Antes de que la locura se haga con esta casa, salgo a caminar. Mi madre no se debe de fiar de mí, tengo detrás a dos chicos de seguridad. Intento darles esquinazo, pero están bien entrenados y amenazados por la Sra De Luca.
Subo a la Castel de San Pietro, para mí, el sitio más bonito de Verona. Mi lugar favorito, para pensar y estar sola. Desde aquí, tengo una vista increíble de mi ciudad. Me siento en el muro, con los pies colgando, como hacía cuando venía con mi hermano Carlo. Veníamos aquí, cuando salíamos de fiesta y mientras mirábamos el paisaje, hablamos de la m****a de la vida que nos ha tocado vivir. No le gustan los negocios,. Se describía como un bohemio, un anti trajes y corbatas, le gusta pintar, escribir poemas, sacar su guitarra y deleitarnos con alguna canción. Pero mis padres, le obligaron a estudiar derecho, según ellos, alguien tiene que llevar la parte legal del negocio.
-Estas mal sentada. Gira despacio y pon las piernas en tierra firme, por favor –oigo que me dicen. Giro la cabeza un poco, sólo hasta ver quién me habla –Erika, por favor. Vas a caer del muro. Eres un poco desobediente.
Me río y hago lo que me dice, quedando frente a él. Le tengo a dos metros de distancia, me fijo mejor en él, es más guapo de lo que le recordaba.
-Tranquilo Giovanni, no me voy a tirar. Aunque es lo mejor que podía hacer. Así, no me casaría con tu hermano –se acerca a mí, despacio, me acaricia la mejilla. Me aparto, el roce de su mano quema, aunque me gusta su contacto. Él quita la mano -lo siento, no quería apartarme. Se puede saber que haces aquí, tienes que estar preparándote para tu boda.
Veo tristeza en su mirada. Una sonrisa preciosa si, pero muchísima tristeza. Siendo tan guapo, es una pena.
-Vine a pasear, a pensar y poner mis ideas claras –mira a los de seguridad –desde cuando tienes niñeras? –me dice riéndose.
-Mi madre, tiene miedo que me escape –me encojo de hombros –salí a pasear también para pensar. Pero no ayudó nada. A ti, te ayudo? –pregunto mientras me levanto, dispuesta a irme a casa.
Niega sonriendo. Pues sí que hacemos buena pareja...
-Creo que el paseo lo empeoró. Sabes una cosa? Me he enamorado –genial, ahora voy a ser su confesora, su hombro en el que llorar. Que patética. Me gusta y mucho. Le veo irse, pero se vuelve a mirarme –me he enamorado de una chica increíble, no la conozco, pero lo sé. Hoy se casa con el imbécil mi hermano, es una putada, no veas como duele. Te veo en el altar, cuñada.
Le veo alejarse. Tiene razón, duele mucho, ver alejarse a la persona que te gusta. Vuelvo a casa caminando despacio y pensando. Si me pudiera escapar, irme lejos, desaparecer…
-Donde estabas? –me grita mi madre, bajando las escaleras de la casa –tienes que empezar a vestirte, eres una inconsciente.
-Salí a pasear madre, déjame en paz. Puedes estar tranquila, me voy a casar como todos queréis –no me doy cuenta de que estoy gritando, ni que tengo más espectadores –sólo te voy a decir una cosa, después de dar el sí quiero, olvídate de que tienes una hija. Nos estáis obligando a los dos, a una vida de m****a, no vuelvas a dirigirme la palabra –miro hacia donde están mis damas de honor, les digo que sólo ellas me van a ayudar a vestirme y es cuando veo a Giovanni y Beltrán salir del salón, junto a nuestros padres –he decidido, que Salvatore me acompañe al altar.
-Será tu padre quien…-corto la frase de mi madre, la miro con odio, con rabia.
-Creo, que como padres, habéis hecho mucho, en mi miserable vida. Si tengo que hacer esto, quiero a alguien a mi lado, que me quiere –miro a mi padre, que con lágrimas en los ojos, asiente. Beltrán se acerca quiere hablar conmigo y me dice que entre en la biblioteca –no estoy para sermones de última hora, que quieres?
Beltrán está serio, pero tranquilo. Lo que cambia la gente, cuando no tiene alcohol en las manos, ni en el cuerpo.
-Erika, esta boda es una farsa, estoy de acuerdo. Pero tenemos que hacer esto, por negocios. Mi hermano tiene razón, lo que nos dijo por la noche, es verdad. De cara a la gente, podemos ser la pareja perfecta y…-hoy no estoy por dejar hablar a nadie.
-Si me vas a decir, que continúas con tus fulanas y fiestas, tranquilo, lo suponía. Ni me va, ni me viene. Me da igual lo que hagas con tu vida. La verdad…me importa una m****a lo que nos pase a ninguno. Estoy a dos horas, de entrar en el infierno. Te veo a las puertas –me limpio las lágrimas. Me dirijo a la puerta, Giovanni me ofrece un pañuelo, nuestras manos se rozan. Vuelven a saltar chispas. Su presencia me pone nerviosa, pero su contacto, hace que todo mi cuerpo tiemble –gracias. Me voy, me tengo que preparar para una boda –le digo mirándole a los ojos. Sigo viendo tristeza. Incluso te diría, que he visto lágrimas en sus ojos.
Mis damas me ayudan a vestirme. La peluquera, hace un trabajo formidable, aunque yo la he mareado muchísimo, sé que no tiene culpa, pero con alguien tengo que descargar y le tocó. La hice deshacer el moño, media docena de veces, para luego elegir melena suela con flores cayendo en cascada por ella. Tocan a la puerta y entra Salvatore, seguido de mis otros dos hermanos Enzo y Carlo. Me entregan el ramo de rosas color crema. Sólo me queda, el último toque, los zapatos de tacón.
-Te ves guapísima, hermana –dice Enzo, mi hermano mediano y el más serio –una foto con tus hermanos favoritos? –dice riéndose. Nos hacemos una, sonriendo antes de morir en vida. Luego me abraza fuerte y me dice al oído –no somos como nuestros padres. Sabes que puedes contar con los tres, para lo que quieras y cuando quieras. Si tienes algún problema, los tres despachos están abiertos para ti. Nunca estarás sola, nunca.
Mis mosqueteros guapos. Siempre me han protegido, de todo y contra todos. Visto de otra manera, ellos son también víctimas de mis padres, como lo soy yo.
-Lo sé, mis caballeros de blanca armadura. Sabéis que os quiero, verdad? –y nos damos un abrazo en grupo, como cuando éramos pequeños y alguno se iba a llevar una buena bronca.Oímos la puerta, es Giovanni. Se me queda mirando, no dice nada. Solo mira y remira. Hasta que se da cuenta que mis hermanos, se están riendo. Carraspea como un quinceañero.
-Venía a deciros, que abajo ya esperan a la novia. Chicos, yo quería…esto…me podéis dar cinco minutos con vuestra hermana –los tres asientes, cuando salen cierran la puerta –estás guapísima Bella. Pero tu cara no concuerda con el día ni el vestido. Mira.. sé que no tengo derecho a estar aquí, pero..-quiero hablar, pero no me deja –déjame decirte algo, luego me voy. No volveremos a hablar de este tema, si tú no quieres.
Asiento. Dejo el ramo encima de mi cama. Me coge de las manos. Ahí está esa descarga, junto a las mariposas del estómago. Las lleva a la boca, para besarlas. Se queda un rato oliendo mi perfume, como si quisiera recordar este momento y dejar mi fragancia en su mente.
-No sabía quien eras, cuando te vi en el club. Me fijé en ti al momento. Eres guapísima y esa timidez, me enamoró. Cuando descubrí tu identidad, creí morir. Yo mismo, dije que no, a este arreglo de negocios. Si hubiera sabido que eras tú…-coge aire, respira hondo –sé que algo sientes por mí –asiento, pero no hablo –lo que peor llevo, es saber que vas a compartir cama con mi hermano, te va a tocar…sólo con ver que te mira, me enferma. Me imagino, cuando estéis bajo las sábanas y ahí, es cuando quiero matarlo. Cariño, cuando todo esto acabe, búscame. Si tenemos que irnos de Verona, nos vamos y empezamos de cero en otro sitio. Contigo, donde sea.
Se acerca a mí, me acaricia la cara y sus labios buscan los míos. Nos besamos, sabiendo que no podemos estar juntos. Salvatore desde fuera, pica sin entrar, nos dice que espabilemos, que se van a poner nerviosos. Nos separamos, nuestras manos siguen unidas. Le vuelvo a ver alejarse. Ese beso…lo llevaré grabado.
-Algo pasa entre vosotros dos –me dice Salva –anoche pude ver, como os mirabais y ahora esto. Tener cuidado. Si vais a estar juntos, ser discretos. Sé que te va a cuidar, eso no me preocupa, él no es como su hermano. Y ahora, intenta sonreir, tienes que aparentar ser una novia enamorada.
No me sale la sonrisa. Hago el trayecto del jardín, mirando al suelo, a las flores que hay por la alfombra. Tengo a mi hermano, cogido de su brazo, le apretó fuerte y él hace lo mismo con mi mano. Miro al altar y veo a Beltrán, detrás de él Giovanni. Mi corazón se acelera, solo con verlo. Enzo me ha dicho que no piense en Beltrán, “piensa que te casas con su hermano” y me guiña un ojo riendo.
Pedí una ceremonia corta. Y así fue.El momento más tenso, fue cuando me preguntaron si quería a Beltrán Ricci como futuro esposo. Mi intención era decir que no, pero por encima de su hombro vi a su hermano, entonces imaginé que era él, con el que me daba el sí quiero. Todos empezaron a aplaudir al nuevo matrimonio, yo solo tengo ojos para mi cuñado.
Mi madre viene a darme un beso, quiere darme un abrazo, pero la detengo antes de que lo haga. Debe de pensar que delante de la gente, no me voy a atrever a decirle nada.
-No te acerques a mí. No te lo vuelvo a repetir, si no quieres una escena. Ya no estoy bajo tu mando. Ahora estoy casada, madre. NO TE QUIERO CERCA.
-Cuñada –Giovanni se acerca a mí y me abraza, dándome un beso en la mejilla –enhorabuena. Hermano, no seas capullo, sé un buen marido. Tienes una joya como esposa.
-Vanni, no empieces. Lo haré lo mejor que pueda. Por cierto, mañana voy a salir con los chicos, puedes conseguirme una sala privada? –le miro con cara de asco, por lo menos, que no lo cuente a los cuatro vientos por la cara –deja de poner esas caras. Tú y yo, no vamos a tener nunca nada.
-Ni dios lo quiera. Nunca me verás entre tus sábanas, antes contrato un stripper, mira, puede que alguno de mi despedida, a lo mejor, me hace descuento, por repetir.
Me alejo, voy a saludar a los invitados. No lo hice tan mal, creo que al infierno, voy a entrar por la puerta grande.
Hace una semana de mi gran boda. Y aquí estoy, en nuestro apartamento, sola y sin nada que hacer un lunes de noche. Beltrán tenía una cena de negocios, que en su idioma significa, que terminará la noche en la cama de alguna de sus putillas. No dudo que tenga dicha cena, sé que es verdad, lo habló con uno de mis hermanos. Pero que terminarán en el club, con algunas tipas, eso seguro, según dice mi maridito, un buen negocio se cierra con alcohol y unas putas.Tocan al timbre, el portero me dice que es el Señorito Ricci, que viene a verme. Le doy permiso, para que le deje subir, ya que hizo el camino, por lo menos . Vendrá a ver a su hermano, pero éste debe de estar en su club.Oigo las campanillas de las puertas del ascensor, eso me avisa de la llegada de mi invitado. Aparece Giovanni con su impecable traje. Es guapo a rabiar, el condenado. Me quedo mirando como se acerca a mí, llevo una
Las cosas no van muy bien en mi matrimonio, tampoco es que esperase algo bueno. Paso los días sola, aquí en esta casa, las noches ya lo daba por sentado. Para entretenerme y que el tiempo pase más rápido, he decidido ponerme a estudiar. El problema es, que mis padres controlan mi cuenta, aunque ya esté casada, creen que con esa nimiedad, me tendrán en sus manos. Y mi marido…bueno, es un caso aparte. Viene a casa a altas horas de la madrugada, eso cuando viene. Si le contara mis planes de estudios, se reiría de mí a la cara.Veo a mis hermanos una vez a la semana, es el mejor día. Comemos juntos y luego alargamos la sobremesa con chismes y cotilleos de la alta sociedad. Carlo también se casó por negocios, lo que le salva, es que se está enamorando de su mujer. A Salvatore le pasó igual, me encanta verlos juntos, da envidia sana. Enzo, fue el único que se salvó,
Los meses pasan, sin pena ni gloria. Gracias a dios, que tengo mis clases, las cuales me van genial, tengo buenos profesores y saco buenas notas. Nueve meses de casados, nueve meses tirados por la borda. Seguimos aparentando lo que no somos, la gente dice, que tenemos un matrimonio perfecto, habría que preguntarles, que clase de vida llevan ellos. Giovanni, me ha conseguido un abogado, si las cosas se ponen feas, dice que me saca del país y bien lejos. Mi querido marido, está encantado de lo que supone nuestro enlace. Le ha abierto la puerta de muchos negocios, aunque me da la impresión que no es de agrado de muchos de sus nuevos socios. Todavía no sé que beneficios le dio a mi familia este enlace, nuestros hoteles son de los mejores de Italia, las sucursales que tenemos alrededor del mundo, están mejor que nunca, tampoco es que me cuenten mucho, ya saben que para ellos, las mujeres no valen para los negocios. Me veo con Vanni a escondidas, cuando Beltrán está
Llego a casa agotada. El día fue largo, mucho trabajo, pero es lo que necesito, estar ocupada. Después de un baño, me preparo algo de cenar y me echo una copa de vino. Es el peor momento del día, cada vez llego más tarde a mi casa, estoy sola y los recuerdos se agolpan en mi cabeza. Mañana vienen mis hermanos, su avión aterriza a primera hora. Este día, siempre lo pasan conmigo. Han sido un gran apoyo y mis cuñadas merecen un monumento, por aguantarme. El día que le pedí a Carlo desaparecer…lo hice, no iba a dejar que nadie mangonease mi vida, orgullosa estoy de todo lo que conseguí en este tiempo, pero triste por todo lo pasado. Durante unos días, me quedé en el apartamento de mi hermano, escondida. Cuando Giovanni dejó de ser un incordio y mis padres dejaron mi búsqueda, consiguieron sacarme de Italia. Me vine a parar a Londres. Nueva ciudad, nueva vida, nueva Erika. Vivo en Notting Hill, una de las zonas más caras de esta ciudad, mis hermanos como
Sigo en Verona. Hace dos semanas que enterramos a mi padre. Hoy es la lectura del testamento, en casa de mis padres. Todavía no entiendo que hacen aquí, la familia Ricci, pero bueno, al tener negocios en común, será eso.He decidido, que después de que se valla toda esta gente de la casa, voy a hablar con mi madre, y contarle de Giovanna. Tiene derecho a saberlo. Sé que tengo que contárselo también a Giovanni, pero ese momento es más difícil, no me va a perdonar nunca, no llamarle, no decirle… Miro sonriente la foto de mi pequeña, una de las últimas que le hice. Esa sonrisa…enamoró a todo el personal del hospital.Tocan a la puerta, guardo rápido la foto.-Ha llegado el abogado, tenemos que bajar –dice Salva extendiéndome la mano, para que le enseñe la foto –son iguales Erika, no va a tener dudas.-Le hablé a pap
Mi vuelta a Londres hace un mes, no fue como me lo esperaba. Quería a ver regresado con Giovanni a mi lado. Pero la última vez que nos vimos en casa de mi madre, no acabó como yo esperaba. Cuando salí de casa, fui a ver a Enzo, le pedí que fuera a por mi maleta, pude cambiar el billete y mi vuelo salía en unas horas, otra vez escapando. En algo no le mentí, nunca va a ver a su hija. Estuve preparando la llegada de Giovanni a la empresa, le esperamos en una semana, le asigné una oficina, justo al lado de la mía, dios sabrá cómo va a salir todo esto. Ni siquiera hemos hablado, todo ha sido a través de mis hermanos. Vinieron un par de días, con sus chicas. Fin de semana sin niños, dijeron. Se los empaquetaron a mi madre, la cual quedó encantada. Los hombres, se fueron a jugar al golf. Y yo, me llevé a mis cuñadas, de compras y luego para relajarnos, al spa. Luego las llevé a comer, al Core by Clare Smyth, un restaurante de comida francesa, con tres estrellas Miche
-Mami, mami –me giro para ver a mi guerrera. La abrazo, la beso y la vuelvo a abrazar. Cuanto tiempo sin sus cariños. Como la echo de menos –estoy con el abuelo De Luca. -Te estás divirtiendo? –pregunto sonriendo y mirando a mi padre, asiente con un fuerte movimiento de cabeza –me alegro mi pequeña. -Hija, que haces aquí. Te dije que lucharas por tu hombre, baja y actúa como debe hacerlo un De Luca. Nosotros estamos bien –miro a la niña que está feliz y radiante. Ese vestido blanco inmaculado, le queda perfecto. Y esa melena morena, está preciosa –tu lugar es ahí abajo. Giovanna se pone triste, cuando lloras, cuando os ve pelear. Quiere a sus padres felices y juntos. -Mami, no llores. Desde que estoy aquí, no tengo dolores. El abuelo, tampoco y eso que es viejo. Vuelve con papá y dile que le quiero mucho –la mano de mi pequeña se aleja, no quiero que se valla, por favor, mi nena…y su mano se agarra a la de su abuelo. Los dos se van felices, miran para atrás y
Una semana en Londres y hoy, va a ser el primer día que salgo a la calle. He tenido al mejor enfermero que se pueda tener, me ha cuidado, mimado. Ya puedo caminar sin cansarme, le he pedido ir a pasear y que me acompañe a un sitio. No sabe lo que le depara la mañana. Hace tiempo que no llevo flores a mi pequeña y ya es hora que él la vea. Estos días, nos ha dado para hablar y mucho, sobre nosotros, la niña. Sabe todos los detalles del embarazo, del parto, de su corta vida, no le quedó nada por preguntar. -Donde quiere ir a pasear, mi reina? –pregunta mientras me ofrece su brazo, para que me apoye. -Primero vamos a tomar un café y luego vamos ahí –le digo señalando el cartel “Cementerio Paddington”, noto como se tensa –ese osito le encantaba. Vimos la película, los dibujos, luego salió una serie y la vimos. Esa película la vio el mismo día, como cuatro veces. Pero el record lo tiene La sirenita –me mira riendo –en un día la vio diez veces, pero como yo estaba trabajan