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Una estrella en mi recuerdo
Una estrella en mi recuerdo
Por: Becahl
Capítulo 1. Dia antes de la boda

Siguen llegando furgonetas del catering, las consuegras se encargan de todo. Nada tiene que estar fuera de su sitio. Gritan a los camareros, a la gente de cocina…incluso diría, que han gritado a mi padre, sólo porque les dijo, que estaban algo nerviosas.

Desde el primer momento en que me dijeron, con quien tenía que casarme, les gritaba que era un error, que no iba a funcionar, no con alguien a quien le precede un historial de faldas, demasiado largo.

Las portadas de las revistas del corazón, hablan del enlace entre las familias Ricci y De Luca, comentan lo que significa esta boda, para la economía de la familia y sus negocios. No hablan de amor, no hablan de pareja, sino negocios. No hace mucho, no debían de tener para publicar, que se dedicaron a poner fotos de todas las conquistas del novio, estoy segura que alguna se han olvidado.

Las damas de honor, miran embelesadas con sus vestidos. Me dicen lo guapa que voy a estar, que soy la envidia de muchas, que tengo suerte…y ninguna de ellas sabe, que por dentro me estoy muriendo. Las conozco desde el internado, también criadas para lo mismo que yo. Ser mujeres floreros, de ejecutivos y millonarios. Pero el problema, es que ellas están encantadas, viven para sus fiestas, sus viajes y sus amantes. Al igual que los maridos, tienen sus líos. Te acostumbras, me dicen. Siempre han sido muy liberales, les da igual con quién, solo pasarlo bien. Aunque de cara a la galería, son las chicas más decentes que te puedas echar a la cara. 

Me avergüenza decirlo, pero sigo siendo la virgen del grupo. No fue por falta de oportunidades, sino más bien, porque ninguno es mi príncipe azul. Llamarme tonta, bueno vale, romántica y tonta, como me dicen mis amigas. Hablan a mi alrededor, pero ni las oigo, estoy en mi mundo. hasta hace un momento, estuvieron hablando de lo bien que lo pasaron en mi despedida y de lo guapos que eran los chicos que les amenizaron la fiesta.

Hace dos días, me organizaron dicha fiesta, mi despedida de soltera. No hará falta deciros, que la fiesta era más para ellas, que para mí. Cena con espectáculo de un stripper. Lo que siguió, una fiesta privada, en un club, del cual solo oí decir, que no era para chicas buenas y de la alta sociedad. Vamos, para ellas sí que era, porque encima, las conocía hasta el Dj´s. 

No me gusta, en que se convirtió mi despedida de soltera, salí de la sala privada y fui a conocer el lugar. Pedí una copa y me senté en una zona discreta, no quiero llamar la atención de los moscones. Parejas bailando, gente conociéndose. La música me gusta, invita a bailar, aunque a mí sola no se me ocurriría. Me gusta el sitio. Hay mucha gente, pero cuando le veo entrar, es como si el mundo se parase y sólo estuviéramos los dos. 

Moreno, barba de tres días, bien arreglada. Traje de tres piezas, impecable. Estaría por apostar, que es echo a medida. Saluda con la cabeza, a la gente. Todos le conocen. Las chicas revolotean a su alrededor y él las ignora a todas. Llega a la barra y sin pedir nada, le ponen su bebida. El mismo chico, que nos llevó hasta el privado, se le acerca y le dice algo al oído señalando hacia la sala, donde se supone que me lo tengo que estar pasando bomba, asiente y veo al camarero como lleva más bebida. Esas locas, se están bebiendo, hasta el agua de los floreros. Me fijo en el chico, es guapo y él lo sabe. Me atrae. No puedo dejar de mirarlo. Doy un sorbo a mi copa y miro hacia él, nuestras miradas se cruzan, la mantenemos , sonrío tímidamente, levanta su vaso en señal de brindis y respondo, haciendo lo mismo.

Estoy comportándome como ellas, como si fuera una cualquiera. Me tengo que ir, antes de que haga una tontería. Voy al guardarropa a por mi chaqueta, les doy una nota y pido que por favor, la lleven al privado. Miro a la barra y veo como ese chico, se va con dos rubias, cogiéndolas de la cintura. Llamé un taxi y me fui. Al día siguiente, es un agobio constante. 

Comida con familiares, que ni me acordaba que existían, revisar los últimos detalles, hacer que me importa esta boda, es agotador. No me quiero casar con Beltrán. Es rico, si. Pero es creído, presumido, imbécil, mujeriego, guapo…sí, es guapo. No siento nada por él. Lo he dicho miles de veces, pero nadie me escucha, debo de hablar a las paredes. En cambio, el desconocido de anoche…intimidaba, pero me hacía sentir guapa, su manera de mirarme. Sea, como sea, mañana me caso y no hay marcha atrás.

Hubo ensayo de la boda y luego mi madre, organizó una cena, como no. Entre tanta gente, consigo escabullirme, salgo al jardín, hay un estanque, nuestras madres la hicieron colocar para el evento. Se han vuelto locas, ni que fuera una boda de verdad. Mi querido prometido, ni apareció, según escuché, estaba con su hermano. Mi relación con Beltrán, es complicada. No nos aguantamos, tampoco ponemos de nuestra parte. Tenemos que compartir casa, a partir de mañana, pero ya le dije, que habitaciones separadas. Me obligarán a casarme, pero no tengo porque tener relaciones íntimas con él. El trato es unir las familias, para los negocios, para nada más.

-Erika, tu prometido acaba de llegar –dice mi madre –se pasó de copas, pero tienes que estar a su lado.

No me muevo. No sabía que tendría que cuidar de un borracho, no leí la letra pequeña del contrato -Erika De Luca, mueve tu culo ahora mismo al salón y haz tu papel de esposa perfecta –sigo sin moverme. Y si grito que no quiero casarme, echo a correr y no aparezco en el altar…que bonito y divertido es soñar despierta –habla tú con ella, porque a mí, me saca de mis casillas –oigo los pasos de mi madre alejándose, no mucho, de eso estoy segura. Miro de reojo y veo a mi hermano Salvatore.

-Te gusta enfadar a mamá –me encojo de hombros y sonrío –me vas a decir que pasa? Mañana te casas, deberías de estar feliz.

Le miro seria, siempre me he llevado bien con él, sé que puedo confiar en mis tres hermanos.

-Salva, no me quiero casar. Ni le quiero, ni me quiere. me obligan a casarme, por el bien de la familia y los negocios, y mi bien? Quiero trabajar con vosotros, gestionar los negocios, ser una chica normal –le digo mientras me limpio las lágrimas.

-La señorita quiere ser normal…que bonito. Pues puedes ser normal, casándote y teniendo familia. Si no le quieres, aprenderás a vivir con ello. Cierra los ojos y se acabó. No es tan difícil, yo lo hice y muchas lo han hecho. Se puede saber, porque tú, tienes que ser diferente?

-No soy diferente, mamá!!! No me quiero casar y ya. Esto es una m****a, no tengo que juntarme por siempre a alguien, por un jodido negocio. No le quiero, me repugna la idea de que me toque. Y no pienses que te voy a dar nietos, porque antes, prefiero morir!!

Mi madre, como buena actriz que se perdió Hollywood, se lleva las manos al corazón.

-Mañana te casas. Después de la luna de miel, tendrás un hijo o los que vengan. Si tu marido tiene amantes, te fastidias y lo aguantas, como todas, es ley de vida –mira a mi hermano –esto pasa por tenerla entre algodones. La mimas demasiado, tú padre tiene razón. Hace de vosotros lo que quiere.

-Madre, por dios. De verdad quieres esto para tu única hija? Yo tuve suerte, me enamoré de mi mujer y ella de mí. Pero no me quiero imaginar la vida que van a llevar ellos, dos personas que no se soportan.

Escuchamos ruidos que proceden de los arbustos. Miramos y vemos salir a Beltrán con su amigo whisky.

-Es bueno saber, el día antes de tu boda, que repugno a la novia –levanta la copa, como si brindara, bebe un sorbo –pero eso es lo que tenemos en común. A mí, me das asco, tenerte cerca.

Lo siguiente que veo, es el puño de Salvatore en la mejilla de mi prometido. Me empiezo a reir, mi madre me mira con ganas de matarme y mi hermano se intenta abalanzar sobre él, pero alguien lo impide.

-Salvatore, te has vuelto loco? –cuando dejo de reír, me doy cuenta que es el chico de la noche anterior. Éste le recrimina el puñetazo –por lo menos, dale donde no se vea, mañana este imbécil se casa y no puede ir con moratones –dice mientras sonríe.

-Giovanni, tu hermano es un gilipollas. Vuelve a decir eso, de mi hermana y le parto la cara.

Genial, entre todos los hombres del universo, me va a gustar el hermano de mi futuro marido, se puede caer más bajo?

-Me voy dentro con los demás –dice mi madre –arreglar esto, pero mañana -mira hacia mí -hay una boda, si o sí -la veo alejarse.

-Si no la quieres, la respetas Beltrán. No es como ninguna de tus fulanas. Mi hermana no es así.

-Claro, por eso en su despedida de soltera, se tiraron a los strippers contratados. Porque tú hermana es una santa –Salva intenta volver a pegarle, pero él se echa para atrás –por eso les dije a las chicas, que la fiesta fuera en el club de Giovanni, para que fuera todo más discreto.

Salva me mira, le niego. Le explico como fue todo. Pero no hay manera con Beltrán, a cada palabra que yo decía, el tenía que replicar.

-Sabéis una cosa, me da igual lo que penséis. Mañana no voy a aparecer. Paso de esta farsa. No voy a casarme con nadie que no quiera y menos a este imbécil.

-Mañana os casáis. No puedes echarte para atrás, para las familias sería un deshonra y una burla –me dice Giovanni, su voz el dulce, sensual. Si fuera con él la boda, os juro que me casaba ahora mismo –chicos, aguantar unos meses. Luego, podéis ir saliendo por separado, que os pillen y os separáis. Mientras tanto, fuera de casa sonrisas y carantoñas , llegáis a casa y cada uno por su lado. Venga, tenéis que descansar, pero lejos uno del otro. Juntos sois una bomba de relojería. No entiendo, como nuestros padres, pueden pensar que esta boda va a salir bien.

-Fácil, tú te negaste –y con las mismas se va. Mi hermano le sigue, pero antes me da un beso y me dice que valla a descansar y aclarar mis ideas. Giovanni se me acerca y coge una mano.

-Encantado de conocerte oficialmente. Aunque tengo que confesarte una cosa –se me acerca y me susurra al oído –yo mismo, estoy dispuesto a secuestrarte, para que no te cases con ese idiota. Te haría la mujer más feliz del mundo. Serías mía, sólo mía –me besa la mano, miles de descargas salen de ese beso –mi hermano no te merece, no sabe lo que tiene delante. Eres hermosa. Y no hablo del exterior.

Y se va, no sin antes girarse, mirarme y me guiña un ojo.

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