«Yo no me sacrifiqué cuidando de mi hija, y estudiando a la vez para que me humillen de esta forma, sé que todo trabajo es honrado, y no me pesaría trabajar haciendo la limpieza, pero no voy a permitir una vejación más» —¿Qué esperas? ¿No escuchaste lo que ordenó el señor Anderson? —gritó Madeleine. Se acercó a ella con el carro de los útiles de limpieza, y lo empujó. Vanessa reaccionó a la brevedad, y lo detuvo con el pie. —Ningún trabajo es deshonra, mientras sea honesto —enfatizó irguiendo la barbilla—, pero no me sacrifiqué tanto para venir a lavar baños, prefiero renunciar —enfatizó—, a mí no me humillan. —Empujó el carro hacia Madeleine y salió de aquella compañía. La mujer se quedó con la boca abierta, sorprendida de la reacción de Vanessa, al igual que su jefe. **** Ryan rascaba su barbilla, pensativo, mientras ordenaba al auditor hacer un examen financiero a la empresa de la familia. —Requiero sabe en qué estado está la compañía antes de hacerme cargo —enfatizó Ryan
«¿En su apartamento?» se cuestionó Vanessa, sintió un cosquilleo, el tono de su pregunta sonó como a una propuesta no solo laboral, entonces respiró hondo.—Ryan —dijo se aclaró la voz y lo miró a los ojos—. Creo que debemos empezar por algo importante y es no mezclar lo laboral con lo personal, las cosas de trabajo es mejor tratarlas acá en la oficina. Ryan ladeó los labios con esa expresión tan sensual que solía hacerlo, se recargó en el escritorio, cruzó sus brazos. —Yo no soy un hombre convencional, no me gusta seguir reglas, ni imposiciones, si hoy decido trabajar al aire libre en un parque, mi equipo hace lo necesario para que funcione —enfatizó sin dejar de mirarla—. Vanessa no hay que ser tan drásticos en la vida —recomendó—, es una lástima que no hayas heredado el buen humor de tu madre. —Apretó los labios, divertido. Vanessa parpadeó, juntó el ceño, resopló. —¿Insinúas que soy una amargada? ¿Crees que no puedo saltar las reglas? —cuestionó respirando agitada—, pues puedo
Al medio día siguiente. —¿Qué postre vas a preparar hoy abuela? —preguntó Ava a Caroline mientras almorzaban en compañía de Hope. Caroline miró que ambas no probaban las verduras de la ensalada, movió los labios de un lado a otro. —Hoy no haré ninguno, las tengo demasiado consentidas, y veo que no les agradan las verduras al vapor. —Frunció la nariz—, y yo pensaba en la tarde hacer un cake de banana. Ava y Hope se miraron entre ellas, y presurosas empezaron a engullir el brócoli, a pesar de que ambas no le gustaban, hacían un gran esfuerzo por comer. De pronto el timbre del apartamento sonó, Caroline juntó las cejas, no esperaban a nadie, Ryan y Vanessa estaban en la oficina. Entonces se puso de pie, observó por la mirilla, era una mujer muy elegante, ya mayor, llevaba el cabello gris recogido en un moño, se sostenía de un bastón, y estaba acompañada de una muchacha joven, y distinguida, además de un hombre vestido de negro, De repente percibió una opresión en el pecho, y un hor
Vanessa aún sentía que el corazón le palpitaba con fuerza, apenas estaba recomponiéndose del beso y de todo lo ocurrido, cuando escuchó el fuerte llanto de las niñas, se separó de Ryan, y corrió adentro. —No me quiero ir con la abuela —sollozaba Hope, abrazada a Ava. —No permitiré que te lleve —aseguró Ava, también abrazada a su amiga. Vanessa se estremeció al verlas, apretó sus puños, prefirió no decir lo que pensaba de Rose en su mente, pero no era nada bueno. —Tranquilas —dijo Vanne, se acercó a ellas, las abrazó—, ya se fueron, y todo está bien, no lloren. Ryan en un par de zancadas se acercó a ellas, el corazón se le encogió en el pecho, se acercó a ellas, las abrazó, sus dedos rozaron los de Vanessa, y de nuevo aquel corrientazo los sacudió, se miraron a los ojos, y el recuerdo del beso se hizo presente. A Vanessa el estómago se le encogió, y la mirada de Ryan se volvió oscura, volvió a centrar su atención en los labios de ella, y sacudió la cabeza. «No es correcto, ella
Vanessa, Ryan, las niñas y Caroline regresaron del paseo, habían paseado por la ciudad, y disfrutado de una deliciosa comida en uno de los restaurantes frente al Golden Gate, luego de compartir como una familia, regresaron al edificio, y cada uno se dirigió a su apartamento, ninguno habló acerca del beso, ambos prefirieron ignorarlo. Ryan en su residencia, revisó las tareas de Hope, mientras la niña se colocaba su pijama, y lavaba sus dientes. Después de unos minutos la pequeña apareció. —Tío Ryan. —Lo miró a los ojos. —¿No vas a permitir que la abuela me lleve? —indagó sintiendo un temblor en el cuerpo. Ryan la observó con ternura, notó como los labios de Hope formaban una línea haciendo un puchero, además tenía los ojos llenos de lágrimas. —Te aseguro que nada, ni nadie nos va a separar —enfatizó y la abrazó—, sé que empezamos mal, y nunca te di una disculpa, estaba contrariado, ofuscado por lo ocurrido con tus papás, además debes comprender que todo ha sido tan repentino, y par
Ryan había convocado a una junta directiva en Eliot Knight Cars alrededor del mediodía, en esa sesión iba a informar el nombramiento de Vanessa, y él asumiría oficialmente la presidencia. Mientras hacía unos arreglos a unos planos en los cuales trabajaba en su computador, recordó lo de la página de citas en la que Vanessa buscaba pretendientes. —Aún no logro comprender —susurró, y la curiosidad le hizo dejar a un lado el trabajo y se metió a investigar, buscó en internet, y leyó toda la información relacionada con esas aplicaciones—, no puedo creer que la gente use esto, cuando es tan sencillo conquistar a alguien —mencionó con simpleza. Entonces decidió crearse un perfil, pero tenía que poner una fotografía, y si quería llegar a Vanessa sin que ella supiera que era él, debía cambiar su imagen, él era especialista en Photoshop, así que le fue sencillo modificar varios rasgos de su rostro, se cambió el color de ojos y de cabello. —Perfecto. —Sonrió, en su biografía se cambió la pro
—Señora Rose, pase por favor —dijo Robert, se puso de pie, la ayudó a llegar a la silla, y a sentarse, era como una especie de perro faldero de la anciana. —¿Qué se le ofrece?—Vengo a advertirte algo, Vanessa Johnson va a trabajar para nosotros —avisó con la voz ronca. Robert palideció por completo, los labios le temblaron. —¿¡Qué!? ¡Eso no puede ser! —Se llevó las manos al cabello contrariado—, Caleb Bosch se encargó de que nadie le diera empleo, habló muy mal de ella con todo mundo. ¿Qué diablos hace aquí?La anciana frunció el ceño, y se recargó en el sillón. —Cuida tus palabras cuando estés frente a mí —sentenció—, esa mujercita, es muy astuta, tiene engatusado a mi nieto, él la trajo. —¡Joder!—Tranquilo Robert, tú tienes mi completo apoyo, si estoy aquí es para que le vuelvas a poner una trampa, y Vanessa quede muy mal ante los ojos de mi nieto. —Ladeó los labios. Robert dejó salir el aire que estaba conteniendo. —Si es así, cuente conmigo, me encargaré que la echen como
Vanessa llegó de la oficina, exhausta, su primer día había estado lleno de altibajos, y lo único que anhelaba era darse una buena ducha, y descansar. Cuando abrió la puerta del apartamento, se sorprendió al mirar un hermoso arreglo floral de rosas rojas, y girasoles. —Qué bonito —susurró, no le pasó por la mente que fuera para ella, creyó que su madre lo había comprado para adornar el apartamento. —Hola mami —saludó Ava, sonriendo ampliamente, la abrazó feliz. Vanessa olvidó el cansancio, y el mal rato que vivió en el trabajo, el cariño de su hija llenaba su alma, y ahora que las cosas habían mejorado entre ambas, la joven madre se sentía feliz. Ya Ava no hablaba de su padre biológico, aunque había suplido esa ausencia con la de Ryan, su presencia le hacía bien a la niña. —Hola cariño, ¿cómo te portaste hoy? ¿En dónde está la abuela? —indagó. —Me porté muy bien mami, comí todas las verduras, la abuela salió con Hope, fueron por unos dulces —avisó. —Me alegra escuchar eso —