—No, no te diré nada, mejor cuéntame, ¿que te gusta hacer?, ¿y que es lo que más disfrutas en la vida? — Pregunta buscando en la seccion de quesos.—Está bien, no voy a insistir más, sé que no me dirás nada. — Leonor habla relajada.—Absolutamente nada, ahora dime…—A ver, lo que más me gusta hacer es escribir.—¿Escribes?, vaya ese es un talento enorme, casi nadie logra hacerlo, ¿y dime qué has escrito hasta ahora? — El abre sus ojos enormemente.—Sí, a veces es imposible concentrarse, pero al final las ideas vienen como rayos y debes correr a plasmarlas en el papel — Ellos hablan agradablemente mientras hacen las compras. — Estoy empezando una pequeña historia.—¿De qué se trata? — Pregunta con interés.—No te lo puedo decir.—¿Por qué?, ¿acaso te gustan las historias sexuales y eróticas? — Le pregunto con suavidad.—No, ja, ja, ja, no podría escribir algo así. — Ella da una carcajada nerviosa.—¿Por qué?, también es algo llamativo para el lector y más si sabes cómo describirlo. He
—Claro que no, no tiene nada que ver contigo.— Leonor se siente mal por qué siempre tiene que decirle mentiras, no se ve nada cómoda.Si ella pudiera decir toda la verdad lo haría, si solo dependiera de ella, lo más seguro es que ya todo se sabría.—Está bien, te creo, pero cuéntame algo de ese diario, alguna travesura, algo muy pequeño, de verdad me ha generado curiosidad descubrir esa pequeña parte de ti. — Sonríe curioso.—Es un diario secreto Edward, de verdad no te diré nada, quizás después te haga alguna revelación, pero ahora no es posible. — Le habla poniendo los espárragos y pimientos en el carrito de compras.—Entiendo, eres una mujer reservada, eso está bien, y parece que eres muy confiable, nunca dices nada malo de los demás, eso te hace aún más hermosa.—Te agradezco Edward, pero no creo que esté bien que me recalques lo hermosa que soy, pues la señora Betty tienes razón cada cosa en su lugar y …— Ella se sonroja y él la interrumpe.—No hacemos nada malo, relájate mujer,
—¿Por qué tardan tanto?, ¿mira la hora que es Betty?. — Se preocupa.—Sí, tienes razón Helena, ya es de noche, no comprendo por qué no han llegado. — Se queda pensativa.—Y para empeorar las cosas ninguno llevo el teléfono de bolsillo, es muy extraño que tarden tanto, solo fueron hacer las compras. — Insiste Helena.—Es verdad, pero tengamos un poco de paciencia, el pueblo no queda muy lejos, a lo mejor se entretuvieron con algo. — Intenta calmarla.—Sí, seguramente, pero al menos podrían llamarnos de algún teléfono diciendo que se van a tardar o algo, no lo sé. — Habla nerviosa.—Ya Helena, no te inquietes, no te alteres, mira que apenas te has repuesto de esa palidez que por cierto me recuerda a algo… — La mira con sospecha.—¿A qué te recuerda?, no entiendo Betty. — Pregunta desorientada.—No, yo estoy equivocada, es imposible.—Estoy confundida, no te comprendo.—¿Tú has estado con mi hijo?, ¿ustedes han tenido relaciones? — Pregunta decidida.—No, Betty, Edward no ha querido, él
En algún lugar al otro lado del mundo.—Hijo, debo confesarte algo. — Susurra agotado.—¿Que pasa padre?, por favor no te agites, mira que no estás nada bien, ese pre infarto casi acaba con tu vida. — Le habla inquieto.—Es por eso mismo que debo hablar, debo contarte la verdad. — Repite intranquilo y decidido.—No, no creo que sea el momento para que te exaltes mira, tu respiración no va nada bien, es mejor que te tranquilices y más tarde hablaremos si el doctor lo recomienda. — Intenta calmarlo.—No hijo, no me puedo morir sin decirte la verdad, solo quiero que me perdones, todo este tiempo he guardado un secreto de una manera que tú no mereces. — Se exalta.—¡¡Enfermera!!, ¡¡Enfermera!!, por favor suministre un tranquilizante a mi padre, no quiero que le pase nada, es lo único que tengo en mi vida. — Habla con su voz a punto de quebrarse.—Eso no es así, hijo, déjame hablar, no me puedo morir así. — Levanta su voz ronca, desesperado por ser escuchado.—Tú no vas a morir, haré todo
Al otro día en la casa de campo.—Buenos días a todos, es una maravillosa y explendida mañana no creen. — Habla emocionada.—Sí, buenos días, Helena, ¿por qué estás tan feliz, ¿qué es eso que te tiene tan maravillada? — Pregunta dudosa.—Nada importante Leonor, la vida y sus regalos. — Se regocija.—No entendemos a qué se debe ese humor tan bonito Helena, puedes contarnos…—Betty, seguí tus consejos y todo resultó increíble, soy inmensamente feliz. — Sonríe complacida.—Me alegra, hija, es lo que más deseo, verte a ti y a Edward enamorados y felices. — Añade una gran sonrisa.—Por cierto, y Edward, porque no ha bajado a desayunar, ya es tarde, él suele madrugar mucho. — Pregunta inquieta.—Déjalo descansar Betty, con la noche que tuvimos debe estar exhausto. — Habla tomando un pedazo de fruta de la mesa.—En eso tienes razón, todos los días no suceden cosas lindas.—Habia olvidado a mis niños guapos, ¿les sirvo café?, iré a la cocina por él, lo mejor para los pequeños consentidos de l
En algún lugar al otro lado del mundo.—Padre, porque me ocultaste algo tan grave, he vivido todos estos años visitando una tumba de alguien que no es mi madre, esto no es bueno. — Habla atónito.—Lo sé, hijo mío, lo siento, fui un cobarde, me enamore de la mujer equivocada y ella me despreció, me dejó solo y se marchó, pero a pesar de todo nunca deje de amarla. — Le dice con su voz quebraba y ronca entristecida.—Pero padre, como puedes amar a alguien así, esa mujer no es buena, te dejo y también a mí, a los dos, una madre no haría algo así. — Habla con rabia.—Es verdad lo que dices, pero ella no tenía más alternativas, era una mujer millonaria y yo solo un pobre diablo, su familia no me aceptó, me obligaron a dejarla y si no me iba contigo, ellos te iban a llevar a un orfanato o quizás te matarían. — Se agita y habla con lentitud.—Yo no puedo entender todo esto, es muy difícil para mí, todos estos años han sido complicados, me hubiera gustado tener a mi madre conmigo, pero yo no q
—Estamos esperando Leonor, ¿qué le ha hecho Rosy a Helena? — Pregunta Betty aturdida. Rosy mira a Leonor con ojos de melancolía y Helena le exige con su mirada que invente algo para que ella quede bien. —Creo que estemos exagerando con todo esto, Rosy regresa a la cocina, no es nada que no se pueda resolver, es un malentendido. —Malentendido, por Dios santo Leonor, esa sirvienta me falto al respeto, como dices que nada. — Le dice temblando de enojo. —No es así. — Leonor intenta decir la verdad. —Cállate Leonor, debes echarla ahora mismo, ella no sabe respetar a los dueños de esta casa. — Histérica. —¿Y qué fue lo que te dijo? — Pregunta Betty. —Dios mío, mi cabeza va a explotar. — Edward habla mareado y ronco. —No quiero molestarlos, pero esa empleada me dijo que yo no era nadie aquí, que ella era más importante que yo porque yo solo era una aparecida de la calle. —Pero… — Leonor la quiere detener. —Silencio Leonor, tú siempre prefieres defender a gente que no es d
—¿Adónde está Helena? — Pregunta airado.—En su habitación, ¿por qué?, ¿qué está pasando? — Pregunta inquieta.—Iré con ella, te pido el favor mamá que no interfieras, esto es algo que tengo que resolver yo con esa mujer.— Responde y su vena en la frente se brota a punto de explotar.—¿Qué?, ¿por favor, hijo, dime qué está sucediendo?, ¿qué descubriste? — Betty, nerviosa intenta entender porque Edward está actuando de esa manera.—Solo te pido que me dejes hacer lo que debo hacer. —Hijo, solo cálmate un poco, no puedes hablar así con ella, estás tomado, además de furioso, ven acá, te tomas un café, respiras y ya más tranquilo hablas con ella. — Repite con nerviosismo en sus palabras.—No madre, esto es algo que debo hacer ahora mismo, no puede pasar más tiempo, ella se tiene que largar de aquí ahora mismo. — Habla decidido.—Pero ya es tarde, no se puede ir a esta hora, es peligroso, ¿dime qué está pasando por favor?— Ella insiste.—Madre, esta vez no puedo hacerte caso, tengo que ha