Hace una semana de mi gran boda. Y aquí estoy, en nuestro apartamento, sola y sin nada que hacer un lunes de noche. Beltrán tenía una cena de negocios, que en su idioma significa, que terminará la noche en la cama de alguna de sus putillas. No dudo que tenga dicha cena, sé que es verdad, lo habló con uno de mis hermanos. Pero que terminarán en el club, con algunas tipas, eso seguro, según dice mi maridito, un buen negocio se cierra con alcohol y unas putas.
Tocan al timbre, el portero me dice que es el Señorito Ricci, que viene a verme. Le doy permiso, para que le deje subir, ya que hizo el camino, por lo menos . Vendrá a ver a su hermano, pero éste debe de estar en su club.
Oigo las campanillas de las puertas del ascensor, eso me avisa de la llegada de mi invitado. Aparece Giovanni con su impecable traje. Es guapo a rabiar, el condenado. Me quedo mirando como se acerca a mí, llevo una semana intentando quitármelo de la cabeza, pero soy incapaz. Mi yo interior, dice que me tire a su cuello.
-Buenas noches Giovanni, has venido para nada, tu hermano no está en casa. Tiene una cena de negocios y dudo que venga siquiera a dormir. Aunque por tu mirada, creo que ya lo sabes y por eso estás aquí.
-Sé donde está ese capullo y con quien. Vengo a verte a ti. No puedo ver a mi cuñada? –dice acercándose. Niego. No me hace caso y sigue avanzando –Erika, no puedes negar lo que sentimos. Me tienes loco. vine a verte, en cuanto vi a Beltrán en el club y en esas compañías. Él puede llevar esa vida, pero tú no?
-Eres su hermano, no estaría bien visto. Tampoco es que haga caso de los comentarios de la gente, pero tú lo has dicho el otro día, esto son negocios y si se llegan a enterar nuestros padres… -empieza a dar paseos por la sala, va de un lado a otro, como un loco. Le hago un gesto, para que se siente en el sofá, me hace caso, pero con los codos en apoyados en sus rodillas, se lleva las manos a la cabeza. Me arrodillo frente a él, quiero que me mire, pero no hay manera, de que levante la cabeza. Le cojo de las manos, pero baja más la cabeza, aún así le hablo –me gustas, dios sabe lo que me gustas. Llevo una semana martirizada pensando en tí y tu sola presencia, me mata. Giovanni, admite que esto es una locura. Además, tú tienes mujeres hermosas en tu club, mil veces más guapas que yo. La primera noche que te ví...esa misma noche me enamoré de ti, pero cuando te vi irte con esas dos rubias, pensé que eras como todos y lo peor, es que envidia les tuve –levanta la cara, sonríe y es cuando le veo llorar. Debería alejarme de él, pero algo dentro de mí, me dice que no. Me acerco lentamente y le beso suave en la mejilla, le limpio la humedad de las lágrimas y le busco la boca. Como me gusta esta boca…
-Erika…cuando estabas en el guardarropa, me mirabas de reojo y esas dos chicas se me acercaron a saludar nada más, son pareja y créeme si te digo, que no les van los trios. Vi mi oportunidad de ponerte celosa. Pero no, te fuiste. Me fuí a mi oficina que tengo en la planta de arriba y me puse a beber, para olvidar a una preciosa morena que me encandiló. Mi mala suerte, que no sabía ni su nombre ni quien demonios era.
-Ponte en mi lugar. No te conocía, tus brazos en sus cinturas fue como un dardo. Que quieres que piense? Pues que eres como todos y que ibas a divertirte –me rio. Le ofrezco una copa y la rechaza. Dice que quiere estar sereno, para hablar de nosotros –no podemos tener un nosotros cariño, no puede haberlo Giovanni…-me pone un dedo en la boca para hacerme callar.
-Porqué no me llamas Vanni como todos? Somos familia, nadie lo vería raro -me pongo de pie, lo que aprovecha, para cogerme por las caderas, apoyando su frente en mis muslos.
-Está bien, Vanni, no pod…
-Que bien suena dicho por ti…-de verdad, que es peor que un niño pequeño.
-Estoy intentado tener una conversación seria, podemos hacer eso? -le digo seria, aunque no se porque, me sale una sonrisa, que delata mi enamoramiento.
Levanta las manos en señal de rendición. No sin antes, mirarme de arriba abajo, con esa cara de lujuria, que me la comería entera. Sus manos, vuelven a mis muslos, habla mientras éstas suben y bajan por mis piernas, ni siquiera le digo que se esté quieto, me gusta el contacto con él, estaría así, el resto de mi vida.
-Está bien, vamos a hacer las cosas medianamente bien. Eres la mujer de mi hermano, nadie sospecharía, si nos ven ir a comer, incluso tomar una copa juntos. Siempre manteniendo las formas -le miro con cara de asombro -vale, es verdad, no consigo dejar de tocarte, pero que quieres que haga, me tienes muerto de amor por estos huesos.
Consigo zafarme de sus manos, voy hasta la pequeña bodega de vinos que tiene mi maridito. Le pregunto a Vanni, cuál cree él, que le fastidiaría más a Beltrán que abriera. Riéndose, me señala uno, lo cojo y voy a por dos copas. Mientras tanto, por el reflejo de la alacena, veo como Giovanni se quita la chaqueta y el chaleco, se remanga la camisa. Me da igual todo, no quiero perderle, me da todo igual, la familia, el que dirán... Voy hasta él, dejo en la mesa la botella de vino, después de llenar nuestras copas, sin dejar de mirarnos, chocamos cristal contra cristal y bebemos. Le beso en los labios, quitándole el resto del vino que le queda, le cojo su copa y la pongo sobre la madera, seguimos de pie, pero él no sabe que hacer, no sabe a que atenerse. Me giro hacia él, le sonrio y con la cabeza, le hago un gesto de que se siente en el sofá, le gusta este juego y disfruta de él.
Me pongo a horcajadas sobre él, dejando mis piernas a cada lado de su cuerpo, lo que el aprovecha, para volver a poner sus manos en mis muslos, no las mueve, simplemente, me acaricia suave. Mis besos son suaves, tímidos, mis manos temblorosas aflojan su corbata y le desabrocho el botón. El tonteo que nos traemos, nos va a llevar a un juego muy peligroso, pero me encanta y sé que a él también.
-Vanni, si aparece tu hermano, estaremos en un lío –ahora es él, el que me da pequeños besos en mi cuello, le deseo tanto...pero ni parte racional no está por dejarme disfrutar del momento –por favor, hazme caso. No me prestas atención.
-Nena, puedes estar segura, que te estoy prestan toda mi atención. Sobre todo, desde esta boca hasta...
Sus manos me cogen de la cadera, pasan suavemente hacia mi trasero, haciendo que me acerque más a él. Yo me intento escapar, pero me es imposible.
-Me vuelves loco Erika. No puedo apartar mis manos de tu cuerpo. Para ser realista, no quiero apartarlas. Ahora mismo, te arrancaría la ropa y te haría mía. Estaría haciéndote el amor hasta el amanecer, despertar en tus brazos, sería lo mejor que me pasaría en el vida.
Mis brazos no obedecen y sin permiso, le rodean el cuello. Dejando que nuestras bocas se busquen, se encuentren y terminen en un beso largo, cálido y lleno de deseo. Sus manos suben y bajan por mi espalda.
El sonido del móvil, suena pero no lo atiende, seguimos jugando a quemarnos. Vuelve a sonar el maldito teléfono, mira de reojo y al ver que es del club contesta, lo que hace que interrumpamos nuestros besos. Lo coge de mala gana. Quiero moverme, pero me tiene prisionera y niega con la cabeza. Me río. Mientras habla, su mano libre, baja desde el cuello pasando por mi escote y llega al ombligo. Contesta con monosílabos, nuestras miradas en ningún momento se han desviado. Cuelga sin decir nada.-Era del club. Era para avisarme, que el Sr Ricci, acaba de salir de allí. Viene en taxi, no puede coger el coche en el estado en el que viene, está borracho. Voy a esperar por él abajo, le diré que me avisaron en el club y quise ver que estaba bien, no sospechará –se va vistiendo su traje perfecto, le ayudo a abotonarse el chaleco, pongo mala cara y le robo un beso, al cual el responde con otro, pero con rabia y deseo –te veo cuando suba con él.
Asiento. Le ayudo a colocarse la corbata, aunque más bien seguimos jugando. Cuando ya está totalmente enfundado en su carísimo traje, me atrae hasta él y me besa.
-Recuerda que eres mia, Erika. Ni siquiera del imbécil de mi hermano. Solo.eres.mia. Estoy deseando tenerte entre mis sábanas.
Como es posible, que con esas simples palabras, me deje desconcertada y más húmeda de lo que ya estaba. Me gusta que sea tan posesivo conmigo, nunca pensé llegar a decir eso. Recojo una de las copas. Tengo que fingir estar sola. Coloco rápido todo y me siento en el sofá, con la televisión encendida, como si hiciera zapping.Las campanillas suenan. Sin mirar para atrás, le doy la bienvenida, con el tono borde y antipático, que nos caracteriza a los dos.
-Buenas noches, marido. Esta noche no hay nada interesante por las calles? –oigo carraspear a Giovanni, entonces es cuando me giro –valla, si hoy vienes con niñera y todo–me vuelvo otra vez, hacia la tele, como si no me importara el documental de...víboras?? Pues nada, seguiremos viendo como esas alimañas, se comen a sus presas.
-Vanni, ahí tienes a mi esposa. Bebiendo uno de mis vinos más caros, ni que ella supiera degustar algo tan exquisito. Todo esto que ves, hermano, lo he pagado yo. Ella no es buena para nada, ni para un revolcón –las lágrimas salen en cascada. Les doy la espalda, de esa manera no pueden verme, eso sería una victoria para Beltrán –estoy deseando, que este matrimonio se pueda disolver, para mandar a ésta a la m****a. Tú, sí que tuviste suerte Vanni, negándote a casar con ella.
-Vamos hermano, te acompaño a vuestra habitación –le dice que tenemos cuartos separados, que nunca dormiría conmigo –vale, pues dime cual es la tuya. Tienes que dormir la mona que llevas, mañana será otro día.
Después de media hora, cuando por el reflejo de la televisión, le veo aparecer, se acerca a mí por detrás del sofá. Se agacha y me rodea con los brazos, durante unos minutos no decimos nada, sólo me abraza y da besos en la cabeza.
-Te trata así siempre? –asiento –delante de la gente? –niego, le digo que sólo delante de sus amigos y de él –te juro que me apetece matarlo, mi reina. Erika, que no te parezca mal, pero necesito saber algo. Tú y mi hermano…
-No, no por dios. Nunca he tenido nada con él. No quiero ni que se acerque a mí, imagínate que me toque de manera íntima –da la vuelta al sofá y se sienta a mi lado. Me abraza. Me besa en la cara, me dice que me quiere y yo sólo sé llorar más y más –tienes que marcharte Giovanni –niega, le dijo a Beltrán, que se quedaría a pasar la noche, por si necesitaba algo –tengo miedo de que no podamos dejar las manos quietas y aparezca tu hermano…
-Así le enseñaría a tratar a una mujer, porque estoy seguro que no sabe lo que es eso. Solamente le he visto con mujer de dudosa reputación y con cazafortunas, que gracias a dios, no tuvieron suerte.
Me río ante el comentario. Esta vez, soy yo, la que lentamente se acerca a él. Nos mantenemos la mirada y sonreimos ante el inminente beso que nos vamos a dar. Cuando nuestro labios están a menos de un milímetro de unirse, un ruido nos sobresalta y rápidamente nos separamos. Volvemos a oir el portazo de la habitación, pero esta vez no me vuelvo a juntar a Giovanni.
-Nuestra primera vez juntos, va a ser algo especial, tan especial, como tú –me dice al oido susurrando.
-Deja de decir tonterías, vale? No podemos seguir así Vanni, no podemos -tengo ganas de llorar y no me reprimo -nunca vamos a tener nuestra primera vez juntos, porque no vamos a estar juntos. Tienes un montón de tías en tus clubs. Un día vas a conocer a alguien y esa persona también nos va a separar. Además, ya has oído a tu hermano, no valgo para nada.
-Mi reina… -le hago que calle, no quiero seguir escuchándole, porque sé que si sigue, termino entre sus brazos.
-No, no hay reina que valga. Lo mejor, es que seamos cuñados, familia y nada más. Ahora, te agradecería que te fueras, es lo mejor para los dos y si tienes que venir, que sea porque está aquí tu hermano.
-Esa es tu última palabra, reina -asiento, aunque por dentro estoy gritando que no me haga caso.
-Sí –y con las mismas me voy a mi cuarto, cerrando la puerta de un golpe. Me tiro en la cama a llorar, golpeo la almohada, como si ella tuviera la culpa de lo que me pasa. Quiero a Giovanni y le alejo de mi vida por idiota.
Suenan las campanillas del ascensor, se va. No, no, no. Voy a salir de la habitación, cuando veo una nota que me debió de pasar por debajo de la puerta.
Si el lo que quieres, es lo que tendrás Serás mi cuñada. Solamente eso Ten presente, que yo siempre te voy a querer Pero no voy a esperar toda mi vida TU CUÑADO VANNILas cosas no van muy bien en mi matrimonio, tampoco es que esperase algo bueno. Paso los días sola, aquí en esta casa, las noches ya lo daba por sentado. Para entretenerme y que el tiempo pase más rápido, he decidido ponerme a estudiar. El problema es, que mis padres controlan mi cuenta, aunque ya esté casada, creen que con esa nimiedad, me tendrán en sus manos. Y mi marido…bueno, es un caso aparte. Viene a casa a altas horas de la madrugada, eso cuando viene. Si le contara mis planes de estudios, se reiría de mí a la cara.Veo a mis hermanos una vez a la semana, es el mejor día. Comemos juntos y luego alargamos la sobremesa con chismes y cotilleos de la alta sociedad. Carlo también se casó por negocios, lo que le salva, es que se está enamorando de su mujer. A Salvatore le pasó igual, me encanta verlos juntos, da envidia sana. Enzo, fue el único que se salvó,
Los meses pasan, sin pena ni gloria. Gracias a dios, que tengo mis clases, las cuales me van genial, tengo buenos profesores y saco buenas notas. Nueve meses de casados, nueve meses tirados por la borda. Seguimos aparentando lo que no somos, la gente dice, que tenemos un matrimonio perfecto, habría que preguntarles, que clase de vida llevan ellos. Giovanni, me ha conseguido un abogado, si las cosas se ponen feas, dice que me saca del país y bien lejos. Mi querido marido, está encantado de lo que supone nuestro enlace. Le ha abierto la puerta de muchos negocios, aunque me da la impresión que no es de agrado de muchos de sus nuevos socios. Todavía no sé que beneficios le dio a mi familia este enlace, nuestros hoteles son de los mejores de Italia, las sucursales que tenemos alrededor del mundo, están mejor que nunca, tampoco es que me cuenten mucho, ya saben que para ellos, las mujeres no valen para los negocios. Me veo con Vanni a escondidas, cuando Beltrán está
Llego a casa agotada. El día fue largo, mucho trabajo, pero es lo que necesito, estar ocupada. Después de un baño, me preparo algo de cenar y me echo una copa de vino. Es el peor momento del día, cada vez llego más tarde a mi casa, estoy sola y los recuerdos se agolpan en mi cabeza. Mañana vienen mis hermanos, su avión aterriza a primera hora. Este día, siempre lo pasan conmigo. Han sido un gran apoyo y mis cuñadas merecen un monumento, por aguantarme. El día que le pedí a Carlo desaparecer…lo hice, no iba a dejar que nadie mangonease mi vida, orgullosa estoy de todo lo que conseguí en este tiempo, pero triste por todo lo pasado. Durante unos días, me quedé en el apartamento de mi hermano, escondida. Cuando Giovanni dejó de ser un incordio y mis padres dejaron mi búsqueda, consiguieron sacarme de Italia. Me vine a parar a Londres. Nueva ciudad, nueva vida, nueva Erika. Vivo en Notting Hill, una de las zonas más caras de esta ciudad, mis hermanos como
Sigo en Verona. Hace dos semanas que enterramos a mi padre. Hoy es la lectura del testamento, en casa de mis padres. Todavía no entiendo que hacen aquí, la familia Ricci, pero bueno, al tener negocios en común, será eso.He decidido, que después de que se valla toda esta gente de la casa, voy a hablar con mi madre, y contarle de Giovanna. Tiene derecho a saberlo. Sé que tengo que contárselo también a Giovanni, pero ese momento es más difícil, no me va a perdonar nunca, no llamarle, no decirle… Miro sonriente la foto de mi pequeña, una de las últimas que le hice. Esa sonrisa…enamoró a todo el personal del hospital.Tocan a la puerta, guardo rápido la foto.-Ha llegado el abogado, tenemos que bajar –dice Salva extendiéndome la mano, para que le enseñe la foto –son iguales Erika, no va a tener dudas.-Le hablé a pap
Mi vuelta a Londres hace un mes, no fue como me lo esperaba. Quería a ver regresado con Giovanni a mi lado. Pero la última vez que nos vimos en casa de mi madre, no acabó como yo esperaba. Cuando salí de casa, fui a ver a Enzo, le pedí que fuera a por mi maleta, pude cambiar el billete y mi vuelo salía en unas horas, otra vez escapando. En algo no le mentí, nunca va a ver a su hija. Estuve preparando la llegada de Giovanni a la empresa, le esperamos en una semana, le asigné una oficina, justo al lado de la mía, dios sabrá cómo va a salir todo esto. Ni siquiera hemos hablado, todo ha sido a través de mis hermanos. Vinieron un par de días, con sus chicas. Fin de semana sin niños, dijeron. Se los empaquetaron a mi madre, la cual quedó encantada. Los hombres, se fueron a jugar al golf. Y yo, me llevé a mis cuñadas, de compras y luego para relajarnos, al spa. Luego las llevé a comer, al Core by Clare Smyth, un restaurante de comida francesa, con tres estrellas Miche
-Mami, mami –me giro para ver a mi guerrera. La abrazo, la beso y la vuelvo a abrazar. Cuanto tiempo sin sus cariños. Como la echo de menos –estoy con el abuelo De Luca. -Te estás divirtiendo? –pregunto sonriendo y mirando a mi padre, asiente con un fuerte movimiento de cabeza –me alegro mi pequeña. -Hija, que haces aquí. Te dije que lucharas por tu hombre, baja y actúa como debe hacerlo un De Luca. Nosotros estamos bien –miro a la niña que está feliz y radiante. Ese vestido blanco inmaculado, le queda perfecto. Y esa melena morena, está preciosa –tu lugar es ahí abajo. Giovanna se pone triste, cuando lloras, cuando os ve pelear. Quiere a sus padres felices y juntos. -Mami, no llores. Desde que estoy aquí, no tengo dolores. El abuelo, tampoco y eso que es viejo. Vuelve con papá y dile que le quiero mucho –la mano de mi pequeña se aleja, no quiero que se valla, por favor, mi nena…y su mano se agarra a la de su abuelo. Los dos se van felices, miran para atrás y
Una semana en Londres y hoy, va a ser el primer día que salgo a la calle. He tenido al mejor enfermero que se pueda tener, me ha cuidado, mimado. Ya puedo caminar sin cansarme, le he pedido ir a pasear y que me acompañe a un sitio. No sabe lo que le depara la mañana. Hace tiempo que no llevo flores a mi pequeña y ya es hora que él la vea. Estos días, nos ha dado para hablar y mucho, sobre nosotros, la niña. Sabe todos los detalles del embarazo, del parto, de su corta vida, no le quedó nada por preguntar. -Donde quiere ir a pasear, mi reina? –pregunta mientras me ofrece su brazo, para que me apoye. -Primero vamos a tomar un café y luego vamos ahí –le digo señalando el cartel “Cementerio Paddington”, noto como se tensa –ese osito le encantaba. Vimos la película, los dibujos, luego salió una serie y la vimos. Esa película la vio el mismo día, como cuatro veces. Pero el record lo tiene La sirenita –me mira riendo –en un día la vio diez veces, pero como yo estaba trabajan
Que bien sienta, volver al trabajo. Entre visitas de compañeros y ponerme al día, la jornada se me pasó volando. Estoy agotada y casi no he hecho nada.Llevo desde anoche sin saber nada de Giovanni, ni siquiera cuando llegó a Italia, ni mi hermano para decirme que lo había recogido. Valla dos insensatos. La verdad que es raro, él nunca estaría tanto tiempo sin enviarme aunque sea un simple mensaje. Son las diez de la noche, suena el teléfono, es mi hermano Salva.-Buenas noches hermanito. Estaba esperando tu llamada anoche, estaba preocupada.-Y se puede saber, porqué te tenía que llamar? Estabas bien acompañada, no quería interrumpir nada –sonrío al pensar en nuestra despedida en el coche –que tal tu primer día de trabajo.-El trabajo agotador, pensaba irme pronto a descansar. Y me tenías que haber llamado cuando recogiste a Giovanni en el