Gracias por llegar a este libro, espero lo estén disfrutando, no olviden las reseñas.
—Son Ava y Hope —susurró conmovida. —¡Qué hermoso! —Se llevó la mano al pecho, mirando como las dos aparecían sentadas en unos columpios llenos de flores. —Me alegra que te guste. —Ryan sonrió complacido. —¡Es hermoso! —exclamó con la voz entrecortada sin dejar de ver el cuadro—, las has plasmado tan real, se ven tan felices ambas. —El corazón se le encogió. Ryan deglutió la saliva con dificultad, inhaló profundo. —Son dos ángeles —susurró. Vanessa elevó su rostro, lo observó a los ojos, se reflejó en ellos. —Así es, desde el día que supe que Ava venía en camino, se convirtió en mi motor, ella me dio las fuerzas para levantarme a pesar de que había días que sentía que las fuerzas me abandonaban, ver el tierno rostro de mi niña, me devolvía las esperanzas —confesó. Ryan parpadeó, su mirada se cubrió de una fina capa de melancolía. A su mente antiguos recuerdos de la maravillosa mujer que era su madre se le vino a la memoria. —Mi mamá decía algo similar. —La voz se le quebr
Vanessa había conseguido el empleo de asistente de presidencia en una compañía de seguros; sin embargo, el ambiente laboral en aquella compañía era tenso. Cuando pedía ayuda, o que le informaran sobre algo que no sabía, nadie la apoyaba, y se sentía perdida. Un golpe secó la sacó de sus cavilaciones. Notó que una de sus compañeras colocó encima de su escritorio varios folders. —Pasa estas pólizas al sistema de la empresa, el jefe lo requiere ya —ordenó. —Pero aún no me han capacitado con respecto al sistema —expuso Vanne—, apenas llevaba dos días y no le habían dado la respectiva inducción. —Ese no es mi problema, debiste pedir que te entrenaran apenas llegaste —mencionó resoplando, la miró con desprecio—, yo no sé por qué el jefe te dio el cargo, eres una inepta, seguramente te estás acostando con él. Vanessa se puso de pie de un solo golpe, enfocó su vista en la mujer, y la apuntó con el dedo. —A mí me respetas, yo no soy ninguna inepta —vociferó hablando fuerte—, tampoco
Vanessa se quedó estática al escucharlo, y luego sintió que la ira reverberaba en sus venas, rememoró la manera injusta que fue echada de Bosch, entonces giró y plantó su verdosa mirada en los ojos de Ryan. —¿No lo sabes? ¿Acaso no estás enterado de las trampas que usa la compañía de tu familia, para vender autos? —vociferó respirando agitada. Ryan juntó sus cejas, confundido, él no tenía la menor idea de lo que ocurría en Elliot Knight, jamás le interesó ser parte de la empresa familiar. —¿Qué dices? ¿De qué estás hablando? ¿Qué tiene que ver mi familia en tu despido? —indagó. Vanessa bufó con incomodidad. —¡No lo puedo creer! —exclamó y apretó los puños. —¿Es en serio? ¿Jamás te ha importado el negocio familiar?Ryan resopló, y se aclaró la voz. —Tuve un conflicto con mi hermano, y decidí alejarme de la familia, por siempre, jamás imaginé que tendría que volver, y hacerme cargo de la empresa y de Hope —explicó—, en estos días asumiré la presidencia, muy a mi pesar, y necesito
Aquella pregunta retumbó en la mente de Vanessa. «¡Por supuesto que deseaba limpiar su nombre!»—Claro, es lo que más anhelo —expuso, lo miró con seriedad. —Bien, entonces te tengo una propuesta —comentó y también plantó su vista en ella. —¿Qué propuesta? —cuestionó Vanne, elevando una de sus cejas. Ryan se acercó a ella, y se aclaró la voz. —Yo no tengo idea de ese negocio, me siento perdido, necesito alguien con tu experiencia que me asesore, así que te propongo convertirte en la nueva vicepresidenta comercial de Eliot Knight Cars —enfatizó—, no me respondas de inmediato, pero piensa que tendrás a Robert bajo tu mando, que le haremos confesar a ese tipo su trampa, y lo más importante saldrás de tus apuros económicos. «¿Trabajar juntos?» pensó Vanessa. La idea no era descabellada, ansiaba desenmascarar a Robert, pero aún más a Caleb Bosch y demostrar su inocencia; sin embargo, estar cerca de Ryan era un peligro, ahora no conforme con verse a diario por las tardes, tendrían qu
«Yo no me sacrifiqué cuidando de mi hija, y estudiando a la vez para que me humillen de esta forma, sé que todo trabajo es honrado, y no me pesaría trabajar haciendo la limpieza, pero no voy a permitir una vejación más» —¿Qué esperas? ¿No escuchaste lo que ordenó el señor Anderson? —gritó Madeleine. Se acercó a ella con el carro de los útiles de limpieza, y lo empujó. Vanessa reaccionó a la brevedad, y lo detuvo con el pie. —Ningún trabajo es deshonra, mientras sea honesto —enfatizó irguiendo la barbilla—, pero no me sacrifiqué tanto para venir a lavar baños, prefiero renunciar —enfatizó—, a mí no me humillan. —Empujó el carro hacia Madeleine y salió de aquella compañía. La mujer se quedó con la boca abierta, sorprendida de la reacción de Vanessa, al igual que su jefe. **** Ryan rascaba su barbilla, pensativo, mientras ordenaba al auditor hacer un examen financiero a la empresa de la familia. —Requiero sabe en qué estado está la compañía antes de hacerme cargo —enfatizó Ryan
«¿En su apartamento?» se cuestionó Vanessa, sintió un cosquilleo, el tono de su pregunta sonó como a una propuesta no solo laboral, entonces respiró hondo.—Ryan —dijo se aclaró la voz y lo miró a los ojos—. Creo que debemos empezar por algo importante y es no mezclar lo laboral con lo personal, las cosas de trabajo es mejor tratarlas acá en la oficina. Ryan ladeó los labios con esa expresión tan sensual que solía hacerlo, se recargó en el escritorio, cruzó sus brazos. —Yo no soy un hombre convencional, no me gusta seguir reglas, ni imposiciones, si hoy decido trabajar al aire libre en un parque, mi equipo hace lo necesario para que funcione —enfatizó sin dejar de mirarla—. Vanessa no hay que ser tan drásticos en la vida —recomendó—, es una lástima que no hayas heredado el buen humor de tu madre. —Apretó los labios, divertido. Vanessa parpadeó, juntó el ceño, resopló. —¿Insinúas que soy una amargada? ¿Crees que no puedo saltar las reglas? —cuestionó respirando agitada—, pues puedo
Al medio día siguiente. —¿Qué postre vas a preparar hoy abuela? —preguntó Ava a Caroline mientras almorzaban en compañía de Hope. Caroline miró que ambas no probaban las verduras de la ensalada, movió los labios de un lado a otro. —Hoy no haré ninguno, las tengo demasiado consentidas, y veo que no les agradan las verduras al vapor. —Frunció la nariz—, y yo pensaba en la tarde hacer un cake de banana. Ava y Hope se miraron entre ellas, y presurosas empezaron a engullir el brócoli, a pesar de que ambas no le gustaban, hacían un gran esfuerzo por comer. De pronto el timbre del apartamento sonó, Caroline juntó las cejas, no esperaban a nadie, Ryan y Vanessa estaban en la oficina. Entonces se puso de pie, observó por la mirilla, era una mujer muy elegante, ya mayor, llevaba el cabello gris recogido en un moño, se sostenía de un bastón, y estaba acompañada de una muchacha joven, y distinguida, además de un hombre vestido de negro, De repente percibió una opresión en el pecho, y un hor
Vanessa aún sentía que el corazón le palpitaba con fuerza, apenas estaba recomponiéndose del beso y de todo lo ocurrido, cuando escuchó el fuerte llanto de las niñas, se separó de Ryan, y corrió adentro. —No me quiero ir con la abuela —sollozaba Hope, abrazada a Ava. —No permitiré que te lleve —aseguró Ava, también abrazada a su amiga. Vanessa se estremeció al verlas, apretó sus puños, prefirió no decir lo que pensaba de Rose en su mente, pero no era nada bueno. —Tranquilas —dijo Vanne, se acercó a ellas, las abrazó—, ya se fueron, y todo está bien, no lloren. Ryan en un par de zancadas se acercó a ellas, el corazón se le encogió en el pecho, se acercó a ellas, las abrazó, sus dedos rozaron los de Vanessa, y de nuevo aquel corrientazo los sacudió, se miraron a los ojos, y el recuerdo del beso se hizo presente. A Vanessa el estómago se le encogió, y la mirada de Ryan se volvió oscura, volvió a centrar su atención en los labios de ella, y sacudió la cabeza. «No es correcto, ella