jamás quise conocerla, la rechacé cuando me asignaron la custodia, ella solo necesita mi protección, y yo la quería mandar a un internado. —Quiso volver a lanzar cosas, pero retuvo sus impulsos por la presencia de Vanessa, sus palabras ahogadas salían con dolor. —Ryan. —Vanessa se acercó a él—, tú no sabías nada, no te culpes, el tiempo no va a retroceder, y es cierto te has perdido años maravillosos de la vida de Hope, pero aún tienes un futuro por delante con ella —expuso con suavidad—, es comprensible tu rechazo, aunque no lo justifico, ella era inocente de lo que hizo su madre, pero intento ponerme en tu lugar, yo sé lo que duele una decepción amorosa. Ryan negó con la cabeza, la sacudió. —Me siento impotente, quisiera ir abajo, abrazarla
Ryan sonrió al escucharla con esa expresión tan seductora, la tomó por la cintura, la apretó a su cuerpo, sus labios hicieron contacto con los de Vanessa, sus lenguas se rozaron, y el fuego empezó a encenderse. Los dedos de Ryan fueron acariciando la piel desnuda de los brazos de Vanessa, provocando que ella vibrara, y que miles de descargas aceleraran su ritmo cardíaco, y que un voraz incendio empezara a quemar su vientre, y provocara que su ropa interior se humedeciera. El beso se volvió cada vez más intenso, los labios de Ryan se posaron en el cuello de Vanessa, y ella sintió que las fuerzas la abandonaban, los hábiles dedos de él, empezaron a desabotonar la blusa. La mirada de Ryan se volvió oscura, se mojó los labios imaginando tener en su boca esos erguidos senos. Entonces otra vez lamió el cuello de Vanessa, guardó en su memoria el sabor de su piel, su lengua bajó desde el mentón hasta la línea de sus senos. La escuchó jadear y él soltó un gruñido, la apretó más a su cuerpo,
—Está bien —respondió Vanessa sin titubear, confiaba en él, sabía que era un caballero—. Dame unos minutos. —Mordió sus labios. —Está bien —contestó él, y se fue a sentar en uno de los sillones a esperarla. Caroline se había ido a dormir también. Vanessa se metió con rapidez a su alcoba, se desmaquilló, se quitó la ropa, se colocó un pijama de seda de dos piezas pantalón y blusa, se calzó sus pantuflas, y volvió a salir. —Estoy lista. —Te ves muy bien. —Sonrió él. Vanessa carcajeó bajito. —No te burles, vamos antes que vuelva a salir mi mamá, y empiece a interrogarnos. —Me empiezo a sentir como un adolescente —bromeó él—, escondiéndonos de la mamá —Será por poco tiempo, mi mamá se va el fin de semana —expresó con tristeza saliendo del apartamento. —Te daré vacaciones para que la puedas visitar —dijo Ryan, mientras se metían al elevador. Entre tanto Caroline había estado atenta desde su alcoba, observando desde la puerta semiabierta como su hija se escapaba con Ryan. Sonrió c
La penumbra aún envolvía la alcoba de Ryan, y el cuerpo de Vanessa se hallaba enredado en el de él, hacía mucho tiempo que no dormía con una mujer. Las relaciones de él era solo sexo, una noche en un bar, una mujer bonita, un cuerpo desnudo en un hotel, y ni siquiera un adiós. Ryan siempre desaparecía antes del amanecer, así no había segundas citas, ni compromisos, ni nada. Sin embargo, la calidez de Vanessa lo hacía percibir cosas distintas, ella le brindaba paz, disfrutó de sentir como ella descansaba profundamente, entonces él encendió la luz tenue de la lámpara, y la contempló. Vanessa era hermosa, tenía el cabello enmarañado alrededor de su bello rostro, su piel era tersa, suave, blanca, deslizó sus dedos por los hombros desnudos de ella. «¡Joder!, ¡cómo anhelaba probar esa piel con sus labios!» Ryan contuvo la respiración cuando ella se removió, y volvió a dormir en su pecho, entonces depositó un beso en el hombro de Vanessa. «¡Dios ese aroma!»La fragancia de ella, tan dulce
Minutos después Ryan llegó al apartamento. Caroline lo recibió con una amplia sonrisa en los labios, y él supo de inmediato que la mujer o era en verdad una adivina, o Vanessa le había contado lo que pasaba entre ellos. —Pasa querido…—Se hizo a un lado—, futuro yerno —susurró en voz baja. —¿Perdón? —cuestionó Ryan arqueó una ceja y se hizo el que no escuchó, pero la había oído con claridad. —Nada, dije que las niñas no tardan, Vanessa las está finalizando de peinar. Ryan asintió inhaló profundo, sentía ansiedad, no sabía cómo estar frente a Hope, y reprimir las ganas de gritar que era su papá. Y justo en ese momento, su hija apareció, Vanessa en la rubia caballera de la niña, le había hecho dos trenzas, a cada lado, la mirada del hombre se iluminó por completo. —¡Qué linda estás! —expresó con la voz entrecortada—, ven salúdame —solicitó. Hope enseguida se aproximó a él, y lo abrazó. El corazón de Ryan palpitaba con fuerza descomunal, aún le parecía increíble creer que tenía una
Ryan palideció por completo, observó a su abuela, y le pareció estar frente a una desconocida, sintió repulsión de llevar su misma sangre. —No te atrevas, no te metas con Vanessa y Ava —expresó con voz firme—, ella es una mujer ejemplar. —Para ti querido que te tiene ciego, pero para los demás no, sabes bien que puedo comprar testimonios, y la niñita esa iría a parar a una casa hogar. ¿Quieres eso?—Eres un monstruo —resopló, todos los músculos de su cuerpo se tensaron, resopló, tomó la revista en sus manos—. Demandaré a la editorial, y quién hizo este artículo. La abuela soltó una risotada. —Querido, la dueña de la editorial soy yo, así que ahí se publica lo que yo ordeno, así que Ryan, ¿qué decides? ¿Dejas a Vanessa y te comprometes con April?****Vanessa se hallaba reunida con el equipo de ventas, ese día iba a salir con una de las vendedoras, a visitar a posibles clientes. Vane le iba a enseñar a cerrar negocios corporativos, deseaba que todos mostraran sus habilidades y anhe